El Parlamento Europeo con más extrema derecha de la historia está siendo aprovechado por los ultras para dar el espectáculo. En la primera semana de la nueva legislatura ya se ha producido la primera expulsión de una eurodiputada por hacer el hooligan en el pleno de Estrasburgo.
Se trata de la eurodiputada rumana ultra Diana Sosoaca, del partido AUR, que además simpatiza con el presidente ruso, Vladímir Putin, y se mostró antivacunas durante la pandemia. Eso sí, no fue aceptado en el grupo de los Soberanistas, de AfD, por el veto de un partido ultra húngaro que consideraba a Sosoaca antimagiar.
Así, Sosoaca ha sido expulsada después de interrumpir la sesión a voces desde su escaño con un bozal puesto, un icono religioso y una gran bolsa de plástico para simbolizar las personas muertas por las vacunas de la Covid-19. En ese momento estaba hablando la portavoz liberal, Valerie Hayer (macronista), sobre el derecho al aborto durante el debate para la elección de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea.
Metsola le advirtió de que era la tercera vez que interrumpía el pleno y pidió su expulsión. “Mataste a gente y yo tengo el derecho a hablar”, gritó la eurodiputada a Ursula von der Leyen, mientras se resistía durante unos minutos a los ujieres que trataban de sacarla del hemiciclo.
Politico informaba este miércoles de que Sosoaca había asegurado que llevaría a un sacerdote a consagrar sus oficinas: “Aquí se reúnen los demonios”.
Pero no ha sido el único ataque de la extrema derecha esta semana en el pleno de la Eurocámara. Además de las interrupciones durante el discurso de Irene Montero (Podemos/La Izquierda) este martes para la presidencia del Parlamento Europeo, este miércoles un eurodiputado de la extrema derecha austriaca, Georg Mayer (FPÖ/Patriotas), ha dicho: “Tenemos un problema de violencia aquí. La señora Ilaria Salis (AVS), de La Izquierda, ha atacado con un martillo y acaba de salir de la cárcel. La violencia viene de la izquierda y lo hemos visto no sólo en Estados Unidos, sino también aquí. Y por eso pido que se registre a esta señora y a sus colaboradores, para que no entren aquí colando armas”.
“La extrema derecha ya ha mostrado su verdadera cara, Salis tiene derechos fundamentales y fue encarcelada por Orban por ello. Es un honor tenerla aquí y con nosotros luchará contra su régimen. Está aquí en nombre de todos, incluidos los húngaros”, respondió Manon Aubry (LFI), copresidenta de La Izquierda.
La historia de Ilaria Salis, maestra italiana de 39 años y activista antifascista se convirtió en un caso europeo cuando a principio de febrero apareció en un tribunal de Hungría encadenada de pies y manos y sujeta por una cadena por un agente de policía. Por aquel entonces, Salis llevaba ya un año en las cárceles húngaras y había denunciado las condiciones “inhumanas” de su detención.
La imagen de ella encadenada en el tribunal, que dio la vuelta a Europa, era la de la primera vista del juicio en el que Salis es imputada por una presunta agresión a unos militantes neonazis.
La agresión ocurrió hace un año y medio, el día antes de la manifestación antifascista en la que la activista iba a participar, contra el tradicional desfile que grupos neonazis organizan cada año en Budapest el 11 de febrero. Salis se declaró inocente y durante meses hubo una campaña en su favor para presionar al Gobierno italiano y lograr el arresto domiciliario, en un caso que muchos consideran en Italia como un “juicio político” en la Hungría de Viktor Orbán, con el que Giorgia Meloni siempre ha mantenido buenas relaciones.
Finalmente la coalición Alianza Verdes-Izquierda (AVS, por sus siglas en italiano) decidió presentar a Salis como cabeza de lista para las europeas en la circunscripción del Noroeste e insular. La activista fue, con casi 180.000 preferencias, uno de los candidatos más votados y la candidatura de AVS cosechó un 6,7%, casi el doble de lo que había logrado hace año y medio en las elecciones generales de Italia.