he conseguido tu película y tu mail a través de mi amigo Gonzalo de Pedro. Escribo en un diario digital y he entrevistado ya a otros dos directores que han realizado filmes sobre el 15-M: Stéphane M. Grueso y Basilio Martín Patino. Estoy muy interesado en seguir cómo cuentan o se cuenta a sí mismo un movimiento como el 15-M que en cierta medida supone también un desafío hacia las formas heredadas de hacer, decir y pensar la política, planteando por tanto muchos problemas sobre lenguaje. ¿Cómo puede aferrarse, comunicarse o prolongarse con imágenes, formas y palabras un movimiento así, sin traicionarlo encajándolo en viejos odres?Stéphane M. GruesoBasilio Martín Patino
Me junté con otros amigos y amigas del 15-M para ver tu película. El grupo es un grupo “muy 15-M”, es decir que desde hace dos años se dedica fundamentalmente a “perseguir el movimiento” en sus distintas fases o metamorfosis. Para todos nosotros el 15-M ha supuesto una gran apertura en las vidas que queremos seguir gozando y prolongando. No sabemos si ver tu película así en grupo, y no un grupo cualquiera sino uno muy identificado con el 15-M, fue una buena o una mala idea, si determina una mirada interesante o no de tu trabajo. Pero se dio así. Y he pensado que en lugar de entrevistarte, lo que voy a hacer es reconstruir los hilos del debate que mantuvimos después de la película, a ver si te dan algo qué pensar o responder o contarnos.
Hubo una primera discusión sobre si la película capta “las esencias” del 15-M o más bien reproduce los estereotipos. Por un lado, vemos la poesía y la emoción del movimiento en rostros y gestos, diálogos y situaciones. Ciertas intervenciones en asamblea, momentos de intimidad cotidiana en Sol, etc. Y también volvemos a sentir el caos mismo del que está hecho el 15-M, la dificultad para orientarse, la improvisación. Por otro lado, vemos lo más espectacular-folklórico del movimiento: el discurso del filósofo anarquista García Calvo en Sol, la actriz que consiguió publicidad para su film desnudándose frente a la policía el 25-S, algunos freaks que siempre consiguen ser el centro de atención, los rostros repetidos de chicas guapas (¡un clásico icono revolucionario!), etc. Ya ves que estuvimos divididos. ¿Qué has seleccionado en el montaje, qué has querido contar?
Hubo una segunda discusión sobre el “romancero del fuego”, la parte sobre el 25-S. Como la película no tiene voz en off, la mirada parece siempre muy libre y azarosa, sin tesis que verificar o exponer. Pero justo en esa parte unos mails nos explican que el espíritu 15-M (la noviolencia, la alegría, etc.) “ha muerto” a porrazos de la policía el 25-S. De pronto un relato cierra tu película: hemos visto un film sobre el nacimiento, el desarrollo y la muerte de un movimiento.
Sin embargo, nos parece que no es así, que el espíritu del 15-M sigue muy vivo en la lucha actual de los médicos (marea blanca) o en el movimiento contra los desahucios (no violencia, lenguajes incluyentes, alegría en la toma de la calle, etc.), y que más bien lo que ha fracasado es cierta pretensión de “tensar y radicalizar el enfrentamiento” que introdujo el 25-S (el 25 de abril se trató de repetir la idea original de asedio al Congreso del 25 de septiembre resultando un gran fracaso de participación y energía). ¿Por qué una película tan abierta y libre, tan poética, se cierra de pronto así, con una lectura “política” tan clara? ¿O es que quizá hemos dado demasiada importancia a la lectura de la situación que ofrecen esos mails (muerte del 15-M, fascismo en ciernes en España)?
Estos son los dos hilos que se cruzaron en nuestra discusión tras ver tu película. Se dieron informal, espontánea, inmediatamente, sin preparación (no conocemos tu cine ni hemos leído otras entrevistas). Es lo que tu película dio que ver y pensar en cierto momento a un grupo de gente que se siente muy implicada en el objeto de tu film. No sabemos si algo de esto te puede dar algo que pensar o que decirnos a ti. Nosotros estaríamos encantados de escucharte al respecto. Ya veremos si también para publicar o compartir con otros o bien sólo para nosotros.
un abrazo, Sylvain, buen trabajo!Amador
Amador
Querido Amador, queridas todas y queridos todos:
en primer lugar, quiero daros las gracias muy sinceramente por vuestro mensaje y por haber no solo visto la película, sino también por haberla comentado entre vosotros y por haber entablado un diálogo conmigo.
Filmar como una manera de estar presente
Mi llegada a España estuvo motivada por la aparición de este “proceso”, que hemos llamado 15M, unos meses después de las revoluciones en el mundo árabe que hoy en día se agrupan bajo el término de “Primavera Árabe”. Un proceso tan único como fundamental, transnacional y transhistórico como se vio más adelante (el 15M de hecho marca el comienzo de las “Occupy” en todo el mundo...), y que reactiva nociones, conceptos e ideas que forman parte de ciertas filosofías y prácticas políticas en Occidente: demos, logos, revolución...
Cuando apareció este proceso, cuando comenzó a tomar forma, mi mirada, como la del mundo entero, se volvió hacia Madrid (de ahí el título del film: Vers Madrid). ¿Qué es lo que estaba sucediendo? ¿Cómo podían varios cientos de personas reunirse de tal manera en asambleas, construir en pocos días semejante “campamento”, una isla utópica, un espacio heterotópico? ¿Estaríamos tal vez ante la primera revolución del mundo occidental en el siglo XXI?
Así que rápidamente tomé la decisión de venir a tratar de ver y entender lo que estaba pasando, para identificar problemas, descubrir nuevas “formas de vida” que podían estar experimentándose. En ningún momento fue mi intención hacer una película. Mi intención era simplemente estar ahí, estar presente para captar y retener ese singular espacio-tiempo que parecía desarrollarse. Sin embargo sí vine con una cámara. La cámara para mí es un instrumento dialéctico. Es una herramienta que me permite estar en contacto con el mundo y conmigo mismo, construir una relación para definir una posición, una postura, y afirmar su singularidad a través de una relación de diálogo con los seres y las cosas. Una herramienta muy necesaria y en la que podemos apoyarnos los que, al igual que yo, toman la decisión de ir como “outsiders” a lugares y espacios en los que las categorías aceptadas, los estereotipos habituales, están totalmente cuestionados o subvertidos, y donde la experiencia de “extrañamiento” se articula y se combina estrechamente con las cuestiones más fundamentales, políticas y metafísicas, ligadas tanto a la conducta de la vida de cada uno como a las condiciones de vida en común, a saber: ¿cómo vivir hoy, con uno mismo y con los demás? Y más concretamente, ¿cómo hacerlo en España, en este momento histórico y político, en mayo de 2011?
Mi llegada a España y a Madrid se produjo en un estado de ignorancia relativa: la ignorancia de la lengua española, de la ciudad, la ignorancia de la vida en esta ciudad, de la gente, la ignorancia del proceso... y las imágenes grabadas se han hecho en total “correspondencia” con el vasto y radical proceso de redefinición de la vida política, de cuestionamiento radical de las prácticas políticas españolas, así como en general de la ideología dominante hoy, el ultraliberalismo; esas imágenes en movimiento, por sus propias condiciones de existencia, marcan, dan cuenta de ese movimiento profundo de interrogación y de redefinición de las categorías de identidad y alteridad.
El trabajo del cine es presentar, no representar
Esta pequeña digresión la hago para aclarar y precisar que, contra lo que podría pensarse, la función de una película no es representar nada; aquí no se trata de alguien que detenta una verdad, la revela y divulga el mensaje. Una película trabaja sobre las fallas y las crisis, y es mediante la puesta en evidencia de este cuestionamiento profundo, de este juego de equilibrio entre lo que alguien ha llamado el ser y el no-ser, que se revela lo que el film puede tener de profundo o subversivo, de profundamente revolucionario o peligroso para el orden establecido. No hay fundamento, no hay una verdad absoluta, y es la necesidad de raíces lo que puede conducir al juego permanente de luz y oscuridad, del encuentro y del movimiento, como también al conservadurismo más craso, a las fronteras más fortificadas, a la represión más sangrienta.
Un film, por lo tanto, hace un trabajo de presentación, no de representación. De “presentación”, en el sentido de que la imagen es la traducción del diálogo que se establece entre el cineasta, los seres y las cosas. Y no de “representación”, como si la película pudiera erigirse fielmente, demagógicamente, en “portavoz” de las personas o de los sucesos filmados.
Con los medios con los que he contado al filmar, he tratado de identificar, de comprender y de aprehender, el proceso del 15M. El film trata de “presentar”, no las cosas tal y como habrían sido, sino tal y como yo las he percibido. Presenta –y la cuestión de la exhaustividad no tiene, evidentemente, ninguna pertinencia aquí- “escenas”, “momentos políticos”, en el sentido en que puede entenderlo el filósofo Jacques Rancière cuando dice: «Un momento político no es simplemente una división del tiempo, es el impulso que desencadena o desvía un movimiento: no una simple ventaja tomada por una fuerza que se opone a otra, sino un desgarro del tejido común, una posibilidad de mundo que se hace perceptible y pone en cuestión la evidencia de un mundo dado».
Una política hecha de cuerpos y afectos
Así, la película presenta algunos “momentos políticos” entre mayo de 2011 y septiembre de 2012. Estos momentos o escenas se detallan en tres cortes que circunstancian tres grandes momentos, cortes que he hecho arbitrariamente. (Por supuesto, se entiende que el proceso del 15M, 25S, 29S... no puede ser circunscrito y limitado por este montaje. Y precisamente porque los cortes son flagrantes la película se deja ver en toda su evidencia como lo que es: una presentación del proceso experimental y político y no una representación del proceso tal y como ha sido o debería ser).
En el primer corte, en mayo de 2011, se presta atención a las distintas formas que puede adoptar este proceso político experimental. Por ejemplo, los diferentes registros de la palabra política y sus modalidades, tales como las tomas de palabra espontáneas a través de las cuales las personas expresan en voz alta, a menudo por primera vez, su ira, rabia, desesperación o experiencias de vida; las reuniones de las comisiones en las calles adyacentes a la Puerta del Sol y las intervenciones públicas (un ejemplo de intervención: la del filósofo Agustín García Calvo, que firma una de sus últimas intervenciones públicas después del compromiso político de una vida en contra del franquismo, etc. No se trata de una intervención “folk”, sino una intervención “transhistórica”, basada en la transmisión entre las generaciones y entre las épocas. Una intervención que acabará siendo testamentaria), las asambleas generales, etc.
También se destaca la dimensión “afectiva” del proceso (agradecimientos, efusiones de alegría, etc.), como categoría política desarrollada en el proceso del 15M. De hecho, muchas personas de diferentes generaciones que vivieron el franquismo y el post-franquismo tienen una representación de sí mismas totalmente devaluada, cuando no directamente destruida, por los sucesivos fracasos profesionales, etc. En la ideología ultraliberal, un desempleado es una persona no apta para trabajar y no una persona sin trabajo. En el proceso del 15M son elementos centrales la sensibilización mediante las tomas de palabra y los intercambios de experiencias, así como la recuperación de la confianza y la restauración de la integridad física y psicológica, frente al confinamiento de las problemáticas públicas en la esfera privada y su corolario, el desarrollo de la culpa en los más “frágiles”.
La celebración, la ebriedad, también son componentes importantes del proceso, en el sentido de que ponen de relieve otra relación con el mundo y el cosmos que marca y fortalece a las personas que participan en el 15M, estigmatizadas por aquellos en el poder y los periódicos afines (“perroflautas”, etc.). Así que hay momentos de alegría, de belleza, que son experiencias colectivas eminentemente políticas. Los cuerpos y las mentes se liberan, resplandecen. En las imágenes de jóvenes bailando, besándose o escuchando las tomas de palabra no hay pues exotismo ni construcción de figuritas icónicas. La celebración y la embriaguez traducen plásticamente las experimentaciones y la búsqueda de nuevas formas de vida que se deja leer en los cuerpos y en los rostros.
En los cuerpos se lee, obviamente, la dimensión biopolítica de las políticas oficiales. El cuerpo desnudo en una manifestación, confrontado directa o indirectamente con la armadura policial, designa la desigualdad en las relaciones de fuerza, así como la creación por parte del poder de una zona gris entre la excepción y la regla, donde las personas son reprimidas, privadas de sus derechos más básicos, reducidas a la vida desnuda. Que se trate de cuerpos de “freaks”, como vosotros decís, o del de una actriz que despliega estrategias de reconocimiento (cosa que yo ignoraba), es secundario al proceso en el que se enmarcan. No puede haber una cuestión de “cuerpo puro” o “impuro”. Este tipo de distinción no funciona. Que este proceso esté formado por personas muy diferentes y que responden a distintas motivaciones, conscientes o no, no hace sino enfatizar y fortalecer el poder del proceso, las dificultades inherentes a la construcción de una lucha colectiva, las condiciones de la vida en común y el mérito de los que participan en ella de forma más o menos activa.
Un diálogo con los acontecimientos, las personas y las cosas
El segundo momento político evidente en la película, mayo de 2012, da cuenta del aniversario del proceso, las leyes de excepción aprobadas por el gobierno para prevenir una nueva ocupación de la plaza y la represión que sale al encuentro del proceso en marcha. Y el tercer momento, septiembre de 2012, da cuenta de la extrema represión por parte del gobierno en el poder, al tiempo que de la continuidad del proceso, sus “fluctuaciones”, sus etapas recorridas...
El tratamiento cinematográfico de este último momento integra una correspondencia que tuve ocasión de mantener con alguien a quien yo no conocía pero que conocía mi trabajo y que al enterarse de que yo estaba trabajando en el 15M, me pidió que le contara un poco lo que estaba haciendo, o construyendo, al respecto. A su vez me dio su opinión sobre el proceso del 15M, 25S, 29S, etc. Tuve la idea de tomar en consideración estos correos en tanto que documentos. ¿Estaba yo pensando que esta persona y sus mensajes representaban el estado de ánimo de las personas involucradas en el proceso, el clima reinante en España, la verdad absoluta? ¿Inducen acaso a una lectura unilateral del proceso? La respuesta es no. Era el punto de vista de alguien que se había dirigido a mí y que me pareció interesante -una opinión que luego fue “discutida” más adelante en la película mediante imágenes del evento 29S, en el que se leyó una larga declaración que indicaba claramente el camino recorrido desde mayo de 2011, cómo las personas aprendieron a organizarse contra los desalojos, a hablar con los medios de comunicación, etc-. Aquella declaración señalaba más que nunca que el 15M es un proceso todavía en marcha, cuya eficacia hay que “medir”, por lo tanto, en el corto, medio y largo plazo. Un proceso o medio sin fin. Y que en consecuencia, por esa razón, no puede morir.
Del mismo modo, al mismo tiempo un amigo me escribía algunos correos impactantes en los que expresaba sus pensamientos sobre lo que estaba pasando en España; mails que también decidí considerar como documentos históricos e integrarlos en la película. No porque estos mensajes representen el 15M, 25S, 29S..., sino porque daban cuenta de manera inteligente y punzante de las sensaciones de un hombre joven en la España de la década del siglo XXI, al tiempo que informaban sobre las leyes de excepción promulgadas por el Gobierno.
Como se ha señalado ampliamente más arriba, una persona no representa a nadie más que a sí misma. Pasa exactamente lo mismo con una película. Un film, lo repito una vez más, no representa a nadie más que a su autor. Es una presentación, afortunadamente subjetiva, de los acontecimientos, las personas y las cosas con las que el director ha participado en un diálogo.
Cine de contra-actualidad
Este problema de la representación (política) es la pregunta central, primordial, crucial que el proceso del 15M plantea al poder instituido. Este es el núcleo de la crítica radical contra las prácticas políticas contemporáneas llevada a cabo por el proceso del 15M: “No nos representan.” Ahora bien, la problemática en torno a la representación política se articula también, evidentemente, cuando la representación es de tipo simbólico.
Como os habréis dado cuenta, la película actualiza una forma cinematográfica comúnmente llamada newsreel y practicada por cineastas como Robert Kramer, Jean-Luc Godard, etc. Se trata de una forma cinematográfica que retoma el principio de los “informativos”, pero fijándose en aspectos ignorados o estigmatizados por los media dominantes. Películas, por lo tanto, “contra-informativas”.
A través de la noción de noticia, de aquello que es actual, inmediato, que forma parte de lo contemporáneo más extremo, aparece de manera dialéctica la noción de “inactualidad”, de extemporaneidad, lo que viene de lejos, lo que está en suspenso, a la espera, imprescriptible, y que sin embargo las categorías aceptadas, los poderes reinantes, se empeñan en apagar, asfixiar, proscribir.
Tal es el poder del proceso del 15M, 25S, 29S: el haber puesto en juego, a cada instante, campos de tensión por los que las categorías de identidad y alteridad, clases sociales y políticas quedan subvertidas; y el haber ofrecido condiciones de posibilidad para experiencias nuevas que se abren a nuevos reordenamientos y reconfiguraciones políticas y simbólicas.
Este es el poder creador y destructor de este proceso, que hace de cada segundo un singular espacio-tiempo en el que se reconoce y celebra el derecho a la existencia de las personas y las cosas.
Un proceso como un gesto soberano, un medio sin fin, en construcción permanente.