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El presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne (Vox), se está planteando la posibilidad de expulsar de forma definitiva de la Mesa de la Cámara a las diputadas socialistas Mercedes Garrido y Pilar Costa, a quienes este martes el parlamentario de extrema derecha ordenó que abandonasen el hemiciclo ante su negativa a cambiarse las camisetas que portaban con el retrato de Aurora Picornell, icono del republicanismo en Mallorca, y otras dos fusiladas por el franquismo. Le Senne considera que los hechos acaecidos durante el pleno fueron de una “gravedad extraordinaria”.
En declaraciones a los medios antes de la Junta de Portavoces celebrada este miércoles, la segunda autoridad de Balears ha manifestado que “no se puede perder la educación y el respeto a la institución y a los cargos”, aseverando que “hasta 12 veces” cortó el micrófono de una de las diputadas y ésta lo volvió a abrir.
En este sentido, el presidente se ampara en el artículo 88 del Reglamento del Parlament, que prevé que cuando los miembros de la Mesa quieran intervenir en el debate deberán abandonar la misma y bajar a un escaño. “Interpreto, con el respaldo de los servicios jurídicos, que de ahí se deriva un deber de neutralidad de la Mesa”, ha recalcado. Al respecto, ha señalado que “otra cosa es si se puede llamar al orden por incumplir este deber”, incidiendo en que las llamó al orden por “el desorden que con esta actitud generan en el pleno”.
El episodio se produjo cuando iba a comenzar a debatirse la enmienda a la totalidad de los grupos de izquierdas a la derogación de la Ley balear de memoria democrática, cuya supresión ha promovido Vox, y cuatro meses después de que Le Senne rompiese el mismo retrato de las conocidas como 'rojas del Molinar', cuya fotografía exhibía Garrido en la tapa de su ordenador. El máximo representante de la Cámara instó a las dos socialistas a que sustituyeran sus prendas con el objetivo de salvaguardar la neutralidad de la Mesa o bien que ocuparan sus escaños en el hemiciclo si preferían continuar llevándolas.
Sin embargo, ante la persistencia de ambas por continuar portando la camiseta, en medio de un clima de máxima tensión y tras tres llamadas reglamentarias al orden, el presidente ordenó finalmente su expulsión.
Tras la reunión de la Mesa celebrada este miércoles, el PSIB-PSOE ha apuntado a la posibilidad de que Le Senne plantee la expulsión definitiva de Garrido y Costa de la Mesa mediante un escrito de remoción, similar al que presentaron los grupos de la oposición (PSIB-PSOE, Més per Mallorca, Més per Menorca y Podemos) para apartar al parlamentario de Vox a raíz de la ruptura del retrato de Picornell. La propuesta no salió adelante debido a la abstención del PP, que facilitaba con ello la continuidad del dirigente de extrema derecha.
En el caso de Garrido y Costa, Vox precisaría del 'sí' de los populares, dado que es imprescindible una mayoría de tres quintos de la Cámara (36 de los 59 diputados del hemiciclo) para que la iniciativa pueda prosperar. El debate tendría lugar, además, en plena negociación del techo de gasto de cara a los presupuestos de 2025: los de Santiago Abascal aún no han aclarado si apoyarán las cifras planteadas por el PP y advierten de que su voto “no es gratuito”.
En este sentido, la formación ha puesto sobre la mesa tres premisas “fundamentales” para negociar las cuentas autonómicas: la revisión de las medidas de Vox paralizadas o derogadas tras la ruptura de los acuerdos de gobernabilidad con el PP, un “rechazo explícito a las políticas de asentamiento y reparto de ilegales” y “planes concretos” en respuesta al reparto de migrantes.
El PSIB-PSOE, por su parte, se ha mostrado dispuesto a abstenerse en el techo de gasto si el PP frena la derogación de la Ley de memoria democrática, propuesta que formaba parte del acuerdo de gobernabilidad que rubricaron ambos partidos al inicio de legislatura para aupar a la popular Marga Prohens como presidenta del Govern balear. Ambas formaciones acordaron “garantizar la memoria entendida como elemento integrador para la reconciliación, combatiendo cualquier intento de quienes tratan de utilizarla para dividir a los españoles”, en lo que fue interpretado como un ataque hacia la memoria histórica, malentendida por los de Santiago Abascal como un intento de “dividir a los españoles” en lugar de interpretarla como una herramienta para reparar las heridas de la dictadura franquista y la Guerra Civil.