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Una historia de dragones, torneos y corrupción

Os voy a contar un cuento.

Érase una vez, en una galaxia muy lejana, un país muy muy bonito que llamaremos Espelandia. En este país todo era felicidad y armonía neoliberal, y reinaba con mayoría absoluta la Princesa Botllecup.

En Espelandia se iba a celebrar un torneo por los festejos de Las Idus de noviembre y la Princesa Bottlecup estaba ocupadísima contando peras y manzanas, cosa que hacía casi todo el año, así que se ocupó de organizarlo todo el Senescal del Reino (que es como el vice-rey).

En el Reino había una serie de espacios públicos que se solían ceder o arrendar a empresas privadas que bajo unas estrictas normas de uso podían hacer uso de los mismos. Estas normas eran de seguridad, como no aparcar más de tantos caballos en las cuadras, higiene: El heno para los dragones de tal y cual calidad… Normas fiscales: la empresa debía estar al corriente del pago de los impuestos reales y los diezmos de la iglesia, etc... Y normas de uso de dichos espacios: En el lago, sólo canoas, los dragones únicamente podrían hacer luchas de fuego en invierno y cosas de estas.

Pues llegó el mes de Noviembre y con él la fiesta de las Idus y para ello una conocida empresa, de nombre “Que-Te-Meto Festejos S.L.” de un conocido 'empresario de la noche' consiguió un suculento contrato para la celebración del tradicional Gran Torneo de Dragones, evento sin par en la ciudad y en todo el Reino. Y con la empresa llegaron las subcontratas y subcontratas de subcontratas. Con un Jefe de Armas encargado de la seguridad del torneo con antecedentes menores como apuñalar a un soldado del rey hace unos años.

El torneo se iba a celebrar en el #TorneoArena, que era un espacio público del reino y que iba a ser cedido a la empresa bajo unas estrictas condiciones, todas recogidas en un contrato. Nada que no se haya hecho mil veces ya, y todos contentos. “Todos ganamos” Se cerró el trato y se brindó en palacio, gritos y vítores: JAJAJA “¡Muy liberal todo!” La princesa Bottlecup no entendía muy bien de que se hablaba pero le parecía todo bien porque de pequeña le habían enseñado a portarse bien en la mesa, y a decir que sí, y claro, que al fin y al cabo ella era mujer, y sabía bien cual era su sitio.

El Senescal se encargaría de todo. Ella, a sus peras.

Y Llegó el día del torneo. Era una noche maravillosa. El #TorneoArena lucía bellísimo, lleno de antorchas y engalanado para la ocasión. Algunos comensales comentaban que parecía que había mucha gente. Más que otros años. “No puede ser, el aforo está numerado”. Se dijeron algunos. “Confío en la organización, cuidan de nosotros”, dijeron otros. Fue entrando más y más gente y el espectáculo comenzó. Todo iba bien. La noche divertida. Las luchas, mejores que nunca. Los caballeros y dragones dándolo todo y con unas coreografías novedosas, las espadas y armaduras más brillantes que nunca y con muchos estrenos para la ocasión. El público estaba enloquecido.

Y llegó el momento cumbre de la noche. La actuación estelar. ‘El Caballero de la Gaviota’ contra ‘El Temible Dragón de la Elipa’. Estaban los dos todavía esperando tras el telón fumando y hablando los últimos detalles de la coreografía cuando ocurrió todo.

Un ruido, griterío y gente corriendo en todas direcciones. El Dragón declaró más tarde que él ni se enteró y la fiesta siguió su curso hasta altas horas de la madrugada. El Caballero estaba tan impresionado que no paraba de lloriquear. Resulta que en uno de los accesos a la platea principal una serie de mozos y mozas habían formado un tapón humano en un pasillo intentando acceder para ver su actuación, y cuatro jóvenes damiselas habían fallecido atrapadas en la marea humana. Una tragedia, un desastre. ¿Cómo había podido pasar ese “accidente”… como rápidamente empezaron a llamarlo el Senescal, la Princesa, los miembros de la empresa y prácticamente todo el mundo?

Pues lo que había pasado era fácilmente explicable.

Codicia.

Y robo.

Mucho dinero público y privado que se “ha quedado por el camino”.

Una empresa que no podía hacer contratado con el reino.

Más entradas vendidas de las permitidas.

Menos personal que el necesario.

Personal sin la formación necesaria y adecuada.

Personal mal pagado.

Personal sin asegurar…

Os lo cuento en términos más concretos: Lo de siempre, en vez de 100 mozos de caballería sólo estaban trabajando en el torneo 10 y en vez de 50 maravedís solo cobraban 5. Y no estaban dados de alta en la Oficina de Recaudación del Reino, con el correspondiente fraude a las arcas reales. Al dinero de todos.

¿Y el resto del dinero tanto público como privado (de las entradas que ha pagado el pueblo que asistió), donde se ha quedado? Porque alguien ha pagado por poder “usar” esos 100 mozos de caballería… ¿Ah? Esa es la pregunta…

¿Y la responsabilidad de lo que ha pasado porque esos 90 mozos de caballería que faltaban no estuvieran en su sitio?, ¿controlando ESE pasillo, tal vez?

Esta es la doble cuestión de esta tragedia, porque esto no es un accidente, es una tragedia. En este caso tenemos que lamentar la irreparable muerte de cuatro damiselas del reino y el robo de dinero público y privado.

En este caso tenemos las muertes, terrible.

Pero, ¿Cuántas otras veces no nos habrán robado ese dinero, insisto público y privado? En cuantos otro torneos no habremos estado en peligro por la codicia de Senescales y Princesas? ¿Cuánto dinero tan necesario para los servicios sociales del reino no estará ahora en el bolsillo de algunos de estos?, me pregunto.

Pero no pasa nada, amigos, porque en Espelandia esto ha sido un accidente y ÉSTA ha sido la única vez que ha habido un accidente. Y este tipo de problemas no pasa nunca. En NINGUNA OTRA ocasión se han vendido más entradas para un torneo de las que permite el aforo, ni se ha traído un dragón con la ITV caducada… Por otra parte, el #TorneoArena es el ÚNICO espacio del reino que se ha cedido a la gestión privada de empresas con este descontrol, y NUNCA ANTES ha habido menos personal del necesario en un evento…

Y mientras tanto, la Princesa seguía contando y contando y estaba a punto de llegar a las 100 manzanas pero se equivocó con una pera, y tuvo que volver a empezar. Se enfadó mucho, pero empezó de nuevo pacientemente. Es una tarea importante ésta, la de contar peras y manzanas... Más tarde declararía que durante todo el conteo, “ni un solo minuto dejó de pensar en el 'accidente' acaecido en el torneo”.

Salud!

p.s. Voy a poner un pequeño DISCLAIMER como los compañeros del blog SINSENTIDOCOMUN: (ya nos gustaría que) todo esto (fuera) es ficción.

p.s.2 Espero que os haya gustado, pero mejor ficción hacen nuestro políticos y representantes. Qué vergüenza. Me ha horrorizado leer que el ‘accidente’ del metro de valencia con 45 muertos se saldó también sin ninguna responsabilidad política. Sin ninguna dimisión. Aquí no dimite ni el Tato, oiga.

p.s.3. A veces, deseo que exista el infierno ese del que tanto hablan. Porque como de verdad exista, difícil que muchos de los protagonistas de estas historias no acaben allí en la zona VIP.

La foto es un tuneo sobre una foto del dragón de la Elipa de Hugo Martínez Abarca (usada con permiso del autor) y una de una armadura de Edenpictures CC-BY.

Os voy a contar un cuento.

Érase una vez, en una galaxia muy lejana, un país muy muy bonito que llamaremos Espelandia. En este país todo era felicidad y armonía neoliberal, y reinaba con mayoría absoluta la Princesa Botllecup.