La mañana del 6 de abril de 2022, el movimiento Rebelión Científica (Scientist Rebellion), de ámbito global, llevó a cabo una acción de “desobediencia civil no violenta” frente al Congreso de los Diputados para denunciar la pasividad de gobiernos, empresas e instituciones en el marco de la emergencia climática. Unos 130 activistas climáticos participaron de una acción que consistió en arrojar pintura roja (tiempo después los activistas defendieron que se trataba de agua con remolacha) en la escalinata que da entrada a la Cámara Baja.
Minutos después, decenas de antidisturbios acudieron al lugar, arrastrando a una parte de los manifestantes, que se resistieron pacíficamente a las órdenes de desalojo, para reunirlos a todos y proceder a su identificación. En aquella acción participaron personalidades de renombre, como Fernando Valladares, científico del CSIC, que advirtió en su discurso frente al Congreso de los Diputados: “Estamos aquí para que se nos escuche”. “No es el futuro, es el presente lo que está en juego”, avisó. El colectivo de Rebelión Científica lleva tiempo trasladando su mensaje a la política, al mundo empresarial, a los medios de comunicación y a la sociedad civil. “Está en juego el presente de todos: la salud psíquica y física, las cosechas, las migraciones y el fondo marino”, recordó.
Esta protesta tuvo lugar después de que se hiciera público el sexto informe del Panel Científico de la ONU (IPCC), que concluía que se iban a superar los 1,5 ºC de temperatura, lo que incumple el acuerdo de París y deja el presente y futuro climático en una situación muy delicada. “Son decenas de millones de personas las que mueren todos los años por el cambio climático. El futuro solo irá a peor si no nos lo tomamos en serio. Los políticos tienen que tomar medidas y los ciudadanos también. No podemos tomar decisiones un país por un lado y otro país por otro. Desde el punto de vista científico, no hay sensatez”, lamentó Valladares.
Posteriormente, más de una decena activistas fueron detenidos e imputados, entre ellos Jorge Riechmann (profesor de la Universidad Autónoma de Madrid), Juan Bordera (activista climático que irá en las listas de Compromís en las elecciones autonómicas de la Comunidad Valenciana) y Karen Killeen (fundadora de Extinction Rebellion Ibiza). Todos ellos han declarado este jueves en los juzgados de Madrid, acusados de dos delitos: uno de daños agravados a edificios de valor histórico y otro de desórdenes públicos, por los que se enfrentan a varios años de prisión.
Karen Killeen (1956, Dublín) estuvo aquella mañana de abril en la carrera de San Jerónimo, la calle que conecta la emblemática Puerta del Sol con el Palacio de Las Cortes. Un año después, vuelve a Madrid para explicar lo que sucedió aquel día y los motivos que la llevaron a hacerlo. Como no viaja en avión (salvo circunstancias muy excepcionales), citó a elDiario.es para una sesión de fotos este miércoles en el puerto de Botafoc (Eivissa), desde donde salía su barco a las once y media de la mañana, dirección a València. Desde la capital valenciana continuó su viaje hacia Madrid en tren. Este diario ha hablado con la activista climática después de su declaración de este jueves por la mañana.
¿Cómo ha ido el juicio?
He explicado que me sentía enormemente preocupada por la emergencia climática y la inacción de nuestros gobiernos, por las consecuencias que vamos a sufrir y que ya estamos sufriendo. Unos días antes de la acción que hicimos frente al Congreso, había salido el nuevo informe del IPCC. Sin embargo, percibía que ni los gobiernos ni los medios estaban dando la importancia debida.
¿Cuál fue el objetivo de la acción?
La acción pretendía visibilizar la emergencia que ya estamos viviendo. Me niego a legar un planeta moribundo, un infierno, a las futuras generaciones. Ha pasado un año desde esa acción y seguimos mal, o incluso peor. Ya ha salido la síntesis del informe del IPCC: la urgencia es mayor y nos están criminalizando a nosotras, a quienes luchamos contra esta destrucción, mientras que otros, que siguen destruyendo, continúan impunes.
¿Cómo fue su detención?
La acción de desobediencia civil fue el 6 de abril de 2022. Éramos un grupo de unos 130 activistas climáticos que protestamos delante del Congreso de los Diputados, llevábamos pancartas ante la inacción del gobierno e hicimos una sentada. En esa protesta fuimos identificadas y retenidas. Unos meses después nos llegó la notificación: la policía vino a mi casa para decirme que debía comparecer al día siguiente en la comisaría de Eivissa, donde fui arrestada.
Los dos delitos que les imputan conllevan penas de varios años de prisión. ¿La protesta climática está siendo reprimida?
Totalmente. Es una represión para disuadir a la gente. Los que hemos participado en esta acción estamos dentro del colectivo de Rebelión Científica, que se sigue movilizando. Yo no soy científica, aunque he apoyado la acción. Esta acción no quedará aquí: vamos a seguir movilizándonos. Estamos en emergencia climática: emergencia es una palabra que usamos mucho pero parece que no somos conscientes de cuál es su significado real. Futuro Vegetal ahora está en su campaña de primavera y también seguirán. Haber sido imputados no nos para porque lo que nos espera es mucho peor.
Cada vez hay más movimientos y protestas por el clima a través de colectivos organizados como Futuro Vegetal o Fridays for Future, entre muchos otros. Parece ser que las acciones que acaban teniendo más repercusión son también las más polémicas, como las que se produjeron frente a la obra de Goya de ‘Las Majas’ o la acción que se realizó frente al Congreso de los Diputados.
Por eso nació Extinction Rebellion. Los científicos decían que las protestas, concentraciones, manifestaciones o cartas al director tienen su función, pero no han cumplido su propósito si miramos los resultados. Las emisiones siguen subiendo y la situación se agrava. Por eso hay que recurrir a la desobediencia civil no violenta: porque eso provoca que los medios de comunicación hagan caso y que el asunto encuentre su espacio dentro del debate público. Ojalá, aunque tal vez vayamos a la cárcel, nuestra acción del año pasado sirva para que, al menos, la gente hable del tema y reconozca la gravedad de la situación. Hay que exigir a los gobiernos actuaciones inmediatas.
Hace ya treinta años que sabemos que los científicos de las empresas petrolíferas les habían avisado de que esa industria iba a destruir el planeta pero, en cambio, crearon una campaña de desinformación para seguir justificando la destrucción. Ellos son los criminales. A pesar del último informe del IPCC, los gobiernos, los grandes bancos y empresas mundiales siguen firmando tratados para continuar con sus industrias contaminantes para beneficio de unos pocos y en detrimento de muchos. Estos informes, además, son una sinopsis de muchas publicaciones consensuadas de varios años: la realidad siempre supera sus modelos. Aunque nos parecen desgarradoras sus conclusiones, la realidad siempre la supera. Los gobiernos tienen que actuar en base al principio de precaución, quizás más allá de esos informes, pero no están ni cerca.
Hace ya treinta años que sabemos que los científicos de las empresas petrolíferas les habían avisado de que esa industria iba a destruir el planeta pero, en cambio, crearon una campaña de desinformación. Ellos son los criminales
Extinction Rebellion se fundó en octubre de 2018. ¿Cuándo empezaron a movilizarse en Eivissa y cuál es el horizonte de acciones para esta temporada turística?
Las movilizaciones empezaron en 2019 cuando formamos Extinction Rebellion Ibiza. Hemos hecho muchas charlas y protestas desde entonces, tanto en Eivissa como en Madrid (durante las cumbres climáticas, por ejemplo) y otras zonas de la península, pero hasta la protesta del Congreso de los Diputados, no habíamos llevado a cabo ninguna protesta desde la vertiente de la desobediencia civil pacífica. Esta es, además, la única acción por la que estoy imputada. Tengo otras dos multas pendientes por otras acciones que he realizado, pero esta es la primera que va por la vía penal. En otros países también estamos viendo que cada vez hay más represión contra activistas climáticos. Creo que se está generalizando. En estos momentos, en Eivissa el foco está puesto en los ‘jets’ privados y me imagino que se ampliará a los megayates. No vamos a parar.