El silencio reina en el Museu d’Art Contemporani d’Eivissa (MACE). Apenas un puñado de personas pasea por las diferentes salas del recinto para contemplar las obras que hay expuestas en ellas. Este espacio, fundado el 30 de agosto de 1969, cuenta con una colección permanente de obras de artistas como Erwin Bechtold, Marcel Floris, Erwin Broner, Eduard Micus, Zush/Evru, Barry Flanagan, Emilio Vedova, Raoul Hausmann, Julio Le Parc, Adolf Schlosser, Hans Hinterreiter, Bonet Vallribera, Pierre Dmitrienko o Will Faber, entre otros.
Ninguno de los visitantes sabe, sin embargo, que en la planta baja del museo, donde se puede disfrutar de los conjuntos arqueológicos que comprenden diferentes periodos históricos de la ciudad (construcciones que rondan el siglo VI a.C., pertenecientes a la Eivissa fenicio-púnica, pero también otras posteriores de las épocas romana y musulmana), está expuesta, desde hace unas semanas, la obra Trois personnages (1966), del pintor y escultor malagueño Pablo Picasso.
La mayoría de ellos desconoce también el motivo por el que el cuadro está allí, que parece sacado del guion de una película de Rodrigo Sorogoyen: un ciudadano procedente de Suiza entró con la obra a través del aeropuerto de Eivissa el pasado 5 de julio, siendo interceptado por agentes de Aduanas de la Agencia Tributaria y de la Guardia Civil, debido a que el visitante introdujo el dibujo presuntamente sin declarar, razón por la que está acusado de un delito de contrabando.
“Es resultado del turismo selecto”
Inés y Ramón, de 27 y 29 años, respectivamente, se encuentran estudiando en una sala del museo. Conocedores del mundo del arte -ella es graduada en Educación Primaria con un máster en Arte y Educación, mientras que él es antropólogo social y cultural con máster en negocios internacionales-, aunque no de los entresijos de la historia que envuelve la obra de Picasso, no se muestran sorprendidos ante sucesos como este: consideran que es el resultado del turismo ‘selecto’ que recibe la isla, alojado en villas y rodeado de lujo. “No sé si realmente esta obra solo pasaba por Eivissa y luego su destino final era otro, pero no me sorprendería que hubiera acabado en una villa de Eivissa o incluso que hubiera un mercado ‘negro’ de obras de arte”, comenta Ramón a elDiario.es.
Ambos creen que el arte se está volviendo, cada vez más, en “algo elitista, cuando debería ser accesible para todo el mundo”. “El mercado de compraventa de obras de arte es cada vez más grande”, asegura Ramón. Esta idea, paradójicamente, contrasta con el hecho -como él mismo apunta- de que la entrada en el MACE es completamente gratuita, cuando para acceder a un museo o espacio cultural público, normalmente, hay que pagar. “Esto me ha sorprendido”, reconoce. Pone como ejemplo La Alhambra de su ciudad natal -Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como las murallas de la ciudad de Eivissa que envuelven el MACE-, el conjunto de palacios, jardines y fortalezas de origen árabe que el joven estudió durante su etapa universitaria.
El motivo: no pagar las tasas
Mercedes de Miguel, socia de Subastas Segre (Madrid), cree que el motivo principal por el cual el propietario del cuadro lo habría introducido en España sin declarar es fiscal, es decir, no pagar las tasas de importación. “Nadie en su sano juicio va a comprar un cuadro que esté importado ilegalmente, porque quien tiene luego el marrón con Hacienda es quien lo ha comprado”, explica a elDiario.es. “Quien quiera comprar un ‘Picasso’ valorado en 450.000 euros va a pedir todas las garantías legales: cómo ha entrado en el país, licencia de exportación y una tarjeta de exportación (como el ‘pasaporte’ del cuadro) con toda la documentación en regla”, añade De Miguel.
Quien quiera comprar un ‘Picasso’ valorado en 450.000 euros va a pedir todas las garantías legales: cómo ha entrado en el país, licencia de exportación y una tarjeta de exportación (como el ‘pasaporte’ del cuadro) con toda la documentación en regla”
Subastas Segre se dedica mayoritariamente a exportar cuadros, no a importarlos. Pero, en caso de hacerlo, como hicieron con algunas obras de arte procedentes de México -entre ellas un biombo mexicano que se vendió por más de 200.000 euros-, hay que solicitar, primero, una importación temporal (y en caso de quererlo vender, que incluya esta posibilidad) y pagar las tasas mínimas. Cuando se hace efectiva la venta hay que abonar también el pago del IVA.
En los mismos términos se pronuncian fuentes de una agencia privada de aduanas a esta redacción sobre el procedimiento que se debe llevar a cabo para introducir un cuadro legalmente en España. “Debería haber pasado por Aduanas a su llegada al aeropuerto y haber realizado una importación, pagando los impuestos correspondientes a ese cuadro. Las obras de arte solo pagan el 10% del IVA sobre el valor de la mercancía”, explican estas fuentes a elDiario.es. “Después, para legalizarlo, si el cuadro tiene mucho valor tiene que pasar la documentación al Ministerio de Cultura para que le hagan una ficha. Así, si quiere exportarlo en algún momento, podría hacerlo sin ningún problema”, indican los expertos consultados por este medio.
Dos facturas en la maleta
La operación conjunta entre funcionarios de Aduanas de la Agencia Tributaria y agentes de la Guardia Civil tuvo lugar el pasado 5 de julio en el aeropuerto de Eivissa, después de que se encontrara en la maleta de un viajero una obra de arte que se estaba intentando introducir en España sin declarar, informó el Ministerio de Hacienda y Función Pública. La actuación se desarrolló después de que el Centro de Coordinación Operativa Permanente del Departamento de Aduanas de la Agencia Tributaria recibiera el aviso por parte de la Aduana de Suiza de que un pasajero del vuelo comercial Zúrich-Eivissa llevaba consigo una obra de arte en circunstancias que las autoridades del país helvético consideraron sospechosas.
Cuando las autoridades españolas preguntaron al visitante si tenía algo que declarar a su llegada a la zona de control de aduanas, el viajero lo negó. Sin embargo, los agentes encargados procedieron a comprobar su equipaje, donde encontraron una obra de arte firmada por Picasso. Fue entonces cuando el propietario del cuadro aseguró que se trataba de una copia, mostrando una factura de 1.500 francos suizos (unos 1.500 euros). Las autoridades no le creyeron y registrando la maleta en profundidad, encontraron una segunda factura de una galería de arte de Zúrich por valor de 450.000 francos suizos (450.000 euros) por la compra de Trois Personnages.
Las mismas fuentes aseguraron, en un comunicado, que el propietario del ‘Picasso’ podría haber cometido un presunto delito de contrabando, ya que el valor de la obra de arte supera los límites legales fijados en 150.000 euros. “La introducción lícita de la obra en España habría implicado tener que satisfacer los derechos arancelarios y el IVA a la importación, además de las obligaciones de declaración administrativa a las que estuviera sujeta la mercancía”, informaron fuentes de Aduanas.
La introducción lícita de la obra en España habría implicado tener que satisfacer los derechos arancelarios y el IVA a la importación, además de las obligaciones de declaración administrativa a las que estuviera sujeta la mercancía
El 18 de julio, casi dos semanas después de que la obra de arte fuera interceptada, autoridades en materia de Patrimonio Cultural y Bellas Artes consideraron, de manera preliminar (a falta de informes más exhaustivos), que la obra atribuida al artista malagueño es original y, por tanto, “el precio facturado por una galería suiza se ajusta al precio de mercado”, informaron fuentes del Ministerio de Hacienda y Función Pública. Después de la intervención de agentes de Aduanas y de la Guardia Civil, las autoridades realizaron gestiones con la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura, que se puso en contacto con la directora del MACE, “informando positivamente, con carácter preliminar, sobre la originalidad de la pieza intervenida y su valor de mercado”.
Caso judicializado
Esta redacción se ha desplazado en casi una decena de ocasiones a las oficinas de la Agencia Tributaria de Eivissa para conocer más a fondo los detalles de la investigación, sin que haya sido posible hablar con los responsables de Aduanas. En un primer momento, la Guardia Civil de Palma se mostró abierta a ampliar las informaciones a elDiario.es, pero a expensas de lo que decidiera Aduanas, que había liderado el operativo.
Este periódico también se puso en contacto con la directora del MACE, quien declinó realizar declaraciones debido a que el caso se encuentra en fase de instrucción. Por su parte, la obra continuará expuesta en el museo ibicenco, “atendiendo a razones de conservación y de interés público”, mientras duren las diligencias judiciales. Antes de su llegada al MACE, el cuadro estuvo custodiado en el Juzgado de Instrucción número 4 de Eivissa, encargado de la investigación de los hechos.
El Picasso de Botín
La historia del Picasso de Eivissa evoca al intento de Jaime Botín de sacar otra obra del artista malagueño de España. El exbanquero fue condenado en febrero de 2020 a pagar una multa de 91,7 millones de euros por el Juzgado de lo Penal número 27 de Madrid por un delito de contrabando. El expresidente de Bankinter había sacado de España, pese a la prohibición expresa del Ministerio de Cultura, el cuadro Cabeza de mujer joven.
Jaime Botín había autorizado a Christie's Iberica a vender el cuadro en una subasta en Londres, pero el Ministerio de Cultura había declarado anteriormente la obra como inexportable. La conservadora Paloma Esteban había redactado en 2012 un informe para la Junta de Conservación del Ministerio donde señaló la relevancia de la obra de 1906, que anunció al año siguiente la llegada del cubismo.
“Los hallazgos llevados a cabo en ese momento influirán decisivamente no solo en el cubismo, sino también en la evolución posterior de la pintura del siglo XX, pudiendo ser considerados incluso como una de las claves del arte de nuestros días”, afirmó la especialista.
El hermano de Emilio Botín había intentado sacar el cuadro a bordo de su velero Adix, pero la Guardia Civil lo interceptó en el puerto de Calvi (Córcega, Francia) en verano de 2015. Finalizado el litigio, el Museo Reina Sofía es el responsable de conservar y custodiar la obra, que actualmente se encuentra expuesta en este museo de Madrid.