En la recta final de la campaña electoral francesa los dos finalistas han pasado más tiempo pidiendo el voto contra su rival que para sí mismos. Emmanuel Macron continúa por delante en todas las encuestas y, según los últimos sondeos, habría aumentado la distancia respecto a su rival: 56,5% frente al 43,5% de Marine Le Pen, de acuerdo con el último barómetro de Ipsos. Un avance significativo logrado en las últimas dos semanas: en los días previos a la primera vuelta, la diferencia entre los finalistas llegó a estrecharse hasta los seis puntos.
La candidata de extrema derecha, no obstante, continúa registrando una intención de voto más alta que en 2017 y aspira a que la movilización del electorado más descontento con el presidente le permita dar la sorpresa en la jornada electoral. “Creo que tengo todas las posibilidades de ganar, que los franceses se movilizarán para poner fin a un mandato que ha sido devastador para ellos”, afirmaba el viernes, en un desplazamiento a Roye, en la región de Picardía. “Un segundo quinquenio de Emmanuel Macron sería el saqueo social. Ya no tendría límites y llegaría hasta el final de su lógica [neoliberal]. Sería peor que el primero”.
El viernes, para cerrar su campaña, la candidata de la Agrupación Nacional (AN) recorrió el mercado de la ciudad de Abbeville, junto a la bahía del Somme. Le Pen retomó su gran tema de la campaña, el poder adquisitivo, reiterando su propuesta de reducir el IVA de la energía del 20% al 5,5%. La noche anterior había pronunciado en Arrás el último gran mitin de su campaña, en el que atacó al presidente señalando “su arrogancia sin límites”.
En el otro extremo del país, Emmanuel Macron, reservó para el cierre de su campaña un viaje al departamento de Lot, en el sur, para un discurso dedicado al mundo rural, un electorado al que no acaba de convencer con su proyecto. Macron reiteró su voluntad de luchar contra los desiertos médicos, proponiendo que una parte de las tareas se delegue en auxiliares sanitarios y en farmacéuticos. “Muy a menudo, en las regiones, la solución viene de abajo”, afirmó, y no “de las circulares escritas en París”. La víspera había realizado un ejercicio similar tratando de convencer a los votantes de los barrios difíciles, mediante un desplazamiento a San Denís, en la banlieue parisina.
Seducir al electorado progresista
Precisamente los grandes temas de sociedad han pesado poco en toda la campaña. Los derechos de las personas LGTBI, por ejemplo, han estado ausentes de los programas de ambos candidatos. Al ser interrogado sobre la cuestión, Emmanuel Macron se limitó a subrayar la adopción del proyecto de ley sobre la prohibición de las “terapias de conversión” y, sobre todo, la apertura de la reproducción asistida (PMA) a mujeres solteras y a parejas lesbianas. La candidata de extrema derecha, por su parte, ha evitado tratar este tipo de temas –abandonando la línea abiertamente homófoba de su padre– y ahora cita a menudo la posibilidad de organizar varios referéndums para resolver algunos de los grandes debates de la sociedad.
Es una forma de no alienar al 21,95% de los votantes que se decantaron por Jean-Luc Mélenchon en la primera vuelta. Durante las dos últimas semanas Macron y Le Pen han maquillado algunas de sus principales propuestas para buscar votos fuera de sus bases electorales. En un desplazamiento en el norte, donde su rival obtiene sus mejores resultados, el presidente se mostró flexible sobre la posibilidad de revisar la reforma de las pensiones con la que propone subir la edad de jubilación a los 65 años.
Unos días después, la candidata de extrema derecha dialogaba en Perthuis, cerca de Aviñón, con una mujer vestida con un hiyab que la interrogó sobre su plan de prohibir el velo en el espacio público. En unos días la diputada de la Agrupación Nacional ha pasado de querer prohibir el “uniforme de los islamistas” en el espacio público, a matizar que se trata de un “asunto complejo”, que debe estar sujeto a “discusión” en el Parlamento y luego al veredicto popular.
Mélenchon ya prepara “la tercera vuelta”
Entre tanto, el tercer candidato más votado de la primera vuelta, Jean-Luc Mélenchon, ya piensa en las siguientes citas electorales. El líder de Francia Insumisa, que la noche electoral dio un discurso con aires de adiós a la política, reapareció esta semana con una entrevista ante las cámaras de BFM-TV haciendo un llamamiento para las legislativas de junio. “Pido a los franceses que me elijan primer ministro” votando a una “mayoría de diputados insumisos”, declaró.
Mélenchon pretende así imponer una cohabitación al ganador de las elecciones del domingo. Afirmó que presenta su candidatura a este cargo (que nombra directamente el presidente de la República) independientemente de quién sea elegido, y que quiere hacer de las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio una “tercera vuelta”. “Seré el primer ministro, no por el favor del señor Macron o de la señora Le Pen, sino por el pueblo francés que me ha elegido”, explicó, reafirmando que no quiere que se dé un solo voto insumiso a la candidata de extrema derecha.
Las negociaciones para una alianza de cara a las elecciones legislativas ya están en curso y avanzan con el Partido Comunista, Europa Ecología-Los Verdes y con el Nuevo Partido Anticapitalista. Las discusiones con el Partido Socialista son más complejas, ya que dos líneas comienzan a definirse en el seno del PS: el secretario general Olivier Faure se ha mostrado favorable a una alianza con Mélenchon; por otro lado, una segunda línea, que encabeza la presidenta de la región de Occitania Carole Delga, rechaza un acercamiento con LFI.