Centenares de personas se echan a la calle para reivindicar el 31 de diciembre como la Diada de Mallorca

Centenares de personas se han reunido en la plaza de Sant Joroni de Palma, convocadas por la Obra Cultural Balear (OCB) y Joves de Mallorca per la Llengua, para reclamar a las instituciones que la Diada de Mallorca tenga lugar el 31 de diciembre, en contra de lo aprobado en 2023 por el Consell Insular, que, con los votos a favor de PP y Vox y en contra de PSIB, MÉS per Mallorca y El PI, trasladó la celebración al 12 de septiembre.

Tal como ha subrayado este martes el presidente de la OCB, Antòni Llabrés, el 31 de diciembre recuerda la incorporación de Mallorca al mundo occidental y a la cultura catalana. Ese día es, de hecho, la jornada avalada por historiadores y expertos en homenaje a la entrada de Jaume I en Madina Mayurqa en diciembre de 1229.

“Es un momento fundacional que nos sitúa como parte activa y creadora de un legado lingüístico, literario y cultural que ha perdurado a lo largo de los siglos”, ha resaltado. En esta línea, Llabrés ha reivindicado que esta fecha es “el símbolo de la singularidad como pueblo” que merece ser “conocido, reconocido y, sobretodo, reivindicado”.

Así, desde la OCB piden que la Festa de l'Estendard reciba el “trato que merece” como Diada oficial de Mallorca. “No nos podemos permitir que una tradición que pronto cumplirá ocho siglos de historia se diluya entre la indiferencia y el olvido”, ha aseverado.

A juicio del actual equipo de gobierno del Consell de Mallorca, integrado por PP y Vox, el 12 de septiembre sería la jornada correcta para celebrar la Diada al aseverar que en el año 1276, en ese mismo día, el rey Jaume II juró la Carta de franqueses i privilegis en las cuales se les otorgaba los derechos de los habitantes del constituido Regne de Mallorca. 

Cabe recordar que, en 1997, la entonces presidenta del Consell María Antònia Munar y Unió Mallorquina ya instauraron el día 12 de septiembre como Diada de Mallorca, una decisión que se revirtió en 2016, durante el primer mandato de izquierdas liderado por la socialista Francina Armengol, trasladándose la celebración al 31 de diciembre.

De hecho, fue el 31 de diciembre de 1229 cuando el ejército de Jaume I atravesaba la desaparecida puerta Bâl Al-Kofol -posteriormente conocida como 'porta de la conquesta', 'porta de l'Esvaidor' y 'porta de Santa Margalida'), una de las entradas que entonces daban acceso al interior de la amurallada Madina Mayurqa. Tres siglos antes, en el año 903, Balears habían pasado a depender del Califato de Córdoba, bajo cuya tutela la actual Palma registró un crecimiento poblacional sin precedentes y se convirtió en una de las mayores y más dinámicas ciudades de Europa, tan sólo superada por Constantinopla, Palermo o Venecia.

Los colonizadores libraron una cruenta batalla contra los habitantes de la isla, apoderándose de Mallorca en apenas unos meses. La isla se constituyó entonces en un reino más de la Corona de Aragón bajo el nombre Regnum Maioricarum et insulae adiacentes, mientras los pobladores originales, en una carrera desenfrenada por la salvación, se vieron obligados a esconderse en cuevas y refugios de montaña o huir a África, provocando con ello la desaparición de pequeñas poblaciones instauradas en la isla durante la Alta Edad Media.

Como explica el ingeniero y arquitecto Carlos García-Delgado en su obra Las raíces de Palma. Los mil primeros años de la construcción de una ciudad, las tropas cristianas de la Corona de Aragón, formadas por unos mil hombres, irrumpieron en la actual capital balear borrando a su paso todo vestigio islámico: había que inventariar toda la riqueza de la isla y distribuirla entre los conquistadores (desde la alta nobleza catalana pasando per la prelatura eclesiástica, las Órdenes Militares, la pequeña nobleza, los caballeros o la comunidad judía).

De aquella época, se conservan en la actualidad edificaciones como los baños árabes, parte de la arquitectura del Palacio del Almudaina, las puertas de la conocida como Muralla del Temple y el 'carrer de la Mar'. La presencia islámica continúa intuyéndose en el entramado del casco histórico.