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Las manifestaciones de Chemnitz enfrentan a Alemania a la realidad del aumento de la xenofobia

El líder de la Alternativa por Alemania, Alexander Gauland, cree que lo acontecido en Chemnitz es “normal”. Para él, “después de un asesinato, es normal que las personas salgan de sus casillas”. El diputado de su partido Markus Frohnmaier publicaba el domingo un comentario en Twitter que avivó el odio de los extremistas: “Si el Estado no puede proteger a los ciudadanos, entonces éstos salen a la calle y se protegen a sí mismos”. Unas palabras que Gauland defendía en el diario Die Zeit asegurando que “la defensa personal no es lo mismo que tomarse la justicia por su mano”.

El comentario no ha pillado a nadie por sorpresa, ya que la AfD considera que Merkel ha traicionado a su país por dejar entrar a cientos de miles de refugiados que vendrían a hacer más inseguro el país al tiempo que a vivir del sistema social alemán. Es el recurso retórico que le ha permitido al partido alcanzar el tercer puesto en las pasadas elecciones.

Pero no solo la AfD se ha ganado críticas por su reacción a los acontecimientos. El vicepresidente del partido liberal FDP, Wolfgang Kubicki, aseguró en un programa televisivo que “las raíces de los disturbios están en el ”podemos hacerlo“ de la canciller Angela Merkel”, culpando a la canciller del racismo militante.

Las décadas de recortes y descenso del nivel de vida de una buena parte de la sociedad, mientras se aseguraba que había que apretarse el cinturón, y la sensación de que a los refugiados en cambio se les regala todo eso que a la población alemana se le está negando forman parte del argumentario de la nueva derecha xenófoba.

Las estadísticas oficiales de criminalidad en 2017 muestran que los delitos han bajado al nivel de 1992. “Desde hace 25 años no había tan pocos delitos”, titulaban los medios. La mayor parte de los delitos cometidos fueron robos, y también bajaron en relación a 2016. El 30% de los delitos fueron cometidos por extranjeros. El número de delitos relacionados con las drogas aumentó, algo que puede tener relación con la coyuntura económica positiva del país.

Sin embargo, la extrema derecha habla constantemente del peligro de los crímenes llevados a cabo por extranjeros y en especial por “los árabes”, como denominan a las personas de religión islámica, en una muestra más de lo reducido de sus conocimientos. Lo presentan como una amenaza para la población alemana, como en el caso de Chemnitz, en el que falleció un joven a manos supuestamente de un sirio y un iraquí.

El problema es que se dice que el fallecido tenía raíces cubanas y, según personas cercanas a él, se habría opuesto a las manifestaciones neonazis porque él mismo tenía la piel oscura.

Por otro lado, según datos de BKA –el organismo policial que investiga los delitos más graves– en los primeros cuatro meses de 2018 de once personas que fallecieron como víctimas de un delito en el cual los sospechosos fueron extranjeros, diez de las víctimas eran a su vez extranjeras. Con lo cual otro de los mitos de la derecha, el que los extranjeros criminales extranjeros suponen una amenaza por los alemanes estaría más que en entredicho.

En todo caso, las estadísticas oficiales son referencias que en muchos casos las personas ni terminan de creer o simplemente desconocen. Además, dependiendo de quién las elabora, de qué datos se recogen y cuáles se dejan fuera o cuáles se destacan, así suena la noticia y el mensaje tranquilizador o desasosegante. Sin duda, en el caso del racismo alemán muchas personas tienen la sensación de estar más inseguras y ello les lleva a manifestarse, independientemente de que este miedo tenga una base racional o no.

El racismo en el este de Alemania

Las encuestas para las próximas elecciones regionales muestran que en los estados del Este de Alemania la AfD aparece en algunos casos incluso como la segunda o primera fuerza por delante del SPD o la CDU. En las pasadas elecciones al Bundestag en 2017, en el Estado de Sajonia las personas votaron a la AfD en mayor número que al partido de Merkel. El Este de Alemania es la zona del país donde, desde la reunificación, se concentra el mayor número de personas de ideología de extrema derecha. El partido neonazi NPD, de hecho, estuvo representado en el parlamento regional de Sajonia hasta 2014.

Parte de las razones por las cuales en el Este de Alemania se da un mayor racismo hay que buscarlas en el cambio de sistema que tuvo lugar tras la reunificación. De un Estado que garantizaba el trabajo se pasó a otro en el que cientos de miles perdieron sus empleos. Hasta entonces los trabajadores extranjeros eran invitados de los países del bloque soviético que venían a Alemania a trabajar durante un tiempo.

La planificación estatal de las vidas de las personas llegaba a tal punto, que los países firmaban dichos acuerdos por encima de los deseos y necesidades individuales de las personas, decidiendo la duración de las estancias, la finalidad y en muchos casos la fecha de regreso. La idea que había detrás era que estos trabajadores aprenderían conocimientos que podrían emplear en las economías de sus países.

De ahí que en Alemania los extranjeros de Vietnam, Mozambique, Cuba o Angola vivieran en muchos casos en albergues destinados a tal fin. La política de integración era por tanto muy limitada. Para muchos extranjeros, el poder estudiar o trabajar un tiempo en Alemania en aquellos momentos era una oportunidad profesional excelente. El Estado comunista prohibía toda forma de neonazismo, racismo o xenofobia.

Pero estas ideas permanecían latentes en la sociedad y en algunos casos que podrían haber sido ejemplarizantes se decidió no actuar por miedo a poner en riesgo las relaciones diplomáticas. Es el caso de un trabajador cubano al que asesinaron de una paliza en 1979 en Merseburg. A su familia le dijeron que el joven, que estudiando Formación Profesional en Alemania, había fallecido en un accidente. Hace poco un periodista alemán descubrió el caso e informó a la familia del fallecido de los verdaderos hechos. La familia ha comenzado los trámites para denunciar al supuesto asesino que aún vive en la localidad.

De los 70 al 89 cuando la RDA se vino a bajo pasaron por el país unos 90.000 de estos trabajadores. Comparado con el número de inmigrantes en Alemania occidental, es una cifra baja. De ahí que la población no estuviera acostumbrada a tratar con inmigrantes, que es otro de los motivos que los investigadores suelen presentar para explicar porqué la extrema derecha en el Este de Alemania tiene más presencia.

Y como es de esperar, y porque la policía está formada por personas, en esta zona han tenido lugar numerosos escándalos que ligan a la policía con la extrema derecha. Hace tan solo dos semanas, en una manifestación anti-Merkel un manifestante amenazó a un equipo de televisión y aseguró que lo denunciaría por grabarle. Poco después se supo que el manifestante era un policía fuera de servicio que ha sido apartado del cuerpo por los hechos, ya que la manifestación estaba organizada por la extrema derecha.

El diario Neue Osnarbrücker Zeitung informaba de que la policía de Baja Sajonia habría ofrecido ayuda a la policía de Sajonia para la manifestación del pasado lunes y que ésta la habría rechazado. Pero la cosa no queda ahí. En realidad, después de que el servicio secreto informase a la policía de que la manifestación del domingo iba a ser numerosa, según un portavoz explicaba en rueda de prensa televisiva, no se pidió más policía adicional.

El diario Die Welt ha preguntado a la policía de Chemnitz qué ocurrió y la respuesta es muy insuficiente: pidieron refuerzos a una ciudad cercana, pero no era posible enviar unidades desde el lugar. El protocolo contempla pedir refuerzos a la policía nacional y eso no se hizo, a pesar de que en la ciudad vecina recordaron a la policía de Chemnitz el procedimiento.

Alemania se juega la paz interna

La flor y nata de los racistas alemanes tiene una cita el sábado en Chemnitz. El presidente regional de la AfD en Sajonia, Björn Höcke, del ala más radical de ultraderecha, aseguró que irá a la manifestación. Igual que los convocantes, el movimiento ultra Pro Chemnitz. Hooligans y otros nazis declarados van a salir a las calles para manifestarse para reclamar una mayor seguridad. El líder del llamado movimiento identitario, el austríaco Martin Sellner, también aseguró que vendría a la cita. Pero la reacción en contra de la manifestación también se espera muy numerosa. La policía cuenta con que acudan decenas de miles de personas y, esta vez sí, contarán con refuerzos de otros estados alemanes.

Las manifestaciones anti-Merkel de 2016 y el movimiento anti-Islam Pegida fueron tan solo el ensayo general de las concentraciones abiertamente racistas que tuvieron lugar el pasado domingo y lunes en Chemnitz y en las que miles de neonazis atacaron e intimidaron a inmigrantes por las calles. Mientras en Pegida y en las manifestaciones anti-Merkel la extrema derecha se mezclaba entre la clase media pero se mantenían ciertas formalidades, en las últimas protestas se han roto los tabúes.

Si en 2016 se escuchaba a miles de alemanes gritar “Merkel tiene que irse” o “somos el pueblo”, ahora quienes tienen que irse son todos los extranjeros: “Fuera los extranjeros” o “Alemania para los alemanes”. Un cambio cualitativo que no ha pillado por sorpresa a una parte de la sociedad alemana y que ya ha comenzado a movilizarse en contra.

En Berlín habrá una concentración a las cinco de la tarde frente a la oficina de extranjería bajo el lema “Paremos las muertes. Por la caída del muro europeo”, para pedir que se creen rutas de asilo seguras y los inmigrantes no tengan que llegar a las costas en condiciones precarias en botes al arbitrio de las mafias y poniéndose en peligro.

El lunes tendrá lugar un concierto en Chemnitz contra la extrema derecha que será muy numeroso, ya solo teniendo en cuenta el cartel. Los famosos Tote Hosen tocarán junto a Kraftclub y otras bandas muy conocidas en Alemania a partir de las cinco de la tarde bajo el lema “Respeto” y “Nosotros somos más”. El concierto será retransmitido en directo por las principales cadenas de televisión. Asimismo, el sábado 13 de octubre tendrá lugar una gran manifestación en Berlín contra el racismo a la que están convocados activistas de todo el país. Del equilibrio de fuerzas resultante de este ciclo de protestas y contraprotestas podría aparecer una nueva reorganización del mapa político alemán que afectará a toda Europa.