ENTREVISTA Presidente de Argentina

Alberto Fernández: “Europa se ha quedado encerrada en una guerra entre Rusia y Estados Unidos”

10 de mayo de 2022 22:56 h

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“Estamos viendo cómo esta guerra de poderosos ocurre y nosotros no estamos actuando”, asegura el presidente argentino Alberto Fernández, que recibe a elDiario.es en la embajada de su país en Madrid. Fernández visita Europa para “llamar la atención” de los daños que está provocando la guerra en Ucrania para los países de América Latina, por la subida en los precios de los alimentos y la energía. Este martes se ha reunido con el presidente español Pedro Sánchez y durante la semana visitará también a los de Francia y Alemania. “Después de la pandemia, es imperdonable que tengamos una guerra”, asegura.

Alberto Fernández también responde en esta entrevista a las críticas de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que el pasado viernes aseguró que su gobierno no estaba haciendo honor a la confianza de sus votantes. “Creo que Cristina puede decir que algunos argentinos están decepcionados porque quieren una distribución más rápida, más equitativa y más justa”, responde Fernánde. “Y tal vez tenga razón en eso, pero yo creo no haber decepcionado a los argentinos”.

En las últimas elecciones en Chile ganó Boric, en México gobierna López Obrador. Es posible también la victoria de Lula en Brasil y de Petro en Colombia. ¿Cree posible reeditar un frente latinoamericano de gobiernos de izquierdas?

Es absolutamente imperioso que América Latina se una más allá de quién gobierna. Ya estuvo unida en el Unasur, en un tiempo donde convivían Chávez y Uribe. En los años de Trump, eso se destruyó y todos los bloques se fueron perdiendo.

A mí me puso muy feliz el triunfo de Gabriel Boric, a quien aprecio y valoro particularmente. De más está decir lo que creo de Lula y cuál puede ser mi deseo. Miro con mucha atención lo que está pasando en Colombia con Petro y viendo la posibilidad de que él triunfe, con Andrés Manuel López Obrador me une un vínculo de afecto, de amistad muy grande. Yo se lo dije alguna vez a Merkel: López Obrador es el primer presidente decente que tiene en muchos años México. Pero en todos lados veo sociedades partidas, donde la derecha supera los 40 puntos. 

Mi deseo es que América Latina vaya hacia una lógica de políticas progresistas, porque vivimos en el continente más desigual del mundo. Pero lo que más me interesa es que logremos la unidad del continente.

Usted visitó en febrero a Vladimir Putin en el Kremlin y le ofreció ser la puerta de entrada de Rusia en América Latina. Tras la invasión de Ucrania, ¿cuál es la relación actualmente entre Argentina y Rusia?

La verdad es que Rusia y Argentina tienen un acuerdo estratégico firmado hace muchos años. Cuando yo hablaba de que Argentina sea la puerta de entrada a Rusia, hablaba de lo que comercialmente Rusia podía proponer. En cuestiones energéticas, por ejemplo.

La guerra es algo que a nosotros nos duele. Por eso votamos como votamos en el Consejo de Derechos Humanos. Los derechos humanos no tienen color político: se violan y el que los viola tiene que responsabilizarse. Y lo que nosotros tenemos es un vínculo de respeto. No tenemos tanto vínculo comercial con Rusia, pero sí somos parte de las naciones libres del mundo que piden que esta guerra cese y que retomemos un tiempo de paz. Después de la pandemia, es imperdonable que tengamos una guerra.

Vídeo: Alejandro Navarro Bustamante y Nando Ochando

¿Qué opina de las sanciones económicas contra Rusia?

Son sanciones que repercuten muy negativamente en todo el mundo. Entiendo que buscan ahogar económicamente a un país que está atacando a otro. No somos parte de eso. Esta gira para mí tiene el objeto de hablar con Europa y plantearle la preocupación de América Latina por los problemas que se están derivando de esta guerra. Está en juego la seguridad alimentaria y la seguridad energética en América Latina, en Centroamérica, en el Caribe… 

Estamos viendo cómo esta guerra de poderosos ocurre y nosotros tenemos que actuar pidiendo que esto termine, porque el daño que se está generando a esas sociedades es enorme. Y yo no puedo mirar impávido cómo se desangran buscando alimentos que alcanzan precios exorbitantes porque salieron los que aportaban el 35% del trigo al mundo. 

Mi propósito es llamar la atención a Europa sobre todos estos daños. Y lo hago también sintiendo que Europa se ha quedado encerrada en una guerra de dos, que no es Europa, que es la OTAN de los Estados Unidos y es Rusia. Y planteo que hagamos algo porque esto es imperdonable después de la pandemia. Todas esas sanciones económicas solo dañan más a la gente y para los países de la periferia el daño es inmensamente mayor. Es moralmente indecente.

¿Qué papel cree que tendría que tener Europa?

Hay que generar una mesa que ordene esto, para que esto se termine. No es posible que nosotros veamos tanta muerte, tanta desolación, sintamos tanta amenaza y que esto se resuelva con sanciones económicas que a Rusia le complican, pero complican a todo el mundo. No solo a Rusia. Siento que tenemos un imperativo moral de reaccionar frente a eso: que cese el fuego y buscar la paz. El mundo no tiene más espacios para guerras. Se nos han muerto seis millones de personas en la pandemia. ¿Qué hace falta para que nos demos cuenta de que esto no se tolera? Por eso la búsqueda fue hablar con los sectores centrales de Europa y escuchar a los amigos de España.

Este martes ha estado con Pedro Sánchez en la Moncloa. ¿Cómo ha ido la reunión?

Con Pedro tengo una una mirada común que me hace muy fácil el diálogo con él y quería conocer su opinión sobre lo que está pasando en el tema de la guerra. Tuve también una muy buena charla con el rey Felipe, donde pudimos hablar muy claramente, y le pude transmitir toda mi preocupación. Vengo de un continente donde la guerra queda lejísimos, no la entendemos muy bien, pero todos los días la padecemos.

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Argentina lleva más de una década con dos dígitos de inflación. ¿Cómo sobrevive una economía a una situación así? ¿Es inevitable con una inflación tan fuerte una crisis económica severa cada cierto tiempo?

La Argentina tiene un problema muy serio con la inflación. Los monetaristas enseguida dicen que la culpa es de la emisión monetaria. Esa es una de las causas, pero hay muchas otras. Por ejemplo, la concentración de la producción de alimentos, que está en muy pocas manos. Segundo, la avaricia de esos grupos, que aumentan los precios en desmedro del consumidor. Tercero, una cultura inflacionaria que en el mundo de la economía  llaman inflación autoconstruida, que es esta percepción de que algo va a aumentar de precio y entonces yo aumento primero para no perder dinero. 

La inflación es el impuesto que pagan los más débiles, los que viven de un sueldo. Desde enero y febrero de este año, el problema se ha potenciado: ahora también importamos inflación. Si sacamos del mercado a dos grandes oferentes de trigo, de girasol, de aceites, de energía… la escasez de esa oferta va a determinar un alza en los precios, que es lo que está pasando.

La guerra y ese alza de los precios de las materias primas ¿cómo va a afectar a las perspectivas económicas de Argentina?

Hay dos miradas. Una es que nos ayuda mucho a que ingresen más divisas. Pero la verdad es que cuando los precios suben en el mundo, también suben en Argentina.

Según una medición de su Gobierno, casi el 55% de la población argentina puede ser considerada pobre, teniendo en cuenta factores como ingresos y factores estructurales, a pesar de que el país ha crecido un 10% en 2021. ¿Cómo se explica este contraste entre el aumento de la pobreza y el aumento de la economía?

Tenemos un programa económico que se funda en tres pilares. Por un lado, la producción. Por otro, la creación de trabajo, y un tercero, la distribución de la renta, la distribución del ingreso. Nos va muy bien en el crecimiento. Nos va muy bien en la creación de trabajo. Tenemos mucho más empleo formal que el que había antes de la pandemia. No nos está yendo bien en la distribución del ingreso, porque la inflación altera todo eso. 

Entre 2003 y 2015, cuando gobernaban Néstor y Cristina, el salario real creció 19 puntos. Desde 2015 a 2019, con Macri, el salario real cayó 20 puntos. O sea, todo lo que habíamos conseguido se perdió. Nosotros en pandemia recuperamos dos puntos y medio, más o menos. Hoy el salario real está como en 2011. Cuesta mucho recuperar los salarios después de semejante caída, porque Macri siempre interpretó que el salario es un costo. Cuanto más bajo, mejor y más renta para los empresarios.

¿El tirón de las exportaciones que está provocando la guerra puede ser un buen momento para redistribuir la riqueza en Argentina? 

En los dos años que llevamos de gobierno hemos hecho reformas impositivas muy progresivas. Hemos hecho que el impuesto a las ganancias de las multinacionales tenga una cuota más alta que el de las pequeñas y medianas empresas. Y hemos liberado de pagar el impuesto a las ganancias [impuesto sobre la renta] a los que viven de un salario. Hemos aumentado el impuesto a los bienes personales y la recaudación se multiplicó: es un impuesto que pagan los que más tienen. Hemos aplicado una contribución, un aporte voluntario de las grandes fortunas y eso nos permitió recaudar 200.000 millones de pesos (1.623 millones de euros al cambio oficial). Hemos implementado muchas medidas progresivas tendentes a corregir el ingreso del Estado y no ir tanto sobre el consumo, sino sobre la riqueza. Y de hecho ahora estamos promoviendo un impuesto a la renta inesperada, que es la renta que se logra por la guerra, por los precios generados por la guerra. Todas esas medidas tienen un propósito redistributivo.

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Hace dos meses que usted y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, prácticamente no se hablan. ¿Cómo afecta a su Gobierno esa división interna?

Cristina lo planteó bien el otro día. No es un problema de división, es un problema de debate sobre cómo la Argentina debe seguir. Respeto mucho lo que dijo Cristina, pero no tenemos necesariamente la misma mirada sobre algunas cosas. Hay un punto donde alguien tiene que decidir y me toca decidir a mí. Y a veces esas decisiones no son precisamente las que Cristina hubiera querido. Y yo asumo toda la responsabilidad. 

Estoy convencido de que debemos ponerle sentido común a la economía. Una economía que subsidia las tarifas a los ricos no es una economía razonable, y una economía que vive con déficit fiscal no es una economía razonable. Y nosotros tenemos que ir trabajando paulatinamente para corregir esas cosas. No como al FMI le hubiera gustado, de la noche a la mañana, porque eso hubiera condenado a la pobreza y a la marginación a muchos más argentinos. Queremos hacerlo a nuestro modo, paulatinamente. Pero debemos hacerlo. Yo creo que afecta más la forma en que los medios plantean la diferencia de miradas. Pero el Gobierno no se detiene, sigue actuando, sigue haciendo. El Gobierno no está paralizado,  seguimos trabajando.

¿Entonces, esa división entre usted y su vicepresidenta es política y no personal?

No, personal para mí en absoluto. Yo a Cristina la respeto, le tengo afecto. La conozco desde hace mucho. Estuvimos muchos años distanciados. Nos reencontramos. La verdad, no tengo ningún interés en que nos volvamos a distanciar. Lo que creo es que tenemos responsabilidades y la mía es gobernar este país en la pandemia y en medio de esta crisis económica que la guerra ha generado. Y le pido que me ayude, que me acompañe. Escucho sus opiniones. Muchas me parecen valiosas, otras creo que están equivocadas.

Hace unos días la vicepresidenta Cristina Kirchner dijo que el Gobierno no hace honor a la confianza que le depositaron sus votantes. ¿Está de acuerdo con ella?

No, para nada. 

¿Lo ve como un asunto personal, como una autocrítica...?

No, yo lo tomo como una preocupación. No tengo duda de que los argentinos hubieran querido que la recuperación económica fuera mucho más veloz. Si uno tiene en cuenta que nos tocó suceder a Macri, que nos tocó arreglar la deuda privada con los acreedores, la deuda externa con los acreedores privados, que nos tocó resolver el problema con el Fondo Monetario Internacional y nos tocó la peor pandemia que la humanidad vivió en el último siglo, y que, además, cuando empezamos a sacar la cabeza del agua, se desata una guerra que vuelve a complicar todo… 

Si los argentinos miran todo lo que hemos hecho, yo creo que no están decepcionados. Ahora, si los argentinos demandan más, tienen todo el derecho. Que los argentinos necesitan más es absolutamente cierto. La política es el arte de manejar la realidad y lo que nunca hago es negar la realidad. Los datos son los que son y sobre esos datos hay que trabajar. Y no estoy conforme con los datos de pobreza que tenemos, aún cuando veo que muchos datos macroeconómicos son muy buenos. 

Creo que Cristina puede decir que algunos argentinos están decepcionados porque quieren una distribución más rápida, más equitativa y más justa. Y tal vez tenga razón en eso, pero la verdad, yo creo no haber decepcionado a los argentinos. 

¿Por qué cree que ese tipo de enfrentamientos internos en la izquierda son tan comunes en todo el mundo? 

Medio en broma y medio en serio, suelo decir que tenemos un gran problema con la derecha. Si la derecha tiene diez puntos en un debate, en nueve están en desacuerdo, pero en uno están de acuerdo. Por ese uno se unen y avanzan. Nosotros tenemos nueve puntos de acuerdo y uno en desacuerdo y por ese desacuerdo nos cuesta avanzar. Es que para nosotros el debate es parte de la política y para nosotros la política es democracia plena, es poder discutir, es respetarnos, es poder unirnos en la diversidad.

Argentina ha tenido uno de los confinamiento severos más largos de todo el mundo…

Eso se dice, pero creo que no es cierto. 

Pero sí que han tenido un confinamiento bastante estricto y duradero.

Tuvimos el confinamiento que creímos necesario frente a lo que vivíamos. A veces me reúno con expresidentes, con gente que gobernó en otros tiempos, y siempre les digo: no saben lo horrible que es gobernar en la pandemia. Era lo más parecido a caminar en un pantano. Y lo que los médicos y los especialistas nos decían era: miren, lo más seguro es el aislamiento. Es cierto que a mí me criticaron mucho, pero en esa decisión había una mirada ética de la cuestión: ¿qué era lo que debíamos privilegiar?, ¿la economía o la salud? Y los médicos me decían que para preservar la salud había que aislarse, y yo opté por eso. Ahora, cuando veo los datos del mundo, la Argentina no es ni por casualidad la que más tiempo de aislamiento tuvo.

Vídeo: Alejandro Navarro Bustamante y Nando Ochando

Haciendo un balance ahora de la pandemia, ¿hubiese aplicado el mismo tipo de medidas? 

Sí. No se puede ver la pandemia en el presente porque tenemos vacunas. Pero cuando las vacunas no existían, todos los especialistas, la Organización Mundial de la Salud, recomendaban el aislamiento. No era una decisión mía. Y obviamente que el aislamiento es antipático, pero había que hacerlo para preservar vidas. A nosotros nos llegaban las imágenes de Europa, de Nueva York, camiones frigoríficos repletos de cadáveres… Y nosotros veíamos eso. Yo llamaba a Pedro [Sánchez]– y le decía: ¿Pedro, qué está pasando? Y estaba como yo, no sabía qué era lo que pasaba, nadie supo cómo enfrentarlo. 

Es muy fácil, ahora en la distancia, preguntar por qué encerraron a la gente. Porque era lo que los médicos nos recomendaban. Yo elegí cuidar la vida, porque las economías se recuperan, las vidas no.

Argentina es desde hace poco tiempo uno de los países de América Latina con una de las leyes de aborto más progresistas. ¿De qué manera cree que puede afectar la posible resolución del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre este derecho de las mujeres?

Creo que es un retroceso, francamente. El problema del aborto no es un problema moral, es de salud pública. Cuando el aborto es punible o está prohibido, las mujeres están condenadas a hacer abortos clandestinos y la salud de las mujeres corre riesgos. Por eso muchas mujeres se mueren o pierden la capacidad de procrear por abortos mal hechos.

Vídeo: Alejandro Navarro Bustamante y Nando Ochando

Otra cuestión de derechos sociales. Su hijo cambió de identidad y tiene un DNI en el que figura con una X como persona no binaria. Argentina es pionera en una legislación de género de este tipo. ¿Sintió en algún momento que su hijo se enfrentaba a una incomprensión generalizada?

No, no, yo creo en la libertad de la gente. Mi hijo es así. Yo lo amo porque es mi hijo. ¿Qué me importa cómo es? Es lo que él quiere ser. De Aristóteles en adelante, la filosofía viene debatiendo que el objeto de la vida es el encontrar la felicidad. ¿Cuál es el camino de la felicidad? Son múltiples. Y él encuentra la felicidad de ese modo. Pero yo no lo hago pensando en mi hijo. Lo hago pensando en la forma en que se segrega al distinto. Y eso sí lo detesto. 

Detesto la dificultad que tiene la mujer para encontrar un puesto de trabajo y ganar lo mismo que el hombre; la dificultad que tiene un transexual en ser respetado en la comunidad; detesto la homofobia, que existe en muchos. 

Hace unos meses, cuatro expresidentes españoles pidieron a Reino Unido la reapertura del diálogo por el conflicto de las islas Malvinas. ¿Cree que ahora que Reino Unido está fuera de la Unión Europea hay más posibilidades de una oportunidad diplomática?

Me encantaría que así fuera.

¿Ha hablado con Pedro Sánchez de ese tema?

No lo hablé con Pedro, pero lo hablé con el rey, que me tocó el tema y hablamos de Malvinas y hablamos de Gibraltar, obviamente. En estos 40 años muchos me entrevistaron de la prensa inglesa y yo decía que nunca había visto nada parecido a Gibraltar: ver un peñón a esa distancia y decir que esto es España y eso es el Reino Unido. El colonialismo tiene que llegar a su fin en el mundo. Ojalá que Reino Unido se siente a dialogar una salida, porque nosotros lo que vemos es que en el Atlántico Sur tenemos una base militar de la OTAN. Y esas son islas nuestras, donde deberían vivir quienes viven y otros en paz y no en ese estado de militarización.

Vídeo: Alejandro Navarro Bustamante y Nando Ochando