Aravus, un pueblo atrapado en el frente entre Armenia y Azerbaiyán: “Mientras el mundo calle, aquí no habrá paz”

Diego Herrera

2 de agosto de 2021 21:22 h

0

Nueve meses después de la derrota de Armenia ante Azerbaiyán en la guerra de Nagorno Karabaj y la firma de un alto el fuego, el conflicto territorial está lejos de solucionarse.

Desde el pasado mayo las tensiones en frontera han aumentado considerablemente. Armenia denuncia que las tropas de Azerbaiyán han invadido y construido posiciones militares en su territorio y las escaramuzas se vienen sucediendo desde entonces en diferentes lugares del país. Los puntos donde Azerbaiyán ha cruzado las líneas fronterizas están principalmente en las provincias de Gegharkunik y Syunik.

La semana pasada, tres soldados armenios fallecieron en las cercanías de la localidad de Geghamasar, provincia de Gegharkunik, debido a enfrentamientos armados con el país enemigo. La escaramuza se desarrolló en las posiciones cercanas a esta localidad, en la frontera este de la República de Armenia.

Fuerzas rusas mediaron entre las partes para restaurar el alto el fuego, pero tan solo unas horas después, el jueves por la mañana, estallaron nuevos combates que dejaron a un militar armenio herido a causa de los disparos.

A ello se suman las tensiones en las zonas donde Armenia perdió territorio tras la guerra de 2020, que dejó alrededor de 5.000 fallecidos. Un ejemplo de estas tensiones es Aravus, en la provincia de Syunik. El pueblo perdió gran parte del terreno y en él se establecieron posiciones militares azerbaiyanas y armenias. A diario, los residentes del pueblo, acompañados de soldados armenios, patrullan la localidad para evitar un nuevo avance enemigo.

Según su alcalde, Argam Hovsepyan, las tropas de Azerbaiyán se han apropiado de alrededor de 62 hectáreas y todos ellos cuentan con los documentos legales que así lo demuestran. El alcalde afirma: “Hay alrededor de 13 posiciones azerbaiyanas alrededor del pueblo”.

En esta localidad, las patrullas para controlar que Azerbaiyán no invada aún más el territorio armenio están formadas por soldados del ejército armenio y vecinos del pueblo que quieren defender sus tierras su cosecha y sus bienes.

Lena, una mujer de 81 años, acoge en su casa a soldados armenios. Su casa está a un kilómetro de la posición azerí y a 500 metros del puesto armenio. Esta vecina les prepara la comida y les da una cama para que puedan descansar. Su hogar es el lugar de intercambio de debates y de historias de la guerra que comentan entre soldados y vecinos, muchos de los cuales fueron combatientes voluntarios en la guerra de Nagorno Karabaj.

La noche es el momento de reunión de los residentes voluntarios y soldados para patrullar por las tierras de este pequeño pueblo. La casa de Lena y su hijo, Argam, alcalde del pueblo, es el punto de reunión y de partida. Los vecinos van llegando y uno de ellos se encarga de repartir los AK-47 entre los allí presentes. El comandante da las oportunas instrucciones y comienza una de tantas largas noches de vigilancia.

Varios de los aldeanos de Aravus han perdido parte de sus tierras que ahora están bajo control azerbaiyano. La economía de este pueblo se basa en la agricultura y la ganadería y la perdida de esas tierras supone un gran perjuicio para unas familias que ya de por sí, viven con lo justo.

Graif es uno de esos aldeanos que estuvieron en la guerra y ha decidido coger el arma ahora para defender sus tierras, su familia y su sustento económico, dice. “Antes tenía 30 vacas, pero al invadir Azerbaiyán estas tierras, las tuve que vender porque no tenía con que alimentarlas y me he quedado con dos”, cuenta. Todo lo que había sembrado ha quedado en la zona bajo control de Azerbaiyán. “Me da igual el dinero, solo quiero recuperar mi tierra para poder seguir labrándola”.

En este pueblo había unas 1.270 cabezas de ganado, según su alcalde, ahora apenas hay 170. Muchas de esas cabezas de ganado las han vendido, como Graif, pero otra gran parte ha sido robada por las tropas azerbaiyanas, según denuncian. Seriosa, un aldeano de 59 años, recuerda como a un vecino se les escaparon varias vacas hacia el lado azerí y las tropas no quisieron devolverle su ganado, pese al intento de negociaciones.

Él también tuvo que vender parte de su ganado: “Antes de esta situación tenía 300 ovejas, ahora no tengo ninguna. Las vendí”. A Seriosa ahora le quedan unas pocas vacas que saca a pastar cada mañana temprano. Hace unas semanas se acercó demasiado a la posición azerbaiyana con sus vacas: “Varios soldados me amenazaron con matarme a mí y a mi familia si me acercaba otra vez por ahí”. Pese al intento de negociaciones, él también ha perdido siete hectáreas de tierra y perderá su cosecha, al igual que muchos de sus vecinos.

Este pueblo también ha acogido a varios desplazados de Nagorno Karabaj. Valery, un hombre de 70 años, es uno de ellos. Él tuvo que huir de la región de Lachin durante la ultima guerra de Nagorno Karabaj (2020) y se asentó aquí donde también tenía tierras que recibió del koljós después de la caída de la URSS. Pero gran parte de esas tierras también se las han robado. Valery subsiste con la pensión que cobra. Él ya luchó en la primera guerra de Karabaj y esta noche, como todas, piensa vigilar una frontera que le ha quitado el sustento económico al pueblo de Aravus.

Las tensiones no cesan y los soldados creen que si la situación continua así, una guerra podría estallar en cualquier momento. Gnel, uno de los soldados que patrullan por las montañas de esta pequeña aldea, dice: “Mientras el mundo calle, aquí no habrá paz”.

El soldado hace entonces referencia a unos vídeos difundidos en la red en los que se ve supuestamente cómo soldados de Azerbaiyán cometen atrocidades durante la guerra. “Lo de esos videos es una auténtica barbarie. Yo soy soldado y tengo que matar al enemigo en combate, pero matar de esa manera a civiles o soldados desarmados y salir impune... ¿Dónde está Europa?”.

Las tensiones entre ambos países han impedido delimitar oficialmente las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno Karabaj y ahora es el Gobierno ruso el que intenta intermediar para establecer estás demarcaciones territoriales basándose en mapas de la época soviética.