“Mariúpol es el Alepo europeo”, ha afirmado Josep Borrell, en alusión a la ciudad siria arrasada en la guerra. El Alto Representante de la UE para Política Exterior se encuentra de viaje en Chile, donde se ha reunido con su presidente, Gabriel Boric, y varios miembros de su Gobierno, en un evidente respaldo político de la UE a la transición política que está viviendo Chile. Y, durante una conferencia en la Universidad de Chile este jueves por la tarde en Santiago, Borrell abordaba los desafíos de la UE ante las crisis actuales, centradas en las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, así como la tensión constante con China: “Mariúpol es una ciudad destruida hasta la raíz, bombardeada masivamente con miles de víctimas civiles. El mundo se embarcará seguramente en esa confrontación de bloques que antes llamábamos Guerra Fría, pero nosotros no la queremos. Nosotros haremos todo lo posible para evitar que nos marquemos de nuevo en una confrontación global, porque pensamos que eso significaría un coste muy elevado, tanto en términos políticos como económicos”.
Borrell volvió a hablar de la ambición de poder europea: “Cuando me presenté al examen para acceder al cargo que ahora ostento, pronuncié una frase que seguramente va a marcar mi mandato. Y es que la Unión Europea tiene que aprender a utilizar el lenguaje del poder. ¿Qué quise decir con eso? Quise decir que no basta con ser un poder blando. En este momento, después de la pandemia y a las puertas de una guerra en nuestra frontera con la brutal invasión de Ucrania, es cada vez más necesario que entendamos qué quiere decir usar el lenguaje del poder y cuáles son sus instrumentos y sus límites. Europa se ha hecho a golpe de crisis. Lo dijo su fundador, Jean Monnet, y dijo Europa será el resultado de las respuestas que los europeos den a las crisis que les afecten. Y tenía mucha razón. Dicho en castellano antiguo: a la fuerza ahorcan o que hay que hacer de la necesidad virtud. Y ciertamente, ahora, con la guerra, Europa da un paso más en su integración y se prepara a utilizar ese lenguaje que yo reclamaba el lenguaje de la capacidad coercitiva”.
“En el tiempo convulso en el que hoy vivimos”, ha dicho Borrell, “con grandes poderes dispuestos a pasar por encima de cualquier consideración moral, no basta con ser defensor del derecho, ni tampoco basta con extender las relaciones comerciales esperando que el comercio, el dulce comercio, como llaman los franceses, reblandezca las conciencias y haga emerger una clase media que pedirá libertades políticas y conducirá a una convivencia pacífica. Hay que tener una cierta capacidad de coerción, una cierta capacidad de hacer que los demás hagan lo que tú crees que deben hacer. Y eso es entrar en un terreno peligroso, porque el uso del poder siempre es peligroso”.
En relación con el desarrollo de la guerra de Ucrania, Borrell ha explicado: “Nosotros haremos lo posible para que esta guerra acabe cuanto antes, pero no de cualquier manera: ”Si dejásemos de armar a Ucrania, la guerra se acabaría pronto. ¿Pero cómo acabaría? Acabaría con Ucrania entregada a las manos del invasor, no teniendo más remedio que aceptar cualquier condición que se le quisiera poner. Y no queremos que acabe así porque sí“. Y añade: ”Así acabará toda la destrucción, y todas las víctimas serían realmente inútiles, y el mundo se embarcaría en una dinámica donde el que tiene la fuerza hace la ley. Y con eso no quiero decir que los países occidentales no hayamos en el pasado incurrido también en comportamientos que pueden ser criticables, sin duda. Pero la peste no justifica el cólera y los errores de ayer no son un paliativo para los de hoy“.
“Subvencionar gasolina es una marcha atrás”
El Alto Representante, además, ha señalado la contradicción de apostar por el cambio climático al tiempo que se subvenciona la gasolina para contrarrestar la escalada de precios derivada de la guerra de Ucrania.
“El cambio climático es una amenaza existencial para la humanidad que no nos tomamos suficientemente en serio y que ahora podemos echar marcha atrás”, ha dicho Borrell: “Porque cuando veo que en España hemos empezado a subvencionar el uso de la gasolina... Cuando estamos diciendo todos los días que hemos de consumir menos y la subvencionamos para hacer frente a su carestía, me temo que estamos echando marcha atrás en un proceso en el que ya llevábamos mucho retraso”.
“El crecimiento económico per sé no es un antídoto contra la descomposición del vínculo social”, ha afirmado Borrell: “Hace falta algo más. Hace falta lo que el mercado no puede aportar. Hace falta acción pública porque el mercado es un creador de desigualdad. El mercado produce mercancías pero no satisface necesidades, solamente satisface demandas solventes. El mercado produce mercancías, pero no garantiza derechos. Los derechos tienen que ser garantizados por la acción pública. Y la acción pública tiene instrumentos. El primero de los cuales es la fiscalidad en sociedades con presiones fiscales muy bajas y la presión fiscal suena horrible, pero en el fondo lo que dice es ni más ni menos que parte de la riqueza se colectiviza”.