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El PP se encomienda al transfuguismo en Balears mientras los rebeldes de Vox aprovechan que son indispensables

Los diputados díscolos de Vox Sergio Rodríguez e Idoia Ribas, en el Parlament balear

Esther Ballesteros

Mallorca —

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Ha transcurrido una semana y un día desde que Vox implosionase en Balears, cuando cinco diputados autonómicos decidieron expulsar del grupo parlamentario a otros dos compañeros, a lo que la dirección nacional de Vox respondía de inmediato suspendiendo e inhabilitando a los cinco díscolos y dejando prácticamente fagocitada a la formación en el Parlament balear. Desde entonces, no sólo no se ha producido un acercamiento entre las dos facciones de la extrema derecha, encarnadas por los cinco sublevados y los dos diputados a los que purgaron –nada menos que el presidente de la Cámara, Gabriel Le Senne, y la líder del partido en Balears, Patricia de las Heras–, sino que los interrogantes en torno a qué sucederá con el pacto suscrito entre PP y Vox a principios de legislatura y de qué manera los conservadores lograrán garantizar la gobernabilidad de las islas continúan sucediéndose.

En medio de una crisis institucional sin precedentes en el archipiélago, y entre peticiones de dimisión y acusaciones de pactos con tránsfugas, el PP no duda en encomendarse a los cinco díscolos de Vox: los populares necesitan sí o sí a sus socios de investidura para sacar adelante sus iniciativas y éstos son plenamente conscientes de ello. Sin embargo, desde la oposición, los partidos de izquierdas claman contra lo que consideran un “secuestro” del hemiciclo por parte de quienes ahora “chantajean” al Govern presidido por Marga Prohens, en alusión a los díscolos de Vox. Los socialistas ya han pedido, de hecho, que la líder del Ejecutivo cese de su cargo y convoque elecciones la primera semana del mes de abril para reconducir una situación inédita en Balears.

Lo han solicitado este martes durante el primer pleno celebrado desde que estalló la crisis y uno de los más broncos de los últimos meses a cuenta de los enfrentamientos entre las dos facciones contrapuestas de la extrema derecha, representadas, por un lado, por el sector más beligerante con la dirección nacional del partido (los amotinados Idoia Ribas –portavoz parlamentaria–, Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades) y, por otro, por quienes se han mostrado más fieles a Madrid, es decir, Le Senne y De las Heras. Estos dos últimos fueron los únicos dirigentes que acudieron al cónclave de Vox en Madrid para apoyar la aclamación de Abascal como presidente de Vox durante cuatro años más.

Una diputada de Vox, al presidente del Parlament: “¿Quieres otro?”

El salón de plenos ha sido escenario incluso de desafíos directos al presidente de la Cámara por parte de una de sus excompañeros de grupo. Tal ha sido el tono empleado por la diputada Maria José Verdú que Le Senne se ha visto obligado a llamarla al orden en dos ocasiones. Ha sido al finalizar una pregunta parlamentaria de la diputada socialista Mercedes Garrido. Ante el murmullo generado en la bancada del PP, Le Senne ha pedido silencio “especialmente” a los 'populares'. Tras ello, y de manera irónica, Verdú ha roto en aplausos mientras manifestaba: “Muy bien, muy bien, presidente, muy bien”. Tras llamarle la atención, la parlamentaria le ha proferido: “¿Quieres otro?”. Finalmente, el diputado Sergio Rodríguez ha acabado pidiendo calma a su compañera.

El presidente del Parlament ha lamentado el “espectáculo” ofrecido por los parlamentarios dado que, hasta este martes, únicamente había tenido que llamar al orden al diputado del PSIB Álex Pitaluga por pasarse de tiempo al preguntar. “Les ruego que guarden silencio y no lo digo por nadie, pero estamos dando el espectáculo. Guarden silencio y dejen hablar”, ha concluido.

Otro de los momentos tensos de la jornada se ha producido cuando Le Senne iba a dar paso a la siguiente pregunta parlamentaria, pero la portavoz de extrema derecha Idoia Ribas le ha interrumpido: “Presidente, yo tenía más tiempo para contestar”. “Le quedaban cinco segundos”, le ha respondido Le Senne, ante la aparente sorpresa de Ribas: “¿Cinco segundos?”. Finalmente, el jurista le ha concedido la palabra. Minutos después, el grupo parlamentario de Vox publicaba, en su nuevo perfil de la red social X, un tweet en el que lamentaba la actitud de Le Senne: “¿Y esto? Propondremos un presidente que sea imparcial”.

Mientras tanto, ante las continuas preguntas de la oposición acerca de la estabilidad del Govern y de quiénes intentará recabar sus futuros apoyos, el PP no ha dudado en extender la mano a los cinco díscolos que continúan operando bajo las siglas de la formación de extrema derecha pese a haber sido expedientados por la dirección nacional. “Tránsfugas no hay ni uno”, ha llegado a proclamar la consellera popular Antònia Estarellas.

Los números del PP

El PP cuenta tan sólo con 25 escaños. Son los mismos que suma, en la oposición, la izquierda: el PSOE (18), Més per Mallorca (4), Més per Menorca (2) y Podemos (1). La mayoría absoluta en el Parlament balear está fijada en 30 diputados. Las tensiones surgidas en los últimos meses por las desavenencias de los conservadores con Vox han puesto a éstos contra las cuerdas en varias ocasiones, aunque finalmente han logrado desatascar sus sucesivas crisis a costa de claudicar ante los de Abascal. La situación es ahora más complicada: si el PP pacta finalmente con los cinco rebeldes, esto podría generar serias tensiones con la dirección nacional de Vox.

Unos y otros, tanto los díscolos como Le Senne y De las Heras se erigen como los interlocutores válidos para negociar con el Govern. Estos dos últimos gozan de la máxima confianza de Abascal, pero, a pesar de continuar afiliados a Vox, quedarán como diputados no adscritos en el Parlament balear. De pactar con ambos, el PP no alcanzaría la mayoría absoluta requerida, por lo que también se vería abocado a negociar con el crítico Francisco José Cardona, quien abandonó la formación de extrema derecha después de que Idoia Ribas le retirase la portavocía adjunta para dársela a Sergio Rodríguez, así como con el outsider Llorenç Córdoba, a quien el propio PP echó de la coalición de derechas de la que forma parte en Formentera por presuntamente exigir a Prohens un sobresueldo de 4.000 euros. Aún en este escenario, a los conservadores tampoco les darían los números.

Mientras en Génova descartan que la crisis abierta en Vox vaya a afectar al Ejecutivo balear, sus dirigentes en Balears tienden la mano al transfuguismo. Sabedores de que su apoyo es indispensable, los cinco sublevados del partido de extrema derecha insisten en mantener el pacto con el PP con la mirada puesta en el desarrollo de medidas estrella que pactaron con los conservadores al inicio de la legislatura, como la constitución de una “oficina de garantía lingüística” ideada por Vox con el objetivo, a través de multas desorbitadas, de “luchar contra la imposición del catalán” en las Islas. 

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