Llevo tiempo queriendo traer al blog algún texto de Carolina León, que habitualmente publica en su blog del ZEMOS98. A Carolina la he conocido “en el marco del 15M”, como a tanta otra gente en estos dos últimos años. O sea, en la calle y hablando de política y de los problemas de todos. Me he decidido por esta breve reflexión porque la puedo hacer mía, vamos que parece que Carolina y yo hemos sufrido un proceso similar en cuanto a viejas y nuevas amistades. Disfrutad de él.
Gracias a Carolina. ¡Ah!, y volverá a aparecer por #Interferencias.
Mis amigos de antes, por Carolina León
“A mis amigos de antes no les resultaba ya nada atractiva, lo notaba en cómo,
cuanto más avanzaba la velada, se iban arrimando unos a otros, con lo que al final
me encontré sentada ante una miniatura de Tribunal de trasnochadores del sábado
con Adidas vintage“
(Lola Lafon, Una fiebre ingobernable, 56)
“A escala de la eternidad, todas nuestras acciones son vanas”, tengo esta nota en un cuaderno, no sé de qué diálogo de película lo he sacado. También anoté al lado: la escala de la eternidad no mide nada que tenga que ver conmigo, por tanto nuestras acciones sí valen, aquí, en nuestra escala, tanto como nuestras omisiones. Valen, por cuanto necesitamos vivir juntos. Por más que llevemos décadas comprándonos el cuento de que esto es una guerra de todos contra todos. Vivimos juntos, o morimos solos, como decía Jack Shepard.
Los amigos de antes de Lola Lafon la veían como a una friki, y siento que a veces también a mí. Afortunadamente no todas las veces. Es más, si somos justos, hemos de reconocer que todo ha cambiado. En estos tiempos tan líquidos es extremadamente difícil hacer amigos, resulta complicado dejar caer la máscara de “todo me lo puedo solo”, pero algunos hemos aprendido a hacerlo. Joroba -sólo es un momento- evidenciar que necesitas a los demás para hacer cosas. Te apareces un sábado (o cuando toque) por tu asamblea, y empiezas a poner cosas en común con los demás, a hablar de lo que te importa, el colegio que te cierran o la subvención que te niegan o la acera que no arreglan.
Empiezas a darte cuenta de que no es tu problema, sino el de otros muchos. No estás loca porque quisiste cambiar esto o aquello.
Con mis amigos de ahora, los de la cercanía, no hemos estado en el 25A, cada uno tenía sus motivos. Puedo decir que no me interperlaba su forma de órdago, no iba conmigo. No va conmigo una movilización que no cuente con quienes arrastro, mi retaguardia, o en la que no puedan incluirse mis padres, mis vecinos o mis amigos de antes. Queda mucho por hacer en el terreno de romper la matrix de la apolitización, de poner delante de las narices de todos que no podremos vivir juntos si no estamos pensando juntos el cómo.
La movilización total que buscamos -y queremos- tiene que seducir a todos aquellos que quedan en el corro de los apolíticos. A mis amigos de antes.