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Boris Johnson da por muerto el acuerdo del Brexit que él mismo firmó

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
12 de octubre de 2021 17:31 h

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El 24 de diciembre de 2020 se firmó in extremis el acuerdo para la relación futura entre Reino Unido y la UE tras el Brexit, que se había producido el 31 de enero de 2020. Y el 12 de octubre de 2021 el Gobierno de Boris Johnson ha decretado que todo es papel mojado. En concreto, por lo que respecta a uno de los asuntos más delicados, el protocolo de Irlanda del Norte, que se redactó y firmó en octubre de 2019 tal y como está a petición del propio Gobierno de Boris Johnson, y Londres no pidió enmendar en el acuerdo de Nochebuena. Un protocolo en el que el Tribunal de Justicia de la UE, del que ahora reniega Londres, decide sobre los conflictos entre Reino Unido y la UE en lo relativo a Irlanda del Norte, territorio británico que sigue sujeto a las normas del mercado único y a la unión aduanera de la UE.

Y todo eso ya no vale para el Gobierno de Johnson, que surge después de unas elecciones que llegaron tras derrocar a Theresa May, precisamente porque Theresa May no quería firmar el protocolo que sí exigió Johnson y que ahora le parece “perturbador” y “altamente perjudicial”.

Eso sí, el propio protocolo aún no ha entrado en vigor porque el Gobierno británico ha aprobado sucesivas moratorias unilateralmente. ¿Y cuál es el problema para Downing Street? Que el protocolo, como bien avisó May, viene a partir el Reino Unido en dos por el mar de Irlanda, al establecer controles aduaneros en Irlanda del Norte para los bienes que cruzan de la isla de Gran Bretaña a la isla de Irlanda.

Así, el ministro británico para el Brexit, David Frost, ha anunciado este martes desde Lisboa que ha enviado un nuevo texto legal a Bruselas, “porque el protocolo debe cambiar sí o sí”.

La nueva propuesta de Londres establece un nuevo mecanismo de resolución de disputas, fuera de la jurisdicción del TJUE como establece el documento actual, y que “los bienes ingleses puedan circular sin problema por todo Reino Unido”, es decir, que no haya controles aduaneros en Irlanda del Norte. Ahora bien, el problema es que, para preservar los Acuerdos de Paz de Viernes Santo, la frontera entre Irlanda del Norte (Reino Unido) y la república de Irlanda (Estado miembro de la UE) debe ser invisible. Y las reglas del mercado único de la UE no pueden permitir que los bienes de un país extracomunitario entren sin control en territorio de la UE.

De ahí que en el protocolo negociado con May se establecían controles rápidos en la frontera de las dos irlandas, pero de menos intensidad y de menos productos porque se establecía un Brexit más blando, con el Reino Unido dentro de la unión aduanera.

Frost no ha dudado en su intervención en volver a amenazar con la suspensión unilateral del protocolo de Irlanda del Norte. “Si se activara el artículo 16, dependería de la UE tomar represalias o no. Y no sería bueno para Irlanda del Norte que la UE lo hiciera”.

A pesar de que Reino Unido está impugnando el acuerdo firmado, Frost ha defendido: “Siempre firmamos tratados de buena fe, y tenemos la intención de aplicarlos. Sabíamos que algunos aspectos del protocolo eran problemáticos. No los apoyamos, pero estuvimos de acuerdo con ellos, ya que era lo correcto para el país en general. Si la UE insiste en que no se produzcan cambios, debe recordar que Irlanda del Norte no es territorio de la UE, es nuestra responsabilidad salvaguardar la paz y la prosperidad, y el artículo 16 sigue siendo una opción”.

Según Frost, “el protocolo no está funcionando, ha perdido completamente el apoyo en Irlanda del Norte, no está haciendo aquello para lo que fue creado: proteger el Acuerdo de Viernes Santo de Belfast. De hecho, está haciendo lo contrario y esto tiene que cambiar. Necesitamos que la UE muestre la misma ambición y voluntad de abordar las cuestiones fundamentales en el corazón del protocolo”,

“El papel del Tribunal de Justicia de la UE y las instituciones de la UE en Irlanda del Norte están creando una situación en la que no deja claro sobre cómo se implementan las disposiciones del protocolo”, ha afirmado Frost: “¿Cuánto le cuesta a la UE poner en marcha un nuevo protocolo? Muy poco. No hay ninguna amenaza para el mercado único en lo que estamos proponiendo”.

El propio Frost, incluso, ha aprovechado el desafío del Tribunal Constitucional polaco, algunas sentencias de Karlsruhe sobre el papel del BCE o el discurso de la derecha y extrema derecha francesa contra el TJUE: “Miramos con fascinación los debates que de alguna manera son eco de los nuestros, como el de Polonia, Alemania e incluso ahora Francia sobre el papel del Tribunal de Justicia”.