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Morir de éxito: ser Patrimonio de la Humanidad puede convertirse en tu tumba

Dos turistas en el Talaiot de Trepucó.

Santiago Torrado

Menorca —
22 de septiembre de 2023 22:28 h

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A primera hora del lunes, la delegación balear presente en la 45ª reunión ampliada del Comité del Patrimonio Mundial en Riad (Arabia Saudita) confirmaba un deseo largamente esperado: Menorca es patrimonio de la humanidad. Más de 15 años de investigaciones, actividades, conferencias y promociones internacionales dieron sus frutos. Los cientos de yacimientos del período talayótico (1300 aC.-300 aC. aproximadamente) presentes en toda la isla se han convertido en un “valor universal extraordinario”, según los parámetros de la organización dependiente de Naciones Unidas. 

El triunfo de la candidatura de la Menorca Talayótica ha sido celebrado unánimemente por todo el arco político español, balear y menorquín. Con esta declaración patrimonial, España se convierte en uno de los cuatro países del mundo que cuenta con medio centenar de lugares reconocidos como Patrimonio de la Humanidad, junto con Italia (56), China (58) y Alemania (51).

A pesar del unánime festejo político, algunas voces señalan que el efecto que podría tener el reconocimiento de la UNESCO sobre la isla podría no ser tan positivo como se espera. No solamente por la inevitable atracción turística que esta marca supone, sino por el impacto que esta masividad podría tener sobre aquellos monumentos y yacimientos que se supone que hay que preservar. 

Un arqueólogo que lleva varios años excavando en algunos de los yacimientos talayóticos más importantes de la isla declara a elDiario.es que “se sabe que las visitas a yacimientos han ido incrementándose últimamente”. Por ejemplo, “el poblado de Torre d’en Galmés recibía unas 37.000 personas al año en 2016 y hoy por hoy ese número es más del doble”, apunta.

Este profesional, que ha preferido no revelar su nombre, insiste en que este tipo de visitas “generan desgaste” en los yacimientos y obligan a “gastar dinero en chorradas para turistas”, como “caminos, aparcamientos, guías turísticos e iluminación”. “No son espacios pensados para recibir a mucha gente. Son ruinas con miles de años de antigüedad. Preservarlas y protegerlas es, además de un imperativo, el gran desafío que viene después del reconocimiento de la UNESCO”, añade.

Por otro lado, el arqueólogo profundiza su crítica al proyecto Menorca Talayótica por considerar que se trata de un “discurso homogeneizante” de una cultura mucho más diversa y compleja que lo que dice el expediente presentado ante Naciones Unidas: “La línea interpretativa propuesta por algunos sectores de la academia que han participado de la elaboración de la 'Menorca Talayótica' sugiere que, durante más o menos 2.500 años de la prehistoria, en esta isla existía un fondo cultural común basado en las construcciones ciclópeas en piedra”.

Según este arqueólogo, esto no es así, ya que “las taulas y los talaiots no tienen nada que ver entre sí” porque serían de períodos históricos diferentes. “Se ha construido un discurso homogeneizante. Las taulas, las navetas y los talaiots, por ejemplo, son de períodos totalmente distintos. Se han comprimido miles de años de prehistoria en un paquete”, enfatiza.

El antropólogo Oriol Radalga, por su parte, critica que el foco de la patrimonialización de la UNESCO se haya puesto exclusivamente sobre la Menorca Talayótica: “Existe una versión hegemónica y occidental del patrimonio que excluye otras formas de mantenimiento patrimonial. La idea hegemónica del patrimonio implica una forma intacta de lo original. La decisión sobre lo que merece ser conservado”.

Según Radalga, la decisión de “patrimonializar” la Menorca Talayótica indirectamente “deja fuera de la escena otros aspectos importantes de la historia e identidad de la isla” y cita como ejemplos “el patrimonio industrial y del movimiento obrero, la Menorca islámica, la época medieval, la etapa Púnica o los rastros de la Guerra Civil”. 

“Los promotores turísticos han festejado el reconocimiento”

Miquel Ángel María, coordinador de Més per Menorca y pieza clave en la gestión de la candidatura, reconoce que “no ha sido fácil llegar hasta aquí”, ya que “en 2016 UNESCO tumbó un primer expediente y fueron muy contundentes en su negativa”. Asimismo, María destaca la dedicación de “más de 50 expertos trabajando directamente en el nuevo expediente” que ha sido el que conquistó finalmente el galardón. De esta segunda etapa de la candidatura, Miquel Maria subraya dos perfiles claves: el arqueólogo Antoni Ferrer y el ex consultor de UNESCO Cipriano Marín.

Ante las advertencias sobre las consecuencias de ser declarado Patrimonio de la Humanidad, algunas voces advierten el desafío por venir. María pone el foco sobre el impacto que podría tener en la isla la marca UNESCO: “A mí también me preocupa que quienes más hayan festejado el reconocimiento sean los promotores turísticos. Es cierto que el reconocimiento del Comité de Patrimonio tiene una potencialidad turística, pero creo que hay que orientarla hacia la prevención de la masificación”.

Según el político de Més per Menorca, esta “prevención” pasaría por fomentar la “desestacionalización” del turismo, e insiste en que “Menorca no ha desestacionalizado, sólo ha alargado la temporada”. María afirma que existe un Plan de Gestión de Menorca Talayótica pensado para amortiguar el impacto que generará el turismo sobre los yacimientos en los próximos años. “Los turistas no pueden caminar de arriba a abajo por donde quieran. Los yacimientos son lugares vivos, eso es lo primero que hay que proteger”, concluye.

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