Este martes por la noche, más de 4.000 reporteros de la agencia de noticias Associated Press (AP) se reparten por las miles de oficinas de condado y de distrito de Estados Unidos donde se cuentan los votos. El anuncio del resultado depende de ellos en un rito que se ha repetido en todas las elecciones desde 1848 en un país donde sigue sin existir una comisión electoral nacional para contar y comunicar los votos.
Al menos un reportero de AP llamado “de conteo de voto” está asignado a cada uno de los más de 3.000 condados y distritos electorales de los 50 estados de Estados Unidos donde se celebran ahora unas 7.000 votaciones federales, estatales y locales. Al cierre de las urnas, el reportero llega a esa oficina local, espera a que haya una suma de votos, la apunta y llama por teléfono a una persona del millar de oficinistas de otro equipo de AP para que añada ese dato a su sistema y comentar posibles dudas y problemas en ese lugar.
Lo del teléfono puede parecer anticuado, pero AP se fía de ese sistema por el valor de la conversación humana. “Siempre nos ha funcionado. Nos permite tener una interacción con la persona que llama para hacerle preguntas”, explica a elDiario.es David Scott, vicepresidente de AP encargado de coordinar la operación electoral, incluidos los anuncios de quién ha ganado las elecciones. “Por ejemplo, si alguien llama para informar de un resultado y dice que hay 1.000 votos para Donald Trump y vemos que solo hay 500 personas registradas para votar en ese condado, en lugar de tener que volver a contactar al reportero, podemos hablarlo y hacer los controles de calidad justo en el momento en que llama por teléfono para comunicar esos resultados”.
Entretanto un sistema automatizado alerta de si hay algo que no cuadra con los votos totales o es estadísticamente improbable. Por otro lado, los datos disponibles en las webs de las autoridades locales se tabulan cuando se van publicando igual que otra información obtenida directamente de representantes electorales. Si hay discrepancias, se vuelven a verificar los datos. No se trata de que unos datos apoyen a los otros, sino de detectar posibles errores.
La automatización del sistema para recibir los datos se combina con el control humano y herramientas tecnológicas tradicionales dirigidas por un equipo de ingenieros y otros técnicos. “No utilizamos ningún tipo de inteligencia artificial generativa en nuestro proceso de contar el voto. No hay ninguna herramienta que hayamos encontrado que añada valor a lo que estamos haciendo”, dice Scott. En total, más de 5.000 personas están dedicadas solo al escrutinio la noche electoral.
En Estados Unidos no existe una comisión electoral nacional que cumpla con la función de sumar los votos de los condados y anunciarlos. La comisión electoral federal se encarga de las reglas generales de la financiación de las campañas y solo publica los datos completos cuando los certifican los estados de forma íntegra semanas después de las elecciones.
La decisión
Según el minucioso proceso de AP, una vez que los datos de los condados están claros, pasan al equipo de decisión electoral, que está compuesto por unas 60 personas, entre ellas Scott y Julie Pace, la directora ejecutiva de AP. Con los datos en la mano, toman las decisiones más importantes de la noche: aprobar la declaración de AP de quién ha ganado cada elección en cada estado y quién ha ganado la Presidencia de Estados Unidos al sumar al menos 270 votos electorales (los que se acumulan por la victoria en cada estado).
Scott explica que la decisión última nunca depende de una sola persona: “Hay controles y equilibrios a lo largo de nuestro proceso. Alguien mira un estado y luego lo revisa un analista. Si ambos están de acuerdo, pasa a un editor de decisiones. En última instancia, para la convocatoria final de la carrera, cuando estemos cerca de 270, la jefa de la oficina de Washington y nuestra directora ejecutiva son parte de la conversación. Y todos debemos estar de acuerdo en que los datos respaldan esa declaración”.
Un trabajo de riesgo
El escrutinio siempre ha sido una operación compleja en un país donde ahora votan más de 160 millones de personas que se registran y votan de manera diferente según el condado donde viven. Potencialmente, 244 millones de personas tienen derecho a voto, pero la participación ronda como mucho el 70%.
El proceso de recuento se ha vuelto incluso peligroso desde el ascenso de Donald Trump, que en 2020 se negó a reconocer su derrota —ahora solo lo hace cuando tiene un desliz— y animó a sus seguidores a protestar para parar el escrutinio cuando avanzaba y mostraba que había más votos para su rival.
Los ataques y las amenazas contra los responsables locales encargados de la administración electoral se han multiplicado y el trabajo electoral se ha convertido en arriesgado en los estados clave. La agencia AP ha desplegado sus protocolos de seguridad para proteger también a sus reporteros encargados del escrutinio, aunque su vicepresidente dice que no recuerda ningún incidente contra ellos.
La agencia de noticias, que es una cooperativa sin ánimo de lucro, insiste en que se toma la labor electoral como en cada elección pese a la tensión actual alrededor del proceso. “Lo que está en juego en las elecciones de este año en lo que respecta al recuento de votos es lo mismo de siempre. Estamos eligiendo un presidente. Estamos eligiendo un nuevo Congreso. Estamos eligiendo legislaturas estatales en todo el país”, explica Scott. “La presión que nos ponemos a nosotros mismos para hacer el conteo de votos de manera rápida y precisa siempre es alta. Siempre nos guiamos por los datos. Siempre nos guiamos por los hechos… Siempre ha sido una tarea monumental y la asumimos con mucho respeto y sentido de la responsabilidad”.
Más explicaciones
Lo que está intentando hacer AP en estas elecciones es explicar con más detalle el proceso por el que cuenta los votos y anuncia quién ha ganado las elecciones.
“Una de las cosas que ha cambiado, tanto por el ambiente en Estados Unidos como por la forma en que abordamos la campaña, es que sabemos que habrá cierto escepticismo o preguntas sobre nuestra declaración de quién ha ganado. Lo vimos en las últimas elecciones, debido a la forma en que los políticos cuestionaron la integridad de las elecciones incluso cuando no había evidencia de que algo estuviera mal”, explicaba a elDiario.es Julie Pace, la directora ejecutiva de AP, en una entrevista en abril. “La forma en que hemos tratado de abordarlo este año es centrarnos en ser muy transparentes sobre nuestros anuncios de quién ha ganado la carrera. Ya no basta con decir que AP ha declarado que el candidato X es el ganador. Tenemos que decir por qué lo hemos hecho… Queremos asegurarnos de que cuando declaremos quién es el ganador de las elecciones presidenciales, la gente comprenda de verdad lo que hay detrás de eso, porque creemos que es una manera muy importante de generar confianza”.
Así, además de las guías explicativas disponibles en la web de AP y los artículos en cada elección, también en español, las noticias sobre la declaración de un ganador incluyen un recordatorio del proceso.
“Too close to call”
Cuando los votos indican una diferencia de votos de menos del 0,5% entre candidatos, la práctica de AP es no declarar a ningún ganador. Además, la agencia tampoco hace declaraciones sobre contiendas al Congreso con menos de un millar de votos de diferencia o de elecciones de legislaturas estatales donde la diferencia es menor al 2% o menor a 100 votos (se trata de elecciones con menos votantes).
En estos casos, la carrera se declara “too close too call” (demasiado ajustada para declarar). Cuando todavía se están contando los votos y no hay suficiente información sobre qué pasará en ese proceso, la carrera se declara “too early to call” (demasiado pronto para declarar).
Algunos medios, como New York Times, CNN o Fox, hacen sus propias declaraciones de ganadores, pero utilizando en gran parte los datos de AP. Otros, como la radio pública NPR, esperan el anuncio de AP. En 2020, la agencia declaró a Joe Biden ganador a las 11.26 de la mañana (hora de la Costa Este) del sábado 7 de noviembre. Fue un minuto después de la declaración de que el demócrata había ganado en Pensilvania.
En noviembre de 2000, por ejemplo, AP no hizo declaración del ganador en la carrera entre George W. Bush y Al Gore porque estaba demasiado ajustada en el estado decisivo de aquel año, Florida. Otros medios hicieron sus propias proyecciones, en algunos casos contradictorias, pero AP se mantuvo firme en decir que no se podía determinar con certeza el vencedor. El ganador se decidió unas semanas después en el Tribunal Supremo, que paró el recuento de Florida.
La agencia presume de haber tenido un 99,9% de acierto en sus declaraciones de ganadores de las últimas elecciones generales incluyendo presidenciales, legislativas y primarias.
El último error que AP cometió en una carrera presidencial fue en las primarias demócratas en febrero de 2008, cuando declaró ganadora a Hillary Clinton en Misuri pero el vencedor había sido Barack Obama (AP rectificó dos horas después de su primera declaración). En las primarias de 2024, AP hizo dos declaraciones erróneas en carreras de aspirantes a candidatos para legislaturas locales.
Noche emocionante
Para David Scott, la noche electoral “es una de las más emocionantes del periodismo” en especial para AP por el papel único que tiene la agencia, que espera hacer más de 21.000 actualizaciones a la hora sobre las votaciones por todo el país.
Pero cada vez es más frecuente que el ganador de las elecciones presidenciales no se sepa la noche electoral. Desde que empezó el siglo XXI, el resultado a menudo no se ha sabido bien entrada la madrugada del miércoles o más allá.
“¿Sabremos el resultado la noche electoral?”, pregunto a Scott. Su respuesta: “Si tuviera que hacer una apuesta, diría que la historia sugiere que no lo haremos, pero, como siempre, seguiremos los hechos y los datos y veremos dónde nos llevan”.