Es el enfant terrible de la UE. El presidente húngaro, Viktor Orbán, se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza de la dirigencia europea, especialmente desde la invasión rusa de Ucrania. El líder ultraderechista, que es el más cercano a Vladímir Putin (por no decir el único), ha usado su derecho a veto en los temas relacionados con la guerra como chantaje a los 27, que le tienen en el punto de mira por su deriva autoritaria. Las advertencias de la UE, que ha llegado a activar el artículo 7 por las vulneraciones del estado de derecho, son constantes hacia Hungría por el control de los medios de comunicación, la vulneración de la independencia judicial o la discriminación de las personas LGTBI. En medio de ese panorama, los alcaldes de grandes ciudades que lograron armar coaliciones de toda la oposición en las elecciones de 2019 tratan ahora de sobrevivir en las municipales del 9 de junio, a pesar del juego sucio de Fidesz, el partido que dirige Orbán.
Budapest es una de esas grandes ciudades que logró imponerse a Fidesz hace cinco años y la única circunscripción en la que Orbán no ganó en los comicios generales de 2022, en los que se impuso con más del 53% de los sufragios.
La capital húngara se ha convertido en una ‘isla verde’ en el reino de Orbán. El alcalde, Gergely Karacsony, aspira a revalidar en el cargo al que accedió en 2019 a través de una colorida coalición, integrada por su partido verde (Diálogo por Hungría), socialistas, socialdemócratas y un partido liberal, que ahora repite.
“Lo más probable es que el alcalde sea reelegido, según las encuestas que tenemos en este momento”, afirma Benedek Jávor, representante de Budapest ante la UE. El sistema electoral en Hungría es distinto al de España: la elección de los alcaldes es directa, pero no así el consejo local (lo que sería el Pleno municipal). “En el último minuto, Fidesz modificó el sistema electoral para las elecciones locales y el riesgo que tenemos es que la coalición pierda su mayoría en el ayuntamiento”, explica el también miembro de Diálogo por Hungría.
En Hungría están acostumbrados a los cambios electorales que benefician al partido de Orbán. “Hace unos diez años, el Gobierno cambió completamente el sistema electoral y modificó los límites de los distritos electorales de las circunscripciones para juntar en un mismo distrito electoral las zonas de las ciudades con mayoría de votantes de la oposición con zonas rurales de los alrededores de la ciudad [donde Fidesz tiene más predicamento], de forma que finalmente, en todos y cada uno de los distritos, la mayoría progubernamental estuviera asegurada”, señala Jávor. “No podemos hablar de elecciones justas en Hungría. El Gobierno usa todos los recursos del estado para la campaña política poniendo muchísima presión en los partidos de la oposición”, añade.
Pero las maniobras electorales no son las únicas artimañas que ha utilizado el Gobierno ultranacionalista húngaro para complicar la vida a los gobernantes de Budapest, que han puesto en marcha un programa eminentemente ecologista, con medidas como la limitación de la circulación de los coches, al igual que en la mayoría de capitales europeas.
Las artimañas del Gobierno contra Budapest
“Después de las elecciones de 2019, el Gobierno estaba un poco indeciso con qué hacer con la ciudad, pero pronto decidió abrir una guerra en su contra”, expresa Jávor, que narra una verdadera asfixia financiera para Budapest en un sistema ya de por sí muy centralizado en el que calcula que las ciudades sólo se quedan en torno al 2% del PIB que generan, frente al 15% que estima en los países occidentales y el 8% en otros estados del este.
Durante la pandemia, el Gobierno de Orbán decidió reducir del 2% al 1% el impuesto que pagan las empresas por tener su sede en una ciudad provocando un agujero en la recaudación de los municipios que en el caso de la capital se sumaba a unas pérdidas del 10% de su presupuesto que le llegaba a través del transporte público o a la ausencia de turismo durante los confinamientos. A eso se sumó la decisión de Orbán de hacer gratuito el parking, que es otra de las fuentes de financiación local.
“La tasa de solidaridad, que es la que pagan los municipios que tienen un PIB superior al de la media del país, se ha incrementado 15 veces entre 2020 y 2024”, agrega Jávor, que considera que, económicamente hablando, “el Gobierno de Fidesz ha sido el mismo desastre para la ciudad que el Covid”.
A todo ello hay que sumar el grifo cerrado por el bloqueo de los fondos europeos como consecuencia de las vulneraciones del estado de derecho en Hungría. En el caso del plan de recuperación, Orbán también ha aprovechado para marginar a la capital. “En el plan original no había ni un céntimo para la ciudad de Budapest”, denuncia Jávor, que reconoce que buena parte de su trabajo es convencer a la Comisión Europea de que la “discriminación con sesgo político” que hace Orbán es “inaceptable”.
A pesar de ello, los partidos de la oposición confían en conservar el poder que alcanzaron en 2019. “Habrá un ligero descenso, pero no un colapso”, dice Jávor, que atribuye el “desastre” de las elecciones nacionales para la coalición de la oposición a varias causas, entre ellas un candidato que “cometió errores” y “no supo movilizar” al electorado —el alcalde de Budapest se retiró de la carrera para dejarle paso—, además de los cambios en el sistema electoral que les perjudican y el uso de los recursos del Estado en favor de Orbán, incluidos los medios de comunicación, junto con algunas fake news como que los partidos de la oposición pretendían si llegaban al Gobierno involucrar a Hungría en la guerra enviando soldados a Ucrania.
El próximo test será este domingo, cuando se medirán en las locales y también en las europeas para las que no toda la oposición se ha unido por las facilidades del sistema electoral con una circunscripción única y en las que Orbán tendrá un nuevo rival: su antiguo aliado Peter Magyar, marido de la exministra de Justicia, que ha abandonado sus filas denunciando corrupción y al que algunas encuestas dan en torno al 13% de los votos. Pese al terremoto, Budapest aspira a seguir siendo una ‘isla verde’ en Hungría.