Al Asad huye de Damasco y los rebeldes declaran la victoria mientras las potencias negocian el futuro de Siria
El presidente Bashar Al Asad ha abandonado la capital siria, después de que los grupos opositores armados hayan conquistado amplias áreas del país y hayan llegado a Damasco en unos diez días, declarando su victoria sobre el régimen a primera hora del domingo.
Desde Moscú, el Kremlin ha confirmado a las agencias rusas de noticias TASS e Interfax que tanto Bashar Al Asad como su familia más cercana se encuentran en Moscú y han recibido asilo político “por motivos humanitarios”. Horas antes, el Ministerio de Exteriores ruso confirmaba que al Asad había abandonado el país tras negociar con los rebeldes.
Los insurgentes han logrado entrar en la capital y tomar el control de instalaciones estratégicas, como la radiotelevisión pública siria, desde la que han prometido salvaguardar las instituciones del “Estado libre de Siria”. Imágenes difundidas en las redes sociales han mostrado a miles de damascenos celebrar la marcha del dictador en las calles y algunos de ellos incluso han entrado en el palacio presidencial de Al Rawda.
La coalición de grupos islamistas encabezados por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, en árabe), que ha expulsado a Al Asad de la presidencia después de 24 años, ha proclamado la victoria a primera hora del domingo. Su líder, Abu Mohamed al Jolani, ha pedido a sus combatientes “proteger las instituciones públicas y sus propiedades, ya que son propiedad del pueblo”.
“Entrad en Damasco con modestia, tratad bien a vuestro pueblo y a vuestra gente. Debéis ser los mejores soldados, como os ha descrito el enviado de Dios”, ha dicho en un comunicado difundido a través de su canal de Telegram.
El primer ministro de Al Asad, Mohamed Ghazi al Jalali, ha asegurado en un vídeo que tiende su mano a “todo sirio que se interesa por este país para preservar sus instituciones”. “Estoy en mi casa, no la he abandonado porque pertenezco a este país y no conozco ningún otro país. Es mi patria”, ha afirmado, mostrándose dispuesto a colaborar con la oposición armada, según la Agencia EFE.
La sorpresiva y eficaz ofensiva de los insurgentes ha hecho que las fuerzas gubernamentales se hayan retirado casi sin oponer resistencia, mientras los aliados militares y políticos del presidente -Rusia e Irán- no han hecho lo suficiente para detener el avance opositor, que ha sorprendido a todo el mundo.
Este domingo los rebeldes han llegado hasta Latakia y Tartús, los bastiones del régimen sirio en la costa noroccidental y los menos afectados por la guerra civil en la pasada década. En las dos localidades han sido derribadas las estatuas de Hafez Al Asad, padre de Al Asad, que gobernó el país con puño de hierro entre 1971 y 2000, hasta que le sucedió su hijo Bashar.
Parece que el rápido y fácil avance de los rebeldes sirios ha sido posible gracias a la retirada, casi sin oponer resistencia, de gran parte de las fuerzas armadas y de seguridad del régimen, especialmente en algunas áreas, en las que se les ha ofrecido una “salida segura” a cambio de su rendición. Además, la marcha de Al Asad y la toma de poder por parte de la oposición armada sin apenas derramamiento de sangre no habría sido posible sin el acuerdo entre las potencias que intervienen militarmente en Siria y que han decidido las suertes del país.
El futuro de Siria se decide en Doha
Los ministros de Exteriores de Rusia, Irán y Turquía se reunieron el sábado en Qatar, en el marco del llamado proceso de Astaná, a través del cual han coordinado sus respectivas posturas e intereses en Siria en los últimos años, en los que Al Asad se había reafirmado en el poder. También se encuentran en Doha los representantes de varios países árabes involucrados en el conflicto y en la mediación, que pocas horas antes de la caída de Damasco aseguraron en un comunicado estar trabajando a favor de “una solución pacífica a la crisis en Siria que satisfaga las aspiraciones del pueblo sirio de seguridad, estabilidad y justicia”.
Este fin de semana se celebra el Foro de Doha, en la capital qatarí, donde Siria está presente en todas las conversaciones, oficiales y extraoficiales. El portavoz del Ministerio de Exteriores qatarí, Majed Al Ansari, ha asegurado el domingo en una mesa redonda con algunos medios, entre los que estaba elDiario.es, que “el régimen ha perdido todas las oportunidades para dialogar, para reconciliarse con su gente y para volver a relacionarse” con la comunidad internacional, y que su colapso “es el resultado de su comportamiento”. “Tenemos que trabajar juntos para hacer todo lo posible para tener un diálogo abierto con todas las partes sobre el terreno”, ha dicho Al Ansari, haciendo referencia a todos los países reunidos en Qatar.
En el Foro de Doha, el enviado especial de Naciones Unidas, Geir O. Pedersen, afirmó a última hora del sábado ante los medios que “las cosas están cambiando dentro de Siria”. “La necesidad de una transición política ordenada nunca ha sido tan urgente” como en estos momentos, aseguró en una breve declaración tras reunirse con los titulares de Exteriores ruso, iraní y turco, así como con representantes de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y la Unión Europea. Pedersen dijo que todos los interlocutores están de acuerdo en la convocatoria de unas “conversaciones políticas urgentes en Ginebra para implementar la resolución 2254” de la ONU.
Esa resolución es la hoja de ruta para un proceso de paz en Siria que el Consejo de Seguridad fijó en 2015, pero que hasta ahora no ha sido aplicada, en gran medida por las reticencias del régimen sirio a negociar con sus adversarios. “Necesitamos un proceso urgente y serio, diferente fundamentalmente de lo que ha sido hasta ahora”, ha admitido Pedersen, quien lleva en el cargo desde 2018 sin lograr avances.
La aplicación de la resolución 2254 ha sido repetida este sábado en Doha como un mantra mágico, pero poner fin al conflicto sirio, que dio comienzo en marzo de 2011 con protestas populares contra la dictadura de los Al Asad (padre e hijo). El analista Charles Lister explicaba a elDiario.es que es “muy positivo” que todos los países involucrados han aceptado que el régimen de Al Asad ha terminado. “Si no aceptaran este hecho, nos encaminaríamos hacia un capítulo mucho más complicado y violento” en Siria.
Después de que Rusia, Irán y Turquía hayan aceptado que “debe haber un cambio en Siria ahora y que ese cambio conlleva la marcha de Al Asad”, ahora “el resto de la comunidad internacional el pueblo sirio deben juntarse y entender cómo será ese cambio”, agregaba Lister.
Después de tantos años y a pesar de su involucración, el analista ha señalado que todo apunta a que Irán y Rusia están “abandonando” a su protegido Al Asad. Mientras, Turquía se ha visto beneficiada por los rápidos desarrollos en Siria que, según el experto, “no planeaba” y “no tiene mucho control sobre lo que está ocurriendo sobre el terreno”. Tras la marcha de Al Asad y la toma del poder por parte de los rebeldes, el Gobierno turco puede obtener lo que ha buscado con sus intervenciones militares en Siria y sus presiones diplomáticas: seguridad a lo largo de su frontera con Siria y el retorno de los refugiados sirios a su país, “lo cual parece ahora inevitable”, en opinión de Lister.
La mayor parte de los refugiados provienen de localidades y áreas que durante la guerra han sido duramente castigadas por su oposición al régimen -tanto por las fuerzas de éste como por las rusas-, y ahora ven la posibilidad de regresar si sus lugares de origen son conquistados por los rebeldes. De hecho, estos días muchos sirios han empezado a regresar a los hogares que abandonaron hace años: algunos se han reencontrado con sus familias y vecinos, otros con tristes noticias sobre la suerte de sus parientes o de sus propiedades.
A medida que los rebeldes han ido avanzando, tomando territorios y expulsando a las autoridades de Damasco, también han liberado a los presos que llevaban mucho tiempo detenidos por sus posturas políticas, por haber participado en la revuelta de 2011 o haber rechazado alistarse en el Ejército oficial. En muchos casos, las familias no sabían si estaban presos o muertos -se calcula que hay unos 130.000 desaparecidos en Siria-, y algunas han sabido por fin dónde y cómo están sus seres queridos.
El papel de Rusia
En el Foro de Doha, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo el sábado que seguiría apoyando al Ejército sirio frente a “la amenaza del terrorismo” e hizo hincapié en que Hayat Tahrir al Sham es considerado un grupo terrorista por parte de la comunidad internacional (de hecho, fue creado alrededor de la exfilial de Al Qaeda en Siria, de cuyas posturas se ha distanciado).
En una intervención pública en el foro, Lavrov no desveló si Moscú podría acoger a su aliado Al Asad, cuyo paradero se desconoce en estos momentos. El jefe de la diplomacia rusa declaró que, junto a sus homólogos turco e iraní, apoyan en la aplicación de la resolución 2254. Los diplomáticos “intentamos detener el derramamiento de sangre en Siria”, ha agregado.
Sin el apoyo de Rusia —militar en Siria y político en el Consejo de Seguridad de la ONU—, Al Asad no se hubiera mantenido en el poder hasta ahora. Moscú intervino en la contienda en 2015, cuando el régimen había perdido el control de la mayor parte del país, una buena porción de él a manos de los extremistas del Estado Islámico. La Unión Soviética, primero, y Rusia, después, han apoyado a la familia Al Asad desde hace décadas a cambio de tener su única base militar en esta zona y una salida al mar Mediterráneo, desde el noroeste de Siria.
Se rumorea que Al Asad podría haberse exiliado en Rusia o en Emiratos Árabes Unidos, uno de los primeros países árabes que normalizó las relaciones con el régimen sirio después de años de matanzas y horrores cometidos contra su propio pueblo. La ONU estima que más de medio millón de sirios han fallecido desde 2011 y casi seis millones se han refugiado en otros países.
Varios expertos han señalado en el Foro de Doha que la normalización con Al Asad no debió ser nunca la solución y ahora se ha revelado una estrategia fallida, y que la comunidad internacional debe admitir su fracaso en ese sentido y trabajar ahora para que las reivindicaciones del pueblo sirio se hagan realidad después de más de una década.
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