El año que Mallorca resucitó el fantasma antinudista

Laura Jurado

Mallorca —
22 de junio de 2023 22:45 h

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En julio de 2010, cuando el historiador Tomeu Canyelles estaba en plena investigación para su estudio L’illa desvestida (La isla desvestida), el Instituto de Política Familiar de les Illes Balears (IPFB) –una entidad independiente sin vinculación con la administración pública– pidió al Govern la creación de playas y piscinas libres de topless y de nudismo para velar, decían, por el “respeto y amparo a la infancia”. La entidad aseguraba que no se trataba sólo de una propuesta suya, sino del supuesto cumplimiento del Código Penal que castiga a quien haga “actos de exhibición obscena ante menores de edad”. El organismo consideraba que tomar el sol con el pecho al aire o desnudo por completo incurría directamente en un delito de exhibicionismo.

Canyelles tuvo que borrar y reescribir la introducción de su ensayo. “Sucesos como éstos permiten establecer una curiosa analogía con episodios de tiempos pasados cuando la desnudez inspiraba encendidos debates en torno a la moral”, plasmó en el prefacio.

La petición del IPFB cayó en saco roto y la historia habría quedado en nada si no fuera porque el fantasma antinudista resucitó hace solo unas semanas de la mano del ayuntamiento del municipio mallorquín de Ses Salines. El Consistorio –presidido en la pasada y en la presente legislatura por el popular Juan Rodríguez– aprobaba una nueva ordenanza por la que prohibía el nudismo en todas sus playas, como adelantó Diario de Mallorca. El reglamento lo equiparaba a mantener relaciones sexuales y lo consideraba una infracción leve, susceptible de ser multada con hasta 750 euros.

La polémica tardó poco en surgir. Primero porque Ses Salines cuenta con una decena de playas, la mayoría de arena fina y aguas cristalinas situadas entre las mejor valoradas de Mallorca, como la playa del Marqués o la de Es Carbó, uno de los últimos arenales vírgenes de la isla. Segundo porque la medida –sobre la que ni el ayuntamiento ni el alcalde, ambos contactados por este periódico, han explicado motivación alguna– resucitaba la controversia sobre una práctica no sólo histórica en las Islas, sino que hace décadas que dejó de ser problemática.

“Yo creía que era un debate obsoleto y que sería difícil que volviera a haber políticas restrictivas sobre el tema. Vivimos en una sociedad con mucha más información y libertad pero en la que, de repente, se dan estas vueltas atrás y esta reactualización de aspectos morales que se mantienen”, opina el autor de L’illa desvestida. 

Creía que era un debate obsoleto y que sería difícil que volviera a haber políticas restrictivas sobre el nudismo. Vivimos en una sociedad con más libertad pero en la que, de repente, se dan estas vueltas atrás y esta reactualización de aspectos morales

La pérdida de una bandera azul, el origen del conflicto

Desde Endavant –coalición integrada por PSIB–PSOE, Més per Mallorca e Independents y que ejerce la oposición en el ayuntamiento de Ses Saliens– explican que el origen del conflicto se remonta a finales de mayo. “La playa de Es Dols–El Port había perdido la única bandera azul del municipio porque no existía una ordenanza de playas, que se estableció como requisito para obtenerla”, afirma un portavoz. En plena precampaña de las elecciones municipales y autonómicas del 28M, “y sólo un par de días antes del pleno para su votación”, el gobierno municipal envió al resto de partidos la documentación sobre el nuevo reglamento. Ahí, entre toda la ristra de medidas propuestas, no se dieron cuenta de las dos menciones que se hacían para prohibir el nudismo. 

“Nos da cierta vergüenza reconocer que se nos pasó una línea de la ordenanza porque, de haberla detectado, nos habríamos opuesto”, asegura el portavoz de Endavant. La coalición presentó diversas enmiendas sobre cuestiones relativas a los ruidos y a la presencia de animales de compañía en las playas que fueron aceptadas. Llegó el pleno y todos votaron a favor de la orden. Prohibición nudista incluida.

La oposición, como los propios habitantes de Ses Salines y del resto de Mallorca, se enteraron de la medida por la prensa. El día 6 de junio la aprobación definitiva de la ordenanza derivó en su publicación en el Boletín Oficial y saltaron las alarmas. Dos días después, el alcalde Juan Rodríguez explicaba a Diario de Mallorca que se trataba de un error. No la medida en sí, sino su alcance. En realidad, explicaba Rodríguez, su intención era prohibir el nudismo únicamente en las playas urbanas de Cala Galiota y Es Port y no en los arenales vírgenes porque éstos, añadía, “están regulados por una ley de ámbito estatal”. Si no lo había especificado en el texto, decía, era porque asumía que todo el mundo lo entendía. 

El alcalde asegura que es un error y que sólo quería prohibir el nudismo en las playas urbanas, no en los arenales vírgenes

Una ordenanza “ilegal”

La corrección del primer edil –que aseguró que se modificaría la ordenanza de forma oficial– pareció apaciguar a algunos de los detractores de la medida, pero no a la Federación Española de Naturismo (FEN). La entidad explica que, desde la aprobación de la Constitución de 1978, “no es posible apelación alguna en nuestras leyes a consideraciones de tipo moral”, uno de los argumentos en base a los cuales el nudismo fue perseguido y castigado durante el franquismo. El otro, el delito de escándalo público, también fue abolido en 1988. Por si fuera poco, en octubre de 2014 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que la “desnudez pública puede ser entendida como una forma de expresión” y que, por lo tanto, cualquier medida represiva constituiría una “violación del derecho de libertad de expresión”. 

“El alcalde de Ses Salines tiene un concepto muy vago de la legislación porque, además, la normativa existente no hace distinción entre playas urbanas o vírgenes”, asegura el presidente de la FEN, Ismael Rodrigo. El responsable explica que no pueden existir playas no nudistas por la misma razón que desde 1988 no pueden existir playas nudistas, ya que fue entonces cuando se eliminó de la Ley de Costas el apartado que daba competencia a los ayuntamientos para regular la “moralidad” en las playas, vigente desde 1969.

Sin embargo, en los últimos años algunos municipios españoles como Cádiz o San Pedro del Pinatar (Murcia) han intentado poner en marcha ordenanzas como la de Ses Salines. “Todas son ilegales y casi siempre conseguimos pararlas, el problema es que en el caso de Ses Salines nos hemos enterado tarde”, reconoce Rodrigo. De igual modo, el anterior Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, instó a algunos consistorios a eliminar estas prohibiciones para optar por una “catalogación” de las playas. 

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que la “desnudez pública puede ser entendida como una forma de expresión” y que, por lo tanto, cualquier medida represiva constituiría una “violación del derecho de libertad de expresión

Cuando las playas eran oficialmente nudistas

Como señala Rodrigo, desde 1988 no existen playas consideradas oficialmente nudistas, como sí hubo antes de dicha fecha. En L’illa desvestida, Tomeu Canyelles explica que en 1984 El Mago en Calvià fue la primera playa de Mallorca en aprobar la desnudez. A ella se sumaron luego el Caló de la Bella Dona y el Caló des Monjo, ambas en el mismo municipio. Poco a poco, la oficialidad y la permisividad se fueron extendiendo por todo el archipiélago: Es Cavallet, S’Aigo Blanca y S’Espalmador en Eivissa; o Son Bou y Cala Macarelleta en Menorca.

“Ahora es la gente, los usuarios, quienes deciden dónde practicar el nudismo y nadie va a playas urbanas, sino a lugares apartados y tradicionalmente nudistas”, señala el presidente de la FEN. Desde la Federación, además, impulsan una distinción para señalar estas áreas como zonas de Uso Nudista Recomendado. “Porque indicar que una playa es nudista llevaría al error de creer que el resto no pueden serlo, y no es así”, añade.

Para Rodrigo, estos intentos municipales de prohibición del nudismo como el de Ses Salines suponen “un gran retroceso” social. “En la actualidad existe una ola de moralismo tremenda a nivel global, y España, aunque va con un poco de retraso con respecto a otros países, no está fuera, sino que está entrando poco a poco”, lamenta. Una norma retrógrada que en el caso de Balears –para la FEN, un “paraíso para los naturistas”– nos devuelve a los tiempos en que la desnudez era objeto de hostigamiento y persecución por las administraciones, la Iglesia e incluso los propios ciudadanos. 

En la actualidad existe una ola de moralismo tremenda a nivel global, y España, aunque va con un poco de retraso con respecto a otros países, no está fuera, sino que está entrando poco a poco

Casi un siglo de despelote

En las Islas, la prensa recoge conflictos en torno al nudismo desde los años 30. En mayo de 1932, por ejemplo, Correo de Mallorca relataba el caso de una “señora extranjera” que se lanzó a tomar un baño en Formentor “con tan poco indumento que ante el escandaloso caso se arremolinaron crecido número de transeúntes”. Luego llegó el guardia municipal y, ante la negativa de la mujer a vestirse, acabó en el cuartel del Port de Pollença. “Ya entonces existía un marco de sanciones y prohibiciones, pero no la presión ni la dimensión que llegó después”, asegura Canyelles. A finales de los 50, los “patrones morales del franquismo” se alinearon con el boom turístico para multiplicar el problema. La llegada del biquini ya había supuesto un “escándalo brutal”, y al régimen le resultaba inconcebible que pudiera haber un “más allá”. 

A finales de los 50, los “patrones morales del franquismo” se alinearon con el boom turístico para multiplicar el problema. La llegada del biquini había supuesto un “escándalo brutal” y al régimen le resultaba inconcebible que pudiera haber un “más allá”

“Es en esa época cuando crece el número de visitantes y se da la paradoja de que llegan con otras costumbres y códigos morales, pasaban los límites que nadie se atrevía a pasar”, explica el historiador. En su mayoría, añade, eran gente joven que no veraneaba ni en su entorno ni en su sociedad, lo cual les permitía romper con muchos tabúes. En las Pitiusas la situación resultaba todavía más conflictiva porque a la llegada de esos “bohemios, procedentes de centros contraculturales europeos que redefinían su relación con el cuerpo y la naturaleza” se sumaba el hecho de no contar con fuerzas policiales suficientes como para imponer “medidas coercitivas”. 

A partir de los 60, los “parajes recónditos y las calas perdidas” fueron acogiendo tímidamente los primeros desnudos. “El nudismo integral se practicaba de forma minoritaria en calas difícilmente accesibles para evitar una más que probable pena de prisión”, asegura Canyelles. La situación fue mejorando a medida que el propio turismo obligaba a un cierto aperturismo, pero la persecución continuó vigente hasta finales de los 70. En Es Trenc, documenta el historiador, no era extraño que la Guardia Civil vestida de paisano vigilara a los posibles nudistas. Según el autor, en dicha playa llegaron a organizarse auténticas “redadas”, como la que en 1978 acabó con cuatro arrestados –un matrimonio norteamericano y dos chicas alicantinas– acusados de escándalo público. Poco después, un centenar de vecinos de la Colònia de Sant Jordi –el núcleo costero perteneciente precisamente a Ses Salines– firmaron una carta en la que condenaban dichas detenciones. 

La situación fue mejorando a medida que el propio turismo obligaba a un cierto aperturismo, pero la persecución continuó vigente hasta finales de los 70. En Es Trenc no era extraño que la Guardia Civil vestida de paisano vigilara a los posibles nudistas

Para el franquismo, describe Canyelles en L’illa desvestida, la desnudez “se relacionaba con la inmoralidad, el pecado y la condena”, pero también se consideraba una forma de “atentar contra Dios y el sentimiento religioso” que, a su vez, era hacerlo “contra la España de Franco”. Desnudarse era, pues, “rebelarse contra la opresión de un sistema político y religioso, pero también contra una moral propia de tiempos pasados”.

Sin embargo, como ocurre siempre en Balears, hubo un sector que pensó en aquello de si no puedes con el enemigo, únete a él. Ante el avance imparable del nudismo, plantearon cambiar la prohibición del despelote por su conversión en un factor de atracción turística. Entidades como la Agrupación de Hoteleros de la Playa de Palma y Fomento de Turismo de Mallorca propusieron crear espacios exclusivamente para nudistas que, planteaban, podían servir “para relanzar y potenciar el turismo en la zona”. “Aquella idea derivó en un largo debate sobre si transgredir la moral a cambio de aumentar el rédito económico”, afirma el historiador. 

Preocupación entre los viajeros turistas

La progresiva abolición de las medidas que perseguían el nudismo –que llegaron a penarlo con multas de hasta 8.000 pesetas– permitieron que Balears se convirtiera en el paraíso de los nudistas que describe la FEN. Un oasis histórico para viajeros alemanes y británicos que, según Rodrigo, han visto con preocupación la polémica de Ses Salines. “Nos han contactado desde sus federaciones preguntando qué había ocurrido, porque no entendían nada”, asegura.

La ordenanza tampoco se entiende en la propia Ses Salines. Desde Endavant aseguran que el gobierno municipal no sólo no ha dado explicaciones a la oposición, sino que ni siquiera ha justificado el origen de este punto. “En el municipio el nudismo ni era ni es un problema. Nadie lo practica en las playas urbanas a las que ahora se quiere limitar la norma”, asegura el portavoz de Endavant.

Lo peor es la inseguridad jurídica en que esta situación puede derivar. Pese a que el alcalde Juan Rodríguez aseguró que modificaría la ordenanza, desde Endavant afirman que aún no se han tomado medidas al respecto. Para Ismael Rodrigo, el Consistorio debería enviar una circular urgente a la Policía Local que aclarara que no deben actuar ni perseguir a los nudistas en las calas y arenales vírgenes. “Pese a que la ordenanza sea ilegal y seguramente acabe siendo tumbada, si se imponen multas las personas sancionadas estarían obligadas a iniciar un proceso de recurso que podría alargarse mucho tiempo”, afirma. En el caso de San Pedro del Pinatar (Murcia), Rodrigo asegura que la Justicia tardó dos años en dar la razón a uno de los nudistas multados.