Antonio Escohotado (Madrid, 1941-2021), filósofo, sociólogo, escritor y pensador español que falleció hace casi dos años, autor de Historia general de las drogas y una veintena de libros más, llegó a Eivissa en 1969, en plena efervescencia hippie. Antes de su llegada a la isla, había ganado unas oposiciones al Banco de España, donde acabó como jefe de Concentración y Fusión de Empresas (perteneciente al Instituto de Crédito Oficial, ICO). A finales de la década de los 60, sin embargo, el joven filósofo pidió una excedencia voluntaria y convenció a su mujer para iniciar una nueva aventura: iban a mudarse para vivir en Eivissa.
“Tenía en mente dos cosas: por una parte, consumar la aventura y, por otra, contribuir a esa asociación que acababa de surgir en California: la Hermandad del Amor Eterno, que acabó siendo conocida como la ‘mafia hippie’ y posteriormente procesada”, narra el propio Escohotado en Balearic: Historia oral de la cultura de club en Ibiza (Editorial Contra, 2020), de los periodistas y DJ Luis Costa (Barcelona, 1972) y Christian Len (Sabadell, 1981). Escohotado tardó un año y medio en encontrar a un miembro de aquel enigmático grupo. Vivía en la zona norte de la isla y se encargaba de coordinar “gran parte del movimiento de hachís de Afganistán a Europa”, a través de furgonetas Volkswagen. “Hubo uno o dos tipos muy hábiles con la técnica de ocultación y almacenamiento, y cada vehículo podía llegar a traer de doscientos a trescientos kilos de hachís de una calidad excepcional”, describe el sociólogo. Así fue durante casi cinco años. Luego esta organización, que movía cientos de millones de dólares, fue desactivada.
Cuando Escohotado llegó a la isla vivía de las traducciones. Las editoriales le suministraban una gran cantidad de libros, así que podía vivir de ello sin grandes complicaciones. En aquellos años, según cuenta, estaba en marcha la “revolución sexual”, como ya ocurría en Madrid. De pronto, Eivissa empezó a ser el centro de atención para los norteamericanos y europeos de clase media y alta. El mismo año de la llegada del filósofo se estrenó la película de culto ‘More’, del director francés Barbet Schroeder, rodada, en parte, en la isla. “De allí vino todo ese movimiento juvenil”, destaca Escohotado. “Ibiza fue como traerse aquí California”, ejemplifica.
Reconvertir una casa de campo en discoteca
Después de unos años en la isla, se le ocurrió proponerles a unos amigos rehabilitar una casa en el campo para ofrecer música en directo. Uno de ellos, Ginés Sánchez, quedó maravillado, y quiso poner el negocio en marcha. Después de contactar con el propietario de la casa, Escohotado y Ginés consiguieron un contrato de alquiler con opción de compra. Así se fundó Amnesia, en 1976. El filósofo quería llamarla, en realidad, ‘Taller del Olvido’, pero Manolo Sáenz de Heredia, uno de los cofundadores, propuso ‘Amnesia’. Y así se quedó, hasta hoy. “No nos fue muy difícil conseguir el permiso de sala de espectáculos, a pesar de que era tremendamente complicado que te lo dieran. Lo obtuvimos por una coincidencia: conocíamos al gobernador civil. Sin darnos cuenta, ya estábamos allí metidos”, cuenta el filósofo.
Amnesia se fundó en 1976 en una casa de campo rehabilitada para ofrecer música en directo. El filósofo quería llamarla, en realidad, ‘Taller del Olvido’, pero Manolo Sáenz de Heredia, uno de los cofundadores, propuso ‘Amnesia’
Amnesia era, en palabras de la danesa Jane Heegaard (la bailarina más codiciada de la época e inventora del tanga), “muy bonita”. “La gente se sentaba donde quería, incluso había quien se ponía a bailar en el techo, mientras la música sonaba abajo, y así la gente podía fumar al aire libre. Íbamos a fiestas en casas de campo siguiendo el sonido… Nos guiaba el sonido de la batería, a lo lejos”, detalla sobre cómo era la discoteca en sus inicios. Unos inicios en los que entrar en la discoteca era muy barato. “Cobrábamos la entrada a cinco duros, con derecho a refresco o cerveza, y no hacíamos distinción alguna en la puerta”, afirma Escohotado.
Los socios de Madrid, sin embargo, veían que aquello no daba grandes beneficios. No era la intención del sociólogo, que reconoce que no tenía “ambiciones comerciales”. Solo pretendía, en sus palabras, tener un sitio donde “tomar” sus “cosas”, “verse” y “autofinanciarse” y, “por supuesto, poder escuchar música en vivo”. Por eso, la relación de Escohotado con Amnesia duró poquísimo: apenas unos ocho meses. “Pronto nos dimos cuenta de que nuestra situación económica era deficitaria, bien porque estábamos cobrando las consumiciones muy baratas o bien porque había muchísimo gorrón (...). Abrimos en junio y creo que para marzo ya lo había vendido”, relata Escohotado.
La discoteca bajo la dirección del filósofo duró abierta sólo ocho meses porque no daba grandes beneficios. Escohotado dice que o bien cobraban las consumiciones muy baratas o que había mucho 'gorrón'
Al principio, discotecas como Amnesia tenían la pista de baile descubierta, y estaban abiertas hasta las doce o la una del mediodía. Mucho más tarde, para respetar el descanso de los vecinos, la normativa se volvió más estricta: los clubes pasaron a estar cubiertos y se prohibieron los after hours. El DJ argentino Alfredo Fiorito, cuyas sesiones en Amnesia durante la segunda mitad de los 80 cambiaron la historia de la cultura club en la escena internacional, mezclaba de todo. “Ponía a los Kraftwerk, The Human League, Spandau Ballet, Depeche Mode”, afirma, y lo mezclaba con Bob Marley, George Clinton, George Berson o Marvin Gaye.
La entrada de la mescalina en la isla
Fue una época en la que también se empezó a experimentar con las drogas de manera cada vez más dura. Lo cuenta Guy Ferdinand, más conocido como Tanit, un indio que llegó a la isla a finales de los 70, y que regentó barras en clubes como Amnesia o el KU (ahora Privilege). “Un día se me acercó un chico americano a las seis de la mañana y me dijo: ‘Tanit, tengo happy pills: unas pastillas que nos daban a los combatientes en Vietnam para entrar en la jungla’. Un buen día decidí mezclar las happy pills con la mescalina (una sustancia alucinógena que se extrae del cactus peyote y el cactus de San Pedro), que era de color verde, para hacer el ‘cocktail verde’ y repartirlo gratis en mis fiestas… Un chupito solo. La policía no se enteraba de nada”, asegura.
Más tarde, a mediados de los 90, la droga se popularizó y la policía empezó a perseguirla. “Aquí siempre ha habido drogas, como en todos lados y en todas las épocas. El KU era más de éxtasis, y en cambio en Amnesia había más mescalina, que venía de Valencia. Sería el año 84, y las trajo un chico que murió”, cuenta Alfredo. Pero la droga que más estragos y muertes causó fue la heroína, una auténtica epidemia en la isla.
A finales de los 80 llegó la explosión total de la música electrónica. Giuseppe Nuzo, Pippi, uno de los DJ de referencia en la época, cuenta que había una ruta ‘obligatoria’ que pasaba por Pachá, el KU y Amnesia. “Si no la hacías, no habías estado en Ibiza”, afirma. “Primero ibas a los bares del puerto, a la calle de la Virgen, hasta las tres, luego a Pachá, que cerrábamos a las cinco, luego al KU, que cerraba a las seis, y luego a Amnesia. La gente realmente solo estaba dos horas en las discotecas; las sesiones eran muy largas, eran otros tiempos”, atestigua.
Con el paso del tiempo todo fue evolucionando, aunque hasta mediados de los 90, cada discoteca mantenía una personalidad definida. Joan Ribas, que empezó a pinchar en Pachá Ibiza a los 17 años, cuenta que al principio los locales solo tenían a un DJ en nómina, que se ocupaba de todo: las luces, el mantenimiento del equipo, y pinchaba una media de cinco horas, todos los días. La mayoría de los discos, además, eran propiedad de la discoteca.
“Cuando comenzaron los promotores extranjeros fue el principio de la gran eclosión del DJ como artista y personaje popular, pero a la vez se perdió gran parte de esa personalidad de club”, describe Ribas. “La discoteca tenía diferente estilo musical dependiendo de la fiesta que hubiera o los DJ que hubiera invitados, y eso cambió el negocio”, reconoce. Es decir, los promotores instauraron una manera de trabajar basada exclusivamente en la rentabilidad: se inventaron las fiestas de los DJ, los primeros posters y flyers, los nombres de los DJ en los carteles… Y, según Ribas, lo más importante: nacieron los clubbers. Con ellos empezaron a verse las grandes colas en las discotecas de miles de personas dispuestas a pagar una buena suma de dinero para entrar. Los primeros promotores fueron los ingleses (Renaissance y Ministry of Sound); italianos (Made in Italy) y alemanes (Noh Club de Dusseldorf).
La llegada del techno
A finales de la década de los 90 fue cuando llegó la música techno a la isla. Mar-T (hijo del propietario de Amnesia, Martín Ferrer), que fue DJ residente y programador de Amnesia desde 1998, y ahora está entre los gestores de la discoteca, tuvo la idea de traer una fiesta que ya existía en Alemania, llamada Cocoon, que terminó siendo uno de los sellos de identidad de la discoteca. La primera fiesta se hizo en julio de 1999, con los DJ Sven Väth y Richie Hawtin en una sala, y en la otra, Ricardo Villalobos y DJ Ata.
“En el año 2000, Cocoon se empieza a hacer todos los años y se convierte durante un tiempo en una de las fiestas más top de Ibiza”, resume Mar-T. Luciano, uno de los DJ más reconocidos de las últimas dos décadas, comenta que “trajo un sonido más alemán y le dio un giro importante a la música [electrónica] de la isla”. “Sven creyó en mí, en mi historia y me dio la oportunidad de poder tocar en Ibiza”, afirma. Si los 90 representaron el crecimiento y la consolidación de la industria, los 2000 fueron el momento de los DJ como grandes estrellas: Carl Cox, Sven Väth, Erick Morillo, David Guetta, Paul Oakenfold o Luciano.
Una nueva ley turística lo cambia todo
En la década del 2010 tuvo lugar otra transformación importante que cambiará la historia de la música electrónica para siempre, pero sobre todo el modelo turístico que lo sustenta, con la introducción de la oferta del lujo. Ushuaïa Ibiza Beach Hotel (2011) y Ushuaïa Tower (2012), propiedad del empresario y exministro de Asuntos Exteriores con José María Aznar, Abel Matutes, fueron las joyas de la corona de este proceso, auspiciado por la nueva ley turística diseñada por el conseller popular del ramo, Carlos Delgado, que permitía a los hoteles y restaurantes llevar a cabo “actividades y servicios complementarios”, lo que, sin duda, fue aprovechado por Ushuaïa, pero también por muchos otros establecimientos de la isla, como el Destino Pachá Resort.
La fiesta ya no tenía lugar solo de noche, y en espacios cerrados. Ahora la isla se empezaba a llenar de discotecas y espectáculos durante el día y a cielo abierto. Como ocurría también en los inicios de algunas de las discotecas más famosas de la isla. Este hecho, además, desencadenará la crisis de los clubes históricos de la noche ibicenca. Supuso el cierre definitivo de la mítica discoteca Space, impulsada por el empresario Pepe Roselló, y la apertura de Hï, en el mismo recinto, también de la familia Matutes.
Este proceso se ha acentuado con la entrada definitiva de los fondos de inversión en el negocio. Oliver Azor, que empezó su trayectoria como DJ en Amnesia en 1995, explica que “el capitalismo de ‘todo por la pasta’ antiguamente aquí no existía”. DJ Oliver lamenta que hay “mucho yate, mucho jet privado, mucho privée”, pero que la isla tiene otra cara, con una gran cantidad de gente que “no tiene ni para comer”. “Fui a Cruz Roja para montar el evento Beats for Food y salí de allí llorando”, asegura. “Había una cola enorme de gente para recoger el desayuno para que sus hijos se lo pudieran llevar al colegio. Y te hablo de gente de aquí, de la isla”, critica.