Una multitud corre detrás de él dando gritos. Está totalmente descamisado. Un manifestante le agarra de lo único que le queda por quitar. De repente, el directivo nota el tirón e intenta zafarse del nudo de la corbata que le aprisiona la garganta. La imagen cambia y ya con luz vespertina se le ve saltando la valla con la corbata aún al cuello. Tuvieron que huir, dice el reportero, porque un grupo de manifestantes los asaltaron a la salida de la reunión donde les comunicaron un ERE con 2.900 despidos previstos.
Los informativos nos cuentan la noticia saltándose la escena principal del primer acto, esa en la que están reunidos los que todavía conservan sus camisas impolutas y los representantes de los trabajadores. Esa en la que ante el rechazo a un aumento de jornada por el mismo sueldo, es decir, una bajada de sueldo encubierta, planea la amenaza de un ERE masivo. Pervierten el lenguaje como lo haría el matón de colegio que te quita la merienda en el patio con la amenaza velada del que se sabe más fuerte y sobre todo intocable. Hasta la palabra “negociación” es utilizada de manera falaz cuando lo único que se ofrecen son lentejas. El planteamiento es siempre el mismo: “La empresa ofrece esto, si lo rechazáis la contraoferta será mucho peor”. Eso también es violencia, es recurrir al miedo y al intercambio de culpa como hace el maltratador después del la paliza: “No quería pero me has obligado a pegarte”.
Nosotros no queríamos 2.900 despidos pero esos representantes “irresponsables” nos han obligado a ello. El ajuste hay que hacerlo y no va a ser a costa del sueldo de los directivos o con un nuevo plan estratégico, todo el mundo lo sabe.
Una cree, en este orden lógico de las cosas, que cuando a alguien le dan un cargo de responsabilidad es para que lo asuma. Para que sus decisiones, las malas, las que no ayudan al crecimiento de la empresa (objetivo supremo de un directivo) tengan consecuencias. Muy al contrario estoy convencida de que en este caso, al igual que en otros tantos, esos directivos que ahora plantean despidos son los mismos que se llevaron unos abultados bonus hace 10 meses por los “buenos” resultados de su gestión. Esas serían todas las consecuencias que habrían sufrido de no ser por esos trabajadores que a la salida les despojaron de su camisa, ese símbolo que reviste de apariencia omnipotente a un contenido inane e irresponsable. Esa siempre es la gran humillación del poderoso, despojarles de su pompa y de su oro para que se vea lo que son, simples mortales erráticos.
A esos nuevos “Rey Sol” nunca los verás admitiendo una ruinosa gestión o decisiones estratégicas fallidas, solo hablarán de plan de ajuste o reestructuración por situación deficitaria como si eso hubiera sobrevenido de manera imprevisible por una concatenación de catástrofes naturales. Nadie tiene la culpa salvo Dios, parecen querer decirnos y si Dios te envía un despido con 20 días por año date por satisfecho que podría ser peor.
Y de repente te los imaginas en su trono dorado diciendo que su poder emana directamente de Dios y que cada uno tiene que asumir su papel, hasta que claro, uno se añusga de comer pasteles por no tener para pan y asalta la Bastilla como respuesta a la más absurdas de las injusticias.
De esos 2900 trabajadores que podrían ser despedidos ha habido una rebaja de hasta un tercio por obra y gracia de la bondad del patrón. Otra mentira más en la farsa de la negociación. Nunca pretendieron que fueran tantos pero como en los ocho días de oro todo parece mejor si lleva un -50% en rojo bien grande pegado a la etiqueta. De los que finalmente sean, ninguno será el director de recursos humanos ni el director general de la compañía. Tampoco caerá el responsable del gobierno que ocupa su sitio en el consejo de administración (el gobierno es propietario de un 17,5% de Air France), eso sí, Hollande ya ha dicho que se moderen las pretensiones empresariales como si en lugar de parte implicada simplemente pasara por allí. Apuesto mil acciones de Bankia a que ningún cargo de relevancia que ha llevado a la compañía a esta situación va a sufrir ajuste alguno más allá del que tengan que hacer a los cuellos de sus camisas ahora que los llevarán más sueltos por precaución. ¿Y por qué es deficitaria? ¿Cuántos cargos de grandes sueldos que solo van dos meses al mes a opinar de sabe dios qué hay? ¿Cómo se ha descapitalizado la empresa? ¿En qué negocios ruinosos se ha invertido? Esas preguntas nunca las veremos en un telediario, nunca nos dirán a qué se debe el chorreo de millones perdido más allá de las exigencias de los pilotos o la poca competitividad de la compañía. Solo hay una lectura que quieren que nos quede clara, si otro puede vivir con menos, ¿por qué tú no?
Quien no haya pasado por un ERE no sabe lo que es. No es capaz de imaginar la incertidumbre, la impotencia y la sinrazón que produce. Uno siente una violencia que te corrompe por dentro que te pudre la cordura y avienta los más bajos instintos. Te dicen que vas a negociar pero todo es una trampa. Lo único que quieren es enseñar al león a pasar por el aro. Saben que gruñirá al principio, que se rebelará, pero cuando vea que no consigue comida claudicará. Siempre es la misma estrategia, el desgaste. Pero eso no se ve. Solo nos enseñan al directivo humillado por una masa enfurecida. Y la amenaza del trullo para todos esos trabajadores que descamisaron a los prohombres no sea que empecemos a envalentonarnos y lo siguiente sea quitarles la cartera. Total solo son 2900 familias. Mientras no sea la tuya sigue comiendo pasteles.