El 2 de marzo las tropas rusas rodearon esta ciudad portuaria, ubicada en la orilla del mar de Azov, y desde entonces han impedido la evacuación de civiles y han bombardeado sus refugios
El asedio a la ciudad de Mariúpol comenzó a finales de febrero, poco después de los primeros ataques en Kiev y Járkov. Desde entonces, los habitantes de la ciudad no han tenido acceso a agua corriente, electricidad o calefacción. Este lunes Ucrania ha rechazado entregar a las tropas rusas el control de la ciudad portuaria, donde cientos de miles de civiles siguen atrapados y sin posibilidad de escapar a través de corredores humanitarios. Rusia había pedido a las autoridades de Mariúpol deponer las armas a cambio de dejar de impedir el funcionamiento de dichos corredores. Los que abandonan la ciudad primero deben huir de Mariúpol en coches privados hasta Berdiansk, rumbo a Zaporiyia. Las autoridades locales de Mariúpol también han denunciado deportaciones forzosas de vecinos de la ciudad hacia Rusia.
2 de marzo
El día 2 de marzo las autoridades de la ciudad, ubicada al sur de Ucrania y cerca de la frontera con Rusia, dijeron a la BBC que temían que hubiera un gran número de muertos tras horas y horas de bombardeos. Los tanques rusos habían rodeado la ciudad y emprendieron sus ataques diarios en las afueras del oeste y del este.
La situación empeoró rápidamente. Aunque la ofensiva rusa llegó antes a Kiev, que todavía resiste, y a Járkov, los ataques contra el enclave en el mar de Azov no han cesado desde entonces. Desde aquel momento, Mariúpol es una ciudad sitiada donde hay cortes eléctricos, de agua y de comunicaciones, y también falta de alimentos.
Antes de esta fecha, según el relato del periodista de la agencia de noticias Associated Press (AP) Mstyslav Chernov –uno de los pocos periodistas que han podido cubrir la guerra desde Mariúpol–, buena parte de la población dejó la ciudad cuando todavía era posible. Muchos no terminaban de creerse que iba a estallar la guerra contra Rusia.
Ahora, la gente solo puede huir en coches privados puesto que los corredores humanitarios negociados nunca han llegado a funcionar, aunque sí que se han establecido rutas desde ciudades como Berdiansk rumbo a Zaporiyia. Las fuerzas rusas no han permitido que los convoyes de ayuda humanitaria o los autobuses para evacuar a civiles lleguen a la ciudad, por lo que los vecinos se cobijan en todo tipo de refugios antiaéreos y huyen en vehículos privados hasta otros puntos del país.
9 de marzo
Las tropas de Vladímir Putin atacaron un hospital infantil y centro de maternidad de la ciudad. Las imágenes captadas por los dos únicos periodistas que trabajaban para un medio internacional, la agencia de noticias AP, en Mariúpol y pudieron fotografiar la evacuación y los restos del hospital dieron la vuelta al mundo. Varias mujeres salían como podían del centro hospitalario, en ruinas tras el bombardeo ruso.
Aunque después el Kremlin lo negó, Rusia había atacado a civiles dentro de un hospital. Muchas de las personas que aparecieron ensangrentadas en las imágenes eran mujeres embarazadas que estaban a punto de dar a luz o acababan de ser madres. Las imágenes captadas por Mstyslav Chernov y Evgeniy Maloletka son ya uno de los símbolos de la guerra.
10 de marzo
Tras el ataque en el hospital, aparecieron las fotografías de fosas comunes que se encuentran a las afueras de la ciudad portuaria. No había tiempo que perder y los vecinos y trabajadores se afanaron en excavar rápido aquellas zanjas en la tierra helada para pasar el menor tiempo posible al descubierto, según el relato de Chernov y Maloletka.
La Cruz Roja describió la situación de la ciudad como “apocalíptica”. Sin electricidad, calefacción ni agua a causa de los bombardeos rusos, su teniente de alcalde aseguró en una entrevista a the Guardian que las acciones rusas eran un “genocidio” por atacar a objetivos civiles. Como prueba, enumeró los estallidos contra zonas residenciales, el hospital de maternidad bombardeado, el principal edificio de servicios administrativos de la ciudad y la gigantesca fábrica metalúrgica Avostal, en la que habían llegado a trabajar 11.000 personas.
“Han utilizado aviación, artillería, lanzacohetes y otro tipo de armas que ni siquiera conocemos (...) Esto es un crimen de guerra y puro genocidio. Vladímir Putin quiere capturar Mariúpol sin importar el coste humano”, añadió.
16 de marzo
Exactamente una semana después del ataque contra el hospital, Rusia bombardeó un teatro en Mariúpol, donde se refugiaban cientos de civiles, según las autoridades ucranianas. En vídeos previos al ataque, se podía observar a cientos de personas a cubierto en los sótanos del teatro, aguardando de pie y a oscuras.
El Ayuntamiento de la ciudad denunció que las tropas rusas habían destruido “deliberada y cínicamente” el Teatro Dramático. Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso también negó estas acusaciones.
El mismo día, el gobernador de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, acusó a las fuerzas rusas de un bombardeo contra una piscina pública, lugar en el que también se cobijaban civiles.
20 de marzo
Este domingo, las autoridades locales de Mariúpol denunciaron que el Ejército ruso había bombardeado una escuela de arte en la que se refugiaban otros 400 civiles. “La mayoría eran mujeres y niños, ancianos. Están bajo los escombros. No sabemos cuántos están vivos en este momento”, dijo por la noche el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
21 de marzo
Este lunes, Moscú lanzó un ultimátum a Kiev para que el Ejército ucraniano y las autoridades locales entregaran las armas en la ciudad a cambio de abrir corredores humanitarios.
Ucrania rechazó la rendición y los bombardeos han continuado, golpeando a diario la ciudad que lleva semanas acorralada. Los cadáveres se acumulan en las calles. Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de que los corredores no funcionen desde el lugar y el Parlamento ucraniano ha denunciado que Rusia está bombardeando a los autobuses que tratan de evacuar a niños desde Mariúpol.
Mariúpol es una ciudad sitiada desde hace tres semanas. Entre 100.000 y 200.000 civiles siguen atrapados en la ciudad, que es bombardeada a diario, informaThe Guardian. Las autoridades locales han confirmado que el 80% de las infraestructuras han sido destruidas y en muchos casos no podrán ser reconstruidas, y calculan que durante los ataques han muerto más de 2.300 personas.
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