P { margin-bottom: 0.21cm; direction: ltr; color: rgb(0, 0, 0); widows: 2; orphans: 2; } P { margin-bottom: 0.21cm; } La realidad que vivimos se ha vuelto tan obscena que la crítica se hace demasiado fácil y amenaza inutilidad. Lo que resulta más complicado es formular lo que queremos (y no digamos ya construirlo en la práctica). Afirmar otra idea de la vida colectiva, sin la cual sólo podemos dar vueltas (más o menos cabreados) en el círculo de lo existente. En su último libro, que es una larga entrevista sobre su obra con el título de El método de la igualdad, el filósofo francés Jacques Rancière vuelve sobre la idea de “socialismo” que ya analizó en sus primeros trabajos sobre el movimiento obrero. Esa vieja idea, ¿tiene aún algo qué decirnos? ¿Podemos redefinirla y reapropiarnos de ella de un modo que sea útil a las luchas del presente? ¿Qué discusiones dispara sobre las relaciones entre lo público (estatal) y lo común (autoorganizado)?
Hay varias maneras de entender aquello que es central a la idea socialista. En el sentido más global podemos decir que la idea del socialismo es la de un mundo que no tiene por principio organizador el interés privado. Como por otra parte sabemos que el interés privado no es, como suele decirse, el interés de todo el mundo, sino el de un pequeño grupo de individuos, esto es lo mismo que decir que la idea del socialismo es la idea de un mundo que no está estructurado por el principio de la búsqueda del máximo beneficio para el capital. Lo cual desde mi punto de vista significa dos cosas.
Por un lado, la idea de socialismo es la idea de un mundo en el que los bienes comunes necesarios a todo el mundo para la vida son en la mayor medida posible propiedad de la comunidad y su régimen de uso está en función del interés de la mayoría. Es un mundo en el que el agua, la tierra, los medios de producción, la educación, la salud, los transportes o las comunicaciones están al máximo nivel posible al servicio de la mayoría. Lo cual quiere decir también -y a pesar de todo la experiencia lo ha demostrado- que son la propiedad de la mayoría. Se trata de un primer principio que podemos percibir, a sensu contrario, por la manera en que desde hace veinte o treinta años todo lo que se consideraba la propiedad de la mayoría ha venido privatizándose cada vez más y se ha sometido a una lógica del beneficio.
La segunda cosa que es central a la idea de socialismo sería la idea de asociación, es decir, que aquello que es común sea gestionado en la medida de lo posible de acuerdo con formas que sean las formas de ejercicio de un poder de cualquiera o de un poder de la mayoría. El socialismo define así un tejido social en el que tanto las formas de producción industrial como toda una serie de formas económicas y formas de vida que tienen que ver con la educación, la salud o la comunicación, están gestionadas al mayor nivel posible bajo una forma asociativa y democrática. En la idea de socialismo está inscrita de alguna manera la idea de propiedad común de aquello que es necesario a todos, y en segundo lugar la idea de un ejercicio óptimo de una capacidad de cualquiera bajo las formas asociativas.
Podemos concebir el socialismo en términos de máximos o de mínimos, desde una cierta visión maximalista de una sociedad sin clases y completamente en manos de los productores, etc., a una visión minimalista que vendría a ser un poco lo que hemos conocido hasta ahora, el sistema que se ha dado en llamar -maliciosamente y para destruirlo- “Estado providencia”, que de hecho quiere decir “tejido social igualitario”, lo cual es algo bastante distinto (que los pobres puedan ir a los mismos hospitales que los ricos, la igualdad entre las formas de vida de cara a la educación, los transportes, los cuidados, etc.). Aquello a lo que podemos llamar “socialismo” es ese doble aspecto de propiedad común de aquello que concierne a la mayoría, y de participación de la mayoría en la gestión de esa propiedad común. Es algo que conserva su actualidad a día de hoy, cuando vemos todo eso alejarse, un poco como el barco del que habla Winckelmann al final de su Historia del Arte, llevándose consigo una representación amada de la comunidad. Pero es algo que todavía tiene un sentido.
Dicho esto, hay que tener en cuenta por otra parte que “socialista” es también el nombre genérico de aquellos que bajo formas diversas no han dejado de traicionar lo que la idea de socialismo contenía. Así que nos hallamos en esta conjunción en la que la palabra “socialismo” puede todavía definir un cierto pensamiento fuerte de la propiedad común y de la capacidad común y, al mismo tiempo, definir también una configuración política que no es otra que la de los que solo han existido para traicionar indefinidamente el contenido de la idea de socialismo.
Traducción: Álvaro García-Ormaechea
Otro texto de Jacques Rancière en Interferencias: "Hacer algo 'contra' no construye un comunismo positivo"
P { margin-bottom: 0.21cm; direction: ltr; color: rgb(0, 0, 0); widows: 2; orphans: 2; } Discusión sobre las relaciones entre lo público y lo común, tres textos recientes:
“No hay nada malo en tener un huerto comunitario, pero debemos preocuparnos de los comunes a gran escala”, entrevista a David Harvey
“Me agrada que mencionaras el texto de Christian Parenti porque el cambio climático debería hacernos reconceptualizar los comunes globales. La pregunta es: ¿Cómo tratamos este problema? ¿Y cómo gestionamos estos asuntos en el futuro? (...) ¿Quién va a hacer que otros estados dejen de soltar carbono a la atmósfera? No puedes hacer eso organizando ”asambleas colectivas“ o ”comidas comunitarias“. Las conversaciones sobre si convertir un trozo de tierra en un huerto comunitario no van a combatir los asuntos que enfrentamos como especie. Tenemos que considerar que los comunes existen en diferentes escalas”.
“¿Puede el Estado ser lo común?”, por Raúl Zibechi
“¿Puede el Estado, que no es lo común sino la expresión de una clase social, tener alguna utilidad para proteger lo común? La comunidad, verdadera expresión de lo común, es la organización humana más adecuada para proteger los bienes comunes. No es casual que allí donde esos bienes han sido preservados es donde predominan los modos comunitarios en sus más diversas formas”.
“Salvar lo público, ensanchar el procomún?, por Antonio Lafuente
“Defender lo público será imposible sin una mayor conciencia de lo común. Lo común, por otra parte, es una forma de gestionar los bienes que son de todos y de nadie al mismo tiempo. Y aquí es dónde se hace más evidente la necesidad de reconfigurar la función pública si es que las administraciones públicas van a seguir siendo un actor decisivo. No hay ninguna posibilidad de defender lo publico sin que evolucione hacia lo abierto”.
P { margin-bottom: 0.21cm; direction: ltr; color: rgb(0, 0, 0); widows: 2; orphans: 2; } P { margin-bottom: 0.21cm; } La realidad que vivimos se ha vuelto tan obscena que la crítica se hace demasiado fácil y amenaza inutilidad. Lo que resulta más complicado es formular lo que queremos (y no digamos ya construirlo en la práctica). Afirmar otra idea de la vida colectiva, sin la cual sólo podemos dar vueltas (más o menos cabreados) en el círculo de lo existente. En su último libro, que es una larga entrevista sobre su obra con el título de El método de la igualdad, el filósofo francés Jacques Rancière vuelve sobre la idea de “socialismo” que ya analizó en sus primeros trabajos sobre el movimiento obrero. Esa vieja idea, ¿tiene aún algo qué decirnos? ¿Podemos redefinirla y reapropiarnos de ella de un modo que sea útil a las luchas del presente? ¿Qué discusiones dispara sobre las relaciones entre lo público (estatal) y lo común (autoorganizado)?
Hay varias maneras de entender aquello que es central a la idea socialista. En el sentido más global podemos decir que la idea del socialismo es la de un mundo que no tiene por principio organizador el interés privado. Como por otra parte sabemos que el interés privado no es, como suele decirse, el interés de todo el mundo, sino el de un pequeño grupo de individuos, esto es lo mismo que decir que la idea del socialismo es la idea de un mundo que no está estructurado por el principio de la búsqueda del máximo beneficio para el capital. Lo cual desde mi punto de vista significa dos cosas.