El SAMU 061 desde dentro: “Te llevas a casa el dolor y el sufrimiento”
El joven estaba acostado en el césped del jardín de su casa con un arma blanca a su lado. Respiraba con dificultad en la oscuridad de la noche rodeado de policías y médicos del centro de salud que lo habían asistido con suero. Iban y venían, se entendían con miradas, negaban con la cabeza. Una vez más presenciaban en Mallorca un intento de suicidio adolescente tras la pandemia. En ese momento la ambulancia 201 del SAMU 061 (Servicio de Atención Médica Urgente) se dirigía a Banyalbufar desde la base del Hospital Son Dureta.
Como el domicilio estaba en una zona alejada, difícil de llegar, el padre del chico salió desesperado al encuentro. Al verla le hizo señas con los brazos y le marcó el camino. Enseguida el médico Víctor Balmaceda, la enfermera Ana Ruiz y el técnico en emergencias Joan Nicolau entraron en acción. Ubicaron una tabla debajo del paciente. Con lesiones en la tráquea lo cargaron hasta la ambulancia. Allí lo estabilizaron, sedaron e intubaron, y lo conectaron a un respirador. Sin demora partieron disparados como una flecha al Hospital Son Espases, donde el joven se salvó tras una intervención en el quirófano.
“Entré al 061 en junio de 2022. Me gusta la organización del servicio, el compañerismo, el compromiso de los profesionales y la formación que recibimos –destaca Víctor–. Es un placer trabajar con Ana y Nicolau. La comunicación y la empatía son muy importantes porque hacemos guardias de 24 horas. Al comenzar me apoyé mucho en los técnicos y enfermeros. Varios llevan bastante tiempo en este trabajo. Al fin y al cabo, el médico toma la decisión final, pero es imprescindible el equipo, considerar la mirada de todos”.
Coordinación para situaciones límites
Llegar, asistir, estabilizar, trasladar. Estas acciones conforman el corazón de la tarea que realiza el servicio 061 nacido en Balears a fines de 1992, el cuarto del país creado después de Madrid, Andalucía y Catalunya. Actualmente lo conforman 748 profesionales (médicos, enfermeros, técnicos en emergencias, teleoperadores, informáticos, administrativos): 315 mujeres y 433 hombres. Al año recibe alrededor de 700.000 llamadas e interviene en 190.000 incidentes de diversas patologías. En invierno son más frecuentes los pacientes con problemas respiratorios y cardíacos; en verano lo habitual son las convulsiones e intoxicaciones, los ahogados y precipitados, los traumas por accidentes de tráfico.
El 061 de Balears está conformado por 748 profesionales. Al año recibe alrededor de 700.000 llamadas e interviene en 190.000 incidentes de diversas patologías
Nació dependiente de la Gerencia de Atención Primaria de Mallorca como complemento a los Servicios Especiales de Urgencias (SEU) y los Servicios Normales de Urgencias (SNU). Su objetivo principal es la atención en toda la geografía de la comunidad autónoma, en la calle y domicilios. Comenzó en la Central de Coordinación de Urgencias Médicas (CCUM 061) situada en el Centre de Salut d’Arquitecte Bennassar. La gestionaba un médico, un telefonista y un locutor. En 1998 se incorporaron enfermeras y al año siguiente se creó la Gerencia del SAMU 061 que se desplegó en las cuatro islas. Tras su comienzo en Mallorca, empezó en Eivissa (1999), luego en Menorca (2000) y en Formentera (2001). En la actualidad se ubica en la calle Calçat en el Polígono Son Valentí en un edificio de dos plantas. La principal es muy amplia con espacio para acoger a la gerencia, la central de coordinación y el área de formación. La otra cuenta con una sala de descanso y es la base de varias ambulancias.
Al SAMU se puede acceder por dos vías. Si la persona padece un problema de salud o requiere una consulta sanitaria que no puede resolver –desde “cómo debo ponerme la vacuna del tétanos” hasta “mi padre se ha desmayado”– lo conveniente es comunicarse con el 061. Si la intervención precisa de bomberos o policías, como puede suceder en un accidente de tráfico, lo adecuado es llamar al 112, el número específico que activa a las fuerzas de seguridad y que trasladará directamente el caso al SAMU para actuar de manera coordinada.
La Central de Coordinación de Urgencias Médicas, en principio, recibe las llamadas, las clasifica, evalúa la situación y ofrece la respuesta más idónea a cada tipo de necesidad tras una serie de preguntas que apuntan a obtener el diagnóstico más riguroso. Además de telefonistas y locutores, la central de coordinación cuenta con ocho médicos y dos enfermeros en turnos de 12 horas al día.
“Los telefonistas son los operadores de demanda y los locutores son los operadores de respuesta. Los operadores de demanda son los que reciben la primera alerta de todo Balears. En Mallorca recibimos las llamadas de las cuatro islas”, explica el mallorquín Juan Carlos Galiana, supervisor de la Central de Coordinación con 23 años en el servicio.
En una mesa del bar Cristal, en Palma, detalla el modo en que un telefonista atiende una emergencia. “El tiempo medio establecido para recoger todos los datos del paciente y clasificar esa llamada es 1 minuto y medio. La coordinación del 061 de Balears ahora está en 60 segundos. En ese tiempo tenemos que coger los datos, saber qué le pasa y la dirección completa. Mucha gente vive en el campo y no tiene dirección. Entonces tenemos que preguntar la parcela o nos envía la ubicación por WhatsApp. Cuando el paciente está muy nervioso tenemos técnicas para calmarlo y obtener la información que precisamos”.
Y añade: “El telefonista es la primera persona que entra en contacto con el paciente o con el familiar que llama. Si pone que la emergencia es en Mallorca, pero ocurre en Menorca, esa persona se puede morir. Sabemos donde trabajamos. Esto es una central de emergencias. Somos el primer eslabón de una cadena que salva vidas. Nosotros no damos citas. Todas las llamadas son un problema”.
Sabemos dónde trabajamos. Esto es una central de emergencias. Somos el primer eslabón de una cadena que salva vidas. Nosotros no damos citas. Todas las llamadas son un problema
Palabras que curan
Entra una llamada al 061 hace seis, siete años. Juan Carlos atiende. La guardia es amable, tranquila, sin sobresaltos. Del otro lado, nerviosa, una voz adolescente:
– Me voy a suicidar….
Juan Carlos sabe que esa llamada le llevará tiempo y empieza un trabajo sutil, de escucha plena y cercana. Comienza a dialogar con el chico. Le cuenta que tiene 17 años, que no tiene padres, que vive con sus tíos maltratadores. Clic, clic. Que su vida es una mierda. Clic, clic. Y que se va a suicidar, que lo va a hacer. Clic, clic. Poco a poco Juan Carlos obtiene datos escuetos que eluden una ubicación precisa. Sostiene la conversación con pericia y tranquilidad mientras su cuerpo robusto y contracturado se tensiona más. Por otra línea se comunica con la Guardia Civil y le pasa la información obtenida para rastrear al joven. Un compañero a su lado lo alienta, le dice que todo va perfecto, que siga así.
“Fue una conversación de 45 minutos sacándole la información que pude, empatizando con él. Al rato la Guardia Civil lo localiza y me dice ‘ya está, lo tenemos, le quitamos la escopeta’. Eso era el clic, clic que escuchaba. Y en ese momento me derrumbé, me bajó toda la tensión. Necesité salir un rato de la sala. Joder… le he salvado hablando. La gerencia me otorgó una mención. Yo estoy muy orgulloso de ese caso, fue algo bonito. Es muy especial para mí. Al chico nunca lo conocí. Al final, la Guardia Civil lo ubicó dentro de un coche. Allí estaba con la escopeta. Me decía que su gran ilusión era montar una granja–escuela para niños discapacitados. Yo pensaba: es que este niño se merece todo. Espero que lo haya logrado”.
Llamó un chico que quería suicidarse y contacté con la Guardia Civil. Fui sacándole información sobre su ubicación. Me derrumbé cuando los agentes le encontraron y salvaron. Necesité salir un rato de la sala. Joder… le había salvado hablando
De la calle al hospital: los recursos de la asistencia
Si la urgencia no puede resolverse de forma telefónica, se activa la asistencia en calle con varios recursos pensados y disponibles según la complejidad del caso: Soporte Vital Avanzado (SVA), Vehículo de Intervención Rápida (VIR) y Soporte Vital Básico (SVB). Los dos primeros realizan la cobertura con un médico, un técnico y un enfermero y el restante con dos técnicos. El 061 también está provisto de una Unidad de Transporte Pediátrica (UTP), de un avión ubicado en Menorca y de dos helicópteros en Mallorca y Eivissa, que también se utiliza en Formentera. Apenas el recurso móvil recibe una alerta, tiene estipulado un tiempo máximo de dos minutos para salir hacia el servicio.
Víctor, gráfico, plantea un ejemplo: “Estoy con mis compañeros en la central de coordinación. Entonces el telefonista me pasa una llamada de cierta gravedad de un paciente con dolor torácico, varón, 60 años, diabético, hipertenso, centro opresivo asociado a sudoración con náuseas y vómitos. Lo primero que se me viene a la cabeza como diagnóstico es que el señor sufre un infarto. Entonces activo un recurso de calle, un SVA. Ahora bien, si ese mismo dolor torácico lo tiene una mujer de 30 años en un contexto de discusión con su pareja, le tiemblan las manos, siente un hormigueo, le duele el pecho y le cuesta respirar puede ser que esté sufriendo una crisis de ansiedad. En ese caso lo adecuado es enviar un VIR o un SVB. La coordinación en el centro de regulación sirve para discernir. El triaje telefónico es importante para discriminar qué tipo de recurso precisa la consulta con el fin de evitar la sobrevaloración o lo contrario”.
Juan Miguel Aparicio Febrer, enfermero y responsable de Comunicación del SAMU 061, detalla que su trabajo “por norma general es de corta duración y mucha intensidad”. “Estamos con el paciente una media de 45 minutos y no lo volvemos a ver. A veces llaman para agradecer. En la calle me ha pasado que alguien me para y me dice ‘tú me atendiste en tal situación’. En una guardia lo máximo que hice fueron 17 servicios. Al paciente lo estabilizas, lo llevas al hospital, das el disponible y entra otro y otro. Aquello fue trabajar 24 horas sin parar”, relata.
Estamos con el paciente una media de 45 minutos y no lo volvemos a ver. A veces llaman para agradecer. En la calle me ha pasado que alguien me para y me dice ‘tú me atendiste en tal situación’
Juan Miguel también es mallorquín, ingresó al 061 en diciembre de 2004, 18 años antes que Balmaceda, que nació en Argentina donde estudió medicina. Sus padres son enfermeros, pero asegura que su profesión no fue un deseo de niño, sino que se decantó con el tiempo. Siempre, aclara, quiso ser veterinario. En algún momento se inclinó por la odontología y la fisioterapia. Al final, enfermería. Inició sus estudios en Barcelona y terminó en Mallorca, además complementó la formación con un máster en Emergencias en Sevilla. “Mi deseo vocacional siempre fue por el lado de la salud”, comenta un sábado por la mañana mientras revuelve un café en el comedor del hospital Son Llàtzer después de terminar su turno.
Disfruta trabajando en el 061 porque siente que es interesante un tipo de asistencia tan distinta a la hospitalaria: “Soy el único enfermero que está con ese paciente. Esa situación hace que tenga que sacar lo mejor de mí porque si no resuelvo lo tendrá que resolver alguno de mis compañeros. Entre los tres tenemos que asistir de la mejor manera. No hay que perder de vista que el paciente o el familiar llama solicitando una ayuda porque no puede manejar la situación. Tiene una necesidad percibida, no es una tontería. Tal vez esté viviendo lo peor que le haya pasado en la vida”.
Juan Miguel termina el café y se dirige a la base para recoger sus cosas e irse a descansar. En el camino explica que el equipo llega 20 minutos antes del cambio de guardia, analiza el estado de la ambulancia, si los aparatos funcionan y consulta con qué tipo de patologías se encontraron los compañeros que acaban el turno.
En la base conversan varios trabajadores del 061 frente a una ambulancia aparcada. Uno de ellos es Francisco “Paco” Albalá, técnico en emergencias con tres décadas en el servicio. Empezó a los 18 años en 1993. Hijo de padres granadinos, nació en Mallorca. Su rol es conducir la ambulancia y apoyar al médico y al enfermero con el instrumental. Está capacitado para auxiliar heridos atrapados en vehículos, se encarga de inmovilizar afectados y es instructor de reanimación cardiopulmonar (RCP) además de docente universitario.
“Si quieres un trabajo fácil, este no lo es. Tienes que empatizar con el paciente, no puedes ser frío ni calculador. Tienes que comprender que está sufriendo. Tampoco puedes enojarte con los familiares que insultan, porque ellos están colapsados, no están insultándote a ti. Tal vez están asistiendo al fallecimiento del padre”, enfatiza Paco.
“A veces te marca más el entorno familiar. Tú estás atendiendo una persona, pero tienes encima la mirada de un padre mientras atiendes a su hija, la mirada de un hijo mientras su padre está en el suelo. Esas cosas te marcan, esos momentos, y no lo olvidas. Estás haciendo una reanimación cardiopulmonar y tú sabes que posiblemente al paciente, por alguna patología o por el tiempo de parada, no puedas salvarlo, no vayas a conseguir lo esperado, que es que salga con pulso y poder trasladarlo. Ese es el momento más desagradable”, agrega. Y se queda en silencio.
Casos que perturban, alegrías que estremecen
Los bomberos rompieron la cerradura, abrieron la puerta y entraron. La atmósfera era extraña y gris con el barrio despoblado en medio de la pandemia. La policía acompañaba. Juan Miguel, junto a un médico y un técnico, también. La casa, sencilla, estaba ordenada. Un rato antes el 112 había recibido la llamada de una señora. Dijo que estaba preocupada, que no veía a su vecina desde hacía unos días, que le tocaba la puerta y no abría.
La vecina, acostada en la cama de su cuarto, aún estaba viva, un poco perdida con respiración deficiente por la ingesta de pastillas. Juan Miguel la asiste, logra recomponerla y se entera de su historia insufrible e injusta, de agobio económico, con el piso embargado y sin empleo porque había quebrado la empresa en la que trabajaba. Tenía 60 años.
“Impacta la desesperación de la gente mayor. Muchas veces las personas tienen cierto arrepentimiento y les da vergüenza la situación de no haber encontrado otra salida a sus problemas. Su historia era como si dijera ‘ya no puedo más’. En pandemia hubo mucha tentativa de suicidio por desesperación económica”, describe Juan Miguel.
También Carmen González, actual coordinadora de Enfermería del 061 en Menorca, fue parte del servicio en Mallorca. Además, pasó por Eivissa, y trabajó en el hospital de Formentera. Oriunda de Barcelona, es parte del equipo desde 2016. “En Palma tuve un caso muy lindo una noche de lluvia y granizo. En ese día catastrófico nos activaron para un parto en un coche. Llegamos y comenzamos a meter las cabezas por las ventanillas mientras el granizo nos daba en la espalda y la policía nos enfocaba con las luces. A la madre no le dio tiempo para llegar al hospital y tuvo al niño allí. De repente con el médico miramos los asientos de atrás y vimos dos niños sentados en sus sillitas con los ojos abiertos como platos. Eran los hermanitos del bebé que venía. Fue muy gracioso y bonito”, recuerda.
30 años de manos que reconfortan
“Hoy tenemos una plantilla de más de 700 personas que trabajan para salvar vidas y a las que nunca nuestra sociedad estará lo suficientemente agradecida. 748 profesionales que coordinan la atención en urgencias, emergencias y catástrofes y que son, a menudo, los primeros ojos que nuestros familiares ven después de un accidente, las primeras manos que les reconfortan, las primeras voces que les dicen que todo va a salir bien”.
El 22 de septiembre de 2022 la expresidenta del Govern balear, Francina Armengol, pronunció estas palabras en el Castillo de Bellver en un discurso que brindó en la celebración por los 30 años del servicio SAMU 061. Fueron agasajados con una placa 42 trabajadores y extrabajadores con más de 25 años en el servicio. Uno de ellos fue Paco Albalá: “Mi trabajo es vocacional. Ya son 30 años de ver desde heridas por armas de fuego hasta accidentes de tráfico. Te sientes bien personalmente, pero muy poca gente te lo agradece porque no están en condiciones emocionales para eso. Es lógico. Este trabajo te enriquece en lo personal, hace que te sientas útil. Has ayudado y salvado vidas con tus compañeros”.
Mi trabajo es vocacional. Te sientes bien personalmente, pero muy poca gente te lo agradece porque no están en condiciones emocionales para eso. Es lógico. Este trabajo te enriquece en lo personal, hace que te sientas útil
Aquella noche emotiva nueve mujeres fueron condecoradas. Por pocos años no entró en ese grupo selecto Cinta Coronel, coordinadora de Enfermería del 061 en Eivissa y Formentera, que está por cumplir 24 años en el servicio. “Soy la enfermera más antigua”, dice con orgullo. “Como soy de emergencias y no de planta, es un trabajo diferente en cuanto a los escenarios. El servicio puede ser en un domicilio, en un albergue de indigentes, en el helicóptero, en el mar, en un acantilado”, narra. Nacida en Huelva, comparte que se siente más afectada por los problemas sociales, por las personas que viven en un psiquiátrico, por ejemplo. La perturban aquellas situaciones que son imposibles de resolverlas en el momento, como sí sucede con una fractura o con un paciente respiratorio.
Además de en Eivissa, el 061 tiene bases en Santa Eulalia y San Antonio. A la atención en calle se le suma la aérea con guardias en el aeropuerto. La anticipación y el orden son las cualidades necesarias para trasladar un servicio en helicóptero porque el espacio es muy limitado. Como es habitual desplazar pacientes críticos, lo conveniente es la preparación. Llevar el doble de la medicación prevista disminuye la posibilidad de que surjan eventuales incidencias.
En San Antonio, específicamente, se incrementan los heridos y fallecidos por balconing, una práctica muy asociada al consumo de drogas y alcohol. Las imágenes dolorosas de jóvenes estampados contra el piso de los hoteles son postales que se repiten sin remedio como también sucede en Mallorca, en la zona de Magaluf.
“El alcohol los desinhibe, pierden el equilibrio cuando intentan saltar o pasar de un balcón a otro y caen. Los accidentes por intoxicados en verano son una característica muy propia de la isla por desgracia. Y es muy claro desde que abren las discotecas hasta que cierran y algún tiempo más. En Formentera, en cambio, hay muchos accidentes de tráfico con motos. Las fracturados son trasladados para operarlos en Eivissa”, explica Cinta.
La base de Santa Eulalia fue el primer destino de Carmen. Llegó a Eivissa de Barcelona para realizar un curso de drogas. Le hicieron una entrevista y la cogieron en una empresa. Luego se desempeñó por diferentes servicios hasta que ingresó en el 061. “Me encanta la asistencia prehospitalaria, atender al paciente en el punto en el que se encuentra mal, en el punto más agudo, crítico y urgente. Me gusta la adrenalina. En la calle el entorno es totalmente descontrolado, muchas veces tienes que tomar decisiones en función de la situación que te vas a encontrar”, explica.
Me encanta la asistencia prehospitalaria, atender al paciente en el punto en el que se encuentra mal, en el punto más agudo, crítico y urgente. Me gusta la adrenalina
Carmen también detalla algunas particularidades de Menorca: “Como el turismo es más familiar y tranquilo, no existe el consumo de drogas tan marcado como en Ibiza. Pero en verano tenemos más trabajo porque la población se triplica. Por otro lado, la cartera de servicios es más reducida que en las otras islas. No se pueden realizar cirugías vasculares, tampoco ciertos análisis, como renales. Los pacientes que no podemos atender los llevamos en avión a Son Espases (Mallorca) y eventualmente se realizan servicios a la península”.
El vuelo entre los aeropuertos de Menorca y Mallorca dura media hora. Piloto, copiloto, y los trabajadores del 061 viajan con el paciente. El servicio entre islas dura dos horas como poco cuando la persona trasladada precisa un análisis o alguna prueba. Se extiende a cuatro si es un paciente delicado con cuidados intensivos.
“En Menorca la depresión es una enfermedad en aumento. La primera semana de estar aquí he tenido dos intentos autolíticos, personas que intentan quitarse la vida. Se dice que el viento de Menorca influye en esta patología. Eso no sé hasta qué punto está demostrado. Pero sí es verdad que ha habido un aumento de la tristeza en las personas”, confirma Carmen.
“Lo hablamos con los compañeros. Nos conocemos mucho y siempre tratamos de hacer un briefing del servicio y un poco nos desahogamos. Recuerdo que no hace mucho se suicidó un chico y el equipo que estaba ahí no pudo hacer nada por él. Los tres compañeros tuvieron que darse de baja. Entonces el servicio de psicología estuvo encima de ellos. Te llevas a casa el dolor y el sufrimiento porque sabes que no puedes hacer más de lo que has hecho”, reconoce Cinta.
“Gracias a dios nunca necesité la ayuda psicológica –precisa Paco–. En mi caso, el apoyo de la familia es muy importante. Mi mujer es mi confidente. Llego a casa y me desahogo. Llevamos 24 años casados. Encima ella no es del gremio. Es mi apoyo, otra persona tendrá un amigo. Este trabajo te lo llevas a casa sin duda porque es una labor muy mental. Te afecta”.
“El día después del confinamiento fue brutal. Veníamos de coger 1.500, 2.000 llamadas diarias y pasamos a 79.000 en 24 horas con la misma cantidad de operadores. Nadie sabía qué hacer ni qué decir, no había protocolos, tuvimos que crearlos. Era todo nuevo. Fuimos una de las centrales punteras en toda España en crear protocolos”, recuerda Juan Carlos con orgullo.
“Vemos desgracias personales. Las vas interiorizando dentro de tu trabajo. Al final tú tienes en cuenta que la persona está afectada emocionalmente, pero no dejas que esa emoción te afecte a ti –señala Juan Miguel–. Luego es verdad que hay ciertos casos que te tocan más de cerca por tu situación personal. No recuerdo un trabajo que me haya superado en el sentido de no poder hacer nada, sí después de alguna asistencia me he quedado unos días pensando en el paciente y en la situación”.
Vemos desgracias personales. Las vas interiorizando dentro de tu trabajo. Al final tú tienes en cuenta que la persona está afectada emocionalmente, pero no dejas que esa emoción te afecte a ti
Abrazos para siempre
“Mira, el señor que trajiste el otro día está sentado en la silla, está estupendo”, le dijo un compañero de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) a Paco en el comedor del hospital. Paco se acordaba del caso, decidió visitarlo y subió al servicio. Había sido un paciente con una parada cardíaca. El hombre estaba avisado: viene a visitarte la persona que te atendió, le habían dicho. El encuentro silencioso se quebró con un abrazo estremecedor. Las palabras sobran cuando los cuerpos hablan. Pero Paco lo intentó, quiso, apenas pudo. Le explicó, entre lágrimas y balbuceos, que no lo había salvado él solo, que había sido un equipo de sanitarios, que ese abrazo era por tres. Su rol fue preparar la vía aérea e intervenir con masajes cardíacos. Ya estabilizado, con el corazón bombeando sangre, la recuperación continuó en el hospital.
“Su abrazo lo llevaré por siempre. Fue espectacular, una de las sensaciones más fuertes que tuve porque yo a ese hombre lo vi muerto –reconoce–. Ese agradecimiento me basta, me dura como 50 años. Son las cosas que me animan a seguir trabajando. Amo mi trabajo, lo disfruto. Además, el equipo es muy importante. Después de tanto tiempo con una mirada nos entendemos. Ya sé que esperan de mí, lo que me van a pedir y lo que necesitan que yo haga. Te miran como diciendo: Paco, ya sabes que este paciente está grave y tenemos que activar tal procedimiento”.
Su abrazo lo llevaré por siempre. Fue espectacular, una de las sensaciones más fuertes que tuve porque yo a ese hombre lo vi muerto. Ese agradecimiento me basta, me dura como 50 años
Una experiencia radical que atraviesa el cuerpo
Diálogos que conmueven, casos que perturban, voces que estremecen. Un equipo de trabajo donde las resonancias de lo compartido habitan en el placer y la alegría tanto como en el dolor y el hastío. Modos de caracterizar al SAMU 061. Una experiencia radical que atraviesa el cuerpo.
“Nuestra labor es asistencial y estabilizadora. Nuestra labor es llegar al paciente, ver qué tiene, cuál es la mejor opción para estabilizarlo con un tratamiento prehospitalario para que llegue en las mejores condiciones al hospital y continúe el tratamiento que hemos iniciado nosotros. No subimos pacientes a la ambulancia y lo tiramos en el hospital como si fuera una caja. En el 061 no trabajamos así”, clarifica Juan Miguel.
“Es muy importante la formación continua y tener una mente abierta. No puedes ser visceral ni impulsivo. Este trabajo o te gusta o no te gusta”, dice, taxativo, Paco. “Hay algo clave en este trabajo: escuchar con humildad a los compañeros. Si uno no trabaja de este modo no logra tener interacción con el equipo. No me puedo sesgar a mi opinión. Uno es un eslabón más de la cadena”, sostiene Víctor.
“Sigo con la misma ilusión. Es un trabajo con mucha adrenalina y creo que es fundamental tenerla para que las cosas salgan bien”, considera Cinta. “Hay que ser flexible en el sentido de que te vas a encontrar con muchas situaciones. No siempre es sota, caballo, rey. Hay que trabajar muy bien en equipo para poder sacar la faena con calma y sin pausa. Y hay que saber manejar la adrenalina para tomar buenas decisiones”, explica Carmen.
“No cambiaría mi trabajo por mucho estrés que tenga. Entré con varios operadores que seguimos juntos y, para mí, es como si fueran mis hermanos. Incluso más te diría. Desde hace dos años para acá la central ha dado un salto de calidad tremendo y lo que nos queda. Nosotros somos el corazón del servicio. Todo entra a través de nosotros. Somos el corazón y la cabeza. Está claro que la parte asistencial es muy importante, pero el primer eslabón de la cadena somos nosotros. Colgamos una frase en Instagram durante la pandemia que decía: ‘vamos a estar a tu lado hasta que esto termine’. Y yo creo que ese es el espíritu del 061”, define Juan Carlos.
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