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Mallorca reducirá por primera vez su techo de plazas turísticas. Lo hará en 18.000, el equivalente a la mitad de las que dispone la Platja de Palma, pasando así de un tope de 430.000 a 412.000 en lo que supone una bajada del 4,2%.
Así lo ha anunciado en rueda de prensa el presidente del Consell de Mallorca, el popular Llorenç Galmés, acompañado por el conseller insular de Turismo, José Marcial Rodríguez. “Es el momento de poner límites”, ha espetado Galmés, quien ha aprovechado para arremeter contra las políticas del anterior Govern, presidido por la socialista Francina Armengol, a pesar de que el Ejecutivo progresista, a través de la Ley de Turismo balear, aprobó la congelación de las plazas turísticas con el objetivo de avanzar en el camino hacia la sostenibilidad, mitigar los efectos del cambio climático -a cuyos efectos las islas son especialmente vulnerables- y mantener un equilibrio ambiental y económico en el archipiélago.
La nueva medida llega después de que estas semanas se hayan intensificado los debates acerca de la limitación del crecimiento turístico ante los múltiples atascos que sufren los residentes en las carreteras de las islas, especialmente en Mallorca, golpeada en los últimos años por la masificación, la sobreconstrucción y la degradación del entorno. La presidenta del Govern, Marga Prohens (PP), avanzó esta semana que abrirá espacios de diálogo para llevar a cabo una transformación del modelo turístico, ya que, según admitió, Balears “ha llegado a su límite”, reconociendo que desde el Ejecutivo autonómico entienden que “no se puede crecer más”.
Incluso el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, ha mostrado su “preocupación” por la saturación en las carreteras de la Serra de Tramuntana, especialmente hacia Lluc, y ha reclamado que “se regule bien”.