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El fiscal que investigó al magnate Cursach: “Se nos hicieron manifestaciones y escraches. Era el terror absoluto”

El exfiscal Miguel Ángel Subirán, durante su declaración como acusado.

Esther Ballesteros

Mallorca —

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El exfiscal Miguel Ángel Subirán, encargado en su día de investigar el presunto entramado mafioso del empresario Bartolomé Cursach, ha recordado este lunes el “terror más absoluto” que vivió en determinadas ocasiones mientras instruían la causa. “Se nos hicieron tres manifestaciones y escraches debajo de casa”, ha recordado, relatando cómo una de aquellas veces tuvo que entrar en los Juzgados de Vía Alemania de Palma por una puerta que “ni siquiera sabía que existía”. “Gritaban 'Subirán, maricón, al paredón'. Lo que recuerdo es el terror más absoluto y yo no veía forma de largarme de ahí”, ha dicho.

Durante su declaración como acusado en el juicio que se celebra por las presuntas irregularidades cometidas durante la instrucción del caso Cursach, Subirán ha manifestado que lo que se intentaba con aquellas manifestaciones era que se “acojonaran” y “dejaran” de hacer su trabajo -el que llevaban a cabo él, el exjuez Manuel Penalva y cuatro policías nacionales-. “Ni qué decir tiene que de esto fue consciente toda España. Pero la Fiscalía Especial no dijo ni 'mu'”, ha comentado Subirán.

En otro momento de su comparecencia, el acusado ha cuestionado, además, la fiabilidad de los mensajes de WhatsApp que se le atribuyen y que figuran en un chat que los antiguos investigadores de la causa mantenían abierto mientras la instruían. Se trata de unas conversaciones que revelarían la actuación presuntamente coordinada que todos ellos llevaron a cabo para, supuestamente, presionar a testigos, efectuar detenciones ilegales y alargar de forma deliberada el ingreso en prisión de varios investigados del caso Cursach con el objetivo de reforzar sus acusaciones.

En este sentido, el exfiscal ha recriminado que se le hayan atribuido mensajes que no son suyos y ha cargado contra las acusaciones, a las que, ha aseverado, “no les ha interesado practicar una pericial sobre la fiabilidad de ese chat” y “tienen una idea preclara sobre lo que tienen que acusar”. “He detectado su manipulación y hay quien se vale de ella”, ha incidido.

“No creo en esos chats, son editables. Me atribuyen chats que no son míos, en algunos de ellos incluso se escribe en mallorquín, cosa que yo no sé hacer”, ha insistido el procesado, para quien la Fiscalía Anticorrupción reclama 121 años y nueve meses de cárcel por presuntos delitos de detención ilegal, obstrucción a la justicia por presuntamente presionar e intentar ablandar a varios investigados, prevaricación judicial y revelación de secretos al filtrar información mientras el caso Cursach se encontraba bajo secreto sumarial. Junto a él se sientan en el banquillo el juez que durante casi tres años instruyó la causa, Manuel Penalva (quien se enfrenta a una petición de 118 años de prisión), y los cuatro policías nacionales del Grupo de Blanqueo con quienes trabajaron mano a mano al frente de las investigaciones.

Los hechos se enmarcan, principalmente, en las actuaciones llevadas a cabo por los antiguos investigadores para supuestamente “intimidar” a los detenidos en una de las piezas en las que se desgajó el caso Cursach: la relativa a la supuesta alteración del concurso para adjudicar el servicio de regulación del aparcamiento (ORA) en Palma. Un fleco en el que, en octubre de 2016, fueron arrestados varios empresarios, los nueve funcionarios que integraban la mesa de contratación que tramitó el expediente y los padres y el hermano del exdiputado y exconcejal del PP Álvaro Gijón, a quien los ahora acusados atribuían haber obtenido un millón de euros y un piso a cambio de amañar el concurso. Las pesquisas fueron finalmente archivadas ante la ausencia de indicios delictivos contra todos ellos.

José María Rodríguez y sus “contactos con la mafia china”

Preguntado por varias de las acusaciones particulares -ejercidas por quienes se sienten perjudicados por las actuaciones desplegadas por los seis acusados- sobre la veracidad de las manifestaciones del testigo con cuya denuncia se dio inicio a las pesquisas sobre el caso ORA, Subirán ha asegurado que tenían contrastada prácticamente la totalidad de sus declaraciones y que dos terceras partes de las mismas estaban avaladas por las de otros testigos que ya habían comparecido antes de que el juez Penalva se hiciera con las riendas de la causa.

Uno de los momentos más tensos se ha producido cuando Subirán ha sido interpelado sobre una de las acusaciones vertidas por aquel testigo, que apuntaban a que el expresidente del PP de Palma José María Rodríguez -quien llegó a alcanzar las más altas cotas de poder dentro del partido en Balears- mantenía contactos con la “mafia china”. “Sabiendo que Rodríguez era la mafia china y tenía matones en todas partes, ¿por qué no abrió diligencias contra él? ¿por qué dejó de investigarle y en cambio siguió investigando a Gijón? ¿por qué, si Rodríguez era el rey del contubernio judeomasónico?”, le ha inquirido, no sin ironía, Oriol Rusca, abogado del exconcejal popular. 

“Tranquilícese, le va a dar algo...”, le ha respondido Subirán, a lo que el letrado le ha espetado: “No se preocupe, nací así”. “Madre mía, nunca me habían gritado así, y luego dicen que los que gritábamos éramos nosotros. Que sepa que me acaba de maltratar...”, ha manifestado acto seguido el acusado, lo que ha provocado la inmediata reacción del penalista: “Que sepa que mis compañeros abogados me han dicho que mis interrogatorios son los de una monja de clausura comparados con los que usted hacía, con lo cual no creo que tenga derecho a quejarse”. 

“Pisos francos” y “policías totalmente descontrolados”

Con todo, Subirán ha aseverado que el testigo “tenía miedo” de Rodríguez. “Un funcionario y en este caso este fiscal sabe cuándo un testigo tiene miedo, esto se ve”, ha apostillado el exfiscal, quien ha apuntado que tanto Gijón como Rodríguez “ya se daban por ganadores en las elecciones 2011 y tenían decidido quién iba a ser el intendente de la Policía Local y cómo se iban a repartir los cargos, con la existencia de pisos francos organizados por Rodríguez y policías locales totalmente descontrolados, algo que ya teníamos constatado desde tiempos de la anterior jueza que llevó el caso”. El inculpado ha insistido en que el testigo les merecía fiabilidad y que “si hubiera habido una sola trola habría sido suficiente”, pero lo consideraron “digno de investigar”. 

Y, en esta línea, ha aseverado que, pese a los datos que ya tenían contrastados, obraron “con suma cautela” y empezaron “de la forma menos invasiva con que se puede iniciar una investigación”. Al ser preguntado sobre por qué se tardó cerca de un año en citar a declarar a Gijón mientras en prensa se publicaban informaciones acerca de su supuesto consumo de prostitución y drogas, Subirán ha respondido: “Diecisiete meses estuve esperando yo a que se nos llamase a nosotros en nuestra causa”. “Pero yo le estoy preguntando por el caso ORA”, le ha repetido Rusca. “No sé que decirle. Nosotros solicitamos en diferentes ocasiones declarar y se nos hizo caso omiso. Todos los chats habían salido publicados, con el daño que esto nos hizo. Y no nos llamaba la autoridad judicial. A Gijón se le citó a la segunda o tercera vez y con un plus añadido, ya que era aforado”, ha manifestado.

Sobre la publicación en prensa de las diligencias que iban practicando en relación con el caso ORA, el exfiscal ha señalado que “absolutamente todo” lo que leyó en relación a este asunto y a Gijón eran diligencias sumariales de las que se había levantado el secreto. “Había personados cerca de 70 abogados y 70 procuradores, dos fiscales, doce funcionarios del juzgado y el juez, los policías de Blanqueo y toda la cúpula policial que tenía acceso”, ha incidido.

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