Detenidos cuatro activistas por rociar con pintura un jet privado en Ibiza en protesta por el “caos climático”

Nicolás Ribas

Ibiza —
14 de julio de 2023 10:07 h

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Tres activistas de Futuro Vegetal y uno de Extinction Rebellion Ibiza han entrado en la pista del aeropuerto de Eivissa a las seis de la mañana rociando de pintura con un extintor un ‘jet’ privado y se han pegado al mismo, motivo por el cual han sido detenidos.

En estos momentos, los activistas se encuentran en la comisaría del aeropuerto, a la espera de ser trasladados a las dependencias de la Guardia Civil de Sant Josep (Eivissa), explican fuentes de Futuro Vegetal a elDiario.es. Las mismas fuentes indican que sobre los arrestados pesarían un delito de daños y otro de desórdenes públicos.

La acción se enmarca en la campaña Jets and yachts, the party’s over (Aviones privados y yates, la fiesta se ha terminado) convocada por la plataforma Eivissa Es Rebel·la -que agrupa a diferentes colectivos ecologistas y climáticos de la isla- y que se ha desarrollado durante esta semana mediante diferentes acciones en puntos emblemáticos de la isla como Pachá o el beach club Blue Marlin.

Las activistas exigen con esta acción “la prohibición de los jets privados y la eliminación de las emisiones de lujo”. Hay que recordar que Extinction Rebellion ya había llevado a cabo otras acciones en el aeropuerto de la isla para denunciar las “emisiones de lujo”. Además, reclaman al Gobierno “que derive las subvenciones que actualmente destinan a la ganadería a la promoción de alternativas social y ecológicamente responsables basadas en vegetales”.

En este sentido, Futuro Vegetal destaca la necesidad de adaptar el sistema agroalimentario a un contexto de “caos climático”, en el marco de la necesidad de no sobrepasar el límite de aumento de temperatura de 1,5º grados -con respecto a los niveles preindustriales-, como marca el acuerdo de París. El consenso científico considera, apuntan las activistas, que estos niveles se superarán durante esta década. “No dejamos de batir récords de aumento de temperatura”, destacan en un comunicado.

“Ningún partido político lleva un paquete de medidas contundentes para paliar la crisis climática ni parece ser capaz de implementar los cambios que necesitamos”, lamentan y añaden que pese a que la situación se lleva avisando desde hace tres décadas “nos dirigimos a los peores escenarios”. “La crisis climática implica desplazamientos forzosos, hambrunas y sufrimiento para todos los habitantes de nuestro planeta”, recalcan, por lo que interpelan a toda la sociedad para construir en comunidad y “con independencia de quien gobierne” con el objetivo de mitigar los efectos de la emergencia climática.

Protesta en Pachá

La primera de las protestas que se ha llevado a cabo esta semana en Eivissa tuvo lugar en los exteriores de la mítica discoteca de Pachá, cuando dos miembros de Futuro Vegetal rociaron con sirope de ágave las dos cerezas del símbolo del local. “Es un icono y un símbolo de la isla, reconocido globalmente”, explica a elDiario.es Luna, una de las activistas de Futuro Vegetal. “Aunque no sea un símbolo del lujo y del turismo del 1%, sí es un icono de lo que representa el turismo insostenible”, detalla.

Los activistas climáticos argumentan que este tipo de acciones en locales emblemáticos son mucho más impactantes que si se realizan frente a la concejalía o consejería de Medio Ambiente de un ayuntamiento o gobierno autonómico. “Si conoces  la marca Pachá y ves que hay gente que le ha tirado sirope de ágave a las cerezas, te llama mucho la atención y es mucho más probable que te pares a enterarte de por qué están haciendo eso”, razona Bilbo, activista del movimiento que aboga por la desobediencia civil no violenta.

La acción se ha llevado a cabo la misma semana en que se ha sabido que Five Holdings, un grupo inversor de Dubái, ha adquirido los hoteles y las discotecas de la marca Pachá por una cifra que podría superar los 300 millones de euros, según avanzó Crónica Global. La empresa estadounidense de capital riesgo, Trilantic Capital Partners, mantendrá los negocios relacionados con la marca Lío, el restaurante de espectáculos de cabaret.

“No deja de ser otra muestra más de cómo el capitalismo se hace con negocios nacionales que, en un momento dado, pueden ser incluso beneficiosos a nivel económico para los habitantes de un determinado lugar”, explica Bilbo, en referencia a que la marca Pachá fue fundada por Ricardo Urgell en Sitges, en 1967. Fue en 2017 cuando Trilantic se hizo con el 87% de las acciones del Grupo Pachá por 350 millones de euros. “Así es cómo se gentrifica la isla”, resume Bilbo.

Consignas en contra del turismo de lujo

Un día después, activistas de Futuro Vegetal y Extinction Rebellion Ibiza irrumpieron en el famoso beach club Blue Marlin con las pancartas ‘Jets and yachts, the party is over’ y ‘Your luxury, our climate crisis’ mientras gritaban consignas en contra del turismo de lujo. Mientras el personal de seguridad estaba distraído intentando que abandonaran el lugar, otra activista pintó en una de las paredes +1,5ºC, en referencia al aumento de temperatura límite marcado en el acuerdo de París, en relación a los niveles preindustriales, para mitigar los efectos más extremos del cambio climático. En este sentido, Bilbo pone de relieve que el planeta ya ha alcanzado una subida de casi el 1,2ºC. “La comunidad científica está hablando de que es probable que se cruce este grado y medio antes de terminar la década”, lamenta.

La crítica, puntualiza el activista, “es hacia la sociedad del lujo que contamina y consume recursos naturales y humanos”, quien añade que una de sus compañeras hizo hincapié en que los mega ricos “consumen el sufrimiento ajeno”. “Es un modelo que obliga a mucha gente a dedicar la mayor parte de su tiempo a servir a personas muy poderosas para que tengan unas vidas muy por encima de lo que consideraríamos digno de un ser humano”, resume.

Karen Killeen, una de las activistas que protagonizó la protesta y que se enfrenta a años de cárcel por teñir de pintura la escalinata del Congreso de los Diputados, explica a este diario que cuando fue sacada en volandas del local, el jefe de seguridad le habría dicho que el cambio climático no existía. “Me dijo que era un bulo, una mentira que nos cuentan para dividirnos y que hay que vivir la vida. Esto me desilusionó”, reconoce.

El miércoles, Futuro Vegetal protagonizó una de sus protestas más clásicas: en un restaurante de una cadena de comida rápida. “KFC tiene sangre en sus manos”, gritaba una de las activistas. “Necesitamos un futuro vegetal”, respondía otro. La acción, que consistió además en arrojar un líquido rojo biodegradable en el local, fue bastante problemática porque algunos de los clientes no se lo tomaron nada bien y respondieron con agresividad.

Expolio de los recursos hídricos

“La acción pretendía denunciar la industria cárnica, que está expoliando los pocos recursos hídricos que tenemos en el Estado español, en particular, y en todo el planeta”, afirma Luna, que destaca que las protestas de Futuro Vegetal siempre son mediante prácticas no violentas. “En el vídeo se puede ver cómo las cogían, agarraban, insultaban y agredían verbalmente”, apunta la activista. “Las activistas solo gritaban consignas explicando la demanda del cambio necesario en el sistema agroalimentario”, sostiene Luna.

La activista matiza que la acción no interpelaba a nadie individualmente, sino que invitaba a la reflexión colectiva. “Suelen adoptar estas posturas [la gente que se enfada] porque se lo toman individualmente, y no colectivamente, que es a lo que apelamos: el problema es el sistema”, argumenta, en referencia a la industria cárnica. “Esto les crea una disonancia cognitiva”, opina Luna.

La campaña ha continuado este jueves en la playa de ses Salines, en el entorno del Parc Natural, donde activistas de Eivissa Es Rebel·la difundieron folletos informativos entre los bañistas. “Muchos nos dieron las gracias, estaban muy receptivos”, explica Karen. Las activistas volvieron a entrar en un beach club, esta vez en el Beso Beach, aunque sin gritar consignas. “Fuimos con nuestras pancartas que critican los yates y jets privados, así como las emisiones de lujo que tenemos en Eivissa, pero sin gritar consignas. Solo paseábamos. Los clientes no se lo tomaron ni bien ni mal: miraban para otro lado”, afirma Karen.

Futuro Vegetal denuncia represión

Este viernes a las seis de la mañana se ha llevado a cabo la última acción de la campaña, con tres activistas de Futuro Vegetal y otro de Extinction Rebellion irrumpiendo en la pista de aterrizaje de los ‘jets’ privados, pintando uno de ellos y pegándose a él. Los cuatro han sido detenidos y están retenidos, a mediodía de este viernes, en la comisaría del aeropuerto, a la espera de ser trasladados a las dependencias de la Guardia Civil de Sant Josep. Sobre ellos pesarían un delito de daños y otro de desórdenes públicos. Las detenciones se producen un día después de que otra acción de Futuro Vegetal, que consistió en encaramarse a una señal lumínica de la M-30 de Madrid para forzar la paralización del tráfico, terminara con tres personas detenidas: una activista, una mediadora y un periodista.

“La represión no solamente se ejerce contra militantes de Futuro Vegetal. En la protesta de la M-30 han detenido a la compañera que estaba realizando la acción; a la compañera que estaba mediando con la policía -que no ejercía ningún rol de riesgo- y al reportero que estaba recogiendo material gráfico y que no es militante del movimiento”, lamenta Luna. “El periodista no sabe lo que va pasar en la acción: viene a echar fotos e informar de lo que pasa. Se están vulnerando los derechos a la información y la protesta”, atestigua.

Los activistas de Futuro Vegetal recuerdan que España no es el único sitio en el que se está ejerciendo represión contra organizaciones climáticas y citan los casos de Last Generation -movimiento alemán investigado por presunta organización criminal-; Stop Oil y Animal Rising; -debido a que, por ejemplo, la policía ha asaltado las viviendas de activistas para evitar protestas-; Soulèments de la Terre -movimiento que ha sido declarado ilegal en Francia- y Ultima Generazione -organización italiana a la que se le prohibió pasear por Roma durante varios meses, detallan los activistas-.

“Contra nosotras, el Estado no tiene herramientas legales para actuar con esa contundencia, pero aplica todo el repertorio de técnicas y tácticas que la policía tiene en su haber para reprimirnos de otras formas”, asegura Bilbo, que afirma que, recientemente, se ha producido una infiltración en su movimiento. En cuanto a algunas de estas prácticas que asegura que sufren, detalla que han sufrido daño físico cuando se les ha intentado desenganchar de determinados elementos de bloqueo; afirman que, en ocasiones, mientras estaban detenidos en algún calabozo, no se les ha dado la comida que necesitan (la mayoría de ellos son veganos) o han sufrido, presuntamente, vejaciones. “Nos tenemos que considerar afortunados en comparación con la represión que sufren otras personas, especialmente, las migrantes”, concluye Bilbo.