Apenas 70 días pudo sostenerse el primer Gobierno del presidente de Perú, Pedro Castillo, quien este miércoles decidió cambiar a 7 ministros, incluido el polémico primer ministro, Guido Bellido, y así marcar un alejamiento con el marxista partido Perú Libre, y especialmente con su líder, Vladimir Cerrón.
Después de poco más de dos meses de un tenso pulso interno entre el ala moderada y el ala radical del Ejecutivo, Castillo ha optado por quedarse aparentemente con los primeros y prescindir de los segundos, varios de ellos en el punto de mira de la oposición para ser censurados en el Parlamento.
Esta situación la personifica Bellido, hombre de plena confianza de Cerrón y protagonista de una serie de episodios que suponen las claves de esta rápida caída del primer Consejo de Ministros de Castillo.
El Twitter de Bellido
Desde que de manera sorpresiva e inesperada Castillo lo designase como su primer ministro, Bellido, quien está investigado por la Fiscalía por presunta apología al terrorismo, usó las redes sociales para tomar las riendas del Gobierno y hacer importantes anuncios que habitualmente le corresponderían al presidente.
Así, aprovechando el silencio y por momentos pasividad del mandatario, Bellido se permitió el lujo de enseñar la puerta de salida del Ejecutivo al ministro de Relaciones Exteriores, Óscar Maúrtua, e incluso tomó la iniciativa casi a título propio de revisar los contratos del yacimiento de gas de Camisea.
El Twitter de Cerrón
También desde Twitter, Cerrón no contribuyó a la conciliación interna del Gobierno con alusiones directas a los ministros ajenos a su partido, como es el caso del titular de Economía y Finanzas, Pedro Francke, al que rechazó por considerarlo “neoliberal”.
Para Cerrón, un médico formado políticamente en Cuba y exgobernador de la céntrica región de Junín condenado por corrupción, Perú Libre era el ganador de las elecciones y, por lo tanto, veía como intrusos en el Gobierno a ministros de otros partidos de izquierda que apoyaron a Castillo en la campaña.
“El cambio de gabinete debe excluir a derechistas, 'caviares' (izquierda acomodada) y traidores. Es momento de que Perú Libre exija su cuota de poder, garantizando su presencia real o la bancada tomar posición firme. Nuevo Perú y Frente Amplio ya fueron servidos”, escribió este miércoles Cerrón.
El chat de Perú Libre
La gota que colmó el vaso fue la revelación la pasada semana por el medio virtual Epicentro TV de un chat del grupo parlamentario de Perú Libre donde Cerrón y el propio Bellido pedían a la bancada que sacase un comunicado en el que exigieran la destitución de Maúrtua.
La conversación revelaba una cercana comunicación entre Cerrón y Bellido con el objetivo de conspirar contra Maúrtua, el segundo canciller del mandato de Castillo tras haber reemplazado a Héctor Béjar, quien dimitió en las primeras semanas del Gobierno por unas controvertidas declaraciones sobre la Armada peruana.
Inminente censura
Otro de los ministros reemplazados es el de la cartera de Trabajo, Iber Maraví, quien es muy cercano a Castillo y aprobó la inscripción del sindicato de trabajadores de la educación fundado por el gobernante.
Sin embargo, Maraví parecía tener los días contados en el Gobierno ante una inminente censura promovida por la oposición en el Congreso tras difundirse su nombre en unos documentos de interrogatorios policiales de los años 80 en los que se le vinculaba con Sendero Luminoso.
“Ya tenemos en agenda la censura a Maraví y ahora creo también toca una interpelación a Bellido”, había dicho horas antes Keiko Fujimori, perdedora de las elecciones frente a Castillo y líder de la oposición.
Disparidad de género
El cambio de ministros también permitió incrementar a cinco la residual presencia femenina en el Ejecutivo peruano, donde hasta ahora tenía dos mujeres de un total de diecinueve ministerios: la vicepresidenta y ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Dina Boluarte; y de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Anahí Durand.
A ellas se les suma ahora la nueva primera ministra, Mirtha Vásquez, la congresista de Perú Libre Betssy Chávez, una de las más críticas contra Cerrón y Bellido; así como la activista por los derechos humanos y memoria histórica Gisela Ortiz.