Abdelá Taia transmite tranquilidad. El novelista de 50 años aprieta con fuerza su nueva obra literaria, Vivir a tu luz, durante su entrevista con elDiario.es. Un abrazo físico y personal. Con una mirada sincera sobre la vida de su madre y una vista crítica a los daños del colonialismo francés durante los años 50 en Marruecos, esta vez Taia no es el escritor de sus propias historias, sino los ojos de su madre, M’Barka Aliali. Taia, afincado en París, nunca se ha alejado de la realidad de su país natal y hoy se alza como uno de los escritores más reconocidos del norte de África.
Publicada en Francia en 2022, la última y novena novela del marroquí, traducida al castellano por la Editorial Cabaret Voltaire, es una epopeya sobre los tres eventos que marcaron la vida de su madre y que, en cierta forma, también moldearon al propio escritor. Como protagonista de la novela, M’Barka Aliali, representada en la obra por Malika, no solo dignifica el papel de la mujer rural y marroquí desde la pobreza y la desigualdad de género, sino también por su valía personal. Como luchadora, malhumorada y guerrera, tal y como su propio hijo describe.
¿Qué cuenta Malika sobre tu madre, M’Barka Aliali?
Malika es mi madre. Aunque un libro sigue una estructura, tampoco me impide modificar elementos autobiográficos para que la historia de mi madre cobre sentido. Aunque le llamen novela, para mÍ es todo real. No puedo escribir sobre algo que esté alejado de mis experiencias, de mis vivencias personales. ¿De qué serviría entonces ser escritor? Vivir a tu luz es mucho más que un libro sobre la historia de mi madre. Es una historia escrita por ella misma. La enciclopedia de su vida permanece dentro de mí.
¿Hablaste alguna vez con tu madre sobre esa vida que narras en Vivir a tu luz?
Escribiendo este libro me di cuenta de todo el tiempo que he perdido con mi madre. Tengo tantas preguntas pendientes que hasta me siento avergonzado. He perdido el tiempo, que es muy preciado, con personas que no lo merecían y me olvidé de ella. Su historia debe de ser contada: de repente, perdió todo. A su primer amor, su primer marido, su primera hija. Todo quedó en manos de los franceses. Pero ella era mucho más que una víctima del colonialismo. Era una mujer valiente y con mucha rabia. Le salía sangre por los ojos y echaba humo por las orejas.
¿Es Vivir a tu luz entonces una deuda pendiente con tu madre?
No sólo era una deuda pendiente con mi madre, sino también conmigo mismo como escritor. Es lo mínimo que podía hacer por la persona que me ha dado la vida. Si yo he salido directamente de su cuerpo, mi escritura también es de ella. Aun así, también hay un sentimiento de vergüenza y de arrepentimiento por no haberle dado la atención que merecía cuando estaba viva. En Marruecos tendemos a acordarnos de nuestros familiares y amigos más cercanos cuando ya no están. Cuando han muerto. Este enfado conmigo mismo también me ayudó a darme cuenta de que ella era una mujer revolucionaria, que nunca pidió ayuda y que, aun así, era capaz de atender mis necesidades y las de todos mis hermanos.
Mi madre nunca ha necesitado el visto bueno de su hijo intelectual o de las élites marroquíes y francesas. Tenía la capacidad para valorarse. Como una mujer en Marruecos, aprendió a tantear y seducir a las personas para conseguir estar a su misma altura. En este libro no quiero realzar la grandeza de mi madre ni darle créditos a su legitimidad sociológica o intelectual. A mi madre no le importaba nada de eso. Es ella hablando de ella misma. Sin rodeos.
¿Y qué hay de las mujeres marroquíes hoy? ¿Podemos decir que se ha desarrollado un cambio alrededor de sus derechos y se han visibilizado sus retos?
Las mujeres marroquíes no han cambiado, ellas son las mismas de siempre. Es la ley y la política alrededor de ellas lo que las mantiene inferiores. En el día a día, la mujer marroquí no se siente inferior, aunque realmente lo sean a ojos de los demás. Es más, va más allá del pulso de la política, son los propios hombres heterosexuales los que continúan sentenciando lo que deben o no deben hacer las mujeres no solo en Marruecos, sino también aquí, en España, o en el país vecino, Francia. Se habla de París como la ciudad de las luces, de la vida, pero es toda una fachada ya que, en el fondo del cajón, son las estructuras patriarcales las que continúan discriminando a la mujer.
Muchos creen que como autor gay, que escribe en francés y publica en Francia, voy a escribir novelas que expliquen a la mujer marroquí. La realidad es que no voy a alimentar sus agendas políticas. Nunca lo haría. Muchas personalidades occidentales continúan ejerciendo políticas inspiradas en la colonización y creen que su deber es venir a los países africanos para liberarnos. Recolonizarnos.
A través de la publicación de la carta titulada ‘La homosexualidad explicada a mi madre’ te convertiste en el primer autor marroquí en declararse abiertamente homosexual. ¿Qué queda de aquel Abdelá? ¿Has conseguido cambiar esa imagen sobre tu sexualidad y el colectivo LGTBIQ+ en Marruecos?
No he cambiado. Continúo escribiendo y explicando mis dificultades como homosexual en un país como Marruecos. Quiero seguir con ese activismo. Mi faceta profesional y como defensor de los derechos humanos sigue siendo la misma. En lo personal, es otra historia. Mucha de la gente que me rodea, colegas y autores, todavía no entiende a las personas gays. Tenemos relaciones superficiales. Ellos nos invaden con historias, vidas y problemas de heterosexuales mientras que siguen dándole la espalda a la comunidad LGTBIQ+. Nos utilizan para celebrar aniversarios, contar historias en medios de comunicación o celebrar matrimonios homosexuales, pero en realidad, seguimos olvidados.
Hablas de tu historia, de lo personal, pero ¿y en lo político?
Hoy, cuando navegas por Instagram o Youtube te encuentras con cientos de vídeos de jóvenes queer marroquíes que enseñan su ropa nueva, que se maquillan y que hablan abiertamente de su sexualidad. Esto para mí es un cambio político. Están tomando un riesgo tremendo y no tienen miedo, a pesar de que saben cuáles pueden ser las consecuencias. El cambio no se dará en las esferas de poder porque las leyes continúan silenciando al colectivo y generando discursos de odio y homofobia. El cambio está en estas jóvenes generaciones. Ellos son los verdaderos influencers de Marruecos.
Dices que los hombres heterosexuales han sepultado el empoderamiento de las mujeres, que el colectivo LGTBI+ está silenciado por las élites políticas. ¿Y qué hay de las comunidades bereberes del Atlas marroquí después del terremoto del pasado 8 de septiembre?
Yo mismo me había olvidado de ellos y lloré de la rabia. Como marroquí, no me he interesado lo suficiente por la tragedia que están viviendo estas comunidades. Es un abandono total. Siento que debo de expresar mi vergüenza e insisto en que el poder político de Marruecos es el único que podrá cambiar la forma en la que la sociedad de mi país ve a los bereberes del Atlas. Solo nos acordamos de ellos cuando llega una tragedia, cuando realmente le debemos todo a esas montañas. Y no es una metáfora. Nuestros orígenes como marroquíes nacen ahí.