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Las mujeres de Ciutadella, vetadas en las fiestas de Sant Joan: “Es inconcebible en pleno siglo XXI”

Santiago Torrado

Menorca —
23 de junio de 2022 06:00 h

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Las Fiestas de Sant Joan en Menorca tienen un aire de mística. Una celebración que data al menos desde el siglo XIV –aunque hay quienes remontan sus orígenes al paganismo precristiano–, se despliega por la ciudad de Ciutadella al ritmo de canciones populares, hogueras y caballos que inundan la villa. Grupos de vecinos cenan en las veredas en la víspera de la Noche de Sant Joan. Hay música flotando por las callejuelas de empedrados centenarios. El escenario de un sueño medieval.

Sin embargo, son precisamente algunos aspectos medievales del protocolo de las fiestas los que han motivado a la actual regidora de Igualdad, Carla Gener, a no participar de los actos institucionales de este año 2022. Enérgica y decidida, Gener señala a elDiario.es: “Es inconcebible que en pleno siglo XXI todavía haya veto a la participación de mujeres en la cabalgata”. Desde su asunción, Gener está en el ojo del huracán. Aunque es la primera política que cuestiona el protocolo machista de las fiestas, no es la primera ciutadellenca que exige que las mujeres tengan derecho a participar en la cabalgata.

Las figuras que protagonizan las fiestas patronales en toda Menorca, y la de Sant Joan con mayor preeminencia, son representaciones de la antigua sociedad estamental montadas en caballos negros de raza menorquina: un Caixer Senyor (noble terrateniente), un Caixer Pagès (representante del campesinado), un Caixer Fadrí (joven campesino soltero), el Capellán (párroco) y el Fabioler, que encabeza la comitiva montado en burro, con una flauta y un tambor, anunciando el inicio de la fiesta. En cualquier otro municipio de la isla, estas figuras pueden ser representadas por mujeres, excepto en Ciutadella.

Catalina Marquès tiene 67 años y es conocida popularmente como Sa Madona de S’Ullestrar. Pertenece a una familia de varias generaciones de campesinos de Ciutadella. A los 15 años vio por primera vez a una mujer participando de una cualcada (cabalgata). “Fue en Ferreries. Consuelo fue la primera mujer caixera de las fiestas y de eso hace 52 años. Cuando la vi pensé que quería ser como ella. Ahora ya estoy mayor, pero me hubiera gustado en mi juventud salir en la cabalgata. Tengo esperanza de que algún día podamos ver una Caixera Senyora o una Caixera Capellana”.

Tengo esperanza de que algún día podamos ver una Caixera Senyora o una Caixera Capellana

Clara Enrich, ciutadellenca de 29 años, añade: “Es bastante ridículo que a día de hoy se mantengan unos protocolos racistas, machistas y clasistas. La tradición debe avanzar y estar en sintonía con el presente. Estamos perpetuando unos roles que hacen una distinción brutal entre géneros, clases y etnias diferentes”. “Por desgracia, hay una misoginia interiorizada y maquillada con el concepto de tradición que perpetua la idea de que la mujer debe estar al margen del espacio público”, añade.

Hay una misoginia interiorizada y maquillada con el concepto de tradición que perpetua la idea de que la mujer debe estar al margen del espacio público

Origen franquista

De padre migrante argentino y conservador y madre ciutadellenca, la regidora Carla Gener conoce bien la historia reciente de Sant Joan: “En 1946 se crea la Junta de Nobles, un organismo que comienza a influir en la organización de las fiestas tras la Guerra Civil. Convengamos que Menorca fue el último bastión republicano, hubo mucho enfrentamiento durante la Guerra y tanto los nobles como la Iglesia lo tuvieron muy presente en los primeros años del franquismo”, comenta.

“En 1977, el archivero municipal Josep Pons Lluch escribió 'los protocolos de las fiestas' basándose, según él mismo indica, en un libro llamado 'Llibre de les set sivelles', un manuscrito imaginario del que no hay ninguna prueba de que haya existido alguna vez. Investigando sobre Pons Lluch encontramos que era un ferviente militante falangista aliado de la aristocracia local, que estableció que el protocolo dispone a la Junta de Nobles como el órgano encargado de elegir –desde entonces y hasta hoy– a las figuras más importantes de la fiesta. Lluch hizo con Sant Joan lo que Franco con España: dejarlo todo atado a favor de los nobles”, dice.

Masificación turística

Nando Ferrer tiene 27, es bartender (coctelero) y santjoaner de toda la vida. Como muchos otros, cree que tienen que existir límites a al hora de discutir las tradiciones. “No estoy en contra de la participación de mujeres en sí, siempre que cumplan todos los requisitos. No cualquiera puede ser Caixer, deben ser ciutadellencas y pertenecientes a la pagesia (campesinado). Si existiera una mujer payesa (campesina) y de aquí que quisiera salir en la cualcada (cabalgata) no me parecería mal. Sí me preocupa más la masificación turística. La fiesta cada vez recibe más y más gente, esto se descontrola porque muchos no saben de qué van las fiestas. Entre la música, los caballos y la cantidad de gente al final siempre hay algún percance”.

La preocupación de Nando tiene mucho eco entre todos los menorquines y menorquinas: la masificación turística es una pesadilla. A principios de este año, una asociación civil recogió el guante y creó la organización Salvem Sant Joan, con el objetivo de exigir al Gobierno que ponga un límite a la llegada masiva de barcos durante los festejos. Sin embargo, en su acto de presentación, uno de sus portavoces declaró que “en Sant Joan no queremos ni políticas ni –con todos los respetos– mujeres de por medio”. Toda una declaración de principios. De la turistificación masiva no dijeron nada.

Este año, como todos, como siempre, no habrá mujeres en la cualcada (cabalgata) de Sant Joan en Ciutadella. Sin embargo, el rumor que reclama participación femenina va creciendo y quién sabe, quizás en unos años, Sa Madona de S’Ullestrar pueda ver su sueño cumplido, y tengamos una Caixera Senyora por las calles de la ciudad.

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