Hay una “cruzada política”, diagnostica Josep Borrell, en la que la ciudadanía está llamada a desempeñar su papel. “Los europeos necesitan que el ruido de las bombas a las cinco de la madrugada de hace 15 días al caer sobre Kiev les despierte de su sueño de bienestar”, ha afirmado este miércoles el jefe de la diplomacia europea en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo. ¿Y cuál es una forma de despertarse? Consumiendo menos gas. “Corten el gas en sus casas, disminuyan la dependencia de quien ataca a Ucrania”, ha clamado el Alto Representante de la Seguridad y Cooperación de la UE.
“Nuestro entorno está rodeado por un círculo de fuego alimentado, entre otros, por Rusia, en el Cáucaso, en Siria, en el Sahel”, ha dicho Borrell en un debate sobre la situación en Ucrania en el que ha participado la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas: “Los europeos necesitan enfrentar los desafíos que no hemos buscado, pero que el mundo proyecta sobre nosotros. Y Ucrania es el primero. Corten el gas en sus casas. Comprometámonos más en una defensa colectiva, que es una obligación de los tratados y a la que hemos prestado demasiada poca atención hasta ahora”.
La portavoz de IU en la Eurocámara, Sira Rego, ha respondido en tuiter: “Haga su trabajo y no cargue la responsabilidad a las personas individuales. Que un vicepresidente de la Comisión Europea plantee esto ante la emergencia energética es escandaloso. Tiene en su mano cambiar el injusto sistema de fijación de precios”.
Borrell, además, ha afirmado en su discurso:: “Todos preferimos la mantequilla a los cañones, pero los países de la UE gastaban hace 50 años el 4% de su PIB en defensa, y ahora están en el 1,5% de su PIB. Los dividendos de la paz se dedicaban al Estado del bienestar, pero ahora hay que explicar que nuestro sistema de vida tiene un precio, que tenemos Europa como un jardín a la francesa, y fuera la jungla crece. Y si queremos que no nos invada el jardín, debemos cuidarlo y defenderlo”.
Kallas, así mismo, ha dicho: “Tenemos que encontrar un consenso dentro de la Unión Europea en el sentido de que a veces la mejor forma de conseguir la paz es con la voluntad de utilizar la fuerza militar”.
Esas son las tareas que pone Borrell a los europeos, al tiempo que describe la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania: “Cuando me dijeron que habían empezado los bombardeos, vi que entrábamos en un nuevo momento de la historia en el que los europeos debíamos abordar los desafíos de Putin. Putin ha pensado que Ucrania era débil y servil, pero se ha encontrado un país fuerte; pensó que en Europa éramos demasiado dependientes de su gas; que EEUU estaba demasiado pendiente de China; que la distancia entre EEUU y la UE era demasiado grande; y que su ejército podría derrotar rápidamente para un régimen fantoche. Pero no ha sido así. Esa guerra va a durar”.
Borrell ha recurrido incluso al líder de la Revolución Bolchevique para explicar el cambio de posición que pide a Europa: “El cambio político de las relaciones comerciales no es suficiente. Creo que fue Lenin quien dijo que los capitalistas estarían dispuestos a vender hasta la cuerda con la que les ahorcaremos, y Putin pensó que nuestra adicción al gas ruso era suficiente para hacernos retraer. Es cierto que cada año pagamos el equivalente de las reservas que bloqueamos del Banco Central ruso. Hemos bloqueado el stock, pero no hemos parado el flujo. Lo primero es cortar el cordón umbilical de nuestra economía con la rusa y el flujo para acumular reservas con el que financiar la guerra”.
El jefe de la diplomacia europea ha insistido en que desprenderse de la dependencia rusa depende de propuestas como las presentadas por la Comisión Europea este martes, “que requieren medidas técnicas, macroeconómicas”, .pero también “que los ciudadanos europeos bajen las calefacciones de sus casas, recortar el consumo de gas como el del agua cuando hay sequía o nos ponemos una mascarilla contra el virus”.
“Lo que hemos hecho contra la COVID-19, lo hemos de hacer a favor de Ucrania, tiene que ser una movilización de los espíritus, de las actitudes individuales, en un compromiso colectivo para hacer frente a una tarea sin duda histórica, que hemos empezado demasiado tarde, pero más vale tarde que nunca. La defensa de los valores liberales no se hará sin ciudadanos dispuestos a pagar un precio por ello, el precio que tiene cualquier transformación estructural como cambiar el mix energético de un continente”.
¿Cómo va a evolucionar la guerra? “Es la guerra de Putin porque él la ha iniciado y sólo él puede pararla”, afirma Borrell: “La evolución va a depender del equilibrio del poder militar en el terreno, por eso es importante que sigamos apoyando con medios militares el esfuerzo del pueblo de Ucrania. El segundo elemento será el resultado de las sanciones aplicadas contra Rusia. La economía rusa es básicamente una gasolinera y un cuartel, desde el Sahel, al Cáucaso, Siria y ahora Ucrania. Debemos seguir aumentando la presión. Y también va a depender de la movilización internacional y de lo que haga el resto del mundo. Putin ha intentado conquistar rápidamente las ciudades, y no lo ha conseguido, y ante eso hace lo que sabe hacer: bombardear, como en Siria y Chechenia, sin consideración en las víctimas civiles, abriendo corredores humanitarios con la condición de que conduzcan a Rusia”.
“Nuestra condena moral no puede ser mayor, es un problema de trabajo diplomático, tenemos que seguir trabajando para conseguir un alto el fuego bajo los auspicios de la ONU. Y, mientras, tenemos que repensar lo que queremos ser, cuándo vamos a activar los artículos del tratado que prometen una defensa común complementaria a la OTAN, y dedicar más compromiso para tener capacidades que aumenten nuestra seguridad y nuestra defensa”, ha señalado.