El alitán es una especie de tiburón que se encuentra en una situación delicada, pero del cual no se sabe prácticamente nada. Por ejemplo, mientras que hasta ahora se creía que el periodo de incubación de los huevos era de entre cinco meses y medio y seis, los expertos del centro Palma Aquarium han observado que el periodo se ha acortado un mes. “Se puede deber a la temperatura o al lugar donde se incuban los huevos”, aclara Debora Morrison, directora de la Fundación Palma Aquarium.
En las aguas del archipiélago balear, el alitán se mueve especialmente en las zonas del Parque Nacional de Cabrera, Formentera y el Canal de Menorca. Ahora, una iniciativa que empezó hace dos años -que implica al Govern y a varias entidades conservacionistas- pretende conocer más a fondo el comportamiento de esta especie, así como asegurar su supervivencia, incrementando su población.
Pese a que está incluido en el Catálogo de Especies de Balears como en peligro de extinción, Jorge Moreno, de la Conselleria de Medio Ambiente, matiza que está “en una situación delicada, pero no amenazada”. “Está prohibido pescar el alitán en las reservas marinas, pero no fuera de ellas”, destaca. El proyecto, indica el responsable del Servicio de Protección de Especies, puede servir como experimento para, en función de su evolución, aplicarlo a especies que tengan un grado de amenaza mayor.
El proyecto de recuperación
El primer paso del proyecto consiste en capturarlos, algo que se produce mediante la pesca accidental, por lo que se hace necesaria la colaboración de las cofradías de pescadores. “Recogíamos los alitanes cada vez que eran pescados y los dejábamos en cautividad en Palma Aquarium para ver si se reproducían y conseguíamos que tuvieran huevos”, explica Moreno a elDiario.es. La iniciativa funcionó: llegó a haber nueve reproductores en Palma Aquarium y seis en el Centro de Interpretación de Cabrera.
Desde que empezó el proyecto han nacido 155 ejemplares en centros de cría controlados: concretamente, 69 individuos en Palma Aquarium y en las instalaciones del Laboratorio de Investigaciones Marinas y Acuicultura (LIMIA) y 86 en el Centro de Interpretación de Cabrera. Quedan otros 116 huevos incubando bajo supervisión de los técnicos. “Los huevos los ponemos en un estanque, los sacamos y metemos en unos acuarios colgados”, detalla Moreno. “Si están fecundados, nacen los tiburones. Cuando tienen la talla suficiente, los liberamos”, afirma.
Del primer grupo de reproducción salieron 232 huevos de los cuales eclosionaron 70, causando baja uno de ellos. “Las crías, que nacen con unos 15 centímetros, son introducidas en un tanque; cuando ya comen por sí solas, las trasladamos a un tanque de crecimiento”, comenta a este diario Debora Morrison.
Después de este paso se inicia una nueva fase. Para garantizar su seguimiento y posterior estudio, a los alitanes se les practica, por parte del LIMIA y el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), una pequeña cirugía abdominal con el objetivo de colocarles transmisores antes de ser liberados. “Se marcan con un transmisor interno que se pone en el abdomen y una marca externa que es una brida con unas letras para tener una referencia en la aleta: los animales se miden y pesan”, explica Morrison.
Una vez marcados, hay que esperar una semana, cuando empiezan a comer y pueden ser liberados. Los aparatos con los que son marcados emiten información sobre su localización durante seis o siete años. “Se han instalado cuatro receptores en la zona del Fort d’en Moreau, una extensión de coralígeno, que es donde viven estos animales normalmente, para estudiar cómo se comportan”, asegura Moreno.
En esta zona, que fue protegida en su totalidad tras la ampliación del Parque Nacional de Cabrera en 2019, se han liberado -recientemente- 16 de los alitanes nacidos en cautividad, después de alcanzar un peso de unos 800 gramos y un tamaño de unos 75 centímetros. Otros cuatro ejemplares serán liberados, posiblemente, en la reserva marina de l’Illa del Toro, donde pescar a esta especie queda prohibido (como en cualquier otra reserva marina). “Así podremos ver también cómo se mueven por toda la zona sur de Mallorca”, subraya Moreno.
La estación de seguimiento que se ha colocado en el Parque Nacional de Cabrera, destaca Moreno, es la primera estación profunda del archipiélago balear, es decir, la primera a la que no es posible acceder buceando (se encuentra a una profundidad de unos 70-80 metros). El resto de receptores están colocados a una profundidad a la cual un buzo puede bajar para coger el receptor, subir a la superficie y descargar la información, que se almacena en este aparato.
La iniciativa, desarrollada conjuntamente entre las consellerias de Medio Ambiente y Agricultura y Pesca, junto a Save the Med, Palma Aquarium, Sharkmed, Mallorca Preservation Fund, Marilles e Iniciativa Pequeñas Islas Mediterráneas (PIM), se podría replicar a otras especies de tiburones y rayas amenazadas, en caso de que la metodología aplicada funcionara, con la intención de promover su protección y conservación.