Fotos íntimas y seguimientos en redes: cómo acabó un profesor de Palma despedido por acoso y luego indemnizado
“Las tutorías se hacían eternas. Me preguntaba por mis preferencias sexuales, qué me gustaba hacer en la cama, si tenía mucho sexo con mi pareja”. Quien así habla es una de las exalumnas supuestamente acosadas por un profesor de la Escuela Superior de Arte Dramático de Balears (ESADIB), que acabó siendo expulsado, junto a otro compañero y entonces director del centro, por presunto acoso sexual a varias estudiantes. Ahora, el Tribunal Superior de Justicia de las islas (TSJIB) acaba de anular el despido de uno de ellos –el único que recurrió la amonestación– al alegar que no se le dio la oportunidad de defenderse antes de proceder a su cese como tampoco durante el juicio celebrado contra su despido.
Los hechos se remontan a finales de 2020, cuando la jefa de estudios de la ESADIB comunicó al inspector de educación que un profesor le había manifestado que un compañero estaba acosando a una alumna y que había tenido conocimiento de que situaciones similares se habían producido en cursos anteriores. Tres meses después, el 5 de marzo, un total de 56 alumnos presentaban una queja formal por la conducta “inadecuada e inapropiada” con el “alumnado de género femenino”.
El escrito contaba con 25 testimonios, 16 de los cuales apuntaban al docente M. F. Entre los supuestos comportamientos desplegados por éste, las alumnas hacían mención al continuo envío de solicitudes de amistad en Instagram, a la proposición de “tutorías” fuera del horario académico, a sus “miradas intimidatorias”, a aproximaciones corporales “sobre todo de la parte superior del cuerpo” o a comentarios como “qué falda más corta”, “hoy vienes muy guapa” o “tienes una mirada muy sensual”, generando con ello situaciones de “incomodidad”, “miedo” y “culpa”. Sin embargo, el profesor, a través de declaraciones de su abogada a elDiario.es, niega “tajantemente” los hechos y recuerda que la Fiscalía ya archivó las denuncias interpuestas en su día contra los dos docentes.
Con todo, apenas unos días después de que los alumnos entregasen la queja, el profesor ponía su cargo como secretario académico de la ESADIB a disposición de la Fundación para los Estudios Superiores de Música y Danza de Balears (Fesmae–IB), dependiente del Govern, “a causa de la situación actual del centro”, mientras la Inspección Educativa de la Conselleria de Educación y Formación Profesional emitía informe en el que efectuaba un relato de los hechos, en los que, aseveraba, “se aprecian indicios e responsabilidad disciplinaria, de acuerdo con los fundamentos jurídicos que se han tomado en consideración”.
“Consecuencias psicológicas y emocionales”
Por su parte, el Institut Balear de la Dona (IB-Dona) presentaba el 26 de marzo de 2022 un informe en el que aludía al supuesto “acoso sexual” por parte del “profesorado hacia los estudiantes”, un comportamiento que, aseveraba, “produce consecuencias psicológicas y emocionales que limitan el aprovechamiento académico y obstruyen la participación del alumnado en los programas educativos, lo que constituye una manera de discriminación hacia las personas que experimentan el acoso”. En el ámbito educativo o académico, el IB-Dona añadía que el presunto acoso “es una conducta que impide la igualdad y el desarrollo de la persona víctima, que le causa malestar y constituye abuso de poder, atentando contra la dignidad de la persona”. Tras ello, el Patronato de la Fesmae, dependiente del Govern, acordaba el 30 de marzo de 2021 el despido del docente.
En la carta de despido, el centro le acusaba de persistir en el intento de contactar con una de las alumnas “por vías extraoficiales” y de pedir el teléfono móvil particular a otra exalumna del centro. “A través de este teléfono, usted le envió varios mensajes de Whatsapp (...), siempre desde un discurso académico”, en los que le propone reunirse con él o tomar un café para “seguir hablando 'de esto y lo otro', aprovechando, por ejemplo, las vacaciones de Navidad”. “El hecho de que cincuenta y seis alumnos de la ESADIB se hayan atrevido a denunciar unos hechos que vienen sucediendo de forma continuada por su persona en la Escuela y que violenta no sólo a las alumnas sino también a los alumnos que lo han observado pide una respuesta contundente de tolerancia cero y de carácter disciplinario de acuerdo con su gravedad no sólo respecto a los alumnos, sino como centro académico gestionado con fondos públicos”, remarcaba la misiva.
En la carta de despido se dice lo siguiente: "El hecho de que cincuenta y seis alumnos se hayan atrevido a denunciar unos hechos que vienen sucediendo de forma continuada pide una respuesta contundente"
Tras impugnar su despido, un Juzgado de lo Social de Palma rechazó revocar el cese, pero, tras recurrir la sentencia, el TSJIB se ha pronunciado ahora en favor del profesor, que considera que se vulneraron las normas del procedimiento laboral y que la magistrada de instancia únicamente confirió “plena credibilidad” a los testimonios aportados por los demandados, sin tan siquiera valorar los aportados por el profesor “sin justificar la razón”. Unos motivos por los que la máxima instancia judicial de las islas condena a la Fesmae a readmitir al docente o, de forma alternativa, a indemnizarle con 64.178 euros, como finalmente se ha acordado. El Govern ha recurrido el fallo ante el Tribunal Supremo y, por ahora, la cantidad permanecerá consignada en el Juzgado a la espera de que la resolución adquiera firmeza, según han puntualizado a elDiario.es fuentes de la Conselleria de Educación.
Qué dice la jurisprudencia
“Nos llama la atención que dos organismos técnicos y de carácter preventivo en materia de acoso, como son el Servicio de Inspección Educativa y el Institut Balear de la Dona, hayan emitido sus respectivos informes en términos tan concluyentes, dando por acreditados o constatados los hechos y comportamientos denunciados sin disponer de la versión o alegaciones del denunciado, el ahora demandante”, asevera el tribunal de la Sala de lo Social, que se ampara en amplia jurisprudencia dictada al respecto así como en el convenio 158 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), uno de cuyos artículos, “inspirado en el principio fundamental del derecho de defensa”, establece el principio de que el trabajador, antes de que se dé por terminada su relación de trabajo, “debe tener la posibilidad de defenderse de los cargos formulados contra él, lo que implica que dichos cargos deberían expresarse y ponerse en su conocimiento antes de la terminación”.
“El Convenio no indica explícitamente la forma que debería adoptar esta defensa ni la forma en que deberían presentarse los cargos. Lo importante es que los cargos se formulen y se comuniquen al trabajador sin ambigüedad y que se ofrezca a éste una posibilidad de defenderse real”, incide el tribunal, remarcando que el incumplimiento de esta garantía elemental, el denominado derecho de audiencia previa, “resulta especialmente grave en casos como el presente, en el que la gravedad de imputación disciplinaria sobrepasa la esfera estrictamente laboral o profesional, y afecta a otras áreas muy sensibles de la personalidad”. Una circunstancia que, añade la Sala, “indefectiblemente” debe conducir a declarar la improcedencia del despido impugnado.
El testimonio de las exalumnas
El fallo del TSJIB ha sido acogido con “sorpresa” y “frustración” por varias de las exalumnas del ESADIB. Una de ellas relata, en declaraciones a este medio, cómo fue el comportamiento del profesor hacia ella, cuando, tras terminar el bachillerato, comenzó a estudiar en el centro de arte dramático con 18 años y “un punto de inocencia”. Durante las pruebas de ingreso al centro, señala que M. F. “ya te veía y ya te fichaba, por decirlo de alguna manera”. “Cuando me seleccionaron y empecé la escuela, él ya sabía mucho de mí. Como si hubiera investigado y estudiado. Y el primer año es como que ya se notaba en toda la clase que a mí me tenía un trato especial”, abunda.
La ahora intérprete explica que siempre fue “buena estudiante, bastante empollona, y entonces él se agarraba a eso: 'Voy a hacerle de mentor”. “El segundo año me pidió el teléfono para enviarme algún artículo o proponerme algún casting. Entonces pensaba que no me disgustaba que pudiera ayudarme en este mundo tan difícil”, añade.
Cuando me seleccionaron y empecé la escuela, él ya sabía mucho de mí. Como si hubiera investigado y estudiado. Y el primer año es como que ya se notaba en toda la clase que a mí me tenía un trato especial
En tercero, recuerda que le propuso tomar “algún café con él”. “Pensé: por qué no. Ya somos adultos, los dos podemos tener una amistad”. Sin embargo, asegura que un día comenzó a pedirle que le enviara fotos. “Yo todavía no sabía en qué consistía esto de hacerte un book con fotos de actriz y él me pedía algunas en bañador o en ropa interior. Yo no entendía para qué género las necesitaba. Aunque él me insistía en ese sentido, no llegué a enviarle ninguna foto”, aclara. Ese mismo año, la joven recuerda que “fue cuando se materializó todo: todas las sospechas que mis compañeros y yo teníamos se hicieron realidad cuando él me llamó al despacho y me comentó que estaba enamorado de mí, que no entendía cómo yo podía estar saliendo con un compañero de clase que además tenía la misma edad que él”.
“Le respondí que nunca me había atraído. Se desmoronó, se puso a llorar y yo le recomendé que buscara ayuda, que se había hecho una película en su cabeza que no tenía nada que ver con la realidad. Y que en ningún momento le había dado a entender nada”, relata la afectada. A partir de ese momento, la joven comenzó a evitarlo: “Era una persona que me molestaba”. Al año siguiente, se produjeron un par de encuentros en la biblioteca: “Se acercaba a mí, decía que quería hablar conmigo, pero yo le contesté: 'Ya te dije que buscaras ayuda, creo que no lo has hecho y que tú sigues en tu película y en tu mundo de fantasía'”.
Le respondí que nunca me había atraído. Se desmoronó, se puso a llorar y yo le recomendé que buscara ayuda, que se había hecho una película en su cabeza que no tenía nada que ver con la realidad. Y que en ningún momento le había dado a entender nada
“Se tomó una licencia que no era real”
La exalumna de la ESADIB asegura que nunca llegó a sufrir acoso físico: “Nunca me tocó ni nada, pero notaba que tenía una manera de aproximarse a mí diferente a las otras personas. Se acercaba más y me hablaba como si fuéramos amigos de toda la vida. Y no era el caso. Se tomó una licencia que no era real. En mi opinión, esta persona tiene un mundo paralelo y no está en contacto al cien por cien con la realidad”.
Otra de las exestudiantes que asegura haber atravesado episodios similares y quien también se mantiene en el anonimato explica que, antes de acceder a la escuela de arte dramático, hacía teatro amateur. Recuerda que su profesor conocía a M.F., a quien invitaba en ocasiones. “Vino un par de veces. Yo era menor de edad. Él se acercaba y decía: 'eres especial, te voy a ayudar'. Ya en las pruebas de acceso hacía ver que ya me conocía, yo notaba algo raro pero no sabía muy bien qué. Cuando nos asignaron un tutor para ayudarnos en nuestra inserción en el centro, me cogió de la mano y me dijo que me había elegido a mí. En ese momento piensas: 'qué majo', no caes en qué podía estar pasando y tampoco había tanta conciencia como ahora. Incluso, si me notaba tensa, pensaba: 'encima que te esta haciendo un favor...'”.
La joven relata que, en ocasiones, las tutorías “se convertían en eternas. Me preguntaba por mis preferencias sexuales, qué me gustaba hacer en la cama, si tenía mucho sexo con mi pareja. Y si me gustaba hacerme fotos desnuda o si se las podía pasar. Y yo pensaba: 'es mi profesor, me quedan cuatro años... ¿cómo me libero?'. Necesitaba sobrevivir”. La joven recuerda que, a pesar de que comenzó a evitar al profesor, éste “aprovechaba momentos que me encontraba sola para pedirme fotos. Era muy insistente. Me decía que valía para hacer fotografía erótica”. Llegó a tal extremo, asegura, que en una de las tutorías le preguntó si podían dejar la puerta abierta o si podía ir acompañada, a lo que el docente siempre le respondía que no. “Hacíamos las tutorías cuando ya no estaban las chicas de secretaría. Lo pasaba fatal. Y luego también se enteraba de cosas de mi vida, sobre mi pareja, me decía que le tenía que dejar”, afirma.
Me preguntaba por mis preferencias sexuales, qué me gustaba hacer en la cama, si tenía mucho sexo con mi pareja. Y si me gustaba hacerme fotos desnuda o si se las podía pasar. Y yo pensaba: 'es mi profesor, me quedan cuatro años... ¿cómo me libero?'
En otra ocasión, cuando la joven se dirigía a la parada de autobús, el docente -asegura la exalumna- le manifestó que “quería mi teléfono, hasta que le dije que tenía mucha prisa. Al pedirme que le diera dos besos, que ya no nos íbamos a ver hasta septiembre, me dio un beso en la cara y el otro me lo dio en la boca”.
La afectada señala que todo cambió cuando comenzó a hacer caso omiso al docente. “A partir de ahí vino todo lo contrario. Empezó a menospreciarme muchísimo, a decirme delante de toda la clase que yo era tonta, que lo único bueno que tenía era mi cuerpo, que no iba a llegar a nada, que yo era mala actriz y que me debería dedicar al porno porque es para lo único que valgo. Consiguió anularme por completo”.
Otra exestudiante: “Elegía a varias alumnas de cada generación”
“Esta persona, supongo que no de manera premeditada, a la práctica elegía a varias alumnas de cada generación y, entre broma y tétrico, éramos esas elegidas a las que se dirigía con otro tono y a las que ponía notas más altas por su atracción hacia nosotras”, sostiene otra exalumna del ESADIB. En su caso, recuerda que, debido a un “conflicto” producido en el centro, el docente se acercó a ella y le dijo que “estaba preocupado porque no se podían permitir perder a alumnas como yo”. “Yo en ningún momento había verbalizado que me fuera a ir o que estuviera desmotivada con los estudios, pero ante esta situación un poco tensa me dijo que cuando quisiera nos tomáramos un café”, relata.
Y prosigue: “A mí eso me hizo muchísima ilusión porque acababa de entrar en esos estudios y el secretario académico hablaba así. Entonces quedé con él a tomar un café y esa conversación desembocó en temas que me parecieron un poco incómodos: me preguntó si fumaba después de follar, si había hecho tríos. Me pareció una situación muy incómoda y le dije que esa conversación se acababa ahí. Pero siguió habiendo comentarios durante sus clases sobre lo guapa que era. Me decía que a ver cuándo me iba a hacer una sesión de fotos desnuda. Obviamente, siempre le decía que eso no iba a ocurrir”, recuerda la exestudiante.
Me preguntó si fumaba después de follar, si había hecho tríos. Me pareció una situación muy incómoda y le dije que esa conversación se acababa ahí. Me decía que a ver cuándo me iba a hacer una sesión de fotos desnuda
La exalumna recrimina el hecho de que “ahora quieran indemnizar a esa persona por despido improcedente, cuando lo mínimo es que lo hayan despedido”. “Es algo muy frustrante”, concluye.
El ESADIB apela a “mirar hacia adelante”
En su sentencia, el TSJIB subraya que el acoso sexual y sexista es, “en nuestra sociedad, un hecho incontestable que se produce como consecuencia de las relaciones de poder y subordinación originadas por los roles y estereotipos de género, especialmente intensos en los ámbitos laborales y docente”. Sin embargo, advierte de el análisis de estos posibles comportamientos desde la perspectiva de las víctimas “no puede llevar a ejercer –ni a nosotros, a validar– la facultad disciplinaria sin haber escuchado la versión del presunto acosador, como ha sucedido en el presente caso, en el que, –según resulta manifiesto de la declaración fáctica–, ni el gerente, ni la jefa de estudios, ni el Patronato de la Fundación, ni la Inspección Educativa, ni el Institut Balear de la Dona han emplazado al demandante a que diese su versión de los hechos imputados, exigencia esencial no sólo desde la perspectiva del derecho a la tutela judicial efectiva sino por la adecuada identificación y tipificación del comportamiento analizado. De hecho, ni siquiera en el acto del juicio pudo dar su versión, al no posibilitarlo la magistrada de instancia”.
Por su parte, la defensa del profesor despedido, además de negar de plano las conductas atribuidas por las estudiantes, considera que con la anulación de su cese y el reconocimiento de que a su patrocinado “no le dieron la oportunidad de defenderse se ha hecho justicia”.
Mientras tanto, desde el ESADIB, su actual directora académica, Maite Villar, lamenta que la dimensión de los planes educativos del centro “se vea reducida solo a las malas noticias. ¿Que hay problemas? Evidentemente que los hay y deben solucionarse y tirar hacia adelante, pero siempre en positivo”. “Lamentamos muchísimo todo lo que ha sucedido, pero nuestra mirada es una mirada de futuro, de trabajar mucho por nuestros estudios, que durante cuatro años cuentan con una implicación fortísima del alumnado, y llevarlos más allá”, sentencia.
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