El 11 de marzo, unos días después del inicio de la invasión rusa, la familia de Mykola Trukhan se marchó de Hostomel, en la región de Kiev. Él, sin embargo, decidió quedarse en su casa. “Mi suegra corrió hacia él cuando estábamos evacuando. Intentó convencerle de que se fuera, pero él dijo: 'No, no me voy a ir, no quiero dejar mi perro y mi casa”, dice su sobrina, Lidiya Yarosh. Según le contaron los vecinos a la mujer, el hombre de 86 años murió unos días después cuando un proyectil cayó sobre su vivienda.
El de Mykola es uno de los casos de personas mayores que se quedaron en el país y murieron o resultaron heridas en las hostilidades y han sido documentados por Amnistía Internacional en un nuevo informe publicado este martes. La organización denuncia que el número de víctimas entre personas de más edad durante la invasión rusa es “desproporcionado”, y señala que hay más personas mayores asesinadas y heridas que de otros grupos.
El informe se apoya en los datos sobre víctimas recopilados y facilitados a la ONG por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, según los cuales las personas mayores de 60 años constituyen el 34% de la población civil que ha muerto violentamente desde febrero hasta septiembre de 2022 en los casos en los que se ha podido verificar la edad –no todos los que la ONU ha confirmado–. También son el 28% de los heridos.
Amnistía Internacional señala que estas cifras son “significativamente superiores” a su proporción en la sociedad ucraniana –los mayores de 60 años constituían antes de la guerra casi una cuarta parte de la población (23%), según el informe–.
“Muchas personas mayores no han huido: a veces porque eran reacias a abandonar sus hogares, a veces porque no sabían adónde ir y a veces porque las rutas de evacuación no eran accesibles para ellas”, dice el documento. “Como resultado, las personas mayores parecen constituir un número desproporcionado de las personas que permanecen en algunas de las zonas más afectadas por el conflicto de Ucrania, lo que plantea riesgos para su seguridad y su salud”.
Condiciones peligrosas
El informe, para el que la ONG ha entrevistado a 226 personas, documenta cómo las personas de más edad se quedan a menudo en zonas afectadas por el conflicto o no pueden huir de ellas, lo que las expone a sufrir condiciones de vida peligrosas en viviendas gravemente dañadas.
“La devastadora invasión rusa está teniendo un impacto desproporcionado en las personas de más edad en Ucrania porque muchas se quedan en zonas donde a menudo están en peligro de sufrir los incesantes ataques por tierra y por aire”, dice en un comunicado Laura Mills, investigadora de Amnistía Internacional sobre personas de edad avanzada y personas con discapacidad.
La organización explica que gran parte de los mayores que huyen no pueden pagar un alquiler. “Muchas personas mayores desplazadas tienen dificultades para encontrar un alojamiento adecuado y se ven expulsadas del mercado privado por los precios cada vez más altos del alquiler y unas pensiones muy por debajo de los niveles de subsistencia”.
Según explica la organización, miles han tenido que quedarse en “instituciones estatales desbordadas que no tienen personal suficiente para proporcionar el nivel de cuidados necesario”. Amnistía Internacional indica que ha visitado siete instituciones para personas mayores y personas con discapacidad y ha hallado que estos centros no pueden proporcionar el nivel de cuidados necesario en parte porque no tienen personal suficiente para atenderlas.
“Simplemente no teníamos adónde ir”
El documento indica que hay casos de personas mayores que viven en casas sin electricidad, gas o agua corriente, y sin protección de la lluvia, la nieve o el frío por los daños en ventanas y tejados.
“Todo el mundo en nuestra calle se marchó. Solo quedamos yo y otras dos mujeres mayores (...) Una tenía una discapacidad. Simplemente no teníamos adónde ir. Yo me escondía en un agujero en el sótano”, dice Hanna Selivon, de 76 años, desde Chernígov. Cuando fue entrevistada, Selivon solo tenía techo en el cuarto de baño, donde había un colchón en la bañera para que pudiera dormir. “El 29 de marzo cayeron muchas bombas y cuando salí [del sótano] solo vi que volaban las llamas (...) que [mi casa] se estaba quemando. Mis piernas no se movían”.
Por otro lado, Amnistía Internacional señala que las personas mayores, que tienen con más frecuencia problemas de salud, corren un riesgo mayor en las zonas ocupadas, “donde las fuerzas rusas han restringido severamente el acceso a la ayuda humanitaria en flagrante violación del derecho internacional”.
El informe recoge el caso de Svitlana, de 64 años, en un pueblo ocupado por Rusia cerca de Járkov. Según cuenta, su hermano de 61 años tuvo un ictus en abril de 2022. El hospital en el que lo ingresaron no tenía electricidad ni agua corriente y le dieron de alta al día siguiente. “No podían hacer nada, no podían hacer electrocardiogramas, no podían hacer electroencefalogramas, no tenían medicamentos”, dice. Menos de una semana después, su hermano murió por un segundo ictus, según el certificado de defunción al que ha tenido acceso la ONG.
La entidad reclama a los gobiernos y a las organizaciones internacionales que “aumenten la ayuda a las personas mayores en Ucrania facilitando su evacuación voluntaria al extranjero, garantizando que tienen prioridad para recibir ayuda en efectivo y apoyando la creación de alojamientos físicamente accesibles para las que tienen una discapacidad”. “Ahora que han llegado los gélidos meses del invierno, la gente mayor debe ser evacuada a refugios accesibles y debe darse prioridad a la reparación de sus casas”, dice Laura Mills.