Mujeres esclavizadas y vínculos con la policía: así operaban en Mallorca 'Los Ángeles del Infierno'
“Corren, violan y arrasan como una caballería de merodeo... y se ufanan de que no hay fuerza policial capaz de deshacer su fraternidad de motoristas delincuentes”. Así describía en 1965 la revista The Man's Magazine a Los Ángeles del Infierno, uno de cuyos miembros, en conversaciones con la Policía, proclamaba años después: “La gente tendrá que aprender sencillamente a quitarse de en medio. Machacaremos a todo el que se interponga en nuestro camino”. La internacional banda de moteros, fundada en 1948 en Estados Unidos, se expande en numerosos rincones del planeta a través de 'capítulos' (sucursales) y en la actualidad cuenta con hasta 350 secciones territoriales. Sus tentáculos llegaron incluso hasta Mallorca, donde sus tubos de escape comenzaron a rugir en noviembre de 2009. A partir de ese momento, los moteros empezaron a controlar los negocios de prostitución y el tráfico de cocaína y a sembrar la alarma social mediante amenazas, extorsiones y coacciones. Durante varios años, los Hells Angels representaron la cara más oscura de la isla.
En 1966 el cineasta Roger Corman mostró en Los Ángeles Salvajes el lado más sombrío de la banda y el funeral de uno de sus miembros como una orgía de drogas, alcohol y violaciones, y no se alejaba de la realidad. En Mallorca, la macrorredada impulsada en verano de 2013 contra la facción isleña de los Ángeles del Infierno, con epicentro en la Playa de Palma, desveló incluso presuntas connivencias entre policías y empresarios de la zona que acabaron engrosando buena parte del caso Cursach, la mayor causa de corrupción impulsada en los últimos años en Balears, centrada principalmente en desentrañar un supuesto entramado mafioso en torno al magnate de la noche Bartolomé Cursach, unos hechos de los que el considerado 'rey de la noche mallorquina' acabó finalmente absuelto.
Esta semana, la Audiencia Nacional (AN) condenaba a penas de hasta un máximo de dos años de cárcel a 32 acusados vinculados a los Hells Angels a raíz de las prácticas ilícitas que desplegaron en Mallorca entre 2009 y 2013, traducidas -dependiendo de cada reo- en delitos de prostitución, amenazas, coacciones, encubrimiento, detención ilegal, blanqueo de capitales, falsedad en documento oficial, tenencia ilícita de armas y omisión del deber de perseguir delitos. El órgano judicial aplica a todos los procesados las atenuantes de dilaciones indebidas debido al tiempo transcurrido desde que se produjeron las primeras detenciones (2013) hasta la fijación del juicio por estos hechos (2022), así como la de reconocimiento tardío de los mismos, lo que llevó a los inculpados a alcanzar al inicio de la vista oral un pacto de conformidad masivo con la Fiscalía Anticorrupción.
Otros trece acusados han sido exonerados, entre ellos su jefe, Frank Hanebuth, considerado como uno de los principales dirigentes de los 'Hells Angels' en Europa. La Fiscalía Anticorrupción reclamaba inicialmente penas que, en total, sumaban cerca de 300 años de prisión.
En una sentencia de 489 páginas, el tribunal declara probadas las múltiples actividades ilegales que desarrollaron en Mallorca, pero descarta que los inculpados formasen “una empresa criminal” con estructura delictiva jerarquizada, pretensiones de permanencia y dirigida a la obtención en común de beneficios para prolongar sus supuestas prácticas delictivas. Precisamente, Hanebuth, en el juicio celebrado a principios de año por estos hechos, aseguraba durante su turno a la última palabra: “No somos una organización criminal. Somos el único club de moteros en el mundo que tiene como base una estructura democrática. Y eso quiere decir 'una persona, un voto'”.
La resolución judicial es tajante: “No existe constancia de que la violencia, la intimidación, la explotación sexual, el tráfico de drogas y el blanqueo de dinero en el territorio o área de influencia de cada 'capítulo' sea una parte intrínseca de la asociación Hells Angels Motor Club”. Siempre con la salvedad, apostilla, de que alguno de sus miembros haya cometido, a título individual o colectivo, “pero no bajo el amparo de la asociación”, algún ilícito penal en provecho “no de la asociación, sino de los propios implicados”. Sí reconoce tales prácticas delictivas en cada uno de los territorios en los que se asientan.
No somos una organización criminal. Somos el único club de moteros en el mundo que tiene como base una estructura democrática. Y eso quiere decir 'una persona, un voto'
Asentados en Mallorca por la “presión en Alemania”
En Mallorca, los integrantes de la banda motera protagonizaron desde su implantación ingentes episodios violentos que provocaron una fuerte inseguridad ciudadana y terminaron actuando prácticamente como una organización mafiosa, como relató durante la vista oral celebrada en la AN uno de los guardias civiles encargados de investigar a los Hells Angels. El agente desgranó las actividades que desplegaron los moteros para financiar al 'capítulo' mallorquín de la organización y relató que si sus miembros decidieron desembarcar en la isla fue debido a la “presión administrativa, judicial y mediática que sufrían en Alemania”.
En concreto, el 'capítulo' de la banda instaurado en Mallorca se encontraba formado por integrantes de pleno derecho procedentes de otras sucursales europeas –dentro del grupo es frecuente la transferencia de individuos entre los distintos 'chapters'–, principalmente del 'capítulo Nomads' de Turquía y de las 'delegaciones' de Hannover y Luxemburgo. El grupo se disolvió en febrero de 2011 por diferencias entre sus componentes, pero varios de ellos permanecieron en Mallorca y, a finales de ese año, la asociación resurgiría de nuevo. Las denuncias por amenazas y extorsiones comenzaron a sucederse.
Sus actividades estaban relacionadas, principalmente, con la explotación de mujeres que, sometidas a un control férreo, eran obligadas por dos de los líderes, los hermanos Khalil y Abdelghani Y., a ejercer la prostitución. Varias de ellas aseguran que se desplazaron a Mallorca bajo el engaño de que trabajarían como azafatas en distintas promociones, pero una vez que los implicados las recogieron en el aeropuerto, las trasladaron directamente a un club donde debían mantener sexo con los clientes. Las víctimas debían, además, percibir al menos mil euros diarios, una cantidad prefijada de antemano que debían conseguir antes de poder disfrutar de un descanso o de varios días libres.
Cuando las mujeres no alcanzaban tal cifra, los dos acusados mantenían fuertes discusiones con ellas y, cuando bajaban el “rendimiento”, las obligaban a someterse a operaciones de cirugía estética, sobre todo de aumento de pecho. Si iban al gimnasio, los procesados las sometían a interrogatorios para saber cuánto tiempo permanecían en él. Los dos cabecillas les indicaban cómo tenían que actuar y vestir con el único objetivo de hacerlas “más productivas” y optimizar al máximo los beneficios obtenidos. Ante el embarazo de una de las ellas, la aleccionaron para que nadie más (compañeras de trabajo, familia o amigos) se enterase del mismo.
Cuando las mujeres, forzadas a ejercer la prostitución, no conseguían mil euros diarios, eran abroncadas. Además, algunas se veían obligadas a someterse a cirugías estéticas, sobre todo de aumento de pecho
El engaño de la tapadera medioambiental
Los procesados de valieron, asimismo, de tapaderas para el blanqueo del dinero que obtenían de forma ilícita. Uno de ellos, Michael F., había hecho partícipe a Khalil Y. –quien contaba con un elevado nivel de vida y grandes sumas de dinero en efectivo que no respondían a actividad laboral alguna– y a otros miembros de los Hells Angels en la gestión de Green Planet Plantation, una sociedad aparentemente dedicada al aprovechamiento de la madera y otros productos procedentes de grandes plantaciones de árboles situadas en países asiáticos, africanos y centroamericanos pero en realidad dirigida a perpetrar estafas de forma continuada. De hecho, la sociedad no poseía terreno forestal alguno, por lo que las participaciones que ofrecían en la empresa eran totalmente nulas: quienes invertían en ella lo hacían convencidos de que la organización ayudaba a países subdesarrollados a través de proyectos del protección del medio ambiente.
Varios de los acusados utilizaron una sociedad aparentemente dedicada al aprovechamiento de la madera de países asiáticos, africanos y centroamericanos pero dirigida en realidad a engañar a sus inversores y a perpetrar estafas de forma continuada
Consciente de que podía ser embargado en cualquier momento, Michael F. intentó llevar a cabo varias ventas ficticias de sus bienes para que, cuando se procediera a su embargo, éstos ya no se encontrasen a su nombre.
Las investigaciones contra la rama mallorquina de los Ángeles del Infierno revelaron, además, que cuando la banda decidió asentarse en la isla, uno de sus objetivos fundamentales pasaba por controlar a la Policía Local de Palma, que era la que se movía por su zona de influencia. No en vano, la organización motera se caracteriza, allá donde se instala, no sólo por el control del territorio sino también por su capacidad de infiltración entre las administraciones y funcionarios públicos.
La vinculación con agentes de la Policía Local
Las pesquisas pusieron de manifiesto que dos de los agentes tenían una relación directa con ellos, Nicanor G. y Carlos V., quienes, años después, serían también investigados y posteriormente absueltos en el caso Cursach. En una de las conversaciones telefónicas incorporadas al sumario llega a escucharse: “Aquí lo tienen muy bien montado, porque aquí se están instalando todos los de Hannover y, además, tienen el beneficio del jefe de la Policía Local”, en alusión, según las pesquisas, no al entonces responsable del cuerpo policial, sino a Nicanor G., a quien la Fiscalía acusaba de realizar gestiones para los Hells Angels a cambio de contraprestaciones económicas. La Audiencia Nacional, sin embargo, ha acabado absolviéndolo al considerar que no hay sólidos elementos probatorios para condenarlo por cohecho.
Sí ha sido condenado Carlos V. a seis meses de inhabilitación por un delito de omisión del deber de perseguir delitos. La AN considera probado que el policía no formuló denuncia contra Heiko T., uno de los miembros de los Ángeles del Infierno, tras un incidente con arma blanca ocurrido en septiembre de 2012 en un local ubicado en s'Arenal, a las afueras de Palma. De hecho, así lo comunicó Carlos V. a uno de los líderes de la banda a través de WhatsApp. “Voy a parar la denuncia”, puede leerse en el chat. Y prosigue: “Pero dile a los tuyos que se dejen de tonterías en El Arenal”, “no hace falta llevar cuchillos en El Arenal” y “si no, daré orden de controlar cualquier chaleco, moto o chaqueta que tenga la sigla HA [Hell Angels]”. “El Arenal está para divertirse”, zanja.
Tras meses de seguimientos y escuchas telefónicas, varios de los integrantes de la organización fueron detenidos en julio de 2013 en una macrooperación bautizada como 'Casablanca'. En los registros practicados, los investigadores intervinieron armas de fuego, varias armas blancas, una defensa eléctrica, diez automóviles, cuatro motos de alta gama, embarcaciones, cerca de 50.000 euros en metálico y joyas, además de cocaína, marihuana y anabolizantes. Tras pasar por varias cárceles españolas, en septiembre de 2016, durante uno de los permisos que le dio la Audiencia Nacional para que pudiera salir fuera de España, el líder Hanebuth fue recibido por todo lo alto a su regreso a Hannover. Una limusina le esperaba fuera del aeropuerto, desde donde, flanqueado por varias Harley Davidson, fue conducido hasta un bar del centro de la ciudad sajona.
Tras pasar por varias cárceles españolas, en septiembre de 2016 el líder de los Ángeles del Infierno Frank Hanebuth fue recibido por todo lo alto a su regreso a Hannover. Le esperaban una limusina y sus compañeros a bordo de varias Harley Davidson
La de los Ángeles del Infierno no es, sin embargo, la única banda motera que ha logrado implantarse en España. Otros nombres como Gremium, No Surrender, Satudarah, Outlaws o Comanchero también asoman en los atestados policiales por episodios violentos y otras numerosas actividades delictivas. Los grupos, identificados con la conocida como contracultura motera del 1%, obtienen sus ingresos con negocios aparentemente legales con los que sufragan sus gastos, como los alquileres de sus Club Houses, su defensa legal, la compra de merchandising o la asistencia a eventos internacionales. Las bandas, con origen en Estados Unidos, Alemania, Holanda e, incluso, Australia, cuentan cada vez con más secciones territoriales financiadas con los fondos procedentes de la droga, la prostitución y la extorsión.
Desmantelamiento de los United Tribuns Nomads Spain
Precisamente, en Mallorca fue también desmantelada en 2020 la cúpula de la banda motera neonazi de los United Tribuns Nomads Spain, dedicados hasta entonces a controlar el tráfico de drogas en locales de ocio nocturno, fiestas clandestinas y clubes de alterne. Con fuertes vínculos con organizaciones alemanas de extrema derecha, en enero de ese año hasta 16 de sus integrantes eran detenidos por la Policía Nacional en una operación coordinada con Europol y la BKA alemana. Los agentes daban así por desarticulada la rama española de los Street Gang United Tribuns, una amplia estructura internacional con tentáculos en EE.UU., Alemania, Austria, Bosnia, Bulgaria, Dinamarca, Francia, Italia, Suiza, Tailandia y Turquía y más de 1.700 miembros en todo el mundo vinculados al tráfico de drogas, a la explotación de mujeres para la prostitución y al ajuste de cuentas con bandas rivales.
Desde la isla, los miembros del grupo controlaban la seguridad de locales de ocio, prostíbulos y fiestas clandestinas para facilitar el tráfico de drogas en esos ambientes, aprovechando el vacío que dejaron en la isla los Ángeles del Infierno tras su desintegración. En el curso de las investigaciones, la Policía Nacional detectó que la organización blanqueaba los beneficios procedentes de sus actividades ilícitas mediante un entramado empresarial dedicado a proporcionar a los miembros contratos y nóminas fraudulentas. Parte del lucro económico de la actividad delictiva se destinaba a financiar acciones dentro de diferentes grupos vinculados con la extrema derecha radical y violenta, concretamente, relacionados con grupos ultra deportivos de fútbol y organizaciones neonazis.
Desde Mallorca, los United Tribuns Nomads Spain controlaban la seguridad de locales de ocio, prostíbulos y fiestas clandestinas para facilitar el tráfico de drogas, aprovechando el vacío que los Ángeles del Infierno habían dejado en la isla
Su actuación en Balears arrancó en 2018 con la inauguración del 'Clubhouse' de United Tribuns Nomads Spain en Mallorca. La organización criminal funcionaba bajo la apariencia de legalidad de una asociación legalmente constituida, con jerarquía piramidal y estética (rituales, chalecos de cuero, parches militares y tatuajes). Tras la creación de la primera rama española en Palma fue sucediéndose la fundación de otros grupos de simpatizantes ('supporters') a lo largo de la Península, con un crecimiento exponencial. Los investigadores detectaron la expansión del grupo en Barcelona, Lleida, Girona, Madrid, València y Tenerife.
Finalmente, los cinco cabecillas de la organización fueron condenados, el pasado año, a penas que suman más de quince años de cárcel y al pago de multas de más de 170.000 euros. Como en el caso de los Hells Angels, las acusaciones contra todos ellos quedaron reducidas a un delito de tráfico de drogas frente a los de asociación ilícita y organización criminal que se les imputaba inicialmente.
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