Las discotecas de Ibiza cierran la temporada con buenas cifras de negocio y denuncias por ruidos

Nicolás Ribas

Eivissa —
12 de octubre de 2022 08:47 h

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Después de dos años con una economía muy lastrada por la pandemia, el sector del ocio ha vuelto a la normalidad en Eivissa, recibiendo a cientos de miles de turistas, en una temporada en la cual se han “superado las expectativas”, según la patronal Ocio de Ibiza, que se habían depositado cuando entre finales de abril y principios de mayo se celebraron las fiestas de apertura de las principales discotecas de la isla.

En esas fiestas de apertura, que tuvieron lugar en un clima de incertidumbre después de dos años sin discotecas ni apenas ocio reglado, Ocio de Ibiza, que representa a Pachá, Ushuaïa, Hï, Amnesia y DC-10 (entre otros muchos clubes de ocio nocturno y diurno), calcula que acudieron unos 30.000 turistas con un impacto estimado en unos 30 millones de euros.

El balance de estos casi seis meses, explica José Luis Benítez, gerente de la patronal del ocio de la isla a elDiario.es, es muy bueno. “Remarcaría que ha sido un año normal. Esperamos las aperturas (de las discotecas) con mucha incertidumbre y no sabíamos cómo iba a actuar la gente. No debemos olvidar lo que ha pasado, pero las expectativas se han superado y ha sido una temporada normal, muy parecida a la de 2019”.

Las discotecas cierran un año en que “las expectativas se han superado”

Una temporada de verano en la que, según apunta Benítez, “pocos empresarios se podrán quejar” y que para el ocio cierra entre el pasado y el próximo fin de semana. El 8 de octubre fue la fiesta de cierre de Ushuaïa y Hï, el 10 de octubre de DC-10, mientras que las de Amnesia y Pachá serán el sábado 15 y el domingo 16 de octubre, respectivamente. Ocio de Ibiza cree que la asistencia será algo inferior a las 30.000 personas que acudieron a las aperturas. “Creo que se ha notado que ha sido el mejor abril de la historia y que el ocio de Eivissa tiene una pequeña parte de ese éxito. Octubre es más complicado y la gente viene de otra forma. Creo que serán buenas, sobre todo, sin problemas”, analiza Benítez, unos días antes de que empezaran las primeras fiestas de clausura, quien explica que el público objetivo es más nacional.

Benítez enumera los problemas que considera que tiene Eivissa y que se tienen que atajar. El principal: el alquiler turístico ilegal. También destaca, como nota positiva, que las fiestas ilegales (sin licencia, con comercialización de entradas, seguridad privada, camareros trabajando, etcétera) que proliferaron durante los veranos de la pandemia se han reducido. “Creo que los clubes de playa aguantaban durante la pandemia hasta una determinada hora y luego la gente se iba a fiestas ilegales”, lamenta. “El año pasado nos encontramos con tiros (disparos) en una fiesta privada. Pero las administraciones se han puesto de acuerdo, se olvidaron de los colores (políticos) y es una lacra que nos hemos quitado”, indica.

El problema de la vivienda

Uno de los problemas más graves que tiene Eivissa es el acceso a la vivienda, un derecho constitucional que está siendo sustraído a amplias capas de la sociedad ibicenca. Un problema muy ligado al alquiler turístico ilegal y que también afecta a los temporeros que llegan a la isla a partir del mes de marzo. Este año, por primera vez, la Pequeña y Mediana Empresa de Eivissa y Formentera (PIMEEF) puso sobre la mesa la opción de que fueran los empresarios quienes alquilaran los inmuebles en los que residieron sus trabajadores. “Eso es muy normal en el ocio. Nuestro sector es caro, tanto por las entradas como por las consumiciones”, empieza Benítez. “Necesitas profesionalidad y trabajadores que descansen y vivan normal. Vivir normal no es meter a seis personas en un piso en el que caben dos”.

A diferencia de lo que ha ocurrido en otras empresas del sector servicios, en el ocio no ha habido problemas para contratar a trabajadores. “Los sueldos que pagamos son altos y las propinas también”, argumenta. Sin embargo, insiste en señalar el alquiler turístico ilegal como “la gran lacra” que tiene Eivissa, tanto por las molestias que generan en cuanto a los problemas de ruidos en zonas residenciales como por que hace mucho más difícil alquilar una vivienda a un precio razonable, lo que convierte un bien de primera necesidad en un producto especulativo. Para defender su posición, recuerda que Eivissa tiene unas 100.000 plazas turísticas legales, pero los visitantes que hay en la isla en julio y agosto son muchos más.

La isla cuenta, según datos del Instituto Balear de Estadística (IBESTAT) de 2021, con 152.820 personas censadas. Sin embargo, en julio de 2022 (todavía no están disponibles los datos de agosto, mes en el que se produce el pico máximo de densidad), la isla ha sufrido una presión media de 296.540 personas, según los mismos datos, lo que supera con creces la suma de las personas censadas (una parte de esta población, además, está censada en Eivissa, pero vive fuera) con las camas disponibles para los turistas. “Hay muchos más problemas (de convivencia) por las viviendas turísticas ilegales que por los locales de ocio”, afirma Benítez.

El problema de la vivienda turística ilegal está relacionado, manifiesta el gerente de la patronal del ocio, con la masificación que hay en los meses de julio y agosto, que este verano ha afectado especialmente al transporte, sobre todo, al sector del taxi, pues no había suficientes para responder a toda la demanda. A raíz de estos problemas relacionados con la movilidad, el gobierno del Consell d’Eivissa (coalición del PP y Ciudadanos) se plantea -además de fortalecer el transporte público con la nueva contrata del servicio de autobuses que debería iniciarse durante el 2023- establecer un tope a los vehículos privados que pueden entrar en la isla en julio y agosto, como ya ocurre en Formentera desde el 2019, durante los meses de temporada alta. “Llega un punto en que la isla está en una situación de prácticamente saturación, que viene cuando una flota de coches de alquiler llega en camión desde la Península, pero es que a lo mejor no damos para más y hay que coger un taxi o el autobús”, explica Benítez.

Pinchazos a mujeres y delitos sexuales

Durante el mes de julio empezaron a aparecer casos de pinchazos a mujeres en locales de ocio nocturno, una técnica de sumisión química que llegó a España desde el Reino Unido con el objetivo de agredirlas sexualmente o robarlas. En este sentido, Ana Burgos, investigadora de Noctámbulas (un observatorio que estudia la violencia sexual en entornos de ocio nocturno y consumo de drogas), explicó a elDiario.es que “independientemente de que haya o no sumisión química, está siendo una estrategia de adoctrinamiento de las mujeres porque nos asusta y nos genera pánico”.

“El objetivo es disciplinar a las mujeres, controlarlas y ordenarlas según el sistema patriarcal lo ha entendido: ellas en el espacio doméstico y sometidas, ellos en el espacio público y libres”, analizaba la experta, reclamando al mismo tiempo prudencia a la espera de que hubiera datos concluyentes a medida que avanzaran las investigaciones para no alimentar la alarma. En la misma línea argumentaba Guillermo Burillo, doctor y coordinador del grupo de Toxicología de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), para quien “las evidencias médicas y las denuncias no nos permiten negar la posibilidad de que estemos ante gente que se dedica a pinchar solo para generar miedo”. Un discurso que, en este contexto, es compatible con denunciar y hacer visible tanto la realidad de la violencia machista como el terror sexual, en palabras de la investigadora Nerea Barjola.

Aina Calvo, delegada del Gobierno en Balears, explicó el 5 de agosto a los medios de comunicación que “a día de hoy no existe ninguna asociación entre el pinchazo y un abuso sexual u otro delito a partir de la nulidad de la voluntad de la persona”. En ese momento se estaban investigando siete casos en las islas que afectaban a seis mujeres y a un hombre. Benítez explica que cuando aparecieron los primeros casos en Eivissa, las empresas de ocio invitaron a personal especializado para abordar la problemática durante las charlas que se impartían en el marco de la campaña ‘Pregunta por Ángela’, un código que pueden usar las mujeres que son víctimas de acoso o abuso sexual para que los camareros y el personal de seguridad de las discotecas actúe en los casos en que estos delitos pasen desapercibidos al personal laboral. “Creo que poco a poco se abandonó (la práctica) y que ha sido cosa de algunos ‘cafres’ y sinvergüenzas que se han dedicado a meter miedo a la gente, pero era realmente complicado que pasara algo más (por la información que les llegaba de fuentes expertas)”. “Cuando formas a la gente los clientes se sienten seguros y si se sienten seguros se pueden divertir. Este año la gente se lo ha pasado muy bien”, añade.

La Policía Local de Sant Josep explica en un comunicado en redes sociales que la primera jornada de cierre de las discotecas, en la zona de Platja d’en Bossa, se ha desarrollado con tranquilidad. Entre los incidentes, destacan dos accidentes de tráfico que no provocaron lesiones graves, pese a que los resultados de los controles de alcoholemia arrojaron tasas elevadas para los conductores responsables. Hubo una conductora detenida que intentó huir de un control con su moto, del que posteriormente dio positivo; tres conductores fueron denunciados por consumo de drogas y seis por tasas de alcohol superiores a los límites legales. A estos incidentes hay que añadir los apagones que se produjeron entre las 21 horas hasta las 3 o 4 de la mañana por las serpentinas que se lanzaron en Ushuaïa, durante su fiesta de clausura, que acabaron enganchadas en un poste de alta tensión, provocando cortes de la luz a 255 usuarios de Platja d’en Bossa, según informó Diario de Ibiza. Estos apagones afectaron también a la discoteca Hï, que empezó su última fiesta de la temporada a las doce de la noche, una vez terminada la fiesta en Ushuaïa, recoge el mismo periódico.

Residentes de la isla se quejan de los ruidos

Cada verano, sin embargo, hay establecimientos de ocio que son denunciados por incumplir, supuestamente, normativas municipales, ya sea la que afecta a los horarios de cierre o la que hace referencia a las limitaciones por ruido (entre las causas principales, aunque no únicas). Estas denuncias se suelen producir tanto por parte de vecinos, como por parte de empresas que se acusan unas a otras. Una de ellas ha sido, esta temporada, la discoteca Amnesia, a la que se le han abierto cuatro expedientes sancionadores, tres por incumplimiento de horarios y uno por exceso de ruido, según explicó Neus Mateu (PP), la concejala de Gobernación y Medio Ambiente del Ajuntament de Sant Antoni.

El 25 de julio, en una nota de prensa, el gobierno del Ajuntament de Sant Josep (coalición de PSOE y Unides Podem) informó de que la Policía Local había precintado los equipos de música de 22 locales a raíz de los incumplimientos de la normativa del ruido durante este año, después de haber realizado 42 inspecciones. Entre los locales de ocio en los que se precintaron los equipos de música se encontraba la discoteca DC-10, según avanzó Periódico de Ibiza y Formentera, que no pudo reabrir hasta que no se subsanaron las irregularidades detectadas.

Por otro lado, el Tribunal Superior de Justicia de las Illes Balears (TSJIB) emitió una sentencia el 25 de mayo que, en sus conclusiones, desestimó el recurso de apelación presentado por el Ajuntament de Sant Josep contra la sentencia dictada por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Palma el 16 de septiembre de 2019, siendo partes codemandadas Fiesta Hotels & Resorts (Palladium Hotel Group), Space Beach Club, S.A. y la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Platja d’en Bossa, según avanzó Noudiari y pudo confirmar elDiario.es. Este fallo estimaba el recurso presentado por cinco vecinos de Sant Josep, que solicitaban al Consistorio el 20 de agosto de 2013 “reducir los niveles sonoros hasta los límites legales, precintar los equipos sonoros hasta los límites legales, precintar los equipos sonoros de las actividades no autorizadas y suspender las actividades al aire libre”. Del mismo modo, el fallo declaraba “la obligación de la Administración de tramitar dicha solicitud de acuerdo con el procedimiento legalmente establecido”.

Movimientos críticos como la plataforma Prou! consideran que las discotecas no son imprescindibles para mantener el motor económico del turismo. “Creo que el 90% de las personas que trabajan en las discotecas son temporeros que vienen de fuera. Las discotecas no son precisamente el mercado que nos da más trabajo y más de comer”, afirma a elDiario.es Jaume Ribes, portavoz de Prou!, plataforma que consiguió que en 2019, antes de las elecciones municipales y autonómicas, todos los partidos con representación política, excepto Ciudadanos, firmaran un “pacto de mínimos” para dotar de mayor protección medioambiental a la isla, limitar el número de vehículos en circulación, así como la construcción “desmedida” y la lucha contra la masificación turística, entre otras cuestiones. Prou! ha lamentado también en diversas ocasiones los problemas que vienen asociados con las discotecas y el ocio nocturno, como las drogas, la prostitución y el ruido.

Unas críticas a las que se suman movimientos ecologistas como el GEN-GOB, que señalan que las mafias del narcotráfico, la prostitución y las fiestas ilegales en las que se hace negocio, son otras de las consecuencias indeseadas. “Las discotecas generan industrias paralelas por el tipo de turismo que traen. No digo que sean los mismos empresarios, pero el turismo de 'desfase' conlleva la aparición de este tipo de negocios”, explica a elDiario.es Neus Prats, portavoz del grupo ecologista.

Las discotecas podrían reabrir en abril de 2023

A pocos días de la finalización de las fiestas que darán por terminada la temporada de las discotecas y de la mayoría de los locales de ocio diurno y nocturno, las empresas asociadas a Ocio de Ibiza se plantean estudiar, en función de cuándo empiece Semana Santa, si vuelven a adelantar la apertura de las discotecas en 2023. “Este año las fechas cayeron muy bien (la temporada empezó antes), hubo una semana prácticamente de parón y luego empezaron las aperturas”, afirma Benítez. “Este año lo que deseamos es cerrar y descansar porque ha sido un año duro, también por el calor”. “Después de dos años casi parados a todo el mundo le cuesta, pero es algo que se está estudiando”, reconoce.