Más contagios que en China y millones de empleos perdidos dinamitan el optimismo de EEUU contra el virus
La semana en Estados Unidos arrancaba con un Donald Trump optimista ante las crecientes medidas de aislamiento en los estados por la epidemia de coronavirus. “Me encantaría tener el país abierto y en funcionamiento para (el domingo de) Pascua”, afirmó, insistiendo en que hay que reactivar la economía estadounidense. Esa misma semana ha terminado con el mayor paquete de emergencia económica aprobado en la historia del país.
Mientras muchas miradas seguían puestas en la evolución de Europa y China, las palabras de una portavoz de la OMS desviaban la atención hacia EEUU: “Estamos observando una gran aceleración de los casos allí”. Preguntada sobre si el país podía convertirse en el nuevo epicentro de la pandemia, que de momento sigue en territorio europeo, respondió que la tendencia registrada indicaba que “tiene ese potencial”.
Este jueves, llegó el dato demoledor. La tercera nación más poblada (330 millones de habitantes) y primera economía mundial se convertía en el país que más casos totales de COVID-19 ha notificado a nivel global, por encima de China y de Italia, que este viernes también ha superado al gigante asiático. En total, en Estados Unidos han dado positivo más de 100.000 personas, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore. Cerca de 1.600 han fallecido, de acuerdo con sus datos, actualizados este viernes.
Estados Unidos fue uno de los primeros países en diagnosticar y hacer público un caso fuera de China en los comienzos de la epidemia de COVID-19. Lo hizo el 21 de enero, en Seattle. Se trataba de un hombre en la treintena que había regresado recientemente de la ciudad de Wuhan, que entonces solo apenas había contabilizado seis fallecimientos. “Lo tenemos totalmente bajo control, todo va a salir bien”, dijo el presidente Donald Trump en una entrevista en la CNBC.
Casi un mes después, las autoridades comenzaron a investigar el primer caso de posible transmisión comunitaria en California, es decir, sin historial de viajes a zonas de riesgo o exposición al virus. “Va a desaparecer. Un día -es como un milagro- desaparecerá”, afirmó Trump entonces, mientras se elevaban las voces que alertaban del riesgo de la propagación del virus en todo el país.
El 1 de marzo, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) llevaban acumulados 50 casos en su registro. Por aquellos días, las principales críticas a la gestión del brote se centraban en el escaso número de test practicados y la distribución de kits de prueba defectuosos. Desde entonces, el número total de personas que han dado positivo se ha disparado, sobre todo desde mediados de mes, hasta superar los 85.000 esta semana. Un aumento rápido que diarios como The New York Times atribuyen al incremento de las pruebas así como a los fallos en los esfuerzos de contención y la propagación del virus.
Pero no todos los estados han detectado el mismo nivel de contagios. Nueva York es, de lejos, el que más positivos han contabilizado, casi la mitad de los conocidos en todo el país, cerca de 45.000 y 519 muertes, con cifras de este viernes. El gobernador Andrew Cuomo lo ha atribuido a la mejora en la capacidad de prueba, que se aumentó a unos 16.000 test diarios. En la ciudad de Nueva York, la más poblada del país, se describen escenas similares a las que se viven en España o Italia, con carencia de equipos médicos y hospitales desbordados mientras reciben a un aluvión de pacientes. Este viernes, Cuomo ha ha prolongado el cierre de escuelas dos semanas más, hasta el 15 de abril. Hace una semana, cuando el volumen de casos se situaba en unos 7.000, ordenó a los trabajadores de servicios no esenciales que se quedaran en casa.
Nueva York registra seis veces más casos que el segundo estado más afectado, Nueva Jersey, seguido por California, Washington y Michigan. Preocupa, también, el repentino aumento de los casos en Luisiana. También, uno de los patrones que se están dando, los contagios en residencias de ancianos. Desde la Casa Blanca se recomienda a los ciudadanos que pongan en práctica medidas de distanciamiento social para contener el virus. Pero gobernadores de todo el país han tomado medidas más drásticas, emitiendo órdenes similares a la de Nueva York. Según el recuento de la CNN, a finales de esta semana, cuando entren en vigor un total de 23 órdenes estatales, se pedirá a más del 50% de la población del país que se quede en casa.
Más de tres millones de parados en una semana
Las consecuencias del parón económico debido al brote empiezan a ser tangibles, como en otros países afectados. Las cifras de desempleo se han disparado en marzo debido, con un incremento sin precedentes a 3,28 millones de solicitudes de prestaciones por la pérdida del trabajo la semana pasada, frente a 281.000 solicitudes registradas la semana anterior.
Este viernes, la Cámara de Representantes ha aprobado el paquete de estímulo económico de más de 2 billones de dólares pactado por demócratas y republicanos para tratar de contener el impacto económico de la epidemia. Incluye préstamos para empresas, una ampliación de la cobertura por desempleo y el pago directo de dinero en efectivo a familias. Durante el debate ha habido intervenciones sonadas, como la de la congresista demócrata Alexandria Ocasio Cortez. “¿Por qué luchó la mayoría del Senado?. Uno de los rescates corporativos más grandes con la menor cantidad de compromisos posibles en la historia estadounidense. ¡Vergonzoso!”, ha dicho la legisladora neoyorquina.
El plan ya ha sido firmado por el presidente del Gobierno para entrar en funcionamiento. “Nos ha golpeado un enemigo invisible y nos ha golpeado con fuerza”, ha dicho Trump durante el acto en la Casa Blanca.
La respuesta de la administración Trump a la propagación de la enfermedad ha sido ampliamente criticada. Ha tomado algunas medidas como vetar la entrada a ciudadanos chinos, declarar la emergencia nacional y vetó los vuelos procedentes de Europa. Pero el presidente ha sido cuestionado por sus afirmaciones, por restar importancia al virus o por la lentitud en la que ha reaccionado a la propagación de la enfermedad. También ha insistido en referirse al coronavirus SARS-CoV-2 como el “virus chino”, algo que ha añadido tensión en las relaciones con el gigante asiático y a pesar de que la OMS ha sido clara en rechazar denominaciones que hagan referencia a orígenes o personas para evitar el estigma.
“Cuando la epidemia golpeó, Trump la ignoró, le restó importancia e hizo repetidas afirmaciones falsas. Incluso ahora, dice tonterías burdas sobre el reinicio de la economía para la Pascua, cuando los expertos en salud pública dicen que la amenaza va a persistir por mucho más tiempo”, sostiene Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia, en este artículo para CNN.
Esta amenaza se enfrenta, además, en un modelo sanitario privatizado y desigual de EEUU, que según han insistido muchos especialistas, es un factor de riesgo en la lucha contra la expansión del coronavirus. “Trump es profundamente culpable, pero no es la única razón de la triste situación de EEUU frente a esta epidemia. Nuestro sistema sanitario con fines de lucro gana dinero con la enfermedad, no con la salud. En cambio, tenemos un sistema que funciona para los ricos, en lugar de un sistema de salud pública para todos los estadounidenses que pueda anticiparse y controlar nuevos patógenos a través de pruebas, rastreo de contactos y cuarentena”, sentencia Sachs.
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