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Cuando navegantes novatos y senderistas en chanclas saturan las urgencias

Un rescate efectuado en Mallorca este año.

Esther Cabezas

Eivissa —

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Con la llegada de turistas al archipiélago balear –este verano también se prevén cifras altas–, los dispositivos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y los servicios de Bomberos y de Salvamento Marítimo redoblan su trabajo. Todos aseguran que tanto visitantes como personas “sin ningún conocimiento del medio natural” no saben medir los riesgos que puede tener adentrarse en el mar o en la montaña. Además, lo hacen sin unos conocimientos mínimos del terreno que pisan, sin la forma física necesaria para realizar ciertas actividades o una formación en las disciplinas que practican (llámese senderismo, nado libre, kayak, paddle, escalada o navegación). E, incluso, sin el avituallamiento necesario de comida, agua o ropa.

Así las cosas, muchas personas se encuentran con que la “aventura” se convierte en un serio problema, sobre todo, en territorios como Eivissa, que no posee grandes montañas y donde, según los expertos consultados, se minimizan los riesgos. Lo mismo sucede en el mar. Los que desconocen el mar balear tienen la percepción de que es un lugar siempre en calma donde las precauciones no son más que las de una piscina. Sin embargo, no siempre es así, tal y como aseguran los rescatistas que cada año acuden a llamadas de emergencia de personas, que se encuentran con que la realidad es muy diferente a las imágenes que conocen a través de las redes sociales u otros medios. La falta de personal y la masificación turística complican la situación. 

A esto se le une el fenómeno de los instagramers. “En la zona de cala d'Aubarca (Eivissa) hay un puente de roca natural, la gente va hasta allí y quiere acceder a la playa, pero no existe playa”, comenta Bernat Escrivà, cabo de los Bomberos de Eivissa dependientes del Consell Insular. Las fotos en este enclave se encuentran a centenares en Instagram. “Estaría bien ponerse en contacto con los influencers, hacer campañas en los medios, en los hoteles, para que informaran”, comenta Escrivà. Y añade: “No puede ser que una persona de 110 kilos baje a sa Pedrera y la tengamos que subir con un golpe de calor y cuando el equipo sanitario ve el historial compruebe que ha sufrido dos infartos. O el caso de unas mujeres hace poco que tampoco pudieron subir por su condición física. Una de ellas sufrió un ataque de ansiedad. Son gente poco habituada al medio natural, de todas las nacionalidades”.

Parecido es el caso de Federica, que en el referido enclave d’Aubarca saltó al agua. “Mis amigos se reían mientras yo intentaba agarrarme a las rocas. La única solución era trepar por una cuerda de muchos metros, no sé cuantos, pero no tenía fuerzas. Cuando intentaba trepar un poco me volvía a caer… Así hasta que, por fin, no se como, llegué arriba”, relata a elDiario.es. Federica está cubierta de heridas provocadas por las rocas y tiene las piernas moradas del fuerte impacto con el agua.

Otro caso es el de Pau, que viajaba con su hijo en su barco. “De repente miramos y un pequeño barco venía directo hacía nosotros. Les gritamos, les hicimos señas con las manos, pero ellos iban haciéndose fotos y no se percataron de nada. Tuvimos que poner el motor en marcha y de nuevo volvieron a abordarnos. Nos libramos por poco. Fue una situación muy peligrosa”, cuenta a elDiario.es después de una semana del suceso, con un hilo de voz. “No pude tomar la matrícula, salieron pitando. Me he quedado totalmente afónico”, añade.

“No hay que sobrestimar nuestras posibilidades”

La Guardia Civil de Balears dispone de dos grupos especializados en este tipo de intervenciones: el GREIM (Grupo de Rescate e Intervención en Montaña) y el GEAS (Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas), que llevan efectuados 70 rescates esta temporada. “La mayoría de las veces suele ser por falta de experiencia y no haber planificado la actividad”, aseguran. “Los riesgos de salir a la montaña o al mar sin planificar y sobrestimar las posibilidades, como no puede ser de otra manera, son importantes”, afirman. Las zonas más comunes en las que se producen sus intervenciones en montaña son acantilados, barrancos y terrenos montañosos donde se desorientan los excursionistas.

Para atender estas emergencias en toda Balears se dispone de 12 GEAS “y algo más el GREIM, pero son cifras que fluctúan mucho porque están en formación continua y viajan a la Península para hacer cursos de perfeccionamiento, conocer nuevos métodos y herramientas etc.”, aseguran desde la Guardia Civil. Los últimos 6 años, la media del número de rescates anuales es de 120. Este Grupo cuenta con un helicóptero, el ‘Cuco’, que actúa entre las 7 de la mañana y el ocaso y “se suele utilizar casi siempre por la rapidez que implica, a no ser que el tiempo no lo permita”, concretan. “Cuando hace viento o niebla es complicado para el GREIM con el helicóptero, y cuando hace mala mar para los del GEAS, se complican mucho los rescates”, añaden. Estos se planifican según la zona y el tipo de accidente.

De la misma manera los excursionistas o los que van a salir a navegar deben hacerlo con “prudencia, sentido común, planificando bien la actividad a realizar, con el equipamiento adecuado al lugar donde vamos a ir y avisando a qué hora deberíamos volver”, como premisas necesarias para evitar problemas, según la Guardia Civil. “Pero, sobre todo, no sobrestimar nuestras posibilidades”.

Los rescates leves retrasan otros servicios urgentes

Uno de los factores que ha incrementado los rescates es el aumento del número de personas que transitan por la montaña, de nuevos aficionados a actividades al aire libre, que tuvo un aumento considerable coincidiendo con la pandemia de la COVID. Bernat Escrivà explica a elDiario.es que esta circunstancia aumentó “mucho” las intervenciones. “Hay más personas que se adentran en el medio natural que antes, a más personas, más rescates”, dice. En 2022 hubo 20 rescates solo en verano, en 2021 se dieron 23 y este año ya van 27, desde el 1 de junio “y todavía no ha acabado la temporada”. En 2019, desde junio a septiembre incluidos, fueron 17.

Son todo tipo de rescates, cuenta, con casuísticas muy diferentes: “Desde una caída o una torcedura o una rotura de tobillo, una persona perdida o que se haya caído de un acantilado, en el acceso a una cala… atendemos todo aquello que se produzca fuera de zona urbana”. Las más comunes son las caídas de poca importancia, un resbalón con contusiones, tobillos rotos, no son lesiones de mucho calado. Según Escrivà, la dificultad del rescate reside en el porteo de la persona herida “para lo que se necesitan como mínimo 8 efectivos porteadores”. “El trabajo se hace en camilla y, a veces, recorremos distancias largas en mitad de la montaña, además hay que tener en cuenta la envergadura de la persona”, añade. Son muchos recursos los que se han de movilizar para asuntos que “suelen ser leves”.

La plantilla del parque ibicenco la componen 54 personas, que desarrollan, además de labores de rescatistas, las propias de los bomberos, “pero no hay personal para cubrir las bajas o las vacaciones”, puntualiza Escrivà. Atienden accidentes, incendios de rastrojos y de vehículos, entre otros, y en verano las emergencias se multiplican, con lo que es difícil poder acudir con la necesaria urgencia en algunos casos. “Para un accidente tenemos que desplazar 5 personas y estas emergencias suelen ser más graves”, afirma. El cabo especifica que nunca se ha dejado de dar un servicio: “Siempre hay efectivos en el parque. Cuando un equipo sale, siempre queda otro y se moviliza a los que están en casa”. Pero, si los reclaman de varios sitios a la vez, no hay capacidad de respuesta para la premura que la mayoría de estos casos necesitan y se producen las demoras.

La operativa es la siguiente: primero se moviliza, “inmediatamente”, una dotación mínima de cuatro personas que siempre están de guardia para que accedan hasta la víctima y comuniquen su estado y el del entorno donde se encuentra. Transmitido el informe, opera un segundo grupo con todo el material y los efectivos humanos necesarios. “Según sea la envergadura del rescate se moviliza un vehículo de bomberos o un coche del parque”, especifica.

Las redes sociales no ofrecen una información fiable

Las fuentes de información son otro de los problemas fundamentales para el aumento de los siniestros en el mar y en la montaña. La gente se suele informar a través de internet y de las redes sociales, que muy a menudo ofrecen reportajes como ‘Los 10 mejores sitios de la Isla’ o ‘Las 10 calas más escondidas’, pero no dan la información de la dificultad o el material necesario para ir a estas zonas. Muchas personas creen que van a ir con el coche hasta allí”, esgrime el cabo Escrivà.

La gente se suele informar a través de las redes sociales, que muy a menudo ofrecen reportajes como ‘Los 10 mejores sitios de Eivissa’, pero no dan la información de la dificultad o el material necesario para ir a estas zonas

Bernat Escrivà Cabo de los Bomberos de Eivissa

“Nos encontramos en mitad de la montaña a gente con chanclas y les informamos. A veces nos hacen caso y muchas no. ¿Al rato? Accidente”, añade. Están de acuerdo con esta afirmación en el Instituto Armado. “En los últimos años se ha detectado un incremento en rescates que tienen que ver con la confianza que los excursionistas depositan en aplicaciones de teléfonos móviles, sin tener conocimiento del medio donde van a realizar la excursión”, coinciden.

El equipo básico para salir a la aventura se ha de componer como mínimo de protección solar, gorra, un buen calzado, cantidad de agua adecuada a la temperatura, haber consultado la predicción meteorológica y tener una condición física conforme a la ruta. Y, por supuesto, no cometer imprudencias.

En lo que se refiere a la isla de Eivissa, el cabo Escrivà asegura que “la montaña no da respeto porque no es una gran montaña como, por ejemplo, la Tramontana, y se le quita valor”. Parece que no, pero tiene lo suyo y esto lleva consigo muchos accidentes“, aclara. Las zonas donde más siniestros hay en Eivissa son las citadas cala d´Aubarca, una zona escarpada en la parroquia de Sant Mateu, en la que ”ni siquiera hay playa“, y sa Pedrera (conocida como Atlantis) en Sant Josep, muy cercana a es Vedrá. Allí hay ”una fuerte pendiente de 200 metros“ que, unida con el calor del verano, hace que tengan que rescatar ”a muchas personas en la subida por rotura de calzado y torceduras, ataques de ansiedad, caídas, o simplemente porque sus condiciones físicas no se lo permiten“.

Remolques, incendios, traslados médicos y vías de agua

En el mar, la impresión de Salvamento Marítimo es que las intervenciones “han sido más o menos iguales que en los años anteriores, posiblemente un poco menos”, a falta de datos concretos que se están cuantificando y “que se darán a conocer en el mes de octubre”, asegura José Ramón Crespi, responsable del Centro de Coordinación de la entidad en Balears. Este organismo, dependiente del Ministerio de Transportes, dispone de un amplio dispositivo de ‘salvamares’, embarcaciones de 21 metros de eslora de intervención rápida.

Los servicios más habituales que se realizan son los de remolque de embarcaciones de recreo, asegura Crespi. En este punto de la conversación, preguntado por las noticias que se han difundido a nivel nacional sobre el aumento de siniestralidad de los barcos que alquilan las empresas de charter para los que no se necesita licencia (hasta 6 metros de eslora máximo), asegura que este año no les han dado mucho trabajo. “Al principio cuando cambió la normativa sí se notó un aumento de la siniestralidad, pero ya no”, concreta. “Ahora, cuando un barco de alquiler tiene una avería o pasa algo, es la misma empresa la que atiende esa emergencia. Intervenimos si son casos graves o porque ellos no han podido ir”, puntualiza.

“Este verano hemos tenido algunos incendios graves en barcos. Ha sido el caso de un yate en la playa de Illetes en Formentera, que estaba fondeado y que remolcamos, pero al final se hundió a una milla al noroeste de Punta Pedrera. Los pasajeros fueron rescatados por otros barcos”, comenta. “Hicimos seguimiento de contaminaciones y, aunque había un pequeño reguero de gasoil, al día siguiente había desaparecido”, relata. “En Palma se ha incendiado este verano un yate de vela de lujo de 25 eslora de regatas que reportó un conato de incendio cerca de sa Dragonera y, después de extinguirlo, se quedó a la deriva. Cuando lo remolcamos, al entrar en la bahía de Palma se reavivó el fuego, sacamos a la tripulación y, finalmente, acabó hundiéndose en medio de la bahía”, añade. También se refiere Crespi a la búsqueda del Makan Angin, que salió de Menorca rumbo a Palma durante la DANA de agosto con dos tripulantes. “Hemos buscado durante 3 semanas, pero nunca apareció. Hace unas fechas aparecieron los cuerpos”.

Salvamento Marítimo también asiste a embarcaciones varadas en acantilados o lugares de difícil acceso, así como a kayaks, paddles surf, entre otros. “Casi siempre hay una parte de imprudencia por la persona, sobre todo los que se quedan en acantilados con alguna embarcación o porque han sufrido un accidente en alguna actividad en la costa como montañismo, senderismo, o simplemente se han tirado de una roca al mar… En verano hay tanta gente”, explica. Crespi puntualiza que lo más peligroso que puede haber “es hacer snorkel en una cueva porque luego no pueden salir”. “Nunca viene mal concienciar a la población, pero viene mucha gente y siempre algo va a pasar”, concluye. 

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