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Ursula von der Leyen, primera mujer presidenta de la Comisión Europea tras una ajustada votación

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

Andrés Gil

Enviado especial a Estrasburgo —

Ursula von der Leyen se ha convertido este martes en la primera mujer que preside la Comisión Europea. Han tenido que pasar 61 años para que una mujer asuma la jefatura del Ejecutivo comunitario. 61 años en los que ha habido 183 comisarios, de los cuales sólo 35 eran mujeres: menos del 20%. 

La Eurocámara ha terminando asumiendo a regañadientes el acuerdo sellado por los líderes de la UE y ha ratificado a la ministra de Defensa de Angela Merkel. De los 747 eurodiputados, se han registrado 733 votos secretos y en urna. De ellos, nueve por encima de la mayoría necesaria –374– han votado a favor de Von der Leyen: 383.

En contra, han votado 327; y se han registrado 22 abstenciones y un voto nulo. La cifra está lejos de los 422 síes que consiguió Jean-Claude Juncker en 2014, y es uno más que los 382 de Jose Manuel Durao Barroso de 2009.

“Muchas gracias a quienes me han votado, pero mi mensaje es: trabajemos todos juntos para conseguir una Europa unida y fuerte”, ha declarado ante la sesión plenaria Von der Leyen tras ser elegida: “Me siento muy honrada y abrumada, muchas gracias por la confianza”.

La ministra de Defensa de Angela Merkel, dirigente de la CDU, democristiana de 60 años, ha recibido este martes la confirmación de la Eurocámara. Por el camino, se ha liquidado el amago democrático de los spitzenkandidaten, la capacidad del Parlamento Europeo de generar un candidato y la posibilidad de acabar con 15 años de hegemonía popular en la UE.

La pieza clave del acuerdo a puerta cerrada de los 28 líderes de la UE en Bruselas del 2 de julio ha sido ratificado este martes. No obstante, socialdemócratas y liberales han hecho sufrir a Von der Leyen: entre las tres principales familias suman 444 escaños –182; 154: y 108–, por lo que se han perdido 100 por el camino de todos los colores, teniendo en cuenta los 24 síes de los ultraconservadores polacos del PiS –del grupo ECR– y los 14 del M5S –de los No Inscritos– prometidos antes de la votación.

Eso si realmente ha votado todo el PiS a favor –si no, la deserción de las tres grandes familias sería de 24 votos menos–, pues después de anunciar que así lo harían, uno de sus líderes, Ryszard Legutko, se ha mostrado muy crítico con Von der Leyen tras la votación: “Nos decepcionó su programa esta mañana, que estaba enfocado a la izquierda. Es importante ser fiable, y lo que oímos en nuestro grupo de ella hace una semana es completamente diferente a lo oído hoy. Ahora que parece que será la presidenta de la Comisión los próximos cinco años, tendremos que trabajar constructivamente donde podamos, pero hay diferencias importantes de nuestro lado”. Ahora bien, en un comunicado en polaco se han arrogado la victoria de Von der Leyen.

“Los votos son secretos”, ha dicho Von der Leyen al ser preguntada por la hipotética dependencia del PiS: “No sé quién ha votado por mí, sé que ha sido difícil lograr la mayoría, y lo importante es el discurso proeuropeo en el que he reflejado mis convicciones”.

Del mismo modo que el PiS y el M5S pueden haber sido claves, también lo han sido los laboristas –10 de ellos– y conservadores británicos, que dejarán la UE, teóricamente, el 31 de octubre. Sin sus votos, tampoco habría salido elegida, pero rechaza la idea de someterse a un voto de confianza tras el Brexit: “No pienso someterme a nueva votación. Una de las tareas más nobles es que quienes no me han votado hoy están más abiertos que hace una semana. Mi trabajo será con los proeuropeos para consolidar la mayoría”.

“La propuesta es muy decepcionante”, dijo la presidenta de los socialdemócratas en la Eurocámara, la española Iratxe García, en la misma noche del 2 de julio, “nuestro grupo se ha mantenido firme en defensa de la democracia europea y el proceso de spitzenkandidaten, que no queremos que muera. Es inaceptable que gobiernos populistas representados en el Consejo hayan tumbado al mejor candidato sólo porque defendía la defensa del Estado de Derecho y los valores europeos”. 

“Se tiene que comprometer a colocar a Margrethe Vestager [spitzenkandidat liberal] al mismo nivel que Frans Timmermans [spitzenkandidat socialdemócrata]”, exigía Dacian Cioloş, presidente de Renew Europe en la Eurocámara. 

Y, al cabo de los días, dejó de ser “inaceptable” el resultado del Consejo Europeo y dejó de ser una condición sine qua non la igualdad de poder entre Timmermans y Vestager. 

Por el camino, ha habido un poco de teatro, otro poco de negociación, algo de drama, intercambios epistolares, un debate de cuatro horas en el Parlamento Europeo y el cumplimiento de las primeras partes del pacto. Es decir: el liberal Charles Michel está confirmado como presidente del Consejo Europeo el 1 de diciembre y el socialista italiano David Sassoli ya ejerce como presidente del Parlamento Europeo. 

Le tocaba a los populares, y los grupos liberal y socialdemócrata no podían tumbar el acuerdo de sus mayores en Bruselas. Por mucho que el Parlamento Europeo haya quedado noqueado y esté limitando su papel, la única institución comunitaria elegida por sufragio universal, a ratificar lo que los jefes de Gobierno pactaron a sus espaldas en Bruselas. 

Este argumento, el de la posición en la que queda el Parlamento y los déficit democráticos para la elección de la presidenta de la Comisión en el año 2019 ha pesado en muchos eurodiputados, sobre todo los Verdes, que también han defendido su voto en contra por la falta de concreción de las propuestas de Von der Leyen que casi parecían promesas cuando la presidencia de la Comisión, como mucho, puede promover legislaciones, pero poco puede hacer sin el visto bueno del Consejo Europeo.

Y, en realidad, Von der Leyen ha hecho un discurso con muchos gestos sociales, ecologistas y feministas. “Usted no ha sido spitzenkandidat ni es socialista. De momento. Ya veremos al final de la legislatura. Su camino a la presidencia pasa por el camino socialista y parece dispuesta a caminar con nosotros. Su mandato tendrá impronta socialista”, le dijo en la Eurocámara Javier Moreno Sánchez. Si al principio del proceso parecía que estaba dividido el S&D al 50%, a la votación se ha llegado con una treintena en contra –alemanes, franceses, belgas, holandeses– y más de 120 a favor.

Iratxe García ha afirmado antes de la votación, tras anunciar el voto favorable mayoritario de su grupo: “Éramos muy escépticos cuando la candidata vino a nuestro grupo la semana pasada, pero con el paso de los días ha asumido demandas fundamentales nuestras, con propuestas de legislación. No es el 100% de lo que queríamos, pero gracias a nuestra presión es una agenda progresista para el cambio que necesita Europa. Queremos evitar una crisis institucional y actuar con responsabilidad”.

No en vano, la nueva presidenta de la Comisión ha prometido este martes a la Eurocámara impulsar un seguro europeo de desempleo, un salario mínimo en todos los países de la Unión Europea, traducir la ambición climática en leyes concretas y más impuestos para los gigantes digitales. También se ha comprometido a defender el Estado de Derecho, respetar la iniciativa legislativa del Parlamento Europeo y avanzar en la integración europea. 

Todo ello sonaba bien en la bancada socialista, a lo que se ha sumado la confrontación que ha tenido con el vicepresidente del grupo Identidad y Democracia (ID), Jörg Meuthen, de la extrema derecha alemana de la AfD. “Me tranquiliza que usted no me vote, es el premio máximo que puedo esperar hoy”, ha dicho Von der Leyen, mucho más convincente en el discurso que en las réplicas. Del ID se cayó en el último suspiro el apoyo de los 28 diputados de la Lega de Matteo Salvini –sin embargo, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha apoyado a Von der Leyen, como el M5S–.

También han llegado divididos a la votación los ultraconservadores del ECR, que han expresado su disgusto por el cordón sanitario a la exprimera ministra polaca Beata Syzlo (PiS) a presidir la comisión de Empleo de la Cámara. Sin embargo, el PiS no se manifestó en el debate en contra de Von der Leyen antes de la votación –y parece que la mediación de Merkel con el Gobierno polaco pudo mover algo para garantizar esos escaños ultraconservadores–, cosa que sí hizo, por ejemplo, Vox. “Ha buscado la satisfacción de la izquierda, no lo ha explicado hacia el otro lado. Es lo grave: ha practicado ya el cinturón sanitario hacia parte de los europeos. Se impone un rodillo que castiga a pueblos que eligen gobiernos que no gustan, y es peligroso. Timmermans y usted son lo mismo, e intentan marginar a una parte. Dice que estará con quien está en contra de la Unión, pero no hay mayor atentado que estos cordones sanitarios que dinamitan las reglas y la ilusión por un proyecto común”, ha dicho Hermann Terstch.

Los liberales, que torcían el gesto la semana pasada, han ido cambiando de posición hasta el punto de que su presidente, Cioloş, ha tuiteado su apoyo a Von der Leyen: “Mi grupo apoyará a Von der Leyen. Estamos deseando trabajar intensamente con ella para hacer avanzar Europa. Hay mucho trabajo por delante. ¡Renovemos Europa juntos!” El propio Cioloş auguraba ante la prensa antes de la votación que como mucho cinco de los 108 de su bancada no apoyarían a Von der Leyen –los liberal demócratas alemanes–.

La Izquierda Unitaria, como los Verdes, han mantenido su negativa desde el principio. Martin Schirdewan (Die Linke), presidente del grupo de la Izquierda Unitaria (GUE), también ha anunciado el voto contrario de su grupo: “El nombramiento de una ministra de Defensa es una señal fatal, porque es inclinar hacia el militarismo. Somos el único grupo que considera que hay que abandonar la política de la austeridad, no ha conseguido sanear los presupuestos nacionales y no hay recursos para política social y cambio climático”.

Ursula von der Leyen ya es la primera mujer que preside la Comisión Europea después de 61 años, fruto del pacto entre populares, socialdemócratas y liberales en la mesa camilla del Consejo Europeo. Aunque por el camino se haya liquidado el amago democrático de los spitzenkandidaten, la capacidad del Parlamento Europeo de generar un candidato, la hipoteca dudosa con los ultraconservadores del PiS y la posibilidad de acabar con 15 años de hegemonía popular en la UE. 

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