La situación de prealerta por sequía en el centro de Mallorca y la isla de Eivissa, junto a las previsiones de olas con altas temperaturas y a la presión turística, vaticina una temporada de verano con bajas cosechas, precios en alza, restricciones de agua y alto peligro de incendios en Balears, tal como temen los agricultores de las islas.
La falta de lluvias en el archipiélago desde el mes de noviembre de 2022 está repercutiendo negativamente en las cosechas de forraje y cereales, sobre todo en el centro de Mallorca y en la pitiusa mayor, donde, si en abril y mayo no llueve, la mayoría de las siembras se quedarán sin recoger, lo que provocará una subida de precios que repercutirá en los alimentos para el ganado y la cesta de la compra. Además, si las cosas siguen como hasta ahora, el Govern balear se verá obligado a declarar la sequía en estos territorios con las consiguientes restricciones en el consumo de agua en plena temporada turística, que cada año se alarga más, con lo que supone en aumento de consumo del líquido elemento.
A esta situación se une la previsión de olas de altas temperaturas, ya palpable en pleno mes de abril, lo que provocará que los cultivos hortofrutícolas, que se recogen en primavera y sobre todo en verano, se vean afectados de forma considerable, como ya ocurrió el año pasado. Todos estos factores influyen muy negativamente en el riesgo de incendios forestales, si la situación no cambia y no se implementan medidas que amortigüen los efectos de los cambios en el clima.
Situación de déficit hídrico
La previsión de los agricultores en la isla de Eivissa, la más afectada por el déficit hídrico, es que solo el 30% de las siembras se van a cosechar “porque el resto no merece la pena”. El Govern balear, que tiene las competencias en la gestión del agua en todas las islas, aún no tiene previsto declarar la situación de sequía, aunque sí mantiene en prealerta el centro de la isla de Mallorca y Eivissa, que son los territorios baleares con más déficit hídrico; en el resto del archipiélago “la situación es de normalidad”, según fuentes de la máxima institución balear, que extrae sus datos de un proyecto conjunto con la Universitat de les Illes Balears (UIB) sobre teledetección de sequía que se pueden consultar en este informe.
La previsión de los agricultores en la isla de Eivissa, la más afectada por el déficit hídrico, es que solo el 30% de las siembras se van a cosechar “porque el resto no merece la pena”
Ante esta situación, el sector agrícola, cada vez más minoritario sobre todo en la isla de Eivissa, está muy preocupado ya que desde el mes de noviembre de 2022, cuando cayeron en Balears 98,4 litros por metro cuadrado, un 25% más de lo normal en este mes según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), las precipitaciones han sido prácticamente inexistentes. Joan Tur, representante de la Cooperativa de Sant Antoni de Portmany, ha confirmado, en conversación con elDiario.es, la gravedad de la situación: “En estos momentos estamos en plena temporada de siega y como ha llovido muy pronto y luego no ha llovido más, todo lo que se ha plantado tardío no ha crecido. Es decir, de lo que se sembró entre diciembre y enero no se va a recoger nada porque no ha llovido, lo que se sembró antes de noviembre es lo poco que se va a cosechar. Solo se va a salvar el 30% de lo que se plantó”.
Mal cuidado de los cultivos
Además, advierte de que “si no llueve ahora o en mayo estaremos en la misma situación o peor porque lo que se ha sembrado tarde ni siquiera ha salido porque no ha llovido nada. La situación es muy preocupante tanto para el forraje como para el cereal”, asegura Tur. A esta situación se le une, según el portavoz agrícola, el problema del mal cuidado de los cultivos por parte de numerosos agricultores. “Si no se labran las tierras y se les ofrecen los trabajos necesarios con la situación de sequía que vivimos no van a recoger nada. Si ves algo bonito es porque la tierra está bien cultivada y se ha sembrado temprano”.
Tur asegura que esto sucede “por ignorancia: son personas que no se dedican exclusivamente a esto y al final les da igual si hay como si no, el que vive de esto se preocupa de que salga. Se gastan en semillas, abono y tractor y al final no recogen nada”. La situación del campo de Eivissa, incide Tur, “es muy preocupante”. El abandono de las tierras, unido a la sequía y a la presión turística, hace que la situación esté al límite para este sector desde hace años y, además, esto afectará aún más a los cultivos hortofrutícolas que son de regadío“.
“Si la situación continúa así habrá que cerrar pozos”
Desde el Observatorio de Sostenibilidad de Ibiza Preservation vienen alertando desde hace años de que la isla tiene la superficie agraria útil más baja de Balears a pesar de diferentes iniciativas de agricultura ecológica, que en su mayoría intentan que los más jóvenes se interesen por el campo y que en los últimos años han crecido un 22%, sobre todo entre la población femenina. Asimismo, esta situación tiene como consecuencia la degradación de ecosistemas, afecta en cuanto a la producción de alimentos y el precio de los mismos y, además, a nivel medioambiental, “ya que el campo cultivado regula el ciclo hidrológico y contribuye a la conservación de la biodiversidad, a la protección del suelo y a la prevención de incendios”, según apunta la entidad en su informe de 2020.
Desde hace años, Eivissa tiene la superficie agraria útil más baja de Balears a pesar de diferentes iniciativas de agricultura ecológica, lo que repercute en la degradación de ecosistemas, en la producción de alimentos y en el precio de los mismos
En este sentido, desde la Cooperativa de Sant Antoni aseguran que si en 2023 no llueve y se repite un año más como este “la situación será límite, las reservas hídricas serán insuficientes y habrá que cerrar pozos como hace 10 ó 12 años, porque no habrá agua”. Y es que entre los años 2014 y 2016 Eivissa estuvo en alerta de sequía hídrica (cantidad de humedad en el terreno), en una horquilla de va de abril a octubre, datos que no se han vuelto a producir desde entonces, excepto en el área de Artà y en la Tramuntana Nord, en Mallorca, en diciembre de 2016, así como en Formentera en marzo de 2014 y en marzo de 2015.
En lo que se refiere a la sequía meteorológica (cantidad de lluvias), la estación del aeropuerto de Palma medía la peor situación en 1999 con índices claros de sequía extrema, aunque desde 2005 no se han registrado situaciones de prealerta. Por su parte, en el aeropuerto de Eivissa las mediciones de los equipos de la Aemet fueron extremas en cuanto a la falta de lluvias en 1999 y se situaron en sequía moderada en 2005 y en 2014, mientras que en diferentes periodos desde 1984 se permaneció en situación de sequía moderada, según los datos publicados en la web de la CAIB.
Menos consumo de agua
Se trata de unas situaciones que se están produciendo a pesar de que los cultivos agrícolas de regadío cada vez necesitan menos consumo de agua. Así lo pone de manifiesto Tur, quien asegura que “ahora la agricultura necesita menos caudal de agua porque el riego ya no se hace a manta como antes, se utilizan otros tipos de riego en los que el consumo de agua es mínimo”. A pesar de ello, las altas temperaturas que se registraban en algunas semanas del verano de 2022 pasaron factura. “El cultivo de tomate y pimiento el año pasado lo pasó fatal porque al hacer tanto calor no hacen flor y los frutos que hubo se quedaron pequeños y, además, quemados, con lo que no se pudo comercializar la gran parte de ellos, sobre todo en el mes de julio, con una semana terrible”.
La ola de calor, recuerda, también afectó al melón eriço ibicenco, “a la exquisita sandía ibicenca”… “Toda ola de calor extrema o de frio afecta muy negativamente a las cosechas. Por ejemplo, los tomates se recogen todas las semanas y con estas olas y con la afectación a la flor se producen muchas semanas sin frutos con las consiguientes pérdidas económicas”, asevera Tur.
Elevado consumo de agua por parte del turismo
Para los agricultores de la Cooperativa de Sant Antoni el problema con el agua va más allá de la sequía. “El problema es el mal aprovechamiento de nuestros recursos hídricos. Hay que hacer mejor gestión del agua”, puntualiza Tur. “Por ejemplo, la que sale de las depuradoras la estamos tirando al mar cuando está prohibido desde el año 2008; se podría tratar y utilizarla para la agricultura. Además, las desaladoras tienen puntos de agua para la recarga de camiones, pero ningún camión va allí, van todos a pozos privados. No sé por qué no van allí, es un misterio, pero evitaría la explotación del subsuelo para el abastecimiento de las casas de campo y las grandes villas de turistas”, que consumen cada verano ingentes cantidades de agua, sin ningún control por parte de las autoridades, para su consumo y para el mantenimiento de jardines de grandes dimensiones con vegetación más propia de otras latitudes que requieren de un riego intensivo.
“Además, los pueblos que se abastecen de los pozos podrían aprovechar el agua de las desaladoras también”, puntualiza Tur. Todas estas medidas redundarían en mayores reservas de agua en el subsuelo y un mejor aprovechamiento de las mismas.
El problema de la falta de agua se complica aún más con la llegada de la temporada turística. El gasto se multiplica por la presión turística y hace que el agua que se extrae de la tierra empiece a escasear y “se tienen que ahondar los pozos con el perjuicio de los acuíferos y también con más gastos para los agricultores”. En cuanto a los turistas, “ponen carteles en la puerta del baño de los hoteles para que se gaste menos agua, pero esto no da resultado. Se podrían poner, por ejemplo, duchas automáticas para que los grifos no se pudieran dejar abiertos. Hay que buscar soluciones”, apremia el agricultor.
Los agricultores denuncian que el problema de la falta de agua se complica aún más con la llegada de la temporada turística. El agua que se extrae de la tierra empieza a escasear y “se tienen que ahondar los pozos con el perjuicio de los acuíferos"
“Todo esto repercute en el precio de los productos, porque además todo ha subido, dicen, con la guerra de Ucrania, abonos, electricidad, gasoil... Lo que producimos se queda en Eivissa, aunque productos como la algarroba se mandan fuera y se importa mucho cereal y forraje de fuera; si no, los animales morirían. Si se sembrasen todas las tierras abandonadas, sobraría comida, sobraría cereal, Eivissa sería un jardín, sería la isla más bonita del mundo y no se hace porque la gente no tiene interés. Antes, sin tanto turista, sobraba, éramos autosuficientes, se exportaban higos, almendras, algarroba, cereal, patatas, boniatos, cerdos y ahora no hay ni para nosotros. Los turistas verían una isla bonita, cuidada, sembrada, verde, labrada. Ahora son campos llenos de hinojos con almendros secos, algarrobos muertos. Das una vuelta por Eivissa y la verdad es que a mi me da lástima”.
El Govern prepara un plan para la utilización de aguas regeneradas
Por su parte, fuentes de la Conselleria de Agricultura del Govern aseguran a elDiario.es que se están desarrollando diversas políticas para hacer frente al problema de la sequía en Balears. Por una parte, se han puesto en marcha todas las bases de riego que hay en las islas -no se han construido nuevas- para poder usar agua regenerada para uso agrícola, tal y como proponen los agricultores de Eivissa. Agricultura asegura que en estos momentos está abierto el periodo de alegaciones del Plan General de Aguas Regeneradas, que va a invertir 60 millones de euros en hacer seis nuevas infraestructuras y modernizar las existentes.
Asimismo, este departamento informa de que está realizando investigaciones en cultivos de forraje que hacen un uso eficiente del agua como la crotalária. Otros años se ha hecho la declaración de sequía, lo que ha permitido convocar ayudas específicas para la compra de forraje por parte de los ganaderos, “pero este año, de momento, no se ha decidido nada todavía”, señalan desde el Govern.
Por otro lado, el Ejecutivo autonómico explica que se han aumentado las primas de los seguros agrarios en forrajes y cereales “para incentivar que la gente asegure más, porque la sequía ya es recurrente cada año, aunque en estos momentos las masas de agua de Mallorca e Eivissa están en prealerta y el resto del territorio está en situación de normalidad”. El Govern asegura que las precipitaciones en noviembre y diciembre estuvieron bien distribuidas y los abundantes rocíos y nieblas han mantenido la humedad en el suelo; “combinándolo con temperaturas elevadas ha hecho que el índice de crecimiento de los pastos y cereales haya sido normal o alto”, aseguran los agricultores de Eivissa.
Los efectos de la borrasca Juliette
Sin embargo, estas mismas fuentes aseguran que si ahora no llueve nada lo que se recogerá en junio “tendrá poca espiga y poco grano”, o, lo que es lo mismo para los agricultores, “no merecerá la pena cosecharlo y gastar más”. “La borrasca Juliette -cuentan desde Agricultura- recargó los acuíferos, pero en marzo y lo que llevamos de abril no ha llovido y el campo ha vivido de las rentas. La viña, el olivar y la fruta seca aguantan, pero si no llueve, tendrá efectos en su rendimiento”. En lo que sí están de acuerdo ambas instancias es en que si hay precipitaciones ahora o en mayo “algunos cultivos se podrán recuperar”.
Por su parte, desde el Consell de Eivissa, la isla más afectada por la sequía, aseguran a este diario que evaluarán la situación con el sector cuando se haya cumplido el calendario de recogida de forraje, previsto para mediados de mayo, y de cereal, a finales de junio. A nivel técnico, se estudiará cómo ha afectado esta situación de escasez de agua y se valorará junto con otras administraciones, según los daños que se cuantifiquen, habilitar una línea de ayudas para paliar esos daños. Sin embargo, fuentes de la máxima institución insular aseguran que “en Eivissa, a corto plazo, no se contempla la posibilidad de que deba haber recortes en agua”, una cuestión que depende de la Dirección General de Recursos Hídricos del Govern balear.