El rey Felipe VI llega este jueves a Mallorca, como ya es tradición durante estas fechas, donde se reunirá con las autoridades locales y autonómicas en el Palau de l’Almudaina, la residencia oficial de la familia real en la isla. El Jefe del Estado se reunirá en primer lugar con la presidenta del Govern, Marga Prohens, y el presidente del Parlament, Gabriel Le Senne; después lo hará con el alcalde de Palma, Jaime Martínez, y el presidente del Consell Insular, Llorenç Galmés. Por otro lado, la reina Letizia clausurará el próximo domingo la decimotercera edición del festival de cine Atlàntida Mallorca Film Fest en el centro cultural La Misericòrdia.
A diferencia de otros años, la recepción de este jueves se desarrollará sin autoridades locales rechazando la invitación de Zarzuela. El año pasado representantes públicos de Unidas Podemos y Més per Mallorca declinaron la invitación de Felipe VI. “No iremos a la recepción con el rey porque decimos no a la corrupción. Porque la ciudadanía merece una investigación sobre el rey Juan Carlos. Porque queremos Marivent para la gente de Mallorca. Porque queremos elegir. Porque somos republicanas”, argumentó Aurora Ribot (Unidas Podemos), entonces vicepresidenta del Consell de Mallorca.
Por las mismas razones, por su “profunda convicción republicana”, declinó la propuesta Neus Truyol (Més per Mallorca), concejala de Modelo de Ciudad, Vivienda Digna y Sostenibilidad del Ajuntament de Palma la pasada legislatura. “Un jefe de estado elegido por genética y no por voluntad popular no es aceptable. Trabajamos por una sociedad sin privilegios. Marivent para el pueblo”, afirmó.
El coste de Marivent
La recuperación del Palacio de Marivent para la sociedad balear es, precisamente, una de las principales reivindicaciones de una parte de la población. Entre el periodo de 2017 y 2023, el coste del mantenimiento y conservación de Marivent asciende a 4,9 millones de euros, según figura en las partidas de los presupuestos de la Comunitat Autònoma.
Entre estos gastos hay que tener en cuenta los asociados a gastos corrientes (materiales, suministros y seguros); gastos de personal (laborales, cuotas de la Seguridad Social, nóminas, incentivos…) e inversiones (edificios, maquinaria e instalaciones, elementos de transporte, mobiliario…). A este coste hay que añadir lo que invierte Patrimonio Nacional, así como otras partidas relacionadas, de forma indirecta, con la presencia de la familia real en el palacio, como la seguridad, y de las que se desconoce la cantidad precisamente por “razones de seguridad”.
La historia de Marivent es la historia de cómo una donación de un filántropo griego al pueblo de Balears durante el franquismo acabó convertida en la residencia privada de vacaciones de los reyes de España. Ioannes Saridakis inició el proceso administrativo en 1964 con la intención de crear un museo con las obras donadas y una escuela de arte pública. El edificio tiene unos 1.826 metros cuadrados que se dividen en cuatro plantas y que incluyen un sótano de servicio, una planta principal con vestíbulos, biblioteca, salones y dependencias del servicio, así como habitaciones y salas. En su interior también hay obras de arte y estudios que forman parte del museo.
“Los bienes donados pertenecerán a perpetuidad a la Excma. Diputación provincial de Baleares y no podrán ser destinados a otros fines que los que resultan del presente Estatuto”, se puede leer en los Estatutos de la Fundación Pública Provincial Museo de Arte Saridakis, fechados en 1965. En el documento, la franquista Diputación de Baleares habla de “fomentar (...) los valores culturales de la provincia” y de “crear un servicio público”. En los estatutos se incluyó (pese a que no figuraba en sus primeras versiones) que el palacio podrá utilizarse “para la residencia del Jefe del Estado español en las ocasiones en que visite la provincia”.
El texto también incluía que la no utilización de Marivent para los fines en que había sido concebido constituirá “causa de reversión de dichos bienes que pasarán de nuevo al patrimonio de la donante” o de sus herederos. Salvo un espacio muy breve de tiempo, el palacio nunca se usó como museo. Las obras donadas fueron guardadas en cajas y apiladas en los sótanos durante lustros y de las que no se sabe nada.
La sentencia del Tribunal Supremo
Debido al mal uso que se estaba dando a Marivent, los herederos de Saridakis iniciaron, ya en democracia, un proceso judicial contra el Govern y la Fundación (que desapareció sin dejar ni rastro: ni siquiera hay constancia de su disolución) que llegó hasta el Tribunal Supremo y que ganaron. La familia del donante recuperó centenares de obras de arte, pero no el palacio, al cual renunciaron durante la judicialización del proceso. Entonces, quienes disfrutaban del complejo eran el rey Juan Carlos I y Sofía de Grecia.
“El móvil que guio a la donante [la viuda de Saridakis], y que la entidad donataria asumió el compromiso de satisfacer, fue el de crear, con los bienes donados, un museo de arte para provecho del pueblo de Baleares y no el que pudieran ser dedicados además a cualquier otra finalidad diferente”, especifica la sentencia del Supremo, cuyo ponente fue el magistrado Ramón López Vilas.
La misma sentencia apunta a que el público no puede acceder a Marivent “debido a que, por constituir dicho inmueble la residencia de la Familia Real cuantas veces se desplaza a la isla de Mallorca, poderosas e inevitables razones de seguridad imponen el cierre permanente del museo al público”. Así es cómo el uso que debía haber sido circunstancial (residencia de veraneo del Jefe del Estado) ha terminado siendo el único.
Los jardines de Marivent, que ocupan una superficie total de 9.155 metros cuadrados, en cambio, sí se encuentran abiertos al público tras el acuerdo alcanzado en mayo de 2017 entre el Govern y la Casa Real. En ellos se exhiben doce esculturas en bronce que Joan Miró realizó entre los años 1969 y 1981 y que la familia del pintor cedió. La iniciativa pretendía poner de manifiesto el vínculo de la obra del artista catalán con el barrio de Cala Major (Palma), que él mismo escogió para vivir y trabajar.
Falta de transparencia
Tanto el Govern, como Zarzuela, los tribunales, y otros organismos públicos vinculados a la Comunitat Autònoma ocultan documentación -teóricamente pública- para determinar la titularidad del Palacio de Marivent. Este diario intentó acceder también, a través del Registro de la Propiedad -dependiente del Ministerio de Justicia-, a dicha información sobre una finca supuestamente propiedad de la administración pública, sin éxito. El organismo público alegó una ley franquista de 1946 para no hacerlo.
Después de años pleiteando, los herederos de Saridakis recuperaron las obras de arte, pero no el palacio ni la finca porque renunciaron a hacerlo en una escritura pública levantada ante notario. Un documento al cual tampoco ha podido acceder este diario, ni a través de la Casa del Rey, ni a través del Govern, que dicen no disponer de ninguna copia.
Esta documentación, de principio a fin, debería formar parte del expediente judicial que siguió a la demanda interpuesta por los herederos de Saridakis contra Balears y la fundación (desaparecida). Un expediente que, como casi todo lo que rodea a Marivent, es secreto. Ni el Govern, el archivo público o el propio tribunal han permitido su acceso.
Francina Armengol, cuando todavía era presidenta del Govern, aseguró en una entrevista con elDiario.es que todo lo referente a Marivent es secreto por una “decisión del juez” que hay “que asumir”. Este medio ha preguntado por dicha “decisión del juez” y ha reclamado conocer los términos de tal prohibición. La respuesta: silencio.
Ve la luz la escritura pública de Marivent
“Don José Carlos Herrmann–Marconi (...) renuncia, en su propio nombre y en el de sus herederos, mientras el Palacio de Marivent sea utilizado por el Jefe del Estado español o herederos como residencia en las ocasiones que visiten la provincia de Baleares, al derecho de reversión que le concede la escritura de donación y creación de la Fundación”. En estos términos, y sin mayor explicación, Herrmann–Marconi, heredero del filántropo Ioannes Saridakis, renunciaba en 1978 al edificio de Marivent que debía haberse transformado en un museo y escuela de arte para toda la ciudadanía. Este es el documento al que se acoge Zarzuela para justificar el uso privativo del palacio por parte de Felipe VI y su familia.
Durante varios años, el espacio museístico permaneció abierto al público pero, tras su cesión a los reyes por parte de la franquista Diputación Provincial de Balears, nunca más volvió a abrir sus puertas, convirtiéndose en la residencia privada de la familia real durante sus estancias en Mallorca. Durante cinco décadas, los reyes han invitado al palacete a presidentes del Gobierno e ilustres mandatarios extranjeros y han disfrutado (y siguen disfrutando) de las vacaciones en la isla a costa de los contribuyentes, que se quedaron sin palacio y sin museo.