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Estados Unidos utiliza el conato de levantamiento militar para crear discordia en el círculo cercano de Maduro

John Bolton, asesor de seguridad nacional de Donald Trump.

Javier Biosca Azcoiti

Todo estaba perfectamente planeado. Altos cargos del gobierno de Maduro habían aceptado la caída del presidente y se habían cambiado de bando, entre ellos el ministro de Defensa. Tenían un documento de 15 puntos listos para firmar con Juan Guaidó fijando las condiciones del final del presidente. El Tribunal Supremo declararía ilegítima la Asamblea Constituyente –controlada por el oficialismo– y ello proporcionaría cobertura y legitimidad al Ejército para seguir adelante. Y mientras tanto, Maduro tenía preparado un avión esperando en pista de despegue para huir a Cuba y Venezuela. Finalmente se formaría un gobierno de unidad nacional incluyendo elementos chavistas. Ese es el relato de Estados Unidos.

Rodeado de miembros de las fuerzas armadas, Guaidó anunció el inicio de la operación. Y lo hizo mostrando su primer trofeo: Leopoldo López, que había sido liberado de su arresto domiciliario gracias a la acción de militares sublevados. El líder opositor, condenado a 13 años y nueve meses por “agitación pública”, no era un preso cualquiera.

Su liberación tenía un significado especial y era un mensaje directo a Maduro y los suyos, especialmente a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Constituyente. Hace unos meses, Cabello retaba con ironía a Guaidó: “Si yo fuera escuálido (malvado), yo le pediría a mi presidente que soltara a Leopoldo ¿por qué no lo ha soltado? Guaidó libera a Leopoldo, ¿vale? ¿Por qué lo tienes preso si tú eres el presidente? No entiendo. Un indulto o algo”.

Con el paso de las horas, el “levantamiento militar” anunciado por Guaidó, que había empezado con mucha fuerza, se fue diluyendo hasta desembocar en protestas ciudadanas –no las más multitudinarias de los últimos meses– con disturbios.

Poco se volvió a saber de los militares sublevados, salvo que un grupo de 25 acabó intentando refugiarse en la embajada de Brasil. Leopoldo López hizo lo propio en la embajada de Chile primero y en la de España, después. Este jueves un tribunal de Caracas ordenaba su captura. Por su parte, los altos cargos que supuestamente ya habían traicionado a Maduro no dieron el paso adelante. “Por razones que todavía no están claras, no salieron adelante”, señaló el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton.

Algunos apuntan a una precipitación y falta de preparación por parte de Guaidó, entre ellos el Gobierno de Brasil. El movimiento fue “precario” y muy “desorganizado”; “eran pocas personas para derribar un Gobierno”, señaló el jefe de Gabinete de Seguridad Institucional brasileño, Augusto Heleno. “Hubo precipitación, pero ahora no hay vuelta atrás”, señaló el vicepresidente, Hamilton Mourão.

En cualquier caso, Estados Unidos está utilizando el fracaso de la 'Operación Libertad' –o “golpe de Estado”, según quien lo diga– y esos supuestos planes para crear discordia, desconfianza e intentar romper el Gobierno de Nicolás Maduro. El ejecutivo de Trump ha dado incluso tres destacados nombres que, según ellos, estaban involucrados en la operación: el ministro de Defensa, Vladímir Padrino, el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, y el comandante de la Guardia de Honor Presidencial, Iván Rafael Hernández Dala. Con esta estrategia, EEUU podría estar intentando crear un golpe de efecto.

Tanto Moreno como Padrino han negado rotundamente la versión estadounidense. Maduro ha hecho lo propio desmintiendo la teoría del avión que le esperaba para ir a Cuba. Por otro lado, la presión sobre el ministro de Defensa venezolano no proviene exclusivamente de Estados Unidos, sino también de su madre y otros miembros de la familia que le han animado públicamente a dar la espalda al presidente, según un vídeo difundido por varios medios de comunicación locales.

“Vladimir, hijo, sabes lo mucho que te quiero. Apelo a ese hermoso ser humano al que vi crecer. Tú, al igual que otros, soñabas con un país mejor y creciste en un proyecto que hoy es evidente que fracasó. Sabemos lo difícil que debe ser estar en tu lugar y lo extremadamente complejo que será dar el valiente paso de ponerte del lado del pueblo, pero tú, mi amor, puedes hacerlo”, señala una mujer identificada como su madre.

“Maduro no puede confiar en su entorno. Aun cuando alguien diga que es totalmente leal al presidente. No puede contar con eso”, señaló el miércoles Elliott Abrams, representante especial de EEUU para Venezuela. “Nosotros no estábamos involucrados en las negociaciones, pero hay un documento que me dicen que es largo, creo que de 15 puntos, en el que se habla de dar garantías a los militares, de una salida digna para Maduro y de Guaidó como presidente interino”, añadió.

“Las fuerzas armadas están fragmentadas. Casi todo el alto mando estaba involucrado y por eso Maduro tiene que saber que aunque digan que están con él, no son verdaderamente leales”, indicó Abrams. “Maduro no puede estar satisfecho. No puede tener una actitud positiva porque ahora todos sabemos que el alto mando piensa que el pueblo venezolano necesita su salida”.

En el mismo sentido se ha expresado el senador Marco Rubio, otro actor fundamental en el diseño de la estrategia de EEUU en Venezuela. “Maduro dice que está investigando quién estaba detrás del levantamiento militar de hoy. No tendrá que mirar muy lejos. Cuatro de ellos estaban sentados con él en la mesa cuando lo dijo”, señaló Rubio. “Maduro sabe que miembros de alto rango conspiraron contra él”, añadió en Twitter junto a una foto de El Padrino reflejando la traición de Fredo a su hermano Michael Corleone.

Estados Unidos habla sin tapujos del fracaso de una operación supuestamente planeada al detalle. Los responsables, según el gobierno de Trump, son Rusia y Cuba –además de “razones que todavía no están claras”–.

Maduro ha resistido la tercera ofensiva –la primera fue la presión mediante el reconocimiento internacional de Guaidó y la segunda, la operación para introducir a la fuerza suministros humanitarios–. Ahora, el objetivo de EEUU es utilizar este fracaso para crear desconfianza dentro de las filas de Maduro y un golpe de efecto para intentar movilizar a la población y altos dirigentes.

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