Balears afronta una semana inédita de protestas contra la masificación turística

La controversia en torno a las consecuencias del turismo masivo vuelve a situarse en primera línea en Balears. Un territorio nunca ajeno a los debates sobre la necesidad de buscar un equilibrio económico y medioambiental sin dejar de lado a una industria, la turística, que representa más del 45 % del Producto Interior Bruto (PIB), emplea a más de 200.000 trabajadores y genera más de 16.000 millones de euros en ingresos anuales. El año pasado, el archipiélago marcó un récord histórico de 17,8 millones de turistas. Sin embargo, los residentes acusan una saturación que cada año roza límites extremos.

La situación se suma, además, a una lenta agonía: un imparable crecimiento poblacional con serias repercusiones en materia sanitaria, educativa y de vivienda así como sobre el consumo de energía y de agua. El impacto del desarrollo turístico y la actividad humana en las islas, constantemente amenazadas por el ladrillo y el asfalto, ha causado un acelerado proceso de degradación que prevé agravarse en los próximos años fruto del impacto del cambio climático.

La problemática ha alcanzado tales dimensiones que los grupos ecologistas y la ciudadanía se han sumado a la ola canaria contra la masificación turística y la carestía de vivienda y estos días llevarán a cabo varias manifestaciones inéditas hasta el momento en Balears. La principal movilización, bajo el lema 'Mallorca no se vende', tendrá lugar el próximo sábado a las 19.00 horas en la Plaça d'Espanya de Palma. Ese mismo día, en Alaior, a las 19.00 horas, convocados por la plataforma 'Menorca per un Habitatge Digne', los menorquines se manifestarán en la Plaça Constitució. Un día antes, en Eivissa, la isla más maltratada por el consumo de territorio y el abuso de precios tanto en la vivienda como en los productos básicos, la población también ha organizado una protesta a las 20.00 horas, frente a la sede del Consell Insular, al grito 'Eivissa no puede más'.

La plataforma 'Menys Turisme, Més Vida' plantea, asimismo, extender las históricas movilizaciones al aeropuerto de Palma, principal vía de entrada del turismo en Balears, aunque también de vital importancia para los residentes, ya que el tráfico aéreo les permite estar conectados con el resto del mundo. Por sus pistas operan 66 vuelos cada hora. En 2023, circularon por las instalaciones hasta 31,1 millones de pasajeros. Pese lo ingente de estas cifras, las instituciones, con una inversión de cerca de 247 millones de euros, prevén ampliar una de las terminales, varios módulos y el parking en la que se contempla como la mayor remodelación de los últimos treinta años.

El PP, de combatir la “turismofobia” a capitalizar el malestar

Mientras tanto, el PP, que gobierna las islas con el apoyo de Vox, ha decidido 'sumarse', en un imprevisto giro de guion, al mismo discurso que en los últimos años ha criticado duramente. Si su mantra pasa por izar la bandera contra el intervencionismo de las administraciones públicas, con la reducción y recorte de impuestos como receta para el impulso del crecimiento económico, los conservadores anunciaron la semana pasada que Mallorca reducirá por primera vez su techo de plazas turísticas. Lo hará en 18.000, el equivalente a la mitad de las que dispone la Playa de Palma, pasando así de un tope de 430.000 a 412.000. De todas ellas, 308.000 pertenecen al sector hotelero, mientras que 104.000 corresponden al alquiler vacacional y se distribuyen en alrededor de 12.000 casas, según datos de la Asociación de Viviendas Turísticas de Balears (Habtur).

Al mismo tiempo, en Eivissa, cuyo parque automovilístico se ha multiplicado por dos y medio en las últimas dos décadas hasta superar los 150.000 vehículos censados, el PP ha anunciado que limitará el acceso de coches durante los meses de temporada alta, en línea de lo promulgado por el anterior Ejecutivo de izquierdas en Formentera. La presidenta del Govern, la popular Marga Prohens, detractora hasta ahora de todo “prohibicionismo”, admitió la semana pasada que “la mejor forma de defender el turismo y estas islas como destino es poniendo límites” y este mismo martes responsabilizaba al anterior equipo de gobierno de la saturación que sufren las islas.

El PP, que gobierna las islas con el apoyo de Vox, ha decidido 'sumarse', en un imprevisto giro de guion, al mismo discurso que en los últimos años ha criticado duramente

También las grandes cadenas hoteleras, agrupadas en la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), se han alineado con las medidas anunciadas por los populares a pesar de que, durante la pasada legislatura, la mayoría arremetió con severidad contra las iniciativas llevadas a cabo en este sentido por el Govern liderado por la socialista Francina Armengol, especialmente contra la Ley del Turismo, que contemplaba la congelación de las plazas turísticas durante cuatro años, la sustitución de 300.000 camas por elevables con el objetivo de facilitar las condiciones laborales de las camareras de piso, o la incorporación de criterios de circularidad en materia de agua, materiales, alimentación, energía y residuos.

“No se puede poner al turista en el centro del problema”

Desde el PP, sin embargo, niegan haber modificado su mensaje y, en declaraciones a elDiario.es, el conseller insular de Turismo, Marcial Rodríguez, impulsor de la medida que disminuirá el techo de plazas turísticas en Mallorca, rechaza cualquier atisbo de “hipocresía”. “Lo que hemos visto es que con moratorias, eliminaciones y decisiones que se han tomado, que no las critico, no se ha solventado el problema. Antes de entrar en esta Conselleria ya había detectado que esas no eran las soluciones adecuadas, y ahora que tengo la oportunidad, aplico mi terapia. Esto no va de sintomatología, sino de ver qué capacidad tiene Mallorca de metabolizar todo esto, y para eso es básico el rigor”.

Señala, con todo, que no se puede poner al turista “en el centro del problema”, cuando “sólo es la cuarta parte del mismo en el mejor de los casos”. Asimismo, puntualiza que el problema no radica en la oferta de alojamiento legal, sino en la que se encuentra fuera del mercado. “Es un dato que proporciona el INE [Instituto Nacional de Estadística] y que mucha gente pasa por alto. Un porcentaje que se mueve entre el 7 y el 10% y que es un elemento añadido a la masificación y saturación”, asevera Rodríguez, quien alude además al fuerte crecimiento demográfico experimentado en los últimos años en Mallorca, que en la actualidad cuenta con 952.159 habitantes de los 1.231.487 de la totalidad de Balears.

Lo que hemos visto es que con moratorias, eliminaciones y decisiones que se han tomado, que no las critico, no se ha solventado el problema. Antes de entrar en esta Conselleria ya había detectado que esas no eran las soluciones adecuadas, y ahora que tengo la oportunidad, aplico mi terapia

“Desde que me incorporé a la Conselleria en julio del año pasado, mi primer planteamiento y mi propósito fundamental fue siempre el de garantizar la convivencia social y medioambiental dentro de un marco de desarrollo sostenible de la actividad turística”, abunda el conseller, quien precisa que Mallorca “no tiene un problema de demanda, tiene un problema social”. Rodríguez apunta que el Consell Insular no está llevando a cabo vídeos promocionales “de tres millones de euros como se han hecho hasta la fecha” y ha puesto en marcha el Compromiso por un Turismo Responsable para dar una nueva perspectiva en la estrategia de gestión de la isla. “Mi misión es la de proteger y regenerar todas las cualidades que hacen de esta isla un lugar maravilloso para vivir”, sentencia.

También desde la Conselleria de Turismo del Govern rechazan que se haya producido “un cambio de discurso”: “Lo que siempre hemos defendido es que los Consells Insulars deben tener libertad para decidir. Desde que entramos apostamos por una moderación y por un equilibrio, y si hablamos de crecimiento, nosotros no hablamos de crecimiento en cuanto a volumen, sino de crecimiento en cuanto a calidad. Lo que queremos es que las Balears sean conocidas por la calidad y no por el volumen. Y la calidad pasa por alejarse del turismo de excesos o de una planta hotelera obsoleta”, señalan a este medio fuentes del departamento dirigido por el conseller Jaume Bauzà.

El Govern apuesta por una 'moderación y equilibrio' en materia turística. 'Si hablamos de crecimiento, nosotros no hablamos de crecimiento en cuanto a volumen, sino de crecimiento en cuanto a calidad. La calidad pasa por alejarse del turismo de excesos o de una planta hotelera obsoleta', comentan fuentes gubernamentales

“Lo que queremos es conseguir una convivencia entre el turista y residente”, inciden las mismas fuentes, que señalan que también con este objetivo se aprobó el pasado mes de mayo la modificación del Decreto de regulación contra el turismo de excesos, con el que el Govern de Armengol marcó el camino en la lucha contra los comportamientos incívicos en los principales núcleos turísticos de Balears. Uno de los aspectos más criticados de esta modificación es la supresión de los límites establecidos por el anterior Ejecutivo en el número de plazas con las que cuentan los albergues turísticos. Sin embargo, incluye como novedad la prohibición de beber alcohol en la calle con sanciones que oscilan entre los 500 y los 1.500 euros.

Unas medidas orientadas a la “elitización” del turismo

Los expertos, sin embargo, se muestran críticos con unas medidas que, sostienen, no ponen coto a la problemática que arrastran las islas en materia turística. En opinión de Macià Blàzquez, catedrático de Geografía en la Universitat de les Illes Balears (UIB) e investigador sobre turismo, sostenibilidad y ordenación territorial, la reducción de plazas planteada por el PP puede tener “una motivación de fondo”: la elitización del turismo. “En estos momentos, por ejemplo, en Eivissa y Formentera se está produciendo una disminución del número de amarres debido al incremento de la eslora. Han sacado las embarcaciones de menor tamaño de los amarres de las instalaciones náuticas, y donde había tres yates ahora hay uno. Y yo creo que con el modelo turístico podemos hablar en términos similares”, señala Blàzquez.

En opinión de Macià Blàzquez, catedrático de Geografía en la Universitat de les Illes Balears (UIB) e investigador sobre turismo, sostenibilidad y ordenación territorial, la reducción de plazas planteada por el PP puede tener "una motivación de fondo": la elitización del turismo

En este sentido, apunta que “en Magaluf, donde antes cobraban 40 euros, ahora cobran 400. Con el decreto de 2020 [contra el llamado turismo de excesos], con la declaración de interés autonómico de un proyecto hotelero, permitiendo añadir alturas a edificios que ya no son acordes con el planeamiento...”. Al respecto, el investigador se muestra severamente crítico con las distintas iniciativas urbanísticas y turísticas llevadas a cabo en zonas maduras como Playa de Palma, Magaluf, Playa d'En Bossa (Eivissa), donde resisten “fósiles urbanísticos que se construyeron en los años 60 y hoy no te los volverían ni a dejar construir” “Todo esto ya empezó con la crisis de 2008 y lo han mantenido el PSOE y el PP. Todos dan bola a los hoteleros”, critica.

Asimismo, Blàzquez considera que las medidas impulsadas en la actualidad pasan por un “decrecimiento fake”. “Ese decrecimiento es el menos justo socialmente, porque es el de gente rica que consume más energía y más agua y el que deja una mayor huella ecológica. No es un turismo de calidad, es turismo de lujo. Porque la calidad va con otros parámetros”, abunda. Y añade: “Echamos la culpa a los de la pasada legislatura. Y nos encaminamos hacia este otro modelo más favorable a las grandes corporaciones”. El catedrático recalca que si se analiza la medida “en términos de clase social y de calidad del bienestar para la comunidad local, no es muy beneficiosa”. Por ello, aboga por “darle vueltas al tema y no creer lo que se nos vende. Aparte de que se dedicaron toda la legislatura pasada criticando que estas son medidas intervencionistas. ¿Y te vienen ahora con esto?”, subraya.

La resurrección de los megaproyectos

Por su parte, Iván Murray, doctor en Geografía por la UIB y autor del reciente libro 'El malestar en la turistificación', señala que, aunque las medidas recientemente anunciadas por el PP “se presenten como novedad, no es nada nuevo el hecho de que los partidos y entidades conservadoras también defiendan límites”. Recuerda, por ejemplo, cómo en los años setenta el Sindicato Vertical, única entidad sindical autorizada durante la dictadura franquista, publicó un informe sobre la oferta hotelera balear que ya apuntaba a la saturación y a la necesidad de limitar el exceso de capacidad de alojamiento.

No en vano, en los años setenta, el auge del turismo corrió en paralelo a un urbanismo desenfrenado, desordenado y sin planificación, fenómeno que se conoció en el archipiélago como balearización (un modelo turístico-inmobiliario que más tarde fue exportado por empresas de Balears al Caribe). Comenzó así una transformación inédita del paisaje natural, afectando, sobre todo, a las zonas costeras, cuyas calas y playas vírgenes quedaron desfiguradas por el hormigón. A partir de ese momento, como explica el geógrafo, empezaron a alternarse de forma recurrente etapas de contención y expansión: “Realmente, los momentos importantes son los de crisis, que es cuando se reconfiguran las reglas del juego y se llevan a cabo los procesos políticos y económicos para iniciar otra fase expansiva”.

Acerca de las políticas actuales, Murray recrimina que la Administración pública, “al mismo tiempo que habla de saturación, se saque de la chistera otra vez la ampliación del puerto de Palma”, una iniciativa que, asevera, le recuerda “a un megaproyecto que circuló en el año 2004”, cuando las Cámaras de Comercio de Balears se propusieron reformar y ampliar, por unos 1.800 millones de euros, las instalaciones portuarias de la capital balear con la construcción de un nuevo Dique del Oeste y la construcción de una terminal de cruceros próxima a la Catedral de Palma. “Los megaproyectos suelen ser mecanismos que se sacan cuando empieza a decaer la alegría financiera del momento, y ahora parece que estamos en ese resurgir”, abunda el investigador.

En esta línea, Murray alude a la elevada especialización turística del archipiélago, “muy rara de encontrar en otros lugares del mundo”. “En Canarias todavía está un poco más diversificada su economía, pero lo de Balears es algo espectacular. El problema radica en que cuanto más hiperespecializado eres, también eres mucho más vulnerable. Y eso se traduce también en el tipo de democracia que tienes: una democracia de bajísima intensidad”.

Finalmente, el doctor en Geografía también se muestra crítico con las medidas impulsadas durante las dos pasadas legislaturas en las que gobernaron de forma conjunta PSIB-PSOE, Mér per Mallorca y Podem. A su juicio, el pasado mandato “fue complicado, pero no pueden escudarse todo el rato en la COVID. Y yo creo que dieron bastante la espalda a los de la calle”. Lo atribuye al hecho de que en Balears “cuesta mucho ver unas políticas de izquierdas que realmente se orienten hacia un cambio social o hacia una transformación por miedo al empresariado”. “Estamos en una sociedad que se asimila a una plantación con caciques. Si te rebelas contra los señores de la plantación, las consecuencias serán graves, pero sobre todo para los de abajo”, sentencia.

El anterior Govern de izquierdas dio bastante la espalda a los de la calle. Cuesta mucho ver unas políticas de izquierdas que realmente se orienten hacia un cambio social o hacia una transformación por miedo al empresariado. Estamos en una sociedad que se asimila a una plantación con caciques. Si te rebelas contra los señores de la plantación, las consecuencias serán graves, pero sobre todo para los de abajo