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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las tecnológicas y el medioambiente: qué ha cambiado en una década de iPhones

La manzana mordida ya no es una manzana podrida, mientras que alguna tecnológica china, aunque nos atraiga por su precio, no llega al aprobado ecológico ni yendo a septiembre. En los diez años que han pasado desde que Apple presentó su iPhone y dio el pistoletazo de salida a esta carrera, la presencia en nuestro día a día de 'smartphones' y tabletas se ha ido incrementando en paralelo a la cantidad de residuos electrónicos que se generan.

Ya antes de que Steve Jobs nos dejara boquiabiertos con su propuesta, Greenpeace comenzaba a publicar su 'ranking' verde de electrónicos, un listado de las multinacionales de teléfonos móviles, ordenadores, videoconsolas y otros productos electrónicos según su compromiso con el reciclaje o la fabricación con elementos no contaminantes. Desde entonces hasta hoy, muchas empresas veteranas se han ido concienciando, mientras que algunos nuevos actores tienen todavía mucho que aprender.

Entre 2006 y 2012 Greenpeace publicaba esta clasificación cada pocos meses, con los datos que ofrecían las compañías, y ahora quiere recuperarla con una periodicidad aún por definir, según explica Julio Barea, portavoz de Greenpeace España, a HojadeRouter.com.

En la más reciente edición se han analizado 17 empresas en tres áreas: reducción de emisiones con el uso de energías renovables, utilización de materiales reciclados y eliminación de sustancias químicas. Barea lo define como “una campaña en positivo”, pues no se trata de “machacar a las compañías, sino todo lo contrario”. El objetivo es “que puedan cambiar, que el usuario tenga las herramientas para elegir mejor”.

La evolución de las tecnológicas en los últimos cinco años ha sido notable: “Algunas se han querido adaptar o han creado un mensaje más positivo, incluso han implementado medidas”, resume Barea. En 2017, Apple se apunta un notable alto y lidera la tabla solo por detrás de Fairphone, una compañía que nació en 2013 enarbolando la bandera de la sostenibilidad y el objetivo de ofrecer un 'smartphone' ético que no utiliza minerales de sangre y se opone a la obsolescencia programada.

Media década después del anterior informe, Apple es una de las tecnológicas que más han progresado. Es la única empresa que se ha comprometido a que el cien por cien de su energía en la cadena de suministro sea renovable, después de eliminar los retardantes de llama bromados (muy tóxicos) o el PVC de sus productos. No es el único elemento en el que han centrado su atención los de Cupertino: también se han comprometido a reciclar el estaño o el aluminio de los terminales antiguos.

La situación era muy distinta en 2007. Pocos meses después de ver la luz el primer iPhone, la ONG ecologista ponía en marcha la campaña Green My Apple para denunciar la enorme cantidad de sustancias tóxicas a los que se exponían los clientes de la manzana mordida y las dificultades para reciclar sus baterías.

En el ‘ranking’ de noviembre de 2012, el último de la anterior etapa, la firma que encabeza Tim Cook solo rozaba el aprobado (4,5 sobre 10) y era criticada por su falta de transparencia sobre las emisiones de gases de efecto invernadero o por no publicar detalles sobre su uso de plásticos reciclados o el tratamiento de tóxicos.

Las sustancias químicas son un frente de batalla importante, no solo por los usuarios, sino por los trabajadores que tienen que exponerse a ellas a la hora de fabricar los aparatos. Greenpeace pide eliminar los ftalatos, el berilio o el PVC, así como mejorar las condiciones de trabajo de los empleados.

De las 17 empresas analizadas en el último informe, solo cinco (Apple, Google, Microsoft, Dell y HP) publican la lista de componentes cuyo uso piden restringir a las empresas de sus cadenas de suministro. Google, como Apple, ha decidido prescindir del PVC y los retardantes de llama bromados en la fabricación de sus productos.

Sin embargo, no todo son buenas noticias para Apple. La organización ecologista lamenta que se esté “moviendo en la dirección equivocada para un diseño de producto sostenible” con el que erradicar la obsolescencia programada. En el mismo sentido se critica la posición de Microsoft y Samsung, pero a la vez se alaban los esfuerzos de HP, Dell (que también han mejorado su nota con respecto a los últimos años) y Fairphone para diseñar aparatos que se puedan actualizar o reparar con facilidad.

Prolongar la vida útil de los dispositivos es fundamental, habida cuenta de que solo el 16 % de los residuos electrónicos a nivel global se recicla, a menudo sin tomar las precauciones necesarias para no perjudicar a la salud de los trabajadores o al medioambiente.

Microsoft es otra de las tecnológicas que han mejorado su nota de hace un lustro. La compañía ha aumentado su compromiso ecológico desde que Brad Smith llegó a la presidencia y se ha preocupado por mejorar las condiciones de los trabajadores en la cadena de fabricación, priorizando que no haya mano de obra infantil. Sin embargo, los productos de la línea Surface son difíciles de reparar. “Son bastante herméticos” a las recomendaciones, dice Barea. “Esto lo que les va a hacer al final es dejarles descolgados del mercado, porque hay varias compañías que están dando pasos importantes en este sentido y dando un valor añadido a sus productos que no tienen los otros”.

Dell también se ha puesto las pilas en estos años: del 4,6 sobre 10 que obtuvo en noviembre de 2012 ha pasado a una nota entre notable y notable alto. Uno de los mayores fabricantes de ordenadores, diseña productos que son fácilmente reparables y usa materiales de circuito cerrado, es decir, reciclados de otros dispositivos.

Además, ha elaborado unas directrices para hacer frente al cambio climático, pero aún tiene que trabajar para reducir sus emisiones. Tampoco ha cumplido con el compromiso que ya retrasó de 2010 a 2011 y que Greenpeace le recordó en su informe de 2012: la eliminación del PVC y los retardantes de sus productos. Ahora, la meta es 2020.

Samsung, sin embargo, tiene las mismas notas suspensas que en el pasado. Greenpeace le afea al mayor fabricante mundial de móviles que en 2016 usara más de 16.000 GWh y solo un uno por ciento procediera de energías renovables. Eso sí, la coreana se ha comprometido con la ONG en la recuperación y reciclado del polémico Galaxy Note 7.

Las nuevas marcas chinas: suspenden, pero hay esperanza

2017 ha hecho desaparecer a RIM o Nokia del ‘ranking’, pero ha traído a las marcas chinas de ‘smartphones’. Los informes critican la falta de transparencia a la hora de aportar información sobre la cadena de suministro y la huella tecnológica. De acuerdo con Greenpeace, Huawei, la única que aprueba por la mínima, no hace públicas sus políticas para restringir sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

Greepeace recuerda que Huawei, Oppo y Xiaomi están entre los cinco mayores vendedores de teléfonos móviles de todo el mundo, según un informe de la consultora IDC. Pero Barea es optimista sobre el futuro medioambiental de estas empresas: “Son muy inteligentes y cuando vean una oportunidad de mercado, que otras marcas están siendo elegidas o preferidas por otros consumidores, imagino que intentarán cambiarlo”.

Amazon ha aumentado su dominio en los últimos años, no solo por sus servicios de comercio electrónico sino por la fabricación de tabletas y libros electrónicos. Y como muchas otras empresas, también suspende. De la empresa de Jeff Bezos resalta que no se conozcan las emisiones de gas invernadero. Tampoco informa lo suficiente de cuántos materiales reciclados usa en sus dispositivos ni de restricciones de uso de químicos en su cadena de suministro.

Entre las tecnológicas hay más conciencia ecológica que en 2012, pero quedan tareas pendientes para los próximos años como la eliminación de combustibles fósiles en la fabricación o el diseño de aparatos reparables, actualizables y con materiales reciclados. En esto, HP, Dell y Fairphone ya están trabajando: la segunda usa plástico reciclado de aquellos aparatos que recoge, mientras que la firma del ‘smartphone’ ético usa tungsteno reciclado. También seguirán preocupando las emisiones de dióxido de carbono, ya que la cifra estimada para estas 17 multinacionales es de 103 millones de toneladas en todo 2016, lo mismo que emite República Checa en un año.

El reciente informe, a juicio de Barea, va a hacer reaccionar a las empresas peor paradas: “Las que lo están haciendo bien estarán muy contentas y lo estarán publicando mucho. Y esto, lógicamente, es una presión muy grande para sus competidores, porque se ven con ese acicate”.

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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Pixabay (1, 3), Greenpeace y Adan Fagen