“No se puede tener relación con Rusia o mantener contactos como si nada y esperar que tu país pueda ser parte de la UE. Es una cosa o la otra”. Esa ha sido la advertencia del alto representante, Josep Borrell, a los países del este que están en lista de espera para sumarse al club comunitario al presentar el último informe de evaluación tras el impulso que ha recibido el proceso de ampliación con la invasión rusa de Ucrania. Sacar a esos países -Moldavia, Georgia o los Balcanes Occidentales- de la órbita de Moscú es uno de los objetivos del crecimiento de la UE hacia el este, más allá de los beneficios que pueda tener un mercado único más amplio.
Y el proceso está plagado de amenazas precisamente por el alineamiento de algunos de los gobiernos, y de las sociedades de esos países, con Rusia. Últimamente, las noticias para Bruselas no han sido buenas en ese sentido. En Georgia, donde gobierna un partido prorruso, se celebraron elecciones en las que volvió a imponerse esa formación. La UE, a excepción del ultraderechista Viktor Orbán, ha reclamado transparencia y que se aclaren las “irregularidades” durante las elecciones del pasado sábado en las que aseguran en la Comisión Europea que se produjo una interferencia rusa “sin precedentes” con desinformación y “una dura retórica antieuropea”.
Georgia logró en diciembre de 2023 el estatus de país candidato a formar parte del club comunitario, al igual que Ucrania y Moldavia, pero el proceso está “de facto, paralizado”. Entre las cuestiones que exige Bruselas está la retirada de la ley de agentes extranjeros, que facilitará la persecución de la oposición y las ONG.
La interferencia rusa también se produjo en las elecciones en Moldavia, según el Gobierno de ese país y la Comisión Europea. Los comicios se celebraron al mismo tiempo que un referéndum para incluir en la Constitución del país como objetivo nacional el ingreso del país en la Unión Europea. El 'sí' ganó con un estrecho margen (50,39% de los votos), a pesar de la sintonía que la presidenta, Maia Sandu, ha mostrado con la dirigencia europea y de los gestos de la Comisión Europea hacia ese país, al que justo antes de las elecciones regó con 1.800 millones de euros.
La preocupación por los posicionamientos prorrusos también existe en el caso de Serbia y así lo deja por escrito la Comisión Europea en su informe. “Tras la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, Serbia se alineó con algunas posiciones de la UE en foros internacionales (incluida la Asamblea General de la ONU). Serbia ha seguido cooperando con la UE para eludir las sanciones y prestar ayuda financiera y humanitaria a Ucrania. Sin embargo, sigue sin alinearse con ninguna medida restrictiva contra la Federación Rusa y no se ha alineado con la mayoría de las posiciones de la UE al respecto. Ha mantenido relaciones de alto nivel con la Federación Rusa e intensificado sus relaciones con China, lo que plantea interrogantes sobre la dirección estratégica de Serbia”, recoge el documento en el que la Comisión Europea empuja a ese país a alinearse “progresivamente” a la UE en la política exterior.
La advertencia no es baladí teniendo en cuenta que el ultraderechista húngaro Viktor Orbán se ha convertido en el gran dolor de cabeza de la UE al bloquear prácticamente todas las iniciativas en política exterior relacionadas con Ucrania y que requieren de la unanimidad de los estados miembros. De hecho, una de las cuestiones que hay sobre la mesa en el complicado proceso de ampliación es el cambio de las propias reglas de funcionamiento del club comunitario para eliminar ese requisito. El último desafío de Orbán fue precisamente esta semana cuando viajó a Tibilisi tras las elecciones en Georgia desmarcándose de la posición del resto de socios, que han enmarcado su visita en las relaciones bilaterales de esos dos países.
Al igual que en el caso de Moldavia, la Comisión Europea asegura que las negociaciones con Ucrania “progresan sin contratiempos”. No obstante, el proceso de adhesión a la UE es complejo, requiere de grandes esfuerzos para adecuar toda la normativa de los países candidatos al acervo comunitario y es un proceso que tarda lustros en completarse. “La apertura de las negociaciones de adhesión con Ucrania ha supuesto un importante reconocimiento de la determinación de este país a proseguir las reformas en la vía de la adhesión a la UE”, señala el gobierno comunitario, que recuerda que la negociación de los puntos concretos comenzará en 2025.
En el caso de Albania, que es uno de los países que más tiempo lleva en la lista de espera, la Comisión Europea considera “crucial que las autoridades sigan intensificando el ritmo de las reformas orientadas a la UE, especialmente en lo que respecta al Estado de Derecho, consolidando el historial de aplicación de la ley, de lucha eficaz contra la corrupción y la delincuencia organizada, y de promoción de los derechos fundamentales, incluida la libertad de los medios de comunicación, los derechos de propiedad y las minorías”. “En el caso de Macedonia del Norte, el país debe seguir avanzando en la aplicación de las reformas relacionadas con la UE, en particular en el ámbito de los aspectos fundamentales, especialmente el poder judicial, la lucha contra la corrupción y la delincuencia organizada. Es preciso reforzar la confianza en el sistema judicial”, apunta.
“Bosnia y Herzegovina demostró resultados tangibles, entre ellos la gestión de la migración, la plena alineación con la política de seguridad común y exterior de la UE, así como la aprobación de legislación sobre la integridad del poder judicial, la lucha contra el blanqueo de dinero y los conflictos de intereses. En marzo de 2024, el Consejo Europeo decidió iniciar las negociaciones de adhesión con Bosnia y Herzegovina. La Comisión está preparando el marco de negociación con vistas a su adopción por el Consejo en el momento en que se den todos los pasos pertinentes establecidos en la recomendación de la Comisión de octubre de 2022”, dice el gobierno comunitario.
“Kosovo presentó una solicitud de adhesión a la UE en diciembre de 2022. La Comisión sigue dispuesta a preparar un dictamen sobre la solicitud de adhesión de Kosovo en cuanto el Consejo se lo pida. Se registraron avances en la lucha contra la delincuencia organizada y mejoró el entorno empresarial. La liberalización de visados para Kosovo entró en vigor el 1 de enero de 2024. Kosovo debe intensificar sus esfuerzos para reforzar el Estado de Derecho y la administración pública y proteger la libertad de expresión”, resume Bruselas sobre ese país, que tiene una complicación extra en el proceso porque hay países, como España, que no lo reconocen.
En el caso de Turquía, que pidió incorporarse en 1987, el proceso está prácticamente paralizado desde 1987. Borrell ha admitido que ha habido una “espiral negativa” que le ha dado “mucho trabajo” en los últimos años, pero que se ha avanzado en colaboración en algunos temas, como la migración. “Sigue habiendo serias preocupaciones en los ámbitos de los derechos fundamentales y el Estado de Derecho, incluida la independencia del poder judicial. El diálogo sobre el Estado de Derecho y los derechos fundamentales sigue siendo parte integrante de la relación UE-Turquía. Tras la orientación estratégica del Consejo Europeo de abril de 2024, las relaciones con Turquía se han caracterizado por una reanudación gradual de los contactos y se han dado pasos concretos hacia intercambios constructivos sobre cuestiones de interés común”, recoge el ejecutivo comunitario.