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ENTREVISTA | Embajador de Italia en España y nuevo secretario general adjunto de Asuntos Económicos de la diplomacia europea

Stefano Sannino: “Europa tiene que reconocer sus errores en la gestión de la crisis económica para no volver a repetirlos”

Stefano Sannino, embajador de Italia en España

Ignacio Escolar

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Italia es un país donde la inestabilidad política es casi la norma, y eso se nota en cómo funciona su administración. El embajador de Italia en España, Stefano Sannino, fue nombrado en 2016. Desde entonces, su país ha cambiado cuatro veces de Gobierno, pero no por ello ha cambiado de embajador.

Tras terminar su mandato en Madrid, dentro de unas pocas semanas, Sannino regresa a Bruselas, donde ya trabajó en distintos puestos de la Comisión Europea. Josep Borrell lo ha nombrado como nuevo secretario adjunto de Asuntos Económicos y Globales del Servicio Europeo de Acción Exterior.

Usted llegó a Madrid como embajador de Italia en el año 2016. Desde entonces, en España hemos tenido cuatro elecciones en cuatro años, una moción de censura y probablemente la época de mayor inestabilidad política de la historia reciente. ¿Nos hemos italianizado?

No es solo España. Los gobiernos muy estables que existían antes han cambiado de piel. La vida política va mucho más rápida, nacen y se desarrollan nuevos movimientos, y eso ha generado una inestabilidad más fuerte. Es general en todos los países. Pero es verdad que España, en estos años, ha tenido que enfrentarse a un cambio bastante radical. ¿Eso es como Italia? No lo sé. Pero es mucho más complejo.

Es verdad que en Italia nos hemos acostumbrado desde hace mucho más tiempo a cambios muy rápidos de gobiernos, donde la administración y los cuerpos intermedios se quedan, y permiten que el país pueda seguir trabajando. Esto, efectivamente, es una característica muy italiana.

Con la experiencia que tiene Italia de gobiernos de coalición, ¿se atreve a dar un consejo al nuevo Gobierno?

Sinceramente no creo que haga falta, creo que lo están llevando muy bien. No veo problemas de relación entre los dos partidos.

Si un amigo italiano le pregunta hacia dónde va España, ¿cómo se lo resume?

Creo que España tiene un elemento muy positivo: su vitalidad. Es la gran fuerza de España, en general, y también en este momento.

Y cuando un amigo italiano le pregunta qué está pasando en Catalunya, ¿qué le responde?

Que es complicado de explicar.

Usted lo conoce bien, su marido es catalán.

Sí, es de Barcelona. Hace años que no vive allí, pero tenemos buenos amigos. Yo creo que se ha producido una fractura en el interior de la sociedad catalana muy fuerte y se ha producido otra fractura entre Catalunya y el resto de España. El esfuerzo ahora debería ser para recomponer estas fracturas, y lograr que la sociedad catalana, con sus diferencias e ideas, pueda seguir conviviendo dentro de España.

¿Qué le parece el plan del Gobierno de Pedro Sánchez de intentar un diálogo con Catalunya?

Para recomponer esa fractura y evitar que la situación se rompa más, hay que trabajar. Me parece que es complicado y entiendo que va a tener un precio político, pero es lo que en este momento se necesita.

¿Se ha acercado en este tiempo el independentismo a su embajada para explicarles su versión de lo que está pasando en Catalunya?

Sí, lo han hecho. Pero no es nuestro papel ponernos de mediadores.

¿En qué consiste su nueva responsabilidad en la diplomacia europea, como nuevo secretario general adjunto para Asuntos Económicos y Globales del Servicio Europeo de Acción Exterior?

El SEAE es un servicio que tiene que dar coherencia a la acción exterior de la Unión Europea. Esto significa, por un lado, ayudar a que los estados miembros se pongan de acuerdo sobre los distintos temas de política exterior; como se dice en Bruselas, “para que la música que se canta sea armoniosa”. Y por otro, por que haya coherencia en las dimensiones externas de las políticas que maneja la Comisión Europea, como migración, comercio exterior, energía o medio ambiente. Sin olvidar la necesidad de tener una relación fluida con el Parlamento Europeo, que tiene una influencia muy grande en el proceso de toma de decisión. Mi nuevo trabajo consiste esencialmente en crear las condiciones para que pase todo esto y que la acción exterior de la Unión Europea tenga coherencia y pueda ser eficaz y efectiva. Complejo pero apasionante.

En su opinión, ¿cuál es hoy la principal prioridad de la diplomacia económica europea?

La Unión Europea ha apostado mucho por los temas medioambientales y de cambio climático. Esta va a ser una gran prioridad. Pero no podemos olvidar el trabajo que se tiene que hacer en los temas del sector digital y de la inteligencia artificial, ni tampoco lo que tendremos que hacer en tema de migración. Y no sigo, porque el riesgo es que la lista se haga demasiado larga.

¿Cómo le explicaría las bondades de la Unión a un euroescéptico?

La Unión Europea ha hecho cosas mal a lo largo de los años, pero no hay que olvidar lo que ha representado a lo largo de estas seis décadas. Es un proyecto que ha logrado la paz y esto es muy importante: hemos tenido en estos años guerras muy cerca, en los Balcanes y en Oriente Medio. Ha sido un factor de crecimiento muy importante para todos: económico, social y humano. Aún no ha creado un 'demos' europeo, pero ha ampliado la circulación de las personas. Los jóvenes se mueven mucho más que sus abuelos y la UE ha creado para ellos un espacio de desarrollo personal mucho más amplio. Y ha permitido a la agricultura europea, con todos sus problemas, competir internacionalmente, entre otras muchas cosas.

La Unión Europea, como decía Federica Mogherini (la anterior alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores), está pensada para el buen tiempo y no tanto para cuando hace malo. Eso también es verdad. No es una estructura pensada para gestionar crisis, porque para gestionar crisis necesitas una respuesta rápida, y la Unión Europea no lo es. Por su propia naturaleza: es como un gran transatlántico. El gran tema es cómo gestionar esta gran maquinaria con los tiempos actuales, que exigen ser más rápidos.

Las múltiples crisis, que hemos vivido desde el año 2007 hasta hoy, han generado una reacción muy negativa en nuestras sociedades. No quiero criticar a nadie en particular, pero es verdad que en lugar de tener políticas anticíclicas, que pudieran ayudar a la economía a salir de la crisis, hemos hecho políticas procíclicas, que nos han hundido aún más.

La primera parte de la gestión de la crisis económica por parte de la Unión Europea no fue la más acertada.

Esto yo creo que tenemos que reconocerlo porque, si no lo admitimos, es un problema tanto con nuestros ciudadanos como en el futuro. Porque, si llega otra crisis, vamos a cometer los mismos errores.

También hemos tenido una crisis migratoria muy fuerte, y eso también ha generado una factura en el interior de la Unión Europea. Sinceramente, si uno mira los números de forma fría, nunca han sido devastadores. El único momento de crisis real fue la llegada masiva de los refugiados sirios a Alemania a través de Grecia y los Balcanes. Eso sí fue un impacto increíble, pero en el resto de los casos, la política ha amplificado mucho la crisis migratoria. Sin embargo, la percepción de los ciudadanos vale tanto como la realidad. Si tu percepción es que la Unión Europea no lo ha sabido gestionar es tanto como pensar que la Unión Europea no tiene la capacidad de responder a tus problemas. Y estamos en un momento en el que la UE tiene que tener la fuerza y la capacidad de acercarse mucho más a las personas y desarrollar políticas que tengan un impacto más positivo sobre la sociedad. No solamente ser percibida como una maquinaria que te está pidiendo sacrificios.

Uno de los momentos más difíciles de su trabajo como embajador de Italia en España fue la crisis abierta entre ambos países por el Open Arms. ¿Cree que su Gobierno gestionó adecuadamente aquella situación?

La presión migratoria que Italia ha asumido a lo largo de los años había creado una situación muy compleja en Italia. Y en este punto tengo que dar las gracias al ministro de Exteriores de la época, Josep Borrell, porque desde el principio intentó ayudar, diciendo que 'no podemos compartir la metodología que está utilizando el Gobierno italiano, pero están poniendo sobre la mesa un problema de verdad de una falta de solidaridad entre los europeos'. En Europa se ha hecho un esfuerzo muy grande con la cooperación con los países de origen y de tránsito de los flujos migratorios, pero no se ha hecho ningún esfuerzo para compartir el peso de los migrantes que llegan a las costas de los países que están en primera línea.

¿Cree que Europa no ha sido solidaria con los países que estaban en la frontera sur?

No, porque no ha interpretado el tema de la migración como un tema europeo. En el caso de los refugiados, de las personas que huían de la guerra, sí lo ha hecho. Pero con los migrantes económicos, las personas que buscan una vida mejor, Europa ha dicho 'como no son refugiados, esto no me toca'. Y la frontera exterior es Italia, es España, es Malta, es Grecia… Los Estados miembros de la Unión Europea tienen que asumir que el fenómeno migratorio es un problema de todo el continente, no solo de los países de la frontera.

Pero más allá del problema europeo, de cómo gestionamos la inmigración entre todos los países, hay una crisis humanitaria. Cientos de personas mueren cada año en el Mediterráneo intentando llegar a Europa. ¿No deberían los países de la frontera tratar esta cuestión de forma más humanitaria?

De forma personal, creo que tendríamos que buscar canales legales para la migración. En este momento toda la discusión está focalizada sobre cómo se puede evitar o rechazar a las personas que llegan y no tienen derecho a entrar en Europa. Pero la migración es parte natural de la vida y tenemos que ver cómo gestionarlo de forma digna. Y creo que la única manera es crear canales regulares de migración.

¿Qué va a pasar en la Unión Europea tras el Brexit? ¿Es un fracaso con el que la UE va a quedar más débil o es una oportunidad para avanzar hacia una integración mayor?

La salida de un Estado miembro de la Unión Europea siempre es una cosa negativa. Significa que algo no ha funcionado como tenía que funcionar. Dicho esto, cada uno tiene que asumir sus responsabilidades y creo que los ciudadanos británicos que han votado por el Brexit son, más que el resto, quienes tienen que asumir lo que han decidido.

¿Puede ser el Brexit una oportunidad para la UE? Quizás sí. Porque el papel del Reino Unido en algunas políticas ha sido muy negativo.

Muchos de los intentos de mayor integración europea los ha parado el Reino Unido.

Sí. Por ejemplo, en la defensa común. Es algo impresionante lo que ha ocurrido en los últimos tres años en la cooperación en el sector militar.

¿Es sostenible a largo plazo en Europa una unión económica sin una mayor unión política?

No. No es posible. Al final tendremos que tener una mayor unión política, porque tú no puede tener una unión monetaria si no hay también una unión fiscal. Y eso, necesariamente, te lleva a una unión política. Pero no todos los Estados miembros están listos para una unión así.

¿Hay mucha diferencia por países? Porque probablemente la mayoría de los españoles no tendrían problema con una mayor unión política pero la opinión no es la misma entre franceses o alemanes.

Sí. Hay diferencias entre las tradiciones nacionales, en cómo lo viven políticamente. Necesitas tiempo para que todo el mundo acepte la idea. Lo importante es tener claro el sentido de la orientación. Es como si yo te digo 'vamos al Polo Norte' y no todo el mundo está de acuerdo. Así que, por el momento, vamos a ir simplemente al norte y ya veremos hasta dónde llegamos. La Unión Europa es una construcción progresiva, donde te vas acostumbrando a algunas cosas que al principio te parecen muy complicadas y políticamente inaceptables. La idea de una unión política más estrecha está presente, pero tenemos que tener cuidado de cómo lo hacemos con los tiempos para lograr un consenso mayor.

¿Italia y España tienen intereses coincidentes o divergentes respecto a cómo tiene que ser la Unión Europea en el futuro?

Yo creo que son súper coincidentes. Tenemos una situación geopolítica, económica, cultural y humana que es muy similar. Ambos países tenemos la misma sensación de que la Unión Europea nos ha ayudado enormemente. Nuestro interés en que este marco se preserve y crezca es muy fuerte.

Usted es diplomático, pero no por ello esconde su activismo LGTBI. ¿Cómo ve a España respecto a los derechos de las personas LGTBI? ¿Estamos mejor o peor que otros países europeos?

Mucho mejor. Es un país que está muy avanzado en estos temas. Y desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, hay un consenso muy amplio sobre los derechos de los colectivos LGTBI. Aunque la consolidación de estos derechos es algo muy importante. El hecho mismo de que me pregunten en las entrevistas si 'estar casado con un hombre me crea problemas en la vida' significa que todavía no estamos en una situación de equilibrio y normalidad. Nadie preguntaría a otro embajador 'cómo es estar casado con una mujer'. Y esto es porque aún faltan cosas para que esto se acepte de forma normal.

España fue de los primeros países del mundo que reguló el matrimonio igualitario, en un momento donde probablemente la sociedad aún no tenía tan asumida esa igualdad. ¿Legislar sirve para cambiar la sociedad?

Sí. Yo creo que los símbolos son importantes. La igualdad, el respeto y la dignidad de todos pasa por que todos tengamos los mismos derechos: casarse, separarse o adoptar.

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