El polémico (y feo) viaducto que pone en riesgo una candidatura a Patrimonio de la Humanidad por la cabezonería del PP

Santiago Torrado

Menorca —
2 de junio de 2023 22:48 h

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El pasado mes de abril el Comité Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) de la UNESCO anunció que Menorca podría integrar la lista de espacios declarados Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, el organismo planteó una serie de recomendaciones que el Consell Insular debería atender para que la candidatura de la isla prospere. Entre otras sugerencias, el organismo internacional ha señalado que el Viaducto de Rafal Rubí, un puente a dos niveles que permanece sin terminar en el km 8 de la carretera que une Maó y Ciutadella, debería ser demolido. La buena noticia para la Menorca Talayótica trajo de regreso un viejo fantasma que recorre la política insular desde hace casi una década.

El viaducto de Rafal Rubí es una mole gris de hormigón armado. Permanece anclado a un costado de la ME-1 en el tramo Maó - Alaior, desde hace casi una década y se ha convertido en el terreno donde se libra una batalla ideológica entre el cemento y las piedras milenarias. La obra inacabada pertenece a un proyecto faraónico impulsado en 2011 por el Partido Popular, que proyectaba hasta varias macro-rotondas a lo largo de la carretera general, con el argumento de mejorar el tráfico entre los dos extremos de la isla. Hoy es una cicatriz hecha de hierros retorcidos que atraviesan el rostro del paisaje. Muy cerca, a escasos 30 metros, se levantan desde hace más de mil años dos importantes yacimientos talayóticos: las navetas funerarias de Rafal Rubí, que datan de la Edad de Bronce y que forman parte de la candidatura de Menorca a ser Patrimonio de la Humanidad.

Oriol Radalga es antropólogo y parte de “Menorquins pel Territori”, uno de los colectivos sociales que enfrentó el proyecto del viaducto y cuenta a elDiario.es cómo se desarrolló aquella iniciativa. “Se dio el marco de la hegemonía política del PP, tanto en el Parlament balear como en el Consell Insular de Menorca. La derecha desarrolló políticas urbanísticas desastrosas, enfocadas en llenar de cemento la Isla y profundizar el modelo de masificación turística. Hacia el final de su última legislatura al frente de la administración, el PP de Menorca anunció el proyecto de creación de 12 macro-rotondas entre Maó y Alaior”.

El viaducto se dio el marco de la hegemonía política del PP. La derecha desarrolló políticas urbanísticas desastrosas, enfocadas en llenar de cemento la isla y profundizar el modelo de masificación turística

“Eran unas obras innecesarias y con un fuerte impacto ambiental por su cercanía con los yacimientos arqueológicos”, comenta. Cuando se hizo público el plan de obras, un grupo de menorquines decidieron comenzar a organizarse y coordinar acciones en todos los municipios de Menorca y en Barcelona, un grupo del que él formaba parte. “Fuimos estableciendo acciones coordinadas con otros espacios sociales y ecologistas como el GOB. Organizamos conciertos, actos, recaudaciones de fondos, festivales solidarios… Incluso llegamos a organizar movilizaciones cortando la carretera en Maó y Ciutadella”, explica a elDiario.es.

Finalmente, lograron detener “la proliferación innecesaria de rotondas y cemento apelando a la organización popular y a la amplia conciencia ambiental” que tienen los menorquines. “El amor por la tierra se convirtió en un gran proceso de lucha que nos permitió conservar el patrimonio, aunque todavía está pendiente la demolición del viaducto. Lamentablemente, cuando la izquierda llegó a la administración se consideró que el proceso había terminado y sólo quedó la vía institucional como método para protestar. Esta fue una de las últimas grandes luchas que encabezamos y que ganamos como movimiento, junto con la campaña que organizamos contra las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo”, comenta.

El PP sigue defendiendo el viaducto

Por su parte, el Partido Popular también ha hecho del viaducto un símbolo de su gestión y de su visión de la isla. Prueba de ello es la centralidad que ocupa el tema en el discurso del grupo popular. Tras conocerse los resultados electorales del pasado domingo, que otorgaron la mayoría de escaños del Consell Insular al grupo conservador, el futuro presidente del organismo, Adolfo Vilafranca, declaró a un medio local que su prioridad de gobierno será “acabar la carretera y terminar el viaducto de Rafal Rubí”. Las declaraciones de Vilafranca fueron acompañadas de una declaración del Colegio de Ingenieros donde estiman que “la mejor solución es terminar la construcción del viaducto”.

Distinta es la opinión de Enric Taltavull, presidente del Colegio de Arquitectos de Maó, quien afirma a elDiario.es que entiende el planteamiento de los ingenieros que dicen que lo mejor que se puede hacer es terminar la obra, pero que “muchas veces lo óptimo no es lo real”. “Esta obra no está en cualquier sitio, está al lado de un yacimiento prehistórico. Si queremos proteger Rafal Rubí hay que demoler el viaducto. En su momento, desde el Colegio firmamos una solicitud dirigida al Consell junto al Instituto Menorquín de Estudios, el Ateneo de Maó, el Museo de Menorca y el Colegio de Arqueólogos para que detuvieran la obra”, recuerda.

Taltavull añadía que “algunas rotondas y construcciones sí son necesarias para mejorar la seguridad y la fluidez del tráfico”. Para ella, ha terminado siendo un asunto politizado: “Todo lo que se construya debe hacerse en un marco de total respeto con el patrimonio y el medio ambiente. El tema del viaducto se ha politizado. En 2015 la izquierda hizo campaña prometiendo que sería derribado y no se hizo. Ahora el PP promete terminarlo… Más allá de esto, tampoco es cierto que el viaducto mejore el tráfico. Por ejemplo, en el tramo Ciutadella-Ferreries existe mucho más tráfico de vehículos, especialmente durante la temporada alta, y no se ha proyectado ningún viaducto a dos niveles”. 

Bernardo Pax, presidente de la Junta de Maó del PP y número 3 en las listas de regidores por el municipio, ha sido consultado por este diario sobre la recomendación del ICOMOS. “Nosotros nos fiamos de lo que dicen los ingenieros. Nos parece muy bien que la UNESCO haga recomendaciones, pero lo que importa aquí es la opinión de los expertos. Por otro lado, la izquierda atravesó una montaña para realizar el desvío de Ferreries y nadie denunció nada. Es otra prueba de la incoherencia de Més y de los socialistas. Cuando les conviene hablan de proteger el paisaje inventando cosas como los criterios agrosilvopastoriles, que nadie sabe qué son y que pusieron en un informe que entregaron en su momento al Consell para bloquear la obra”.

“Sólo por el impacto visual y paisajístico hay que derribarlo”

Cecilia Ligero, quien fuera presidenta de Menorquins pel Territori y que actualmente trabaja en la candidatura de Menorca Talayótica como restauradora y conservadora de patrimonio, plantea que “sólo por el impacto visual y paisajístico y por la cercanía con el yacimiento de navetas funerarias ya es motivo suficiente para derribar el viaducto”. “En esta candidatura a patrimonio mundial de la UNESCO se está trabajando mucho no solamente en los yacimientos, sino en ponderar los espacios, los ámbitos, las zonas en que están. Por eso hay que proteger el paisaje, porque importa”, añade.

Otra entidad que tuvo un importante rol de coordinación en el proceso de bloqueo de la obra fue el Grupo de Ornitología Balear de Menorca, cuyos integrantes recuerdan que “cuando se decidió comenzar a construir el tramo Maó-Alaior, el anteproyecto que se aprobó en su momento fue elegido entre otras 17 opciones y no incluía ninguna rotonda de doble nivel”. “Lo que sucedió fue que dentro del PP se generó una crisis interna porque un sector que pedía obras mucho más significativas en ese tramo. A finales de 2012 se retomó el proyecto y se incorporaron las rotondas a doble nivel, con el consecuente repudio de un espectro muy amplio de la sociedad”, añade.

Casi diez años después, el espectro de Rafal Rubí sigue habitando entre las ruinas retorcidas del hormigón, a pocos metros de las tumbas milenarias de los antiguos pobladores. La nueva etapa política abierta tras las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo prometen ubicar nuevamente en el centro de la disputa, el qué hacer con el viaducto. Como un símbolo de los dos proyectos antagónicos que conviven en Menorca, una obra inacabada y una naveta milenaria esperan junto a la carretera.