Ismail Haniyeh era una de las caras más conocidas del grupo palestino Hamás: jefe de su oficina política desde hace años y mediador en las actuales negociaciones con Israel para un alto el fuego en Gaza. Se cree que no participó en la planificación de los ataques del 7 de octubre contra localidades israelíes próximas a la Franja, donde los milicianos islamistas mataron a más de un millar de personas y secuestraron a unas 250, aunque sí celebró la “hazaña” de sus combatientes.
En la madrugada del miércoles fue blanco de un ataque atribuido a Israel que acabó con su vida y la de uno de sus guardias de seguridad en Teherán. Según los medios de comunicación iraníes, Haniyeh murió sobre las 02:00 hora local, cuando el lugar donde se alojaba fue alcanzado por un proyectil, posiblemente un misil. El líder islamista había acudido a Irán para participar en la ceremonia de investidura del nuevo presidente, Masud Pezeshkian, el martes 30 de julio. También había visitado Irán en mayo, para asistir al funeral del presidente Ebrahim Raisi, fallecido en un accidente aéreo, pero nada hacía sospechar que esta vez pudiera ser víctima de un asesinato selectivo que lleva el inequívoco sello israelí.
Las autoridades iraníes no han dudado a la hora de acusar directamente a Tel Aviv del ataque. Pezeshkian ha prometido que su país “defenderá su integridad territorial, su dignidad, su honra y honor, y hará que los terroristas invasores se arrepientan de su cobarde acción”. También el líder supremo de Irán, Alí Jameneí, ha amenazado con vengarse: “Con este acto, el criminal y terrorista régimen sionista (de Israel) ha preparado el terreno para un duro castigo y consideramos que es nuestro deber vengar el asesinato en el territorio de la República Islámica de Irán”, ha asegurado en un comunicado recogido por la Agencia EFE. Teherán ha declarado tres días de luto por la muerte de Haniyeh, cuyo féretro ha sido despedido en un funeral en la capital iraní este jueves, antes de ser trasladado a Qatar, donde recibirá sepultura el viernes.
Los mediadores, enfadados
El líder de 62 años llevaba varios residiendo en Doha, después de haber tenido que salir de la Franja de Gaza. Hamás tiene su oficina política en la capital qatarí, con el beneplácito del Gobierno local y también de Estados Unidos, aliado clave de este pequeño país del golfo Pérsico. Precisamente, desde Doha ha llegado una de las condenas más duras al asesinato de Haniyeh: “Los asesinatos políticos y los ataques continuos contra civiles en Gaza mientras continúan las conversaciones nos llevan a preguntarnos ¿cómo puede una mediación tener éxito si una parte asesina al negociador de la otra parte?”, ha dicho el primer ministro y ministro de Exteriores en la red social X. La indignación y frustración del principal mediador en este conflicto hacen deducir que lo ocurrido no hará sino dificultar aún más unas negociaciones muy complejas, que no han dado frutos desde el pasado mes de noviembre –cuando Qatar anunció un acuerdo de tregua y de intercambio de rehenes por prisioneros palestinos–.
También desde El Cairo, otro de los mediadores ha mostrado su enfado porque el ataque contra Haniyeh “socava los esfuerzos incansables de Egipto y sus aliados para detener la guerra en Gaza y acabar con el sufrimiento del pueblo palestino”. En un comunicado, el Ministerio de Exteriores ha arremetido directamente contra Israel por “la falta de voluntad política para calmar” las tensiones en Oriente Medio, que el Gobierno egipcio teme que se “descontrolen”, sobre todo a raíz de los ataques selectivos del martes y el miércoles.
Tras el asesinato de Haniyeh, crecen aún más los temores a una escalada de la violencia regional, con múltiples frentes abiertos –el martes, Israel bombardeó un edificio en un suburbio de la capital libanesa matando a Fuad Shukr, comandante del grupo chií Hizbulá–. El brazo armado de Hamás, las Brigadas de Al Qasam, han alertado de que el asesinato del líder político del grupo palestino es “un acto peligroso que lleva la batalla a un nuevo nivel y tendrá importantes consecuencias en toda la región”. “El enemigo ha cometido un error de cálculo al ampliar el círculo de su agresión, asesinar a líderes de la resistencia en diversos ámbitos y violar la soberanía de los países de la región”, han agregado en un comunicado.
Las Brigadas de Al Qasam se están enfrentando con las tropas israelíes sobre el terreno en Gaza –donde Israel asegura haber eliminado a unos 15.000 milicianos desde octubre– y su líder Mohamed Deif ha sido uno de los objetivos prioritarios de los bombardeos. Este jueves, el Ejército israelí ha confirmado su muerte en un ataque el pasado 13 de julio contra la localidad de Jan Yunis, en el sur de la Franja, en el que fallecieron decenas de civiles.
Temores a una guerra regional
Para evitar precisamente que el conflicto se amplíe a Líbano y a Irán, Estados Unidos ha puesto en marcha la maquinaria diplomática y ha mantenido contactos con sus aliados árabes –aunque Washington también está enfrentado a Irán, y considera a Hamás y a Hizbulá grupos terroristas–. El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, ha hablado este miércoles con sus homólogos de Qatar y Jordania, y ha reiterado en declaraciones desde Singapur “la importancia de lograr un alto el fuego” en Gaza.
El jefe de la diplomacia estadounidense no ha querido especular sobre “el impacto que cualquier acontecimiento pueda tener”, pero nadie duda de que el asesinato de Haniyeh, nada más y nada menos que en suelo iraní, tendrá una repercusión en el conflicto entre Hamás e Israel y entre el Estado judío y el llamado 'Eje de la Resistencia' (encabezado por Teherán e integrado por milicias como Hizbulá y los hutíes de Yemen). “Lo que sé es que continuaremos trabajando cada día”, ha afirmado Blinken, para “prevenir una escalada del conflicto”.
Blinken también se ha visto obligado a dejar claro que su Gobierno no tenía constancia ni estaba implicado en el asesinato de Haniyeh, tal y como declaró al canal de televisión Channel News Asia durante su visita a Singapur. El hecho de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visitara Washington la semana pasada ha generado especulaciones sobre la posibilidad de que Israel obtuviera el visto bueno de su principal aliado para ir a por los dos líderes de más importancia de Hamás y Hizbulá que ha asesinado hasta el momento. El pasado enero, ya tuvo como objetivo a Saleh al Arouri, mano derecha de Haniyeh, que falleció en un bombardeo en el mismo suburbio de Beirut que Israel golpeó este martes, conocido por ser el principal bastión de Hizbulá en la capital libanesa.
Jordania, uno de los principales socios de EEUU y también de los países involucrados en la diplomacia regional para evitar que la guerra de Gaza se extienda a su propio territorio, ha condenado tanto el bombardeo contra Beirut del martes como “el asesinato por parte de Israel” de Haniyeh. El Ministerio de Exteriores ha señalado en un comunicado “la firme posición de Jordania de rechazo de las violaciones de la soberanía estatal y del derecho internacional”, así como de los “asesinatos políticos”. Otros países vecinos han lamentado la muerte de Haniyeh en un ataque en suelo iraní, algo que Israel ya se había atrevido a realizar anteriormente aunque casi nunca ha asumido la autoría de bombardeos contra instalaciones nucleares o militares del régimen de los Ayatolás.
Irán solicitó este miércoles una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar el asesinato de Haniyeh en su territorio. Durante la sesión, el embajador iraní, Saeed Ravani, redobló las acusaciones de su Gobierno de que el asesinato de Haniyeh fue perpetrado por Israel con “autorización y apoyo de Inteligencia de Estados Unidos”, según declaraciones recogidas por EFE.
Por su parte, el embajador israelí, Gilad Erdan, criticó la reunión urgente “pedida por el patrocinador número uno del terrorismo en el mundo” (Irán) y acusó a Teherán de usar a sus “representantes, Hamás, los hutíes y Hizbulá” para atacar a Israel. Erdan también afirmó que el Estado hebreo “no se quedará parado” y seguirá “actuando para defender a toda la gente de Israel”.
También desde Nueva York, el portavoz del secretario general de la ONU, Stéphane Dujarric, ha dicho que “la comunidad internacional debe trabajar junta para prevenir urgentemente cualquier acción que lleve a todo Oriente Medio al borde del precipicio, lo cual tendría un impacto devastador para los civiles”.
En Israel, el Gobierno no ha asumido la autoría del ataque contra Haniyeh, pero sí del bombardeo contra Shukr, que ha dejado cinco víctimas mortales civiles, según las autoridades libanesas. Sin confirmar lo evidente, Netanyahu se ha reunido con su gabinete de seguridad y, a la salida, ha declarado que “Israel se cobrará un precio muy alto por cualquier agresión desde cualquier horizonte”. “Estamos listos para cualquier escenario. Nos mantenemos unidos y determinados a afrontar cualquier amenaza”, ha agregado. Netanyahu también ha celebrado el ataque que sus fuerzas realizaron contra Beirut el martes, en el que Israel asegura haber matado a Fuad Shukr, el comandante de “mayor rango” de Hizbulá. El movimiento chií ha confirmado su fallecimiento unas 24 horas después.
Anteriormente, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, había afirmado: “No queremos la guerra, pero nos estamos preparando para todas las posibilidades”. Es el mantra que tantas veces han repetido los dirigentes militares refiriéndose a las crecientes tensiones con el vecino Líbano, que alcanzaron su punto más elevado con el bombardeo selectivo contra Shukr en Beirut. El ataque fue llevado a cabo en represalia por la muerte el pasado fin de semana de más de una decena de niños y adolescentes en la localidad de Majdal Shams, en los Altos del Golán ocupados por Israel, donde impactó un proyectil que Hizbulá aseguró no haber lanzado.