Hace tan solo tres semanas, el 11 de julio iba a ser un día donde todos los ojos estarían puestos sobre Donald Trump: el juez del caso Stormy Daniels tenía que dictar la pena de su sentencia. La inmunidad reconocida por el Tribunal Supremo trastocó estos planes y el destino ha querido que el 11 de julio quien haya estado bajo el escrutinio público (y esperando sentencia) haya sido Joe Biden. Bajo la atenta mirada de aquellos que le han pedido que renuncie, el presidente norteamericano ha confundido al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con Vladímir Putin; y después ha llamado a su vicepresidenta, Kamala Harris, “vicepresidente Trump”.
A pesar de las equivocaciones, el demócrata ha seguido aferrándose a la candidatura y ha vuelto a insistir que es el mejor candidato para derrotar a Trump en las urnas. “Creo que soy la persona más cualificada para optar a la presidencia. Le derroté [a Trump] una vez y lo volveré a hacer ”, ha dicho el presidente ante los periodistas que se congregaban en la sala.
En la primera fila, a los pies del atril, estaban sentados el secretario de Estado, Antony Blinken; la secretaria de Comunicación de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre; y el secretario de Defensa, Austin Lloyd.
Biden lleva dos semanas intentando convencer a todo el mundo de que el desastroso debate de la CNN solo fue “una mala noche”. La rueda de prensa en solitario de este jueves en el marco de la cumbre de la OTAN era vista como un nuevo test que el presidente debía superar para convencer a los críticos de su partido ( y a los norteamericanos en general) de que, a sus 81 años, está capacitado para afrontar la campaña electoral y asumir un segundo mandato, si es reelegido.
Lo que nadie esperaba es que antes de que empezara la conferencia, Biden ya cometiera un traspié. “Damas y caballeros, el presidente Putin”, dijo en un evento de la cumbre previo a la rueda de prensa. El presidente se corrigió de inmediato e intentó excusarse diciendo que el lapsus se debía a que está “muy concentrado en derrotar a Putin”. En la rueda de prensa, que ha llegado a retrasarse una hora, la situación no ha mejorado.
Tos y tartamudeos
El nerviosismo de Biden (no se sabe si causado por la presión del momento o por el lapsus con Zelenski) se ha notado ya en el discurso previo al turno de preguntas. El presidente ha sufrido algún pequeño balbuceo cuando ha hablado sobre la fortaleza de la OTAN y el papel de liderazgo que tiene Estados Unidos dentro de la Alianza.
Así mismo, también ha defendido las políticas llevadas a cabo durante su mandato: la lucha contra la inflación, la orden ejecutiva para intentar “solucionar” la situación de la frontera y la mediación en las negociaciones para conseguir un alto el fuego en Gaza (el cual aún no ha llegado). La misma tos que lo desarmó durante la “mala noche” del debate también ha vuelto aparecer. Aunque al final Biden ha conseguido controlarla.
Cuando ha llegado el turno de preguntas, en lugar de ser los periodistas quienes han pedido el turno de palabra, ha sido Biden quien ha ido leyendo los nombres de a quienes previamente se había concedido la oportunidad de preguntar. Esta medida, sin embargo, no ha salvado al presidente de sí mismo. En la respuesta de la primera pregunta es cuando ha llamado a Harris “vicepresidente Trump”, hecho que no ha corregido como el caso de Zelenski.
La culpa es de la agenda presidencial
El presidente ha argumentado que los líderes extranjeros con los que se ha reunido estos días en la cumbre de la OTAN no han expresado ninguna preocupación en torno a su estado de salud. Horas antes, el primer ministro británico, Keir Stamer, aseguró que había visto a Biden en “muy buena forma” después de la reunión bilateral.
El demócrata también ha defendido que “no es verdad” que dijera que necesitaba descansar a partir de las ocho de la tarde. “Lo que dije fue que en lugar de empezar todos los días a las 7 e irme a la cama a medianoche, sería más inteligente rebajar mi ritmo un poco más”, ha asegurado.
De hecho, ha llegado a insinuar que su equipo lo está sobrecargando con actos en su agenda: “Amo a mi equipo, pero ellos añaden cosas. Me añaden cosas todo el tiempo. Estoy atrapado en el infierno de mi esposa”. En la entrevista de ABC News Biden evitó tirar la culpa a su equipo por su mal rendimiento en el debate electoral de la CNN. Tan solo una semana después parece que la situación ha cambiado.
Un hecho destacable es que Biden, en medio del baile de nombres sobre quién podría ser su futuro sucesor, no ha dudado en elogiar a Kamala Harris diciendo que ella “está cualificada para ser presidente”. “No la habría elegido a ella si no fuera porque creyera que estaba cualificada para el puesto de presidente”, ha defendido Biden. Aunque este posicionamiento no ido acompañado de ninguna insinuación sobre una posible retirada.
Mientras Biden aún terminaba de responder las preguntas de los periodistas, Donald Trump ha hecho mofa de la confusión del demócrata en su red Truth Social. “Biden empieza su conferencia de prensa de ”niño grande“ con: ‘No habría elegido a la vicepresidenta Trump para ser vicepresidenta si no creyera que no estaba cualificada para ser presidente’. Gran trabajo, Joe!”.
La conversación entre Pelosi y Obama
El expresidente Barack Obama, que después del debate de la CNN salió en defensa de Biden, han mantenido conversaciones en secreto con la antigua speaker de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, sobre el futuro de la campaña del presidente, según ha revelado la CNN el jueves.
De acuerdo con la cadena, ambos políticos han expresado su preocupación sobre la capacidad de Biden para poder derrotar a Trump. Muchos de los demócratas críticos con el presidente tienen la esperanza que Obama o Pelosi sean capaces de reconducir la decisión del presidente.
En los últimos días previos a la rueda de prensa, el cerco de los demócratas críticos con Biden no ha hecho más que aumentar. El miércoles, la antigua speaker de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi apremió a Biden para que tomara una decisión diciendo que a “había poco tiempo”. Las palabras de Pelosi no fueron casuales, sino que pretendían volver a poner en cuestión una decisión que Biden ya comunicó por carta que estaba firmemente tomada: seguir en la campaña electoral.
Ese mismo día, George Clooney también publicó un artículo en el New York Times donde pedía a Biden que se retirara. “Soy un demócrata de toda la vida. No pido disculpas por serlo y estoy orgulloso de lo que representa el partido y de lo que defiende. Me encanta Joe Biden. Lo considero un amigo. Y creo en él. Creo en su carácter, en su moral. En los últimos cuatro años, ha ganado muchas de las batallas a las que se ha enfrentado. Pero una batalla que no puede ganar es la lucha contra el tiempo.”, escribía el actor.
Si las presiones del partido y mediáticas no fueran suficientes, el goteo de donantes que también han pedido a Biden que se vaya tampoco ha cesado. El cofundador de Netflix, Reed Hastings, fue de los primeros en romper el silencio y tras él le han seguido otros como la heredera de la fortuna de la familia Disney, Abigail Disney.